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viernes, 25 de abril de 2025

.Santoral

San Fray María Rafael Arnáiz

Religioso Cisterciense

26 de abril

Fuente: Archidiócesis de Madrid



Martirologio Romano: 


En el monasterio de San Isidoro de Dueñas, en España, san Rafael Arnáiz Barón, religioso de la Orden Cisterciense, que, aquejado todavía novicio por una grave enfermedad, soportó con gran paciencia su maltrecha salud, confiando siempre en el Señor. († 1938)






Breve Biografía

Nació en Burgos (España) el 9 de abril de 1911, de una familia de alta sociedad y profundamente religiosa. En esa misma ciudad fue bautizado y confirmado. Comenzó sus estudios en el colegio de los padres jesuitas y recibió por primera vez la Eucaristía en 1919.

En esos años tuvo la primera visita de la que habría de ser su asidua compañera: una enfermedad de fiebres colibacilares que le obligó a interrumpir sus estudios. Cuando se recuperó, su padre, en agradecimiento a lo que consideró una intervención especial de la santísima Virgen, a finales del verano de 1921 lo llevó a Zaragoza, donde lo consagró a la Virgen del Pilar.

Su familia se trasladó a Oviedo, y allí continuó sus estudios de bachillerato, en el colegio de los padres jesuitas y al terminar se matriculó en la Escuela superior de arquitectura de Madrid, donde supo unir el estudio con una ardiente y asidua vida de piedad; había introducido en su horario de estudio una larga visita diaria a "el Amo" en el oratorio de Caballero de Gracia, y participaba puntualmente en su turno de adoración nocturna.

De inteligencia brillante y ecléctica, Rafael tenía destacadas dotes para la amistad y buen trato. Poseía un carácter alegre y jovial; era deportista, rico en talento para el dibujo y la pintura; le gustaba la música y el teatro. A la vez que crecía en edad y desarrollaba su personalidad, crecía también en su experiencia espiritual de vida cristiana.

En su corazón bien dispuesto a escuchar Dios quiso suscitar la invitación a una consagración especial en la vida contemplativa. Había conocido la trapa de San Isidro de Dueñas y se sintió fuertemente atraído porque la percibió como el lugar que correspondía a sus íntimos deseos. Así, en diciembre de 1933 interrumpió sus cursos en la universidad, y el 16 de enero 1934 entró en el monasterio de San Isidro.

Después de los primeros meses de noviciado y la primera Cuaresma vividos con entusiasmo en medio de las austeridades de la trapa, de improviso Dios quiso probarlo misteriosamente con una penosa enfermedad: una aguda diabetes sacarina, que lo obligó a abandonar apresuradamente el monasterio y a regresar a casa de sus padres para ser cuidado adecuadamente.

Regresó a la trapa apenas restablecido, pero la enfermedad le obligó a abandonar varias veces el monasterio, donde volvió otras tantas veces para responder generosa y fielmente a la llamada de Dios.

Se santificó en la gozosa y heroica fidelidad a su vocación, en la aceptación amorosa de los planes de Dios y del misterio de la cruz, en la búsqueda apasionada del rostro de Dios; le fascinaba la contemplación de lo Absoluto; tenía una tierna filial devoción a la Virgen María —la "Señora" como le gustaba llamarla—. Falleció en la madrugada del 26 de abril de 1938, recién cumplidos los 27 años. Fue sepultado en el cementerio del monasterio, y después en la iglesia abacial.

Muy pronto su fama de santidad se extendió fuera de los muros del convento. Sus numerosos escritos ascéticos y místicos continúan difundiéndose con gran aceptación y para el bien de cuantos entran en contacto con él. Ha sido definido como uno de los más grandes místicos del siglo XX.

El 19 de agosto de 1989 el Papa Juan Pablo II, con ocasión de la Jornada mundial de la juventud en Santiago de Compostela, lo propuso como modelo para los jóvenes del mundo de hoy y el 27 de septiembre de 1992 lo proclamó beato.

La canonización la realizó el Papa Benedicto XVI el 11 de octubre de 2009. Con su canonización el Papa Benedicto XVI lo presenta como amigo, ejemplo e intercesor a todos los fieles, sobre todo a los jóvenes.

Su fiesta se celebra el 26 de abril.

Algunas máximas espirituales de San María Rafael
¡Sólo Dios llena el alma..., y la llena toda!

La verdadera felicidad se encuentra en Dios y solamente en Dios.

El que no tiene a Dios necesita consuelo; pero el que ama a Dios, ¿qué más consuelo?

Honrando a la Virgen, amaremos más a Jesús; poniéndonos bajo su manto, comprenderemos mejor la misericordia divina.

¡Qué grande es Dios, qué dulce es María!
 

ORACIÓN
Señor omnipotente
que glorificas a los humildes
y abates a los soberbios,
te suplicamos por la gloria de tu Santo Nombre
ensalces la memoria de San Rafael,
concediéndonos la gracia que te pedimos por intercesión del mismo,
que vivió y murió para glorificarte a Ti, Señor,
que con el Hijo y el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén..

jueves, 24 de abril de 2025

+Santoral+







San Fidel de Sigmaringen

 Sacerdote y Mártir



24 de abril

Fuente:  EWTN


Martirologio Romano: 

San Fidel de Sigmaringen, presbítero y mártir, el cual, siendo abogado, decidió entrar en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, llevando una vida observante de vigilias y oraciones. Asiduo en la predicación de la Palabra de Dios, fue enviado a la región de Recia para consolidar la verdadera doctrina, y en Sevis, de Suiza, fue martirizado por los herejes a causa de la fe católica († 1622).




Breve Biografía

Nació en Sigmaringen, Alemania, en 1577.

Tenía una inteligencia muy vivaz y fue enviado a estudiar a la Universidad de Friburgo, donde obtuvo doctorado en ambos derechos, y luego llegó a ser profesor muy estimado de filosofía y letras. Durante seis años fue encargado de la educación de varios jóvenes de las familias principales de Suabia (Alemania), a los cuales llevó por varios países de Europa para que conocieran la cultura y el modo de ser de las diversas naciones. Sus alumnos se quedaban admirados del continuo buen ejemplo de su profesor en el cual no podían encontrar ni una palabra ni un acto que no fueran de buen ejemplo. Lo que los otros gastaban en cucherías él lo gastaba en dar limosnas.

Como abogado, Fidel se dedicó a defender gratuitamente a los pobres que no tenían con qué costearse un defensor. Su generosidad era tan grande que la gente lo llamaba "El abogado de los pobres". Ya desde muy joven renunciaba a conseguir y estrenar trajes nuevos y el dinero que con eso ahorraba lo repartía entre las gentes más necesitadas. Jamás en su vida de estudiante ni en sus años de profesional tomó licor, ni nadie lo vio en reuniones mundanas o que ofrecieran peligro para la virtud. Sus compañeros de abogacía se admiraban de que este sabio doctor nunca empleaba palabras ofensivas en los pleitos que sostenía (y sus contrarios sí las usaban y muy terribles).


Un día el abogado contrario a un pleito, le ofreció en secreto una gran cantidad de dinero, con tal de que arreglaran los dos en privado y se le diera la victoria al rico que había cometido la injusticia. Fidel se quedó aterrado al constatar lo fácil que es para un abogado el prestarse a trampas y vender su alma a Satanás por unas monedas como lo hizo Judas. Y dispuso dejar la abogacía y entrar de religioso capuchino. Tenía 35 años.

Dividió sus importantes riquezas en dos partes: la mitad la repartió a los pobres, y la otra mitad la dio al Sr. Obispo para que hiciera un fondo para costear los estudios a seminaristas pobres.

Con razón le pusieron después esta leyenda debajo de su retrato:

¡Santo es Fidel, y fue abogado!,
Obra del poder Divino.
Mucho le costó ser capuchino
y morir después martirizado.

Habiendo sido tan rico y tan lleno de comodidades se fue a vivir como el más humilde y pobre fraile capuchino. Le pedía constantemente a Dios que lo librara de la tibieza (ese vicio que lo hace a uno vivir sin fervor, ni frío ni caliente, descuidado en sus deberes religiosos y flojo para hacer obras buenas) y le suplicaba a Nuestro Señor que no lo dejara perder el tiempo en inutilidades y que lo empleara hasta lo máximo en propagar el Reino de Dios. Le gustaba repetir la famosa frase de San Bernardo: "Sería una vergüenza que habiendo sido coronado de espinas mi Capitán Jesucristo, en cambio yo que soy su soldado, viviera entre comodidades y sin hacer sacrificios".

En Friburgo consiguió la conversión de muchos protestantes. Y la gente se quedó admirada cuando llegó la peste del cólera, pues se dedicaba de día y de noche a asistir gratuitamente a todos los enfermos que podía. Su austeridad o dominio de sí mismo, era impresionante. Su fervor en la oración y en la Santa Misa conmovían a los que lo acompañaban. Las gentes veían en su persona a una superioridad interior que les impresionaba. Su predicación conseguía grandes frutos porque era sencilla, clara, fácil, práctica, suave y amable, pero acompañada por la unción o fuerza de conmover que proviene de quien antes de predicar reza mucho por sus oyentes y después de la predicación sigue orando por ellos. Era tal el atractivo de sus sermones que hasta los mismos herejes iban a escucharlo. Pero este atractivo fue el que llenó de envidia y rabia a sus opositores y los llevó a escogerlo a él, entre todos los compañeros de misión, para martirizarlo.

Hay algo que a los santos les falla de manera impresionante, es la "prudencia simplemente humana", ese andar haciendo cálculos para no excederse en desgastarse por el Reino de Dios. Los santos no se miden. Ellos se enamoran de Cristo y de su religión y no andan dedicándose a darse a cuenta gotas, sino que se entregan totalmente a la misión que Dios les ha confiado. Y esto le sucedió a Fidel. Cada poco le llegaban tarjetas como esta: "Recuerde que está predicando en tierras donde hay muchos protestantes, evangélicos, calvinistas y demás herejes. No hable tan claro en favor de la religión católica, si es que quiere seguir comiendo tranquilamente su sopa entre nosotros".

Pero él seguía incansable enseñando el Catecismo Católico y previniendo a sus oyentes contra el peligro de las sectas de evangélicos y demás protestantes. Tenía que prevenir a sus ovejas contra los lobos que acaban con las devociones católicas.

Al saber en Roma los grandes éxitos del padre Fidel que con sus predicaciones convertía a tantos protestantes, lo nombraron jefe de un grupo de misioneros que tenían que ir a predicar en Suiza, nido terrible de protestantes calvinistas. Lo enviaba la Sagrada Congregación para la Propagación de la fe.


En la ceremonia con la cual lo despedían solemnemente al empezar su viaje hacia Suiza, Fidel dijo en un sermón: "Presiento que voy a ser asesinado, pero si me matan, aceptaré con alegría la muerte por amor a Jesucristo y la consideraré como una enorme gracia y una preferencia de Nuestro Señor.

Pocos días antes de ser martirizado, al escribir una carta a su lejano superior, terminaba así su escrito: "Su amigo Fidel que muy pronto será pasto de gusanos".

Al llegar a Suiza empezó a oír rumores de que se planeaba asesinarlo porque los protestantes tenían gran temor de que muchos de sus adeptos se pasaran al catolicismo al oírlo predicar. Al escuchar estas noticias se preparó para la muerte pasando varias noches en oración ante el Santísimo Sacramento, y dedicando varias horas del día a orar, arrodillado ante un crucifijo. La santidad de su vida lo tenía ya bien preparado para ser martirizado.

El domingo 24 de abril, se levantó muy temprano, se confesó y después de rezar varios salmos se fue al templo de Seewis, donde un numeroso grupo de protestantes se había reunido con el pretexto de que querían escucharlo, pero con el fin de acabar con él. Al subir al sitio del predicador, encontró allí un papel que decía: "Este será su último sermón. Hoy predicará por última vez". Se armó de valor y empezó entusiasta su predicación. El tema de su sermón fue esta frase de San Pablo: "Una sola fe, un solo Señor, un solo bautismo" (EF. 4,5) y explicó brillantemente cómo la verdadera fe es la que enseñan los católicos, y el único Señor es Jesucristo y que no hay varios bautismos como enseñan los protestantes que mandan rebautizar a la gente. Aquellos herejes temblaban de furia en su interior, y uno de los oyentes le disparó un tiro, pero equivocó la puntería. Fidel bajó del sitio desde donde predicaba y sintiendo que le llegaba el fin, se arrodilló por unos momentos ante una imagen de la Sma. Virgen. Quedó como en éxtasis por unos minutos, y luego salió por una pequeña puerta por la sacristía detrás del templo.

Los herejes lo siguieron a través del pueblo gritándole: "Renuncie a lo que dijo hoy en el sermón o lo matamos". El les respondió valientemente: "He venido para predicar la verdadera fe, y no para aceptar falsas creencias. Jamás renunciaré a la fe de mis antepasados católicos." Aquel grupo de herejes, dirigidos por un pastor protestante, le gritaba: "O acepta nuestras ideas o lo matamos". El les contestó: "Ustedes verán lo que hacen. Yo me pongo en manos de Dios y bajo la protección de la Virgen Santísima. Pero piensen bien lo que van a hacer, no sea que después tengan que arrepentirse muy amargamente". Entonces lo atacaron con palos y machetes y lo derribaron por el suelo, entre un charco de sangre. Poco antes de morir alcanzó a decir: "Padre, perdónalos".

Era el 24 de abril del año 1622.

Dios demostró la santidad de su mártir, obrando maravillosos milagros junto a su sepulcro. Y el primer milagro fue que aquel pastor protestante que acompañaba a los asaltantes, se convirtió al catolicismo y dejó sus errores.


El Papa Benedicto XIV lo declaró santo en 1746.

San Fidel mártir: te encomendamos nuestros países tan plagados de ideas ajenas al Evangelio que le van quitando la devoción a nuestra gente y la van llevando al indiferentismo y a la herejía. Haz que a ejemplo tuyo se levanten por todas partes apóstoles Católicos valerosos y santos que prevengan al pueblo y no lo dejen caer en las garras de lobos que asaltan al verdadero rebaño del Señor.

Si el grano de trigo cae a tierra y muere, produce mucho fruto. (Jesucristo).

sábado, 8 de marzo de 2025

SantodelDia


San Andrés Bessette

Religioso de la Congregación de Santa Cruz.


Místico que fue un fiel devoto de San José

6 de enero


Fuente: 
 pildorasdefe.net


Martirologio Romano: 

En Montreal, ciudad de la provincia de Quebec (Canadá), San Andrés (Alfredo) Bessette, religioso de la Congregación de la Santa Cruz, que trabajó incansablemente en la construcción del insigne santuario dedicado a san José que se alza en aquella ciudad († 1937).







Breve Biografía

San Andrés Bessette, también conocido como el Hermano Andrés (nacido como Alfred Bessette), fue un religioso muy devoto de San José.

Fue el octavo de 12 hijos de una pareja francocanadiense cerca de Montreal. Adoptado a los 12 años, tras la muerte de sus padres, llegó a trabajar en los Estados Unidos durante la Guerra Civil, como en un humilde trabajador agrícola. San Andrés. A los 25 años, se convirtió en Hermano de la Santa Cruz. Se dedicó a ejercer la Misericordia de Dios, acogiendo a miles de personas angustiadas o que buscaban esperanza en medio de tantas crisis de la época. A todo aquel que acudía a él, los escuchaba con mucha atención y les recomendaba que rezaran a San José, en quien tenía plena confianza. Hoy en día, San Andrés Bessette sigue siendo una inspiración para muchos religiosos de nuestros tiempos.

Alfred Bessette nació en Quebec el 9 de agosto de 1845 y quedó huérfano a los 12 años. Tuvo que trabajar para mantenerse y tuvo poca educación formal, pero desde muy joven tuvo una fe viva y una fuerte devoción a San José. Tras unos años intentando encontrar trabajo en Estados Unidos, regresó a Quebec. Allí, el párroco de su infancia le animó a considerar la vocación a la vida religiosa. Envió a Alfred a la Congregación con una nota que decía: "Te envío un santo".

Al principio, la Santa Cruz no aceptó a San Andrés Bessette debido a su mala condición de salud. Lo habían bautizado nada más nacer porque temían que no viviera más que unos días, y fue enfermizo toda su vida. Sin embargo, Andrés Bessette no se desanimó y, con la ayuda del arzobispo de Montreal, recibió el ingreso en el noviciado de la Santa Cruz el 27 de diciembre de 1870.

Al entrar en el noviciado, Alfred tomó el nombre de Andrés, que era el nombre de su párroco de la infancia. Dada su frágil salud y la falta de educación formal, el Hermano Andrés, como se le conocía, fue asignado como portero del Colegio Notre Dame de Montreal. Continuó con esta tarea como hermano profeso. Entre sus muchas tareas, recibía a los visitantes y atendía sus necesidades, después de rezar con el Hermano Andrés, y su reputación como sanador comenzó a extenderse. La gente acudía tanto a verle que la Congregación le permitía atender a los enfermos en una estación de tranvía situada al otro lado de la calle.

A pesar de todo este gran acontecimiento, San Andrés Bessette seguía siendo humilde, y a menudo parecía confundido por el hecho de que la gente se deshiciera en elogios hacia él. Sabía que la verdadera fuente de estas curaciones milagrosas era la intercesión de San José.

San Andrés Bessette, movido por un fuerte deseo de aumentar la devoción a San José, quiso fundar un santuario a su santo favorito al otro lado de la calle del Colegio de Notre Dame. Ahorró el dinero que ganaba cortando el pelo a cinco centavos cada uno, hasta conseguir los 200 dólares que necesitaba para construir una estructura sencilla. Este santuario de San José se inauguró el 19 de octubre de 1904, y en 1909, San Andrés Bessette fue liberado de sus funciones de portero y asignado a tiempo completo como cuidador del Oratorio de San José.

El Oratorio construido por San Andrés Bessette atrajo a un gran número de peregrinos y se planificó la construcción de una gran basílica.


 

El ministerio a tiempo completo del Hermano André durante el resto de su vida consistió en recibir las largas colas de visitantes enfermos que acudían al Oratorio para verle. Llegó a ser conocido como el "Hombre Milagro de Montreal", y miles de curaciones milagrosas se atribuyeron a su intercesión durante las décadas siguientes.


Muerte.

San Andrés Bessette murió el 6 de enero de 1937 a la edad de 91 años.

Durante la semana que su cuerpo permaneció en el exterior del Oratorio de San José, se calcula que un millón de personas desafiaron el crudo invierno de Montreal para presentar sus respetos. La basílica se terminó de construir y sigue siendo un importante lugar de peregrinación, que atrae a más de dos millones de visitantes al año. Las capillas laterales están llenas de placas y agradecimientos de personas curadas gracias a las oraciones de San Andrés Bessette.

El 17 de octubre de 2010, San Andrés Bessette se convirtió en el primer santo de la Congregación de la Santa Cruz al ser canonizado por el Papa Benedicto XVI. En este día, la Iglesia reconoció que Dios eligió a un hombre muy sencillo para una vida notable de servicio a la Iglesia.

Anteriormente, había sido beatificado por el Papa San Juan Pablo II el 23 de mayo de 1982.


Oratorio de San José

Oración a San Andrés Bessette.

Señor, has elegido al hermano Andrés Bessette para difundir la devoción a San José y para dedicarse a todos los pobres y afligidos. Concede por su intercesión el favor que ahora te pedimos (indica tu intención)

Concédenos la gracia de imitar su piedad y caridad para que, con él, podamos compartir la recompensa prometida a todos los que se preocupan por el prójimo, por amor a ti. Hacemos esta oración en nombre de Jesús, el Señor. Amén.

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