Un sacerdote Italiano tuvo un día una idea muy extraña:
"sería interesante poder entrevistar al maligno", pensó. Esta idea le
surgió de un programa que por ese entonces se daba
en la televisión italiana. De modo figurado se entrevistaba semanalmente
a personajes como Cleopatra, o Pitágoras. Con su bagaje profesional
de exorcista, él pensó: "¿y por qué no una entrevista
con el demonio?". De inmediato sintió rechazo por tan peculiar
idea, más sin embargo éste pensamiento vino a su mente
una y otra vez, por semanas. Lo extraño era que
el pensarlo le daba paz y seguridad, mientras que el
desecharlo lo dejaba en un inexplicable estado de turbación interior.
Un día, para su sorpresa, una joven desconocida se acercó
a él en la puerta de la Iglesia y le
dijo: ¿cuando va a decidirse a escribir sobre ese tema?
Sorprendido le contestó: ¿Escribir, sobre que cosas? "Vaya, que usted
lo sabe mejor que yo", respondió la joven. Pero, ¿quien
es usted? La joven dijo finalmente: "¿qué interesa quien soy?
vaya a ver a Aquella (y señaló una imagen de
la Virgen), vaya a oír qué quiere Ella decirle".
El sacerdote
dirigió su mirada a la imagen de María que se
veía claramente dentro del templo, y cuando quiso hablar nuevamente
con su extraña visitante, se encontró con que ella se
había perdido entre la multitud. Sorprendido, se presentó ante la
imagen de la Madre de Dios, y de inmediato
sintió en su corazón la necesidad de escribir sobre aquel
extraño tema.
Pasó el tiempo, hasta que puso finalmente un día
manos a la obra, con su block de notas y
su lápiz. Oró una y otra vez, dudó de su
extraña disposición a iniciar una tarea de la que no
tenía idea alguna sobre como empezar. Pero grande fue su
sorpresa cuando escuchó claramente en su habitación una voz sórdida
que le dijo: "Pediste entrevistarme, y aquí estoy". La propia
Virgen había ordenado al maligno a someterse al reportaje del
Padre Mondrone, para que podamos comprender más profundamente el misterio
de la iniquidad, presente en nuestro mundo. En esta "entrevista a
satanás", el Padre Mondrone nos enseña a reconocer el modo
de actuar del mal. Enseñanza fundamental para religiosos y laicos
que quieran ser verdaderos soldados de Cristo. Es una lectura
difícil, no para todos. Pero importante para quienes tengan el
espíritu fortalecido y preparado.
Un exorcista entrevista al Diablo
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 1: Padre Nuestro, líbranos del mal
(Discurso de Pablo VI - 15-XI-1872)
¿Cuáles
son hoy las mayores necesidades de la Iglesia? No os parezca simplista,
o incluso supersticiosa o irreal, nuestra respuesta: Una de las
necesidades mayores es la defensa de ese mal que se llama Demonio.
Antes
de aclarar nuestro pensamiento invitamos al vuestro a abrirse a la luz
de la fe sobre la visión de la vida humana, visión que desde este
observatorio se alarga inmensamente y penetra en singulares
profundidades... Y en verdad, el cuadro que estamos invitamos a
contemplar con realismo global es muy bello... Es el cuadro de la
creación, la obra de Dios, que Dios mismo, como espejo exterior de su
sabiduría y de su potencia, admiró en su substancial belleza, (Gen 1,10)
Después
es muy interesante el cuadro dramático de la humanidad, de cuya
historia emergen la de la redención, la de Cristo, la de nuestra
salvación con sus estupendos tesoros de revelación, de profecía, de
santidad, de vida elevada a nivel sobrenatural, de promesas eternas",
(Ef. 1,10).
Sabiendo mirar este cuadro, no puede uno no
permanecer encantado (S. Agustín, Soliloquios): Todo tiene un sentido,
todo tiene un fin y todo deja entrever una Presencia-Trascendencia, un
Pensamiento, una Vida y finalmente un Amor, por lo que el universo, por
lo que es y por lo que no es, se presenta a nosotros como una
preparación entusiasmante y gozosa de tantas cosas bellas y todavía más
perfectas que esperamos. (1 Co 2,9; 13,12; Rom 8,19-23)
La visión
cristiana del cosmos y de la vida es por tanto triunfal mente
optimista; esta visión justifica nuestra vida y nuestro reconocimiento
de vivir, por lo que nosotros, celebrando la gloria de Dios, cantamos
nuestra felicidad (Cf. El Gloria de la Misa)
La enseñanza bíblica
Pero
¿Es completa esta visión? ¿Es exacta? ¿No nos importan nada las
deficiencias que hay en el mundo? ¿Las disfunciones del mundo respecto a
nuestra existencia? ¿El dolor, la muerte, la maldad, la crueldad, el
pecado: en una palabra, el mal? ¿Y no vemos cuánto mal hay en el mundo?
¿Especialmente cuánto mal moral, es decir simultáneamente, si bien
diversamente, contra el hombre y contra Dios? ¿No es este triste
espectáculo un misterio inexplicable? ¿Y no somos nosotros, precisamente
nosotros seguidores del Verbo, los cantores del Bien, nosotros
creyentes, los más sensibles, los más turbados por la observación y la
experiencia del mal?
Lo encontramos en el reino de la naturaleza,
donde tantas manifestaciones suyas nos parece que denuncian un
desorden. Después lo encontramos en el ámbito humano donde encontramos
la debilidad, la fragilidad, el dolor, la muerte, e incluso cosas
peores, una doble ley contrastante, una que quisiera el bien y la otra
por el contrario vuelta hacia el mal, tormento que S. Pablo mete en
humillante evidencia para demostrar la necesidad y la fortuna de una
gracia salvadora, de la salvación traída por Cristo (Rom 7); ya el poeta
pagano había denunciado este conflicto interior en el corazón mismo del
hombre: "video meliora, proboque, deteriora sequor» (Ovidio Met 7,19)
Encontramos
el pecado, perversión de la libertad humana, y causa profunda de la
muerte porque es separación de Dios, fuente de la vida, (Rom 5,12), y
después, a su vez, ocasión y efecto de una intervención en nosotros y en
nuestro mundo de un agente oscuro y enemigo, el Demonio.
El mal
no es sólo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo,
espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y
pavorosa.
Se sale del cuadro de la enseñanza bíblica y
eclesiástica quien rechaza reconocerla como existente: y también quien
hace de esto un principio en si mismo, no teniendo él mismo, como toda
criatura, origen en Dios; incluso la explica como una seudo-realidad,
una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas
de nuestras malas obras.
El problema del mal, visto en su
complejidad y en su absurdidad respecto a nuestra unilateral
racionalidad, se hace obsesión. Ello constituye la dificultad más fuerte
para nuestra inteligencia religiosa del cosmos. Por eso S. Agustín
sufrió durante años: "Quaerebam unde malum, et non erat exitus", Yo
buscaba de donde proviniese el mal y no encontraba explicación
(Confesiones VII, 5,7,11, etc. P L. 32, 736, 739).
Aquí vemos la
importancia que tiene la advertencia del mal para nuestra correcta
comprensión cristiana del mundo, de la vida, de la salvación. Primero en
el desarrollo de la historia evangélica al principio de la vida
pública: ¿Quién no recuerda la página densísima de significados de la
triple tentación de Cristo? Después en tantos otros episodios
evangélicos, en los cuales el Demonio cruza los pasos del Señor y figura
en sus enseñanzas (Mt 12,43). ¿Y cómo no recordar que Cristo,
refiriéndose tres veces al Demonio, como su adversario lo cualifica como
«príncipe de este mundo» (Jn 12,31; 14,30; 16,11)?
Y es la
incumbencia de esta nefasta presencia es señalada en muchísimos pasos
del Nuevo Testamento. S. Pablo lo llama “el dios de este mundo"( II Co
4,4) y nos pone sobre aviso acerca de la lucha contra las tinieblas, que
nosotros los cristianos debemos sostener no con un solo Demonio, sino
con una temerosa pluralidad: «Revestíos, dice el Apóstol, de la armadura
de Dios para poder afrontar las insidias del diablo, porque nuestra
lucha no es solamente con sangre y con la carne, sino contra los
Principados y las Potestades, contra los dominadores de las tinieblas,
contra los espíritus malignos del aire" (Ef. 6,11-12),
Diversas
citas evangélicas nos indican que no se trata sólo de un Demonio, sino
de muchos (Lc11,21;Mc 5,9), pero uno es el principal: Satanás, que
quiere decir El Adversario, el enemigo; y con él muchos, todos criaturas
de Dios, pero caídas porque se rebelaron y están condenadas. (Cf. Denz
Sch 800-428); todo un mundo misterioso desbaratado por un drama
desgraciado, del que conocemos muy poco.
El sembrador oculto de errores
Sin
embargo conocemos muchas cosas de este mundo diabólico, que se
relacionan con nuestra vida y con toda la historia humana. El Demonio
está en el origen de la primera desgracia de la humanidad; él fue el
tentador solapado y fatal del primer pecado, el pecado original (Gen 3;
Sb 1,24). De aquella caída de Adán, el Demonio adquirió un cierto poder
sobre el hombre, del que sólo la redención de Cristo nos puede liberar.
Es historia que aún dura; recordemos los exorcismos del bautismo y los
frecuentes referencias de la Sagrada Escritura y de la Liturgia a la
agresiva y opresora "potestad de las tinieblas" (Lc 22,23; Col 1, 13)
Es
el enemigo número uno, es el tentador por excelencia. Sabemos por eso
que éste ser oscuro y perturbador existe verdaderamente, y que con
astucia traidora actúa; es el enemigo oculto que siembra errores y
desventuras en la historia humana. Recordemos la parábola evangélica
reveladora del grano bueno y de la cizaña, síntesis y explicación de la
absurdidad que siempre preside nuestras vicisitudes contrastantes:
Inimicus homo hoc fecit" (Mt 13,28). Es "el homicida desde el
principio... y padre de la mentira", como lo define Cristo (Jn 8,44-45);
es el instigador del equilibrio moral del hombre. Es él el pérfido y
astuto encantador, que sabe insinuarse en nosotros, por la vía de los
sentidos, de la fantasía, de la concupiscencia, de la lógica utópica, o
de desordenados contactos sociales en el juego de nuestro obrar, para
introducirnos desviaciones, tanto más nocivas cuanto conformes a la
apariencia de nuestras estructuras físicas o psíquicas, o de nuestras
instintivas y profundas aspiraciones.
Este tema sobre el Demonio y
el influjo que él ejercita sobre los individuos, sobre las comunidades,
sobre enteras sociedades, sobre acontecimientos es un capitulo muy
importante de la Doctrina Católica que se debe estudiar de nuevo, a
pesar de que hoy se le da poca importancia.
Algunos piensan
encontrar en los estudios sicoanalíticos y psiquiátricos o en
experiencias espiritistas - hoy por desgracia demasiado difundidas en
algunos países - un planteamiento suficiente. Se teme recaer en viejas
teorías maniqueas o en pavorosas divagaciones fantásticas y
supersticiosas. Hoy se prefiere mostrarse fuertes y sin prejuicios,
positivistas, excepto en dar su fe a tantas gratuitas posturas mágicas o
populares, o peor aún, abrir la propia alma - ¡la propia alma
bautizada, visitada tantas veces por la presencia eucarística y habitada
por el Espíritu Santo!- a las experiencias licenciosas de los sentidos y
a aquellas deletéreas de los estupefacientes, como también a las
seducciones ideológicas de los errores de moda, fisuras éstas a través
de las cuales el Maligno puede fácilmente penetrar y alterar la mente
humana.
No está dicho que todo pecado sea debido directamente a
la acción diabólica (S. Th. 1,104,31) pero también es verdad que quien
no vigila con cierto rigor sobre si mismo (Mt 12,45; Ef 6,11) se expone
al influjo del "Mysterium iniquitatis", al que S. Pablo se refiere (II
Ts 2,3-12) y que hace problemática la alternativa de nuestra salvación.
Nuestra
doctrina se hace incierta, oscurecida como está por las tinieblas
mismas que circundan al Demonio. Pero nuestra curiosidad, excitada por
la certeza de su existencia múltiple, se hace legítima con dos
preguntas:
¿Cuáles son los signos de la presencia diabólica? y ¿Cuáles son los medios de defensa contra este tan insidioso peligro?
La presencia de la acción del Maligno
La
respuesta a la primera pregunta impone mucha cautela, aunque los signos
del Maligno parecen tan evidentes (Cf. Tertuliano, Apol 23). Podemos
suponer su acción siniestra allí donde la negación de Dios es radical,
sutil y absurda, donde la mentira se afirma hipócrita y potente, contra
la verdad evidente, donde el amor se ha apagado a causa de un egoísmo
frío y cruel, donde el nombre de Cristo es impugnado con odio consciente
y rebelde (1 Co 16,22; 12,3), donde el espíritu del Evangelio es
adulterado y desmentido, donde la desesperación se afirma como la última
palabra, etc. Pero es un diagnóstico muy amplio y difícil, que Nos no
nos atrevemos ahora a profundizar y autenticar, no por eso privado de
dramático interés, al cual también la literatura moderna ha dedicado
páginas famosas (Cf. Las obras de Bernanos, estudiadas por Ch. Moeller
Littér du XX siècle,I, Pag 397 ss; P. Macchi Il volto del male di
Bernanos: satan; Études Carmélitaines, Desclée de Br. 1948)
El
problema del mal aparece como uno de los más grandes y permanentes
problemas para el espíritu humano, incluso después de la respuesta
victoriosa que nos da Jesucristo: "Nosotros sabemos que hemos nacido de
Dios, y que todo el mundo ha sido puesto bajo el Maligno"(I Jn 5,19).
Nuestra defensa
A
la otra pregunta: ¿Qué defensa, qué remedio poner a la acción del
Demonio? La respuesta es más fácil de formular, pero es difícil llevar a
la práctica. Podremos decir: Todo lo que nos defiende del pecado, nos
defiende por ello mismo del enemigo invisible. La gracia es la defensa
decisiva. La inocencia asume un aspecto de fortaleza y después cada uno
recuerda lo que la pedagogía apostólica había simbolizado en la armadura
de un soldado, las virtudes que pueden hacer invulnerable al cristiano
(Rom l3,12; Ef 6,11.14.17; 1 Ts 5,8). El cristiano debe ser militante,
debe ser vigilante y fuerte (I Pe 5,8); y a veces debe recurrir a algún
ejercicio ascético especial para alejar ciertas incursiones diabólicas;
Jesús así lo enseña indicando el remedio «en la oración y el ayuno" (Mt
9,29 ). El Apóstol sugiere la línea maestra a tener en cuenta: "no os
dejéis vencer por el mal, antes bien, vencer al mal con el bien" (Rom
12,21; Mt 13,29).
Con la certeza de las adversidades presentes en
las que hoy las almas, la Iglesia, el mundo se encuentran, nosotros
buscamos dar sentido y eficacia a la acostumbrada invocación de nuestra
principal oración: «Padre nuestro... líbranos del mal». A todo esto
ayuda también nuestra bendición apostólica.
* * *
N.B.
Refiriéndose
a otra reflexión hecha por el Papa sobre el diablo, Michele Federico
Sciacca, en un artículo publicado el 7-febrero-1975 en el periódico Il
Tempo de Roma, con el título Satanás entre nosotros, escribía:
"Mal
le fue al Papa Pablo VI hace algún tiempo por haber aludido al diablo
en el sentido del Antiguo y del Nuevo testamento. ¡Ábrete, infierno! Fue
acusado de retorno al Medioevo, de oscurantismo, de superstición, de
ofensa en pleno 1974 a la ciencia y al espíritu científico racionalista y
progresista. Pero, en resumidas cuentas, ¿este maldito Satanás vive o
no vive? Si se le considera de una parte, siguiendo el Evangelio, como
el tentador y el acusador que encarna el mal, entonces dicen que es una
tosquedad de oscurantistas creer en su existencia y afirman que no
existe; y por otra parte si se le identifica - y Satanás lo repite - con
la razón humana rebelde y triunfante, con la que sonriente y operante
vive «en la materia que nunca duerme», entonces afirman sibilínamente
que es el símbolo sublime de toda gracia verdadera y victoriosa... de
aquel ex-Dios. Superstición oscura ésta que procede de la ciencia
iluminista, y por tanto sutilmente mundana... De ello se deduce que
estas afirmaciones proceden de una mentalidad radicalmente perversa,
(Cf. Michele Federico Sciacca, il magnifico oggi. Roma Città Nuova 1976
P. 283 ss)
Capítulo 2: A brazo partido con el Maligno
La idea de este escrito me vino de improviso en una tarde de agosto del pasado año de gracia y de desgracias 1974.
Fue
así: Desde hace dos meses, quizás antes, casi todos los días, a las
tres de la tarde en punto, el Segundo Canal de la RAI emitía una
programa titulado Entrevistas imposibles.
Se trataba de
encuentros entre literatos, periodistas y estudiosos de cultura variada
con hombres de¡ pasado: Con personajes del pensamiento, del arte, de la
política introducidos bien o mal en la historia, con nombre más o menos
famosos,
El programa era original y, si bien coincidiese con la hora de la siesta, me puse a seguirlo con asidua curiosidad.
Eran
encuentros - decía - de hombres de hoy con otros de ayer para
interrogarles, como si fuesen, por no se qué clase de truco mediático,
momentáneamente revividos, y hacerles hablar y dar explicaciones de
algunos de sus actos y confesar sus intenciones secretas, ya obligados a
responder a las preguntas, ya puestos en la necesidad de justificarse
de las cosas mal hechas de algún histórico.
El personaje
entrevistado normalmente aparecía fielmente centrado en el ambiente de
su tiempo. Las respuestas se referían a la vida y al pensamiento que le
caracterizaron. Y cuando los entrevistadores eran muy inteligentes - no
siempre - en poco más de un cuarto de hora nos daban buenas pruebas de
habilidad mental con esbozos de retratos histórico-psicológicos de una
feliz y muy vivaz finura.
Uno tras de otro venían interpelados,
sin ningún orden cronológico, Atila, Marat, Casanova, Marco Polo,
Pitágoras, Copérnico, Bruto, Diderot, Swift, Marco Aurelio, Pilatos,
Cleopatra, la Beatrice de Dante, etc., aunque ésta villanamente
desfigurada.
Entre una y otra audición me vino a la mente una observación muy extravagante:
“¡Falta
una entrevista con Satanás!... Sería interesante. No obstante, hoy, con
la habilidad que ha logrado tal maestro para no hacernos creer en
él..."
El calor de aquella tarde era sofocante y me estiré sobre una silla para recuperarme un poco del sueño.
* * *
La
mañana siguiente, apenas me despierto: "i Claro que una entrevista con
Satanás, o mejor con el Maligno, sería fantástico! Qué importa que
tantos no crean en él. Y recordé el planteamiento hecho por el Papa en
uno de sus discursos del miércoles. Una fantasía bien presentada por lo
menos lograría llamar la atención sobre tal sujeto. Quizás también a
quitar el sueño a más de uno".
No pensé en ello durante cierto
tiempo. Pero la idea se presentaba intermitentemente y a veces con
extrañas líneas de algo factible. Si podría, por ejemplo, decir esto...
presentar así un episodio... introducir este o aquel otro aspecto...
Poco a poco se hizo un poco mi sufrimiento.
Una entrevista con el
Maligno. No pensaba precisamente meterme en ella. /eamos entonces a
quien confiarla. Comencé entre mí a dar nombres. Puse en mente a varios.
Mientras pensaba en ello, uno tras otro iba descartando.
Meterse
a dialogar con el diablo, aunque sólo sea sobre el plano de la
fantasía, no es cosa fácil. Ninguno aceptaría una idea tan bizarra, y
sobre todo, fuera de tiempo: ¡Cosa de la Edad Media!
Entre tanto,
lo extraño era esto: cuando pensaba tomar en serio esta idea, sentía mi
ánimo abrirse a la serenidad y a cosa interesante. Por el contrario
cuando me proponía no hacer nada, me sentía inquieto y caía en un
extraño nerviosismo. Había en mí algo que echar fuera, como una
liberación.
En mi vida fue la primera vez que tuve la sospecha de tener necesidad de un neurólogo.
Una
tarde fui, como obligado por no sé qué, a una iglesia, donde es
venerada una Virgen muy querida por el pueblo romano, y la encontré,
como cosa rara, muy llena de gente.
Sucedió algo increíble.
Apenas pasada la puerta, se me acercó una muchacha de mediana edad, de
baja estatura, con dos ojos luminosísimos y dulces, y de improviso me
dijo: "¿Cuándo se decide a escribir aquellas cosas?..." Y me miraba con
insistencia.
“¿Escribir? ¿Qué cosas?”
“Anda ya, lo sabe mejor que yo".
Pero Ud. ¿quién es?»
“¿Qué interesa decirle quien soy? Vaya a ver a Aquella - e indicó el cuadro de la Virgen - Vaya a oír qué quiere Ella decirle."
Un
numeroso y compacto grupo de turistas invadió en aquel momento la
entrada. La muchacha fue envuelta en la confusión y la perdí de vista
¡Qué cosa tan extraña! ¿Una alucinación o un aviso del cielo? Me sentí perdido y ridículo, sobre todo ridículo.
Encontrado
un puesto adecuado, antes de ponerme a los pies de la Virgen para
rezarla, aquel embarazo mío interno me desapareció como si nada. Sin
volver a pensar al sufrimiento que me molestaba, experimenté dentro de
mí como un empujón dulcísimo y firme a recogerme en el argumento para
empezar a hacer cualquier cosa.
Mirando a la querida imagen, no me atreví a pedirla nada sobre esto, pues ya advertía en mí una promesa de asistencia materna.
"Está
bien, dije saliendo. Me embarcaré en este asuntazo. Yo mismo escribiré
esta extrañísima entrevista. Me saldrá algo que me cubrirá sobre todo de
ridículo. Pero me habré quitado una idea fastidiosa de la cabeza"
Capítulo 3: Primer encuentro
Aquella
misma tarde, después de una cena más bien rápida y desganada, me retiré
a mi cuarto a despachar un poco de correspondencia.
Después de
media hora me puse a recitar la última parte de la "Liturgia de las
horas». Hice devotamente la señal de la Cruz y comencé:
´Jesús,
luz de luz, - sol sin ocaso, -tu iluminas las tinieblas, - en la noche
del mundo,- En Ti, Santo Señor - buscamos descanso- de la fatiga humana,
- al fin del día"...
Noté esta vez, que cuanto más iba adelante,
más crecía en mi el deseo de retrasar aquella oración habitual.
Sentidos y gustos nuevos fluían de aquellas palabras antiguas y simples.
Al
final, besé el breviario y lo puse aparte. ¿Y ahora qué hago? Algunas
veces apunto notas rapidísimas en mi diario; intenté hacerlo pero pronto
se me pasaron las ganas.
Volteándome, mi mirada se encontró con
la imagen de la Virgen, ante la cual aquella tarde había ido a orar.
Tuve deseos de entretenerme con Ella y, cogido el rosario del bolsillo,
me hice la señal de la cruz. Las Ave María me venían dulcísimas como una
íntima toma de contacto con Ella. No había terminado aún la primera
decena, y ya me encontraba sentado y con la pluma en la mano.¿Cosa
extraña? ¿Para hacer qué? Un bloque de papel estaba allí sobre la mesa:
¿Comenzar a escribir algo sobre aquella diablura? No pensaba en esto en
absoluto. No tenía nada concreto en mi cabeza y la fantasía no parecía
ayudarme.
Para hacer cualquier cosa, tomé el bloque de papel y
escribí en lo alto: «Entrevista con Satanás". ¿No? corregí. Mejor decir:
«con el Maligno". Este segundo apelativo es menos común y de un sentido
más inmediato. Y permanecí con la pluma en el aire.
En aquel
mismo instante advertí a lo largo de la columna vertebral una imprevista
sacudida de frío que inmediatamente me envolvió todo entero.
Al
lado de la escribanía, a la izquierda, la ventana estaba completamente
abierta, instintivamente me levanté para cerrarla. Advertí sin embargo
que de fuera venía un aire caliente. Era la tarde de una jornada
calurosa de septiembre.
Mientras me tocaba las mejillas, la
frente, mirando si tenía síntomas de fiebre, una hoja más bien fría me
atravesó y tuve un extraño asalto de miedo. Me senté, permanecí un rato
sobre mí mismo, después intenté acostarme en la cama. No logré moverme.
Me sentía clavado a la escribanía, no porque alguien me hiciese
violencia desde fuera, sino por un sentido de inercia total: una especie
de pegamento.
Invoqué mentalmente a la Virgen que me miraba a unos metros de distancia de la pared y tuve una caricia imprevista de paz.
Mientras
en mi interior daba gracias a la Madre Celestial, la silla, la
escribanía, casi toda la habitación sufrieron un sobresalto misterioso.
"Has pedido entrevistarme, aquí estoy”
Era
una voz lóbrega, áspera, metálica. Una voz que no supe precisar de qué
punto venía, pero que desencadenó en mí un largo y muy fuerte escalofrío
de miedo. Permanecí algunos minutos sin respiración, después tomé
fuerzas.
“Pero ¿quién eres tú?".
“No seas estúpido, ¡soy yo!"
No había pensado nunca de poder pasar con mi entrevista del plano de la fantasía al de un tú a tú con el Maligno.
En un ángulo de la escribanía había un rosario e instintivamente lo cogí como si fuese un arma de defensa,
"iTira fuera esa tontería, si quieres hablar conmigo!”
“¿Tontería?..."
"iExcrementos de cabra colocados juntos!”
¡Si
para ti es una tontería, yo lo beso y para tu desprecio lo enrollo
entorno a mi muñeca, como defensa. Veo que te da miedo, bellaco!
¡Eso para mí es una guillotina!..
“¡Mejor aún, y gracias por habérmelo dicho!”
He
intentado muchas veces explicarme cómo percibí aquella voz tan cercana,
que no venía de ningún punto preciso de la habitación ni salía de mi
interior. Sin embargo, lo comprendía claramente, siempre en un tono
amenazador y desdeñoso y cargado de una rabia especial.
“¿Cómo es que has venido? ¿Quién te envía?”
"He sido obligado".
“¿Por quién ?” Siguió un silencio tenso.
“Vamos ¿obligado por quien?”
“¡Por aquella!”
“Gritó esta respuesta con un desprecio y con un odio indescriptibles."
“¿Quién es ella?" Sin embargo, había comprendido.
“¡No diré jamás su nombre!´
«¿Te quema tanto?«
"¡La odio infinitamente!",
“Porque es la criatura más alta y más santa…”
Masticándose las palabras con rabia: "¡Él la ha querido así para mi desprecio, para que fuese mi más aplastante humillación!”
Permanecí
atolondrado. “¿Cómo es posible? ¿Eres el padre de la mentira y dices
una verdad tan grande? ¿No te das cuenta que ésta es una alabanza
inmensa?”
Mi pregunta quedó sin respuesta. Por esta vez esto fue todo.
Capítulo 4: Segundo encuentro
Pasaron
algunos días sin que sucediese nada nuevo. No sabía qué pensar. No
tenía la valentía de invocar la vuelta de un tan singular interlocutor.
Aquel primer encuentro había dejado en suspenso más de una pregunta.
Pero fue cortado en lo mejor. Aquella última respuesta, sin embargo, tan
inesperada, me dejó una alegría grande.
Una mañana, apenas había
terminado de celebrar la Misa, tuve un deseo insólito de ir rápidamente
a casa. Mi empujaba el extraño indicio de algo no acostumbrado.
«Aquel
mensajero debe estar ya aquí, pensé. Correcto, he aquí los
acostumbrados escalofríos de frió helado. No me había equivocado.
Me senté, invoqué mentalmente a la Virgen y esperé.
"Estoy aquí. ¿Qué más quieres preguntarme?".
Parece que aquel ser tenebroso hubiese sido puesto a mi dispo-sición. “Antes
que nada, debo agradecerte el alto elogio que la última vez hiciste a
la Virgen. Me impresionó mucho tu respuesta. Y todavía no logro
explicarme como se te haya podido escapar”.
“Es ella que me
obliga a hablar así, ¿lo quieres comprender? Ella me obliga. Lo hace
para contentarte y para humillarme. Pero tú,- recuérdalo - me las
pagarás. Tú no lograrás comprender jamás qué tortura es para mí tenerla
que obedecer obligándome a decir ciertas verdades. Yo odio la verdad,
porque la verdad es Él, ¿comprendes? Tu permaneces horrorizado ante los
tormentos a los que tantos subalternos míos someten a sus condenados
políticos, recurriendo a la píldora de la verdad, al lavado de cerebro -
todos son inventos míos, para que lo sepas - para llevarles a la
autocrítica y a sacarles sus confesiones preestablecidas. Peor es el
suplicio al que soy sometido por aquella para llevarme a escupirte en la
cara ciertas verdades. Por eso, te repito que me las pagarás”.
"Gracias también por esto que me dices; pero si Ella está conmigo, tú no me das miedo”.
“Te he dicho que me las pagarás".
"De acuerdo. Pero continúa hablándome de Ella".
"Es mi más implacable enemiga".
“Lo
creo: Es la Mujer destinada a darnos a Jesús, nuestro Redentor, el
reparador de todas tus maldades, especialmente por habernos regalado el
pecado y la muerte. Y Ella, por virtud de su Hijo, para tu humillación,
ha vencido todo esto".
Un largo silencio de espera.
“Comprendo
que no tengas mucho deseo de hablar de María. Eres infinitamente
soberbio y el recuerdo de Ella es demasiado humillante para ti. Dijiste
bien, es tu humillación más grande. Pero, en nombre de Ella, responde.
¿Creíste haber obtenido una victoria plena arrebatándonos a nuestra
madre Eva? ¿Ni siquiera sospechaste que Dios te habría vencido con
María? Una Madre infinitamente más grande que la que nos arrebataste y
con la cual nos mandaste a la ruina. Dios nos ha dado a María y la ha
hecho Madre suya".
"¿Pero por qué te obstinas tanto en hablarme de aquella? íDéjalo ya!”
«Precisamente porque te fastidia tanto...”
“Es
una terrible desbaratadora de mis planes. Es una devastadora de mi
reino. No me deja conseguir una victoria y ya me prepara una derrota. Me
la encuentro siempre entre los pies. Siempre ocupada en atravesarse en
mi camino, a suscitar fanáticos que la ayudan a arrebatarme almas. Allí
donde más clamorosas son mis conquistas, en un silencio capilar ella
multiplica las suyas. Pero ahora ha llegado el tiempo en que obtendré
sobre ella victorias jamás vistas...”
"¡Efímeras como las demás!”
* * *
Aún un breve silencio. “¡No
serán efímeras!.. Esta vez será una victoria total. Creía estar al
seguro en una fortaleza inalcanzable. ¡Ahora os he abierto una brecha
que será peor que la primera!...”
“¿Qué brecha? Pienso que corres demasiado. Estás muy seguro de ti mismo".
“Tengo
de mi parte también a los teólogos. Los mis presuntuosísimos doctores,
Si fuese capaz de amar, serían mis amigos más queridos. Vuestros
cultivadores del dogma van abandonando una tras otra vuestras
posiciones. Los he inducido a avergonzarse de ciertas fórmulas
ridículas. A avergonzarse antes que nada de creer en mi existencia y en
mi trabajo en medio a vosotros: Cosa para mí comodísima".
"¿Y con esto, crees?
«De
este modo, las fábulas de la Inmaculada Concepción, de la Maternidad
Divina, de la siempre Virgen, de la omnipotente llena de gracia están
siendo desmoronadas como miserables necedades. Dentro de pocos años
quedará solo el recuerdo - vergonzante recuerdo - de tan estúpidas
leyendas. Mucho he debido esperar pero ahora ha llegado finalmente mi
tiempo. íDefinitivamente ha llegado mí hora! ¡Si supieras lo bien que
trabajan mis aliados: curas, frailes, doctores!... ¿Dónde están ahora
los fanáticos de su culto, sus calenturientos simpatizantes?”
* * *
Parecía que se hubiese marchado. Pero estaba allí, quizás en espera de mi reacción.
“Lo
sé: Has logrado reunir en torno de tantas verdades del Credo una
polvareda irrespirable llena de confusión. Crees suprimir el sol sólo
porque los has escondido detrás de cúmulos de nubes. Pero todo esto
pasará. Bastará un soplo del Omnipotente para desbaratar todo lo que
estás construyendo. Un soplo solo y Dios, en su Providencia, también de
nuevo sacará bien del mal, Incluso de estas confusiones sabrá hacer
brillar más espléndida la verdad”.
"No te hagas ilusiones".
"Sé que no me engaño. La fe me lo dice. Ni tú mismo, eterno mentiroso, crees en esta victoria final.
Tú
te agitas porque sabes que Dios tiene medido el tiempo en el que, para
sus designios, te deja exagerar. Tú sabes que el más poderoso es Él. Él
tiene delante de Si la eternidad. En un instante te arrebatará de la
mano tus victorias momentáneas. Eres el eterno fanfarrón ridículo. Te
crees omnipotente, mejor aún quieres hacértelo creer a ti mismo, pero
basta un signo de la cruz para ponerte en fuga, basta un poco de agua
bendita para paralizar tu omnipotencia. La parábola del grano y de la
cizaña ha sido dicha sobre todo para ti. Eres simplemente ridículo en
tus bravuconadas. Eres un pobre perro atado a tu cadena. Tú no puedes
nada más de lo que te permite Dios. Te lo permite para probar a sus
elegidos en el tiempo, y derrotarle para toda la eternidad”.
“¡Qué elocuente eres! Has hecho una bella predicación para los papagayos de la parroquia. Tu reúnes palabras, yo cuento hechos".
“Te
estoy solamente descubriendo tu mentira. Tu historia concluirá como
empezó. Tienes la estúpida presunción de creerte semejante a Dios. Te
rebelaste y Dios en aquel mismo instante, con un soplo te precipitó a ti
y a los tuyos en los abismos infernales. Bastó un movimiento de su
voluntad para fulminaros a todos, para transformaros de ángeles en
horribles demonios".
“Todavía un trozo de predicación”.
"Sabes
bien que no es predicación. Es un hecho tremendo. Como tremendo es el
infierno en el que te precipitaste... A propósito: ¿Qué es el
infierno?..."
Un silencio pesado como una pesadilla.
“En nombre de Ella, responde, háblame del infierno".
“Imposible decírtelo".
“Prueba”.
“Ni siquiera ella misma, en Fátima, supo explicarlo”.
”¿Cómo? ¡Aquellos pobres niños por poco no murieron de espanto!
"¿Y qué vieron... el infierno es bien distinto... Conténtate con esto”.
* * *
También esta vez tuve la sospecha de que se hubiese ido. De manera extraña me advirtió de que se encontraba allí.
“¡Desgraciado!
Eras un ángel. Dios te creó riquísimo de dones y de bellezas divinas.
Tenías la inteligencia de los espíritus elegidos. Es inconcebible cómo
tú y los tuyos habéis podido atreveros a un tan estúpido pecado de
rebelión. ¿Como intentar apropiarse de lo que no era vuestro?
¡Responde!”.
“Porque quiso someternos a una prueba
infinitamente humillante para nosotros, espíritus altísimos. Una prueba
inimaginable, digna sólo de una revuelta”.
“¿Qué prueba?"
De nuevo un silencio cargado de misterio. "Vamos, en el nombre de Ella que te ha obligado a venir, responde. ¿Qué prueba?".
"Nos
impuso un obsequio muy humillante e inaceptable. Nos puso frente al
diseño de la creación del mundo material, de todo el cosmos, por encima
del cual os creó también a vosotros los hombres con el propósito de
elevaros a la misma dignidad a la que nos había elevado a nosotros, y
para colmo de todo, lo que hizo desencadenar nuestra revuelta… nos puso
delante de la encamación del Hijo, hecho hombre, revestido de una
naturaleza inferior a la nuestra, y nos impuso adorarle. Nuestra
inteligencia se pasmó. Millones de ángeles se sometieron vilmente a Él.
Muchísimos de nosotros lo vimos como una afrenta a nuestra dignidad y
nos rebelamos. El castigo explotó de inmediato. Nosotros no queremos
aceptar nuestra condición de criaturas, de tener necesidad de Él, de
estar sometidos a Él. Nos creímos autosuficientes - y lo éramos - de
nosotros mismos... En aquel rechazo nuestro gesto es de revuelta... Y en
un momento nos encontramos como somos. Su condena fue sin apelación".
Tampoco nos hubiéramos sometido a su voluntad.
“¿Y no era un pecado gravísimo de rebeldía?”
Un
«Nooo…” lóbrego, largo, cavernoso, de helar la sangre, resonó un buen
tiempo en la lejanía. Comprendí que había desaparecido, dejándose atrás
un fracaso que parece el estrépito de un alud. Todo lo que era firme
tembló. Salí al corredor mirando si alguien se hubiese percatado de
algo. Nada. No vi a nadie.
Capítulo 5: Tercer encuentro
Esta vez no se hizo esperar mucho.
La
noche siguiente, estaba para meterme en la cama, cuando oí rumores
extraños en la habitación. Eran pasos fuertes, casi sordos que hacían
vibrar el pavimento. Advertida su presencia, agarré el rosario, hice la
señal de la cruz, invocando mentalmente a la Virgen que estaba junto a
mí, al lado de la cama, y esperé.
"Siento que estás aquí. Bien,
en nombre de Ella, que te obliga a venir y a responderme, dime:
inmediatamente después de tu gran pecado, ¿te diste cuenta de todo lo
que habías perdido para siempre?»
“¡Qué pregunta tan estúpida!”.
"Gracias,
eres muy amable; Sé muy bien que mi inteligencia no se puede comparar
con la tuya. Por eso permíteme una pregunta aún más idiota: ¿Jamás te
has arrepentido de aquel pecado?”
"¿Arrepentimiento?”, la respuesta surgió de inmediato, como un rugido de bestia.
"¿Pero
no sabes que un acto de arrepentimiento hubiese sido un acto de amor? Y
esto es totalmente inconcebible en nosotros. Nosotros fuimos
inmediatamente investidos de un odio inmenso contra Él. Un odio
implacable, eterno. Nos encontramos envueltos, casi petrificados, en una
maldición que ha llegado a ser nuestra segunda naturaleza. “
Tranquilamente
hubiese querido concentrar la reflexión sobre la desgracia irreparable
de tantísimas criaturas tan excelsas, pero el otro me interrumpió.
“Después
de habernos expulsados de su paraíso, se ha vengado destinando a
nuestro estado a los seres más nauseabundos, vosotros los hombres, un
amasijo de espíritu y de sucia materia. Ha hecho de vosotros un objeto
de su amor infinito. Va mendigando de vosotros el amor que nosotros le
habíamos rechazado. El amor por vosotros le ha hecho cometer locuras,
hasta humillar al Hijo en el vientre de una mujer. Tiene la ambición de
ocupar con vosotros los puestos que nosotros hemos dejado vacíos. Pero
antes de que logre esto, llenaremos nuestro infierno con vosotros los
hombres. La venganza que no podemos realizar sobre Él, la haremos con
vosotros. “
"Eso es lo que tu sueñas. Pero entre nosotros y
tú, sobre el vértice de tu abismo infernal está Cristo Crucificado,
contigo tendrás solo a aquellos que obstinadamente quieran permanecer a
tu lado. Todos los demás, también los pecadores, también los pobres
infieles, te serán arrancados como presa que no te pertenece, porque no
son tuyos, Él los ha pagado con el precio de Su Sangre y son suyos. ¡Me
niego a creer que finalmente tengas tú más que Él!”
* * *
Hubo
una pausa más bien larga. Tuve la sensación de que quisiera agredirme
con un discursazo, y en efecto, pasó inmediatamente al ataque.
"¿Dices
que Él tendrá más que yo?... ¿Pero es que no ves, ciego y estúpido como
eres, que hoy estoy movilizando todo para vuestra ruina? ¿No ves que su
reino se desmorona y que el mío se agranda de día en día sobre las
ruinas del suyo? Prueba a hacer un balance entre sus seguidores y los
míos, entre aquellos que creen en sus verdades y los que siguen mis
doctrinas, entre los que observan su ley y los que abrazan la mía.
Piensa solamente al progreso que estoy haciendo por medio del
materialismo ateo y militante, que es el rechazo total de Él! Aún un poco más de tiempo y todo el mundo caerá en adoración ante mí. El mundo será completamente mío.
"Piensa
en las devastaciones que estoy llevando en medio de vosotros,
sirviéndome principalmente de sus ministros. He desencadenado en su
rebaño un espíritu de confusión y de rebelión que jamás hasta hoy había
logrado obtener. Tenéis a vuestro guardián de ovejas, vestido de blanco,
que todos los días habla, grita, charla inútilmente. ¿Quién lo escucha?
Puedo hacerlo callar inmediatamente apenas quiera, en un momento puedo
eliminarlo; basta que arme la mano de un emisario mío.
Todo el
mundo escucha mis mensajes, los aplaude y los sigue. Todo está de mi
parte. Tengo las cátedras con las que he puesto en jaque a vuestra
filosofía. Tengo conmigo la política que os disgrega. Tengo el odio de
clases que os hiere. Tengo los intereses terrenos, el ideal de un
paraíso en la tierra que os enfrenta a unos con otros. Os he metido en
el cuerpo una sed de dinero y de placeres que os hace enloquecer y que
os está reduciendo a ser un tropel de asesinos.
"He desencadenado
en medio a vosotros una sexualidad que está haciendo de vosotros un
grupo exterminado de puercos. Tengo la droga que pronto os convertirá en
una masa de miserables larvas de locos y moribundos. Os he llevado a
adoptar el divorcio para reducir a fragmentos vuestras familias. Os he
llevado a practicar el aborto con el que causo matanzas de hombres,
antes de que nazcan”.
"¡Todos ángeles destinados al cielo!"
"¡Pero
te parece poco haber convertido a las mujeres, a las madres en peores
que las bestias; las he inducido a matar a sus hijos, cosa que ni las
bestias hacen!”
“Todo lo que puede destruiros lo intento, y
obtengo lo que quiero: injusticias a todos los niveles para teneros en
un continuo estado de desesperación; guerras en cadena que destruyen
todo y os llevan al sacrificio como a las ovejas; y junto a esto la
desesperación de no saber liberaros de las calamidades con las que tengo
que llevaros a la destrucción. Conozco hasta donde llega la estupidez
de vosotros los hombres y la aprovecho completamente.
“La
redención de aquel que se hizo matar por vosotros, bestias, yo la he
sustituido por la de los gobernantes asesinos, y vosotros os arrojáis en
su seguimiento como ovejas estupidísimas. Con las promesas de bien que
os he hecho y que no obtendréis nunca, he logrado cegaros, haceros
perder la cabeza, hasta llevaros fácilmente a donde quiero. Recuerda que
yo os odio infinitamente, como le odio a Él que os ha creado. ¡Sí, vaya
favor os ha hecho, enviando a su Hijo a desperdiciar su Sangre por la
dichosa Redención. Yo os odio, os desprecio!”
* * *
“¿Y con esto?”
“¿Qué quieres decir? ¿No es suficiente? Puedo continuar, si crees...”
“¿Con
todo esto crees poder cantar victoria contra Dios? ¿Tú serías el gran
vencedor y Dios el gran derrotado? No niego que estás trabajando quizás
como nunca, que ahora vas obteniendo seguidores más que en el pasado,
pero en tus diseños eres un habilísimo inflador de balones. Te he dicho
ya que tu historia concluirá como ha comenzado. Nuestra atención va
hacia el final de todo esto. Entonces, tuviste en un instante muchísimos
seguidores. Pero ¿cómo terminó tu gesto de rebelión? ¿Arrojaste a Dios
del trono de su gloria?"
“¿Aún te engañas? ¿No has comprendido nada de lo que te he mostrado?”
“¡Tú
eres el ¡¡uso! Todas estas fanfarronadas tuyas pueden impresionar a un
hombre de poca fe, no a quien cree firmemente que Dios es Dios y tú eres
un miserable rebelde, una criatura suya, que Él podría destruir con un
soplo, en un solo instante, pero que no lo hará jamás. Has podido
engañar a millones de hombres para que no crean en Dios, pero tú sabes
que Él existe, que Él es el Omnipotente, que tiene en su mano el destino
de los hombres y de la historia. Has querido entablar la guerra contra
Él y te está dejando obtener algunos resultados, incluso momentáneamente
espectaculares Pero sabes bien que su poder está condicionado a su
omnipotencia y ¡la victoria final será sólo de Él!”
"¡Al contrario, será mía!”
“Mentiroso,
ni tú mismo te lo crees, porque sabes bien con quien te has metido.
Recuerda la lección del Viernes Santo. Trabajaste bien ese día. Por
medio de tus satélites te apoderaste de Jesús y lograste hacerlo matar.
Pero, en la ceguera de tu odio, no te diste cuenta que aquella muerte
fue victoria de Él al quererla y tú fuiste un instrumento sometido.
Creíste haberlo liquidado para siempre. Sin embargo, el vencido fuiste
tú. Él resucitó al tercer día, vencedor de la muerte y del pecado.
¡Vencedor sobre ti y sobre todo tu infierno!”
* * *
“El
misterio pascual te ha vencido de una vez para siempre. Sin embargo, se
renueva, a lo largo de los siglos en la vida de la Iglesia y de las
almas, en un enfrentamiento ininterrumpido de luchas, de muerte y de
resurrección. Pero el triunfo del Reino de Dios aquí no se anuncia con
las fanfarronadas, se anuncia y progresa y resiste a los ataques con el
misterio divino del silencio”.
“Los acostumbrados viejos discursos de oratoria…”
“Sabes
que esto no es oratoria. En la mañana que resucitó, Jesús no tuvo
ninguna preocupación por vengarse de sus enemigos, de tus malhechores.
No tuvo ningún deseo de humillarles, como Él habría podido hacer y como
alguno podría haber esperado. Con una demostración espectacular y
fulgurante de su triunfo sobre la muerte, hubiera podido aparecer ante
el Sanedrín, ante Pilatos, ante Herodes, ante cuantos le humillaron y le
dieron muerte... No fue a gritarles a la cara: "¡He aquí vuestra
victoria!" Por el contrario, Su Majestad infinita está muy por encima de
ese tipo de satisfacción triunfalista, no le preocuparon sus enemigos.
No pensó en rehabilitar su reputación ante ellos”.
"Él inauguraba
un estilo Suyo propio. Daba ejemplo de cómo se realiza su triunfo en
esta tierra, de cómo procede su Iglesia en medio de los hombres y a lo
largo de los tiempos: Un camino extenuante, duro, sin estrépito. Ella va
adelante en el silencio, cubierta continuamente de heridas, rodeada de
mártires que son sus testigos incomparables, obligada demasiadas veces a
refugiarse en las catacumbas; pero todo esto ya se le había anunciado y
eso es lo que la hace más semejante a su Jefe".
“¡Palabras,
palabras, palabras! ¿No te das cuenta de que tengo en mi mano todas las
fuerzas del mal?... ¿No ves cómo las he movilizado compactas contra el
reino de Él?... ¡Mi ofensiva avanza ya incontenible!".
“¿Hasta
cuando? Te crees el dueño de la situación. Te presentas corno el señor y
el dominador del mundo. Y apenas eres el ejecutor de los planes de Él.
Tú colaboras sólo a la magnificencia de su victoria final. Como tantas
veces en el pasado, también hoy, la Iglesia tiene necesidad de ser
purificada. A esto sirven las pruebas. Él no arranca su viña, la poda.
La actual acción de obstáculo que tú y tus satélites habéis
desencadenado en el seno del pueblo de Dios sirve a esto, a purificarlo.
Los actuales logros aparentes de tu obra de seducción y de desorden le
sirven a Él para sus planes. Al final se volteará todo contra ti y
quedarás definitivamente vencido”.
Capítulo 6: Cuarto encuentro
No
fue propiamente un encuentro como los anteriores ni como los que
seguirán. Esta vez, excepto un rápido retorno del Maligno al final, se
desarrolló casi todo en un largo y muy movido sueño. Todo aconteció de
un modo que hubiera jurado que estaba completamente despierto. Los
sueños, dicen, suelen ser breves pero éste me pareció larguísimo, si
debo juzgarlo por las cosas que vi y que entendí. Era un sueño que
llamaré adivinador.
Tuve la sensación de ser despertado de
sobresalto, al ruido ensordecedor de miles de cornetas de coche, de
tambores partiendo a ritmo de marcha, que martilleaban un impotentísimo
canto marcial. Asomándome me encontré delante de una grandísima plaza,
jamás vista por mí, repleta de gente, especialmente de jóvenes, que con
banderas rojas en la cabeza, continuaban llegando de todas partes, como
ríos en crecida que venían a desembocar en aquel mar de gente.
Un
cañonazo fue la señal de un silencio inmediato. Todos estaban a mi
espalda y mirando hacia un palco altísimo que surgía a lo lejos sobre el
fondo de la plaza. Apenas aprecio allí un hombre con una larga tira
roja a los flancos, gritos frenéticos de "viva" le saludaron durante
largo tiempo. Hecho silencio a una señal suya, comenzó a hablar en una
lengua de la que no comprendí ni una palabra.
Mientras asistía a
esta espectacular reunión, sucedió un fenómeno extraño. A medida que el
orador hablaba y los altavoces difundían la voz hacia todas direcciones,
la superficie de la plaza se dilataba, se alargaba hasta no poder más
reconocer con los ojos los confines. Sólo lograba captar un confuso
fluctuar de gente hacia la lejanía cada vez más difuminada.
Fue aquí que, en el estupor de aquella extraña visión, intervino la voz alta y soberbia del Maligno:
“¡Mira,
mira qué espectáculo tan maravilloso!... Toda la juventud se ha puesto
de mi parte. Es mi juventud. A muchos he seducido con la lujuria, con la
droga, con el espíritu de revolución. Pero a la mayor parte la he
ganado con el lazo del marxismo materialista. Casi todos han venido aquí
sin los acostumbrados esquís bautismales. Estos jóvenes han pasado a
través de escuelas programadas sobre un ateísmo radical, Allí han
aprendido que no ha sido aquél de allá arriba quien creó al hombre, sino
que el hombre se ha creado estúpidamente a si mismo. Ahora
aguerridamente luchan contra Él, que se resiste a desaparecer. Pero
desaparecerá. ¡Es fatal! Estos jóvenes míos han aprendido a deshacerse
de todas las verdades así llamadas metafísicas. Para ellos existe sólo
el mundo material y sensible. Ha sido un universal lavado de cerebro, y
nos serviremos de éstos para todos los que se atrevan a mantenerse
todavía agarrados a las viejas creencias. Él debe desaparecer de modo
absoluto. Pronto vendrá el día en que ni siquiera será recordado su
Nombre. Las pocas zonas de resistencia que no lograremos eliminar con
nuestra filosofía, lo haremos con el terror. Existe para los que queden,
decenas y decenas de hospitales psiquiátricos y centenares de campos de
concentración donde les enviaremos a morir. Así para todos los países
de la tierra. Uno tras otro deben caer a mis pies, abrazar mi culto,
reconocer que el único señor del mundo soy yo...”
* * *
En
este punto, mientras el Maligno se exaltaba y se calentaba hablando con
tanta seguridad, la plaza de improviso desapareció, y toda aquella
muchedumbre desapareció, de toda aquella muchedumbre exterminada no
quedaba ni la más pequeña traza, y el discurso del orador cesó como por
una inesperada interrupción de corriente. En un instante me encontré en
un profundo subterráneo iluminado escasamente, que me hizo recordar los
pasillos de las catacumbas romanas, dominadas por un aire de serenidad y
de paz.
Visto allá, a lo lejos un punto más luminoso, me dirigí
con ánimo y paso seguro hacia aquel lugar. Presentándome, sentí venir a
mi encuentro el eco de una oración coral. Me detuve, esperando captar el
significado. Imposible; aunque se trataba de una lengua desconocida por
mí, comprendí por ciertos motivos que era el Padre Nuestro. Una fuerza
interior me animó a seguir caminando. Uno del grupo vestido de pope, se
dio cuenta de mi presencia, vino inseguro y excitado a mi encuentro.
"Sea alabado Jesús”, le dije. Ante aquel saludo, alargó los brazos y
sonriendo me pregunto: "¿Eres acaso un hermano nuestro?».
"Si, soy un hermano vuestro” y nos abrazamos calurosamente.
“En nombre de Dios”, le pedí, “explicadme ¿dónde me encuentro y quiénes sois vosotros?".
“Te
encuentras en un subterráneo del país de los sin Dios. Dos veces a la
semana, de noche, nos reunimos aquí para nuestras oraciones comunes,
para asistir a la liturgia, y dar testimonio de Dios lo mejor que
podamos". Sonrió viendo mi estupor y continuó: "Mira, aquí somos apenas
un centenar, pero en otros sitios se reúnen incluso más para orar por
nosotros, por la patria, por el mundo entero".
“¿Cómo en los tiempos de las catacumbas?”
“Exacto, como en los tiempos de las catacumbas; ésta es nuestra catacumba"
“¿Pero es verdad que Dios ha sido eliminado de este gran país?”
“¡A
Dios no se le puede eliminar, querido hermano! Expulsado de la puerta,
entra por todas las vías misteriosas que sólo Él sabe abrirse”.
Mi interlocutor se dio cuenta de que estaba conmovido y calló.
* * *
"Veo que también hay jóvenes".
"Aquí
cerca de la mitad de los que recogemos son jóvenes. En otros refugios
aún son más. Jóvenes que no vienen sólo a orar sino a trabajar. Piensa,
querido hermano, después de una jornada de fatiga demasiado extenuante,
estos hijitos sacrifican por turnos, horas enteras, para venir aquí a
prestar su trabajo”.
“¿Qué hacen?"
"Ven, te lo enseñaré”.
Después
en una pequeña vuelta a la derecha, bajados pocos peldaños, nos
encontramos en un antro con algunas salidas de seguridad y transformado
en una oficina tipográfica rudimentaria: algunas máquinas de escribir;
una multicopista que iba velozmente a pedaladas, una atadora y otros
utensilios.
“¿Qué están imprimiendo?”.
«Ante todo parte de
la Biblia, Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, pequeños misales,
catecismos, libros de oración y también romances, poesías de escritores
no aliados y condenados o expulsados de la patria. Creo que nuestro país
una gran parte ha leído ya las obras de Pasternak, de Sinjavskij, de
SoIzenitzin; el ejemplo de estos hombres es enorme sobre nuestra
juventud.
Apenas ésta se ha dado cuenta de haber estado años y
años engañada y embotada por mentiras en los discursos de las plazas,
por los libros, en las escuelas, ha sido cogida por un hambre insaciable
por la verdad: quieren saber la verdad sobre todo. No te digo la
conmoción que nos sucede cuando no logramos escuchar la liturgia
transmitida en nuestra lengua por Radio Vaticano".
* * *
Me
di cuenta de mi interlocutor mientras me hablaba continuaba
examinándome. Pero se dio cuenta que conmigo podía hablar libremente, y
continuó hasta vaciar el saco. Me retiró un poco a un lado y acercándose
un poco más, me tomó las manos en las suyas y continuó: "Mira, yo soy
un pope pero hace años que disiento con mi superior local, demasiado
politizado por el régimen y pasado al servicio del partido. He sido
obligado por tanto a vivir escondido. Estos jóvenes lo saben; la voz ha
pasado de éste a los demás refugios y así me toca vivir de uno al otro
para el servicio religioso. ¡Qué jóvenes tan queridos¡ Me han dado toda
su confianza. Me tratan como a un padre. Me abren su alma, ¡y si vieses
qué almas!. ¡Sobre todo son héroes!
“¡Y esto en el país de los sin Dios!”
"Oh,
no ¡no digas esto! ¡Aquí Dios existe, y trabaja con su gracia y
obtiene! Créeme, en estos 60 años de prueba infernal el pueblo ruso ha
dado a Dios ejércitos de Santos y de mártires como nunca en la historia
pasada. Todo lo que este pueblo ha sufrido y está sufriendo no es algo
perdido. Yo pienso que sea el largo invierno que prepara en nuestro país
una primavera jamás vista, un renacimiento religioso que será la
envidia de tantos países libres. Mira, yo soy acusado demasiado de hacer
cristianos: estos jóvenes lo saben y de aquí su confianza. Piensa:
entre ellos hay quienes saben de memoria el evangelio de San Juan,
alguna carta de los apóstoles, la Pacem in terris, La Lumen gentium, el
Credo de Pablo VI. Y editan y difunden todo esto. Rusia está llena de
estos libros.
“¡Dios, Dios mío! ¡Qué cosas tan grandes me dices, hermano mío!"
“¿También tú eres sacerdote?”
“Sí”
Me abrazó y me besó: "¿Y vienes de Italia?... ¿De Roma?... Aquí dicen que Italia es toda comunista, ¿Es esto posible?.
«Toda no, pero una parte si".
¡Es
increíble! ¿Pero saben qué significa vivir bajo el comunismo? Aquí en
Rusia no hay ninguno que crea en ellos. Aquí ha sido suficiente que
nuestros jóvenes habían aprendido a hacer la comparación entre la
propaganda oficial y la realidad de la vida de nuestro país para perder
la fe en la ideología del partido".
"Precisamente lo que en Italia no logramos hacer creer especialmente a los jóvenes. ¡Es un fenómeno de monstruosa ceguera!"
Me
llevó todavía un poco más hacia un lado y continuó: "Mira, aquí el
materialismo nos ha cazado en una calle ciega. El alma rusa no sabe
prescindir de una explicación del hombre y del mundo, y como el
materialismo en esto ha fallado, nos lanza con una sed instintiva a los
valores espirituales, a la iglesia, a Dios. La ideología marxista nos
lleva a la muerte y al nada, y nuestro pueblo tiene enraizada en el alma
la fe en el más allá. Tú no puedes creer qué acrobacias de prudencia
realiza esta pobre gente para poder decir un De profundis en la tumba de
algún familiar sepultado recientemente. Cuántos vericuetos son
necesarios para obtener en Pascua un poco de pan bendecido para
distribuir en la mesa, después del saludo familiar "Cristo
verdaderamente ha resucitado"
“Todo esto, querido hermano, lo sabemos y nos conmueve inmensamente”
“¿Entonces porque los italianos quieren caminar bajo el comunismo ateo?”
"Porque muchísimos creen más en el demonio que en Dios: Esta es la verdad"
“Estos
jóvenes han comprendido que sólo El cristianismo pone el máximo acento
sobre el valor de los derechos de la persona humana: el socialismo habla
sólo de colectivismo, de masa, para él el individuo no existe".
“A
este paso, hay que esperar que el más grande estado comunista del
mundo, por la lógica de las cosas, pueda desenvolverse en la más grande
fuerza anticomunista”
“Lo pensamos todos, hermano, aunque somos
pocos a decirlo, porque es horrible el terror que se tiene de los
juicios, del lavado de cerebro, de los campos de concentración
diseminados por todo el territorio ruso. Aquí, sin embargo, la ideología
marxista se rige únicamente por la fuerza. Pero el día en que ésta
caiga - sólo Dios sabe cuándo- Rusia se presentará con un rostro
completamente nuevo, religiosamente probada, gracias a la experiencia
del martirio que ningún pueblo ha sufrido hasta ahora”
"Nosotros confiamos mucho en las promesas de la Virgen de Fátima”.
"¡Oh,
la Santa Madre de Dios! ¡Si supieses cómo la venera nuestro pueblo! Y
es Ella quien ha conservado - aunque en ciertos momentos muy reducida -
nuestra fe. Sus imágenes han desaparecido de casi toda las casas, pero
muchísimos las conservan escondidas, y sobre todo la invocan”
“¿Crees que pronto la oposición de los jóvenes, de los intelectuales, de la clase que reflexiona podrá aumentar?”
"Para
mí es una cosa muy cierta. Y esto sucederá poco a poco a medida que
progresará el descubrimiento alegre de la fe cristiana y la persuasión
en muchos ya radicada de que el cristianismo es la única fuerza capaz de
cambiar el mundo. Si entre nosotros se recogiesen las voces de nuestros
convertidos del materialismo, pensarías en el milagro de un nuevo
Pentecostés."
«Puedo decirte que muchas de estas voces llegan a
nuestro país. Existen también antologías que las recogen, pero, por
desgracia, no todos las leen".
"Conservamos cartas que nos llegan
de los campos de concentración. Son de hombres, mujeres, de jóvenes
allí condenados que nos animan a conservar intacta nuestra fe en Dios:
imposible leerlas sin estremecerse de conmoción y sin llorar”.
En Italia se lee mucho El Doctor Zivago de Pasternák, La otra litera tura de Molicev, Padre Dimitrij Dunko, Párroco en Moscú,
Un golpe de gong anunció la recitación en común del Padrenuestro.
* * *
Aquí
me desperté. Pero me di cuenta que a arrancarme del sueño fue un gran
golpe en la puerta de la habitación. Miré el reloj, era todavía muy
pronto. Un nuevo golpe me hizo saltar y grité: «¿Quién es?" La respuesta
fue una risa burlona loca y sin sentido que me advirtió de inmediato de
la presencia de él.
"¿Qué bello sueño, eh? Te habrá gustado
mucho, pienso, Quizás incluso te habrá dejado la boca dulce. Pensando de
nuevo, ¿serías capaz de creer todas aquellas bellas noticias?”
`Es
una terrible desbaratadora de mis planes. Es una devastadora de mi
reino. No me deja conseguir una victoria y ya me prepara una derrota. Me
la encuentro siempre entre los pies. Siempre ocupada en atravesarse en
mi camino, a suscitare fanáticos que la ayudan a arrebatarme almas. Allí
donde más clamorosas son mis conquistas, en un silencio capilar ella
multiplica las suyas. Pero ahora ha llegado el tiempo en que obtendré
sobre ella victorias jamás vistas...
"¡Efímeras como las demás!”
Aún un breve silencio. “¡No
serán efímeras!.. Esta vez será una victoria total. Creía estar al
seguro en una fortaleza inalcanzable. ¡Ahora os he abierto una brecha
que será peor que la primera!...”
“¿Qué brecha? Pienso que corres demasiado. Estás muy seguro de ti mismo".
“Tengo
de mi parte también a los teólogos. Los mis presuntuosísimos doctores,
Si fuese capaz de amar, serían mis amigos más queridos. Vuestros
cultivadores del dogma van abandonando una tras otra vuestras
posiciones. Los he inducido a avergonzarse de ciertas fórmulas
ridículas. A avergonzarse antes que nada de creer en mi existencia y en
mi trabajo en medio a vosotros: Cosa para mí comodísima".
"¿Y con esto, crees?
“De
este modo, las fábulas de la Inmaculada Concepción, de la Maternidad
Divina, de la siempre Virgen, de la omnipotente llena de gracia están
siendo desmoronadas como miserables necedades. Dentro de pocos años
quedará solo el recuerdo - vergonzante recuerdo - de tan estúpidas
leyendas. Mucho he debido esperar pero ahora ha llegado finalmente mi
tiempo. ¡Definitivamente ha llegado mí hora! ¡Si supieras lo bien que
trabajan mis aliados: curas, frailes, doctores!... ¿Dónde están ahora
los fanáticos de su culto, sus calenturientos simpatizantes?”
“Si, las creo todas como cosas verdaderas."
"No me maravillo, conozco tu credulidad. Crees también en los sueños".
“¡Cuántos sueños han venido de Dios!”
"¿Entonces serías capaz de probarme que una sola de todas aquellas tonterías responda a la verdad? Venga, una prueba”.
Estuve
un tiempo sobre mí mismo, después apretando fuerte entre las manos la
corona del Rosario, me senté sobre la cama y con tono imperativo dije:
Ya
que vienes a desafiarme, en nombre de Ella, que es tu enemiga capital,
te ordeno decirme si en aquel sueño había una sola mentira."
“Es todo una mentira”.
"Tú debes responder en nombre de Ella, te lo he dicho, en nombre de Ella."
En vez de responder, el Maligno se enfureció como no lo había hecho nunca. Parecía que estuviese desencadenando un terremoto.
“En
vez de hacer toda esta comedia, te ordenó responder: Debes decirme que
aquel sueño era verdad. Vamos, en nombre de María, te lo ordeno,
responde”
Lo sentí gritar como un león herido de muerte y le vi desaparecer.
Capítulo 7: Quinto encuentro
Esta
vez pasó una semana entera en la que el Maligno no manifestó ningún
signo de su presencia. Entre nosotros no se había dicho todo y con gusto
esperaba su regreso.
Me preparaba a recitar vísperas a media
tarde cuando el gran calendario holandés que colgaba de la pared de
frente comenzó abanicar sus hojas como golpeado por el aire.
“En el nombre de María, dime de dónde vienes"
"Tu pregunta es estúpida”
“¿Por qué estúpida?”
"Porque yo no estoy en ningún sitio, no soy un cuerpo, una carroña como tú; soy espíritu”.
“¿Y el Infierno?”
“El
infierno no es un lugar, no es un campo de concentración o un estanque
de fuego, como vosotros pretenciosos lo vais describiendo. El infierno
soy yo. Somos cada uno de nosotros. Es un estado".
“¿Pero entre vosotros, espíritus condenados, os conocéis?”
“¿Por
qué no? Nos conocemos, nos odiamos, como os odiamos a vosotros
marmotas, como odiamos a Él, vivimos encerrados cada uno en una soledad
eterna, pero estamos de acuerdo en trabajar para daño vuestro."
“No vivís nada más que para esto”
“Nuestra esencia es el mal, es el rechazo de Él, es odiar todo y a todos”.
“¡La única miserable satisfacción que os queda!”
“¡No es ninguna satisfacción!“
"¡No comprendo, explícate!"
“Vosotros
imagináis que odiar para nosotros, hacer el mal, destruir las obras de
El, sea una satisfacción, una especie de consuelo, una alegría. También
esto nos lo ha negado nuestro enemigo. Nosotros hacemos el mal por el
mal. Atravesar el diseño de Él, arrancarle almas, especialmente aquellas
que son más queridas para Él, no nos procura ninguna satisfacción,
incluso Él nos lo hace pesar como si fuera un castigo; pero ejercitar
nuestro odio, nuestra naturaleza maligna es una necesidad, aunque
obremos a su despecho, para hacer el mal a sus criaturas”.
“Todas
estas bellas cosas ya lo sabíamos. Quien primero ha definido quién eres
ha sido Jesús. Y la Iglesia nos lo repite en sus enseñanzas. Los Santos
nos ponen en guardia. Sabemos que eres el Maligno, que es el enemigo
por excelencia, que eres homicida desde el principio, que eres el padre
de la mentira, que eres un misterio de iniquidad, que eres el príncipe
de este mundo, hasta que Dios te lo consienta. ¿Basta para tu retrato?”.
"Quizás, ¿pero con esto...?”
"Quieres
decir que los hombres a pesar de esto, se dejan atrapar en tus redes...
lo sé... Si reflexionasen sobre lo que eres y sobre lo que tramas
contra ellos, estarían en guardia..., Por eso, de padre de la mentira y
de espíritu de las tinieblas, te transfiguras en ángel de luz; te
presentas a ellos como un refinado maestro de seducciones y les tiendes
estas insidias de consejero galante. Y has enseñado muy bien este arte
también a todos los colaboradores, incluso a ciertos eclesiásticos»
* * *
“Has hablado de almas muy queridas a Él: ¿Quiénes son?"
“¡Deberías
saberlo! Aquellas más unidas a su amistad, Aquellas que Él logra
conservar siempre suyas. Aquellas que trabajan y se gastan por sus
intereses. Las que buscan su Gloria, Un enfermo que sufre por años y se
ofrece por los demás. Un sacerdote que se conserva fiel, que reza mucho,
al cual no hemos logrado jamás contaminar, que se sirve de la Misa - de
esa tremenda y muy maldita Misa - para hacernos un mal inmenso y
arrancamos multitud de almas. Estos son para nosotros los seres más
odiosos, aquellos que mayormente perjudican los asuntos de nuestro
reino”.
“Saberlo de tu boca es para mí un anuncio precioso”.
“Es aquella que me lo obliga a decir, que me hace responder a tus estúpidas preguntas?”.
“Continua aún sobre estas revelaciones. Para tu despecho, no puedes hacerme sino el bien. Las almas que tú odias más...”
“Son
aquellas que nosotros cogemos más fuertemente al asalto. Hacer caer a
un sacerdote nos recompensa más que mil almas que nos ha arrancado otro.
Envolver a un sacerdote en la podredumbre de la lujuria, hacerle pasar
una noche con una meretriz y a la mañana mandarlo celebrar Misa,
mandarlo al confesionario, a ensuciar más que a purificar, es uno de los
mayores desprecios que procuramos infligir a nuestro gran enemigo. Y lo
logramos más de lo que se cree. “
“Por desgracia. Pero junto
a estas almas elegidas caídas, sé que Él, en el silencio y en el
ocultamiento, suscita muchísimas otras que se inmolan, que reparan y Le
dan una gloria más grande de la que tú crees haberle arrebatado".
"No
importa. A mi me preocupa incrementar el número de los sacerdotes que
se pasan a mi lado. Son los mejores colaboradores de mi reino. Muchos o
ya no dicen misa o no creen lo que están haciendo en el altar. A muchos
de ellos los he atraído a mis templos, al servicio de mis altares, a
celebrar mis misas. Si vieses qué liturgias tan maravillosas he sabido
imponerles a ellos como ofensa grave contra la que celebráis en vuestras
iglesias. Mis misas negras: celebraciones de lujuria, profanación de
hostias y de vasos sagrados, profanados de tal modo que aquella no me lo
permite describírtelo.
¡Qué porquerías tan bellas! ¡Lee mis rituales, están impresos!”
* * *
“Eres el eterno mono de Dios...”
"He
esperado a estos últimos tiempos para hacer las mayores conquistas
entre los sacerdotes, los frailes, las vírgenes consagradas a Él… Y su
número crece de tal modo que si fuese capaz de alegrarme, sería mi
delicia más grande”.
"Lo que dices es triste. Pero sé que una
sola Misa ofrecida a Dios en reparación de todas estas cosas horribles
le dará una satisfacción infinitamente más grande. ¡El sacrificio
infinito de Cristo repara tus profanaciones!
“Hablas siempre
de almas reparadoras; pero también a éstas sé cómo tratarlas; como
desfogar sobre ellas mi furor Descargo sobre ellas un odio que me
recompensa de todo el daño que hacen a mis intereses"
“Lo sé:
La historia de la santidad está llena - en la medida en que Dios lo
permite - de estas intervenciones malignas tuyas. Pero ¿con qué
resultado? ¿Qué obtienes de ello?”
“Que puedo cansarlas, abatir su resistencia, llevarlas a la quiebra”.
“¿Qué
logras? ¿Dios te lo consiente? Por el simple hecho de que Él te deja
desfogar tu rabia contra estas almas, es signo de que las ha hecho
invencibles. Y tú, con tus vejaciones, colaboras solamente al
crecimiento de sus méritos, trabajas contra ti mismo... Las habrás hecho
sólo más santas, más ricas de eficacia reparadora y conquistadora en el
mundo de las almas. ¿Cuántas almas te han arrebatado Catalina de Siena,
Teresa de Avila, el Cura de Ars, Don Bosco, Padre Pío,?"
“Al menos me vengo y les hago pagar caro el daño que me hacen".
“¡Eres
un Pésimo calculador! Dios te lo permite porque colaboras a demostrar
la potencia de su gracia y para tu mayor humillación, porque todas las
veces que atacas a estas almas, el vencido eres tú".
“Tú sin embargo, denunciando estas intervenciones mías, solamente lograrás hacer reír a los teólogos y doctores. "
“Sobre esto no me preocupan nada ellos”.
* * *
Pausa. Parecía que se hubiese marchado. Me equivoqué, porque comenzó a hablarme con una nueva carga de odio y de desprecio.
“Tú
nunca podrás comprender cuanto os odio a vosotros los hombres. Cuanto
os detesto y cuanto sois detestables. Gozáis de un primado de dignidad
sobre las bestias y sois las bestias más abominables. Vuestro ser me da
asco. Os considero por debajo de vuestros cerdos. Creéis ser
inteligentes y sois muy estúpidos. Bastaría que vieseis lo que os hago
tragar por medio de tantos catedráticos puestos a mi servicio y que os
regalo huecos de vana palabrería doctísima. ¡Piensa en lo que os hago
beber y digerir con mi prensa! ¿Vosotros, la más noble criatura suya?
Son suficientes unas pocas porquerías para compraros. Os rendís por nada
a las lisonjas de mis mensajeros. Valoráis tanto vuestra libertad y os
dejáis coger por mis más feroces negreros. ¡Oh, las burlas que os estoy
haciendo en nombre de esta libertad! Mostráis horror por lo que es sucio
y, dominados por vuestras pasiones, os revolcáis en vuestras
inmundicias como puercos en el lodo. Por una mujer y por un puñado de
oro os desencadenáis que es una maravilla.
Os ha ganado mucho
aquel que ha derramado su sangre para redimiros. ¿Redimiros de qué? ¿Del
pecado? Pero sí os introducís tanto en el que os ahogáis. ¡Y qué decir
cuando desencadeno contra vosotros el espíritu de la envidia, de la
maledicencia, del odio, de la rivalidad, de la venganza!"
"Cállate,
que estás exagerando. Tú generalizas demasiado. Es la rabia envidiosa
la que te tiene clavado a tu condena para toda la eternidad. Te baste
esto: Dios nos ama con todos nuestros pecados, Cristo nos ha redimido y
una sola gota de su sangre nos purifica de todo. Y nosotros podemos
amarlo. Cuenta, si puedes, las almas que lo aman. Por una sola de ellas
volvería a dar su vida voluntariamente de nuevo. Mientras tú, maldito,
enfureces en tu odio por toda la eternidad. Pero dime, ¿Qué es la
eternidad?"
"¿La eternidad? ¿Ahora... ¡un ahora siempre detenido!...?
Y desapareció.
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(Parte 2)
Capítulo 8: Sexto encuentro
Una
tarde apenas había entrado en la habitación, y cogido por sorpresa por
el imprevisto estrépito de un galope que me tuvo la respiración
suspendida y me hizo comprender que se trataba de él.
«Esta vez has venido con el propósito de asustarme».
"Si
pudiese hacerlo, sabría muy bien cómo hacerte temblar de miedo. Tu no
sabes que tengo la fuerza de hacer temblar toda la tierra, si quiero.
Tengo la fuerza de aguantar esta pelota del globo donde habitáis y
lanzarla contra los demás astros o incluso tirarla en una de las bolsas
solares y reducirla a cenizas."
“Has dicho: si quiero pero
precisamente es esto lo que tú no puedes hacer. ¡El mundo está en manos
de Aquel que lo ha creado, no en tus manos, bufón! Sé muy bien qué
serías capaz de hacerlo; pero, encadenado como estás, no puedes dar
miedo ni siquiera a un niño. Una vez más, tú eres un perro atado a una
cadena. La inocencia de un niño te da miedo como la espada llameante de
un arcángel".
* * *
"Goza de tu seguridad. Ahora
te digo que pronto llegarán días en los cuales todo el mundo temblará
con mi avanzada. Estoy preparando un desbarajuste universal que no te lo
puedes imaginar"
“¿La bomba atómica?”
“Mucho
peor. Antes, y más que todo esto, me importa el desconcierto de la
humanidad entera, comenzando por la Iglesia, que debe ser la primera en
desaparecer, esta durísima Iglesia Católica., que ahora la haré
desaparecer en un baño de sangre”.
"Si Dios te lo permitiera..."
“Lo
sé: os refugiáis en el viejo versículo “no prevalecerán". Sin embargo
prevaleceremos. La meteremos en desconcierto, combatiéndola desde
dentro”.
"Será quizás una prueba más fuerte que otras
sufridas en el pasado. Una nueva gran marea. Después el Señor te dirá:
«basta» y sobre tus ruinas resplandecerá de nuevo el sol de su triunfo.
Purificada, la Iglesia florecerá como en primavera.
“Sin
embargo el golpe que estoy preparando no será como los otros. Hasta
ahora, en la Iglesia, a la que cogía por asalto, había un punto
invencible de resistencia que me hizo perder muchísimos ataques. ¡Ahora
verás!"
“Hace pocos decenios inspiré a Lenin, uno de mis mejores
colaboradores, que para acabar con la religión era más importante
introducir la lucha de clases en el seno de la Iglesia que atacar de
frente la religión. Se trata de obrar disolviendo, de formar focos de
división entre los fieles, pero sobre todo en los ambientes
eclesiásticos y religiosos. Dividir a los obispos en dos bloques: los
integristas y los progresistas. Revelar a los sacerdotes contra los
obispos con miles de pretextos. Atacar de frente a la iglesia como
combatiendo, para su bien, sus estructuras anticuadas y los abusos que
la desfiguran. Con hábiles golpes formar en los ambientes eclesiásticos
núcleos insatisfechos para atraerles poco a poco al clima fecundo de la
lucha de clases. Adaptación lenta y paciente, con infiltración de nuevos
contenidos en las ideas tradicionales. Se trata no de liquidar, en un
primer momento a la Iglesia, si no de ponerla en el dique seco,
incorporándola al servicio de la revolución comunista. El resto vendrá
después”.
* * *
Una pausa alargada durante la cual
miraba a mi Virgencita y mentalmente la invocaba. La voz volvió con un
tono ronco, rabioso como rugido de bestia. El maligno subrayaba así sus
propósitos catastróficos.
“Ahora estoy preparando un asalto
táctico sobre todo contra aquel vestido de blanco. Él tiene sus
activistas fanáticos. Me hace reír. ¡Que se atrevan a encontrarse con
los míos! A los míos los escogeré sobre todo entre los suyos. Serán las
mejores palancas. Comenzaré a encerrarlo poco a poco en un aislamiento
completo. Induciré a sectores enteros de la cristiandad a abandonarlo.
¡Después vendrá el asalto que lo eliminará!"
"Hablas con tal seguridad que simplemente te hace ridículo”
“Con
una seguridad, como puedes ver, que no tengo ni el menor miedo de
revelarte mis planes. Por lo demás, ¿qué podrías tú contra ellos?"
"Orar
al Señor para que te fulmine y para que la Virgen tenga bien custodiado
a aquel vestido de blanco, que es su hijo predilecto”.
Él respondió con una palabrota y inmediatamente volvió a la carga:
“En
un segundo momento trabajaré uno a uno a todos los párrocos con
respecto a su pastor. Hoy el concepto de autoridad no funciona como
antes. He logrado darle un golpe imprevisto e irreparable. El mito de la
obediencia está ya superado. Por esta vía la Iglesia será llevada a la
pulverización. Mientras tanto voy adelante diezmando continuamente a los
sacerdotes, a los frailes hasta llegar a vaciar totalmente los
seminarios y los conventos. Quitados del medio los así llamados `obreros
de la viña´, se introducirán los míos y tendrán vía libre en su trabajo
definitivo”.
* * *
"Pareces un estratega rico
en fantasía, no hay nada que decir. Salvo que programas todo como si
Cristo, el verdadero Jefe de la Iglesia, la hubiese abandonado para
siempre y Él estuviese nuevamente muerto sin esperanza de resurrección.
Tú, bufón grandilocuente, no ignoras que la Iglesia es Él. Ella es su
Cuerpo místico. Y sabes bien que detrás del pastor visible está Él
invisible y Él es fiel a la palabra dada: «No tengáis miedo, dijo, Yo
estoy con vosotros hasta la consumación de los siglos».Prueba y verás,
tendrás que encontrártelas con Él y ¡huirás ante su sola presencia¡.
Además, está María, Ella es la Madre de la Iglesia y basta una señal
suya para tener paralizados a todos los ejércitos infernales”.
“Los
acostumbrados viejos chismes. Todos estáis embutidos en frases hechas.
Todos estáis adiestrados en el uso de estos temas comunes. Hoy, los
primeros en reírse de estas frases hechas son vuestros sacerdotes,
vuestros doctores, a los que yo he hinchado con el espíritu del orgullo y
con el espíritu de rebelión. Mira cómo han sabido cambiar el moho
teológico por los grandes ideales de la historia. Me he preparado y me
he llevado a mi bando a sacerdotes politiqueros, a sacerdotes que apenas
dicen Misa alguna, a sacerdotes chacharacheros, que asiduamente
frecuentan ciertos grupos errados, a la caza de citas galantes, y cuando
en torno a ellos surge el escándalo, en vez de avergonzarse como antes,
se vanaglorian con alegría, y se sienten felices de haberse liberado de
pesos insoportables. ¡Y ni decirte de los sacerdotes que sólo piensan
en hacer dinero! Todos estos son mis mejores obreros".
"Has
recorrido ya en el pasado los mismos caminos y Dios te ha dejado
realizar también algunas conquistas. Sin embargo recuerda que cuando
parecía que la plaga iba a gangrenarse y a extenderse a todo el cuerpo,
Él intervino sin movilizar contra ti a ejércitos espectaculares, sino
trabajando con unos pocos, en el silencio.
Tú cuentas con la
masa, Él cuenta con unos pocos. Cuántas veces Él nos ha hecho ver que
sirve más a la Iglesia un pequeño número de auténticos sacerdotes y
religiosos, llenos de espíritu evangélico verdaderamente impregnados de
fermento evangélico, impregnados de Amor y fervor, preparados a la
renuncia, dispuestos al sacrificio total, quiero decir: Él cuenta con
unos pocos santos mas que con una masa de sacerdotes burócratas,
secularizados, embebidos en la mundanidad y mujeriegos. Dios te los
regala, no sabe qué hacer con ellos, Él se servirá de unos pocos, pero
serán suyos, y con éstos restaurará su Iglesia”.
“Estoy seguro de
que te darás cuenta de que hoy en la Iglesia se encuentra trabajando un
buen frente de almas silenciosas, no importa de que condición ni raza,
especialmente sacerdotes y religiosos, que se preparan para combatirte,
Muchos de ellos se unen en el nombre de María, proceden de nidos de
oración y de amor a la Iglesia, y de obediencia al Papa. Trabajan por
una Iglesia consolidada en su unidad y aceptan toda renovación legítima,
pero rechazan las innovaciones arbitrarias, y están persuadidos del
servicio insustituible del romano Pontífice y se aprietan en torno suyo
como al único principio verdaderamente sólido de su unidad. Esta
persuasión también se va haciendo camino secretamente entre algunos
hermanos separados".
“Son almas silenciosas, que en vez de
agitarse, trabajan en vez de proclamar discursos grandilocuentes, oran;
en vez de pedir reformas continuamente, se reforman. Son almas
escondidas, de las que sería difícil hacer una estadística, pero se sabe
que existen, realmente se encuentran por todas partes, y se reúnen en
grupos de oración y fraternidad. Quizás nunca como hoy florecen tantos
Santos en la Iglesia. ¡Cuántos grupos de almas fervientes vemos surgir
al servicio de la Iglesia!. Ella cuenta con éstos grupos, en su
capacidad de fermentar a la masa. Son las revanchas de la generosidad
divina a favor de la iglesia. Almas que trabajan en un apostolado
capilar, que van descubriendo el rostro de Cristo en el ejercicio de la
Caridad hacía sus hermanos, los pobres, los marginados, los más
necesitados".
“¡No, espíritu rebelde! El balance de la acción de
Dios en el mundo y en la Iglesia no es un fracaso. El curso de su acción
no está paralizado por tus sabotajes. La Iglesia tiene direcciones y
brotes que son invisibles y lejanos; pero Él está actuando siempre en
Ella. ¡Invencible es Él! ¡Invencible es Ella! Y tú lo sabes, tú lo crees
y tú solamente puedes aprovechar al máximo el tiempo que todavía te
queda para hacer el mal. El día en que nuevamente escuches con pavor
"Quien como Dios", será el día de tu derrota definitiva. ¡Para
siempre!".
A este punto mi interlocutor se había ya marchado.
Capítulo 9: Séptimo encuentro
"¡Es sólo cuestión de tiempo!…"
Esta
imprevista y perentoria afirmación interrumpió mi lectura de un libro
que me estaba interesando mucho. Un grito de pavor me contuvo la
respiración. Pero mi Protectora vino inmediatamente en mi ayuda y me
puso tranquilo en la escucha, Esta vez el maligno se puso a hablarme con
una solemnidad insólita, casi declamatoria: se reveló como el
acostumbrado fanfarrón.
“¡Es cuestión sólo de tiempo! El proceso
de destrucción de la Iglesia ya está en camino, una destrucción radical e
imparable. Mis planes se cumplirán con una precisión y una puntualidad
que os dejará estupefactos. Pronto esta vieja y podrida carcasa seguirá
la suerte de tantas otras instituciones que han resistido un cierto
tiempo y después han desaparecido... "
“¿Pero no ves, bufón, que
siempre vuelves con la misma canción? Te falta siempre toda originalidad
y fantasía, incluso para organizar el mal y así en vano intentas darme
miedo".
"¿Por qué no me dejas continuar?"
Porque
eres tremendamente aburrido. Me pareces un comediante que en la plaza
repite siempre las mismas payasadas. Convéncete de que con tu
insistencia en la amenaza de destruir a la Iglesia no sólo no me
impresionas, sino que incluso me haces reír. La Iglesia, aunque está
constituida por hombres que tienen sus miserias, es institución de
Cristo, le pertenece a Él y sólo Él la gobierna en sus acontecimientos.
En sus designios misteriosos Dios hace que la Iglesia obtenga ventajas
incluso de las persecuciones y de las herejías. En el pasado, gracias al
surgir de errores heréticos, muchos ´ puntos de la doctrina Católica
han sido profundizados y precisados. Por esto la Iglesia mira con
serenidad también a los teólogos contestatarios y confusos que hoy
abundan. Con relación a ciertos problemas todavía no madurados, estos
teólogos pueden tener una indisciplinada sensibilidad pero esto incluso
puede ser estímulo para estudiar algunas cuestiones planteadas por ellos
mas atentamente y descubrir en el fondo los elementos de verdad y de
claridad útiles para el crecimiento de su depósito doctrinal”
"¿Y tú no estás repitiendo las mismas declamaciones?"
"Hace
más de medio siglo que estás combatiendo contra Dios para hacerle
desaparecer de Rusia, ¿lo has logrado? Lo sé, has hecho un mal inmenso a
aquellas almas, pero la necesidad de Dios no has logrado quitarla
todavía de millones de ellas. Has prometido a aquel pueblo un paraíso en
la tierra y lo has hecho tan encantador y deseable que muchos se
escapan de él en cuanto pueden”
* * *
“Corres demasiado y en tus locuras te atarán las manos"
Hoy
te quiero decir algo nuevo. Algo de lo que quizás no te hayas dado
cuenta. Hoy se ha unido decisivamente a nosotros la Madre de Dios, la
Madre de la Iglesia, cuyo solo nombre - no quieres ni oírlo, por eso te
lo repito - te hace temblar. Ella que ha dado la primera vez al mundo a
Jesús, está ahora trabajando silenciosamente para colocarle de nuevo en
las almas que se han alejado de Él, Se quiere servir de nosotros los
sacerdotes: un grupo escogido de fidelísimos, preparados para inmolarse
por su causa. Los está recogiendo de todas partes del mundo, sin ningún
aparato organizado, es Ella misma quien les llama dulcemente a
reclutarse en su Movimiento Sacerdotal. Les llama sus predilectos.
Esta Madre les está trabajando con corazón de Maestra, para entrenarles
en la oración, en el amor a Jesús Eucarístico, en la fidelidad total al
Papa”.
"Ella nos ha advertido de una gran tribulación que está
llegando, que pronto nos darás gran batalla. En la lucha te enfrentarás
con un grupo de sacerdotes asistidos y sostenidos por Ella. Contra
tantos que se han dejado seducir por tus artimañas y que has alejado de
Ella, María opondrá sus sacerdotes, les revestirá de su potencia. Les
hará intrépidos en la hora de la gran purificación. A ellos confía la
tarea de defender el honor y la causa de Jesús y de su Iglesia; serán
los que acompañarán al Santo Padre en el camino del Calvario para verle
vencer por medio de la Cruz. Esta seguridad nos viene de Ella y nosotros
la vivimos con alegría."
“Comprendo, ¡todo sobre la falsa línea de las escenas absurdas de Fátima!...”
“Precisamente,
aquí en Fátima, cuando nuestra Madre bendita ha preanunciado momentos
terribles para el Papa, le ha prometido además su protección especial.
Ella le defenderá por medio de sus sacerdotes, hombres forjados en la
oración y muy amantes de su Rosario: El arma que te huele tan mal y te
da tanto miedo. Tienes un terror invencible a todo sacerdote que ora.
Continuamente lo experimentas, por eso recurres a todas tus artimañas
para distraerle en la oración. Ahora María está preparando no sólo a
uno, sino a un ejército de sacerdotes que oran, y que son amantes del
Rosario.”
“Esta Madre Divina no nos engaña. Nos ha advertido muy
bien que la hora de la prueba vendrá y que será dura. Pero nos asegura
que en el momento en que creas ser el señor del mundo y te sientas
seguro vencedor, Ella misma intervendrá para arrebatarte de la mano la
presa. Tú serás destronado y al final la victoria sólo será de Jesús.
Jesús quiere obtenerla así para tu mayor humillación, por medio de una
mujer. Y la victoria de Ella será el triunfo del Corazón Inmaculado en
los países sin Dios y en todo el resto del mundo.”
* * *
“¡Qué
rápido eres para desdramatizar! Espera que lance contra vosotros a mis
hombres transformados en verdaderos endemoniados. Les estoy preparando y
entrenando para el ataque, que será pronto, imprevisto e inenarrable”.
"Nosotros
nos armaremos de nuestra fe y estaremos a la espera… Dios no nos dejará
solos. Contaremos con la protección de su Madre".
“He
obtenido ya de hacerles trabajar al descubierto. No creerán que son
manipulados por mí. Hoy ya nadie cree en mi presencia en el mundo.
Prueba a hablar de mi acción en medio a vosotros. Te cubrirán de
ridículo”
“Sí, en esto eres muy hábil. Pero no todos se han
dejado atrapar por tus artimañas. Existe quien cree y advierte éste tu
nefasto trabajo en medio del pueblo de Dios. ¡Tenemos aún la oración de
la Iglesia contra ti, y recurrimos a ella!".
"¿Crees que los míos se detendrán ante cuatro perros que ladran?"
“¡Son
sacerdotes de Cristo, no perros! Tú lo sabes: Quien durante su vida
terrena, te arrojó de tantos pobres hombres poseídos, continúa
arrojándote por medio de sus sacerdotes. Las derrotas que vas
consiguiendo las conoces muy bien. Conocemos la rabia que te asalta
cuando un sacerdote te barre y te ordena abandonar a las criaturas que
tú has destrozado para satisfacer tu instinto maléfico. Es un poder
comunicado por Cristo a sus ministros, incluyendo el mandato de
ejercitarlo: “En mi Nombre arrojaréis demonios”. Y nosotros los
sacerdotes lo hacemos. En estos choques entre tu poder y el de la
Iglesia a nosotros comunicado, el balance para ti es absolutamente un
fracaso. Es una experiencia que te aplasta."
“¡Retórica!...
¡Retórica!... ¿No ves como todo el horizonte se oscurece? Espera todavía
un poco y verás como yo desencadeno un huracán... ¡Todos temblaréis
como pobres hojas, y todas serán arrancadas del árbol”´
“Veo
que conoces bastante bien la fuerza del miedo, la potencia del terror en
el doblegar a los hombres a tus deseos. La esclavitud despiadada con
que dominas regiones destruidas es invención de tu genio maléfico. Dios
nos conquista con el amor y nos impone un peso ligero, tú tienes a los
tuyos sujetos con puño de acero y con el asombro. Para que no se te
escapen, recurres a las cárceles de hierros. ¡No obra así nuestro Dios!
El terror es la fuerza de tu gobierno, que es gobierno de opresión y de
odio: ¡Tú mismo lo has dicho! Nosotros no tenemos ningún motivo para
temer tus argumentos catastróficos de fin del mundo..."
"¡Estás muy seguro de ti mismo; pero verás!”
“Podemos
temer todo de nuestra debilidad! Pero es precisamente esta debilidad la
que nos hace recurrir a Quien es nuestra fuerza! Nosotros sabemos que
en el cielo hay un Padre Omnipotente que nos ama: y es la revelación más
tierna y exultante de Jesús. Con la fe en este amor nosotros desafiamos
todos los pesimismos que puede inspirarnos la visión de un mundo tan
horriblemente descompuesto por ti. Desafiamos todos los miedos que
intentas insinuarnos con tus amenazas para desplomar nuestra resistencia
al mal. Espíritu mezquino y malvado, ¡Dios está con nosotros! Mientras
que tú eres un maldito de Dios. Nosotros tenemos fe en el amor, es esta
fe la que te hace temblar, por eso recurres a todas tus artimañas para
arrancársela a las almas. Para vencerlas tienes necesidad de
desarmarlas"
"¡Cuando veáis mis milagros terroríficos...!”
“Tú
no puedes hacer nada más que simulaciones de milagros, Los verdaderos
son el sello exclusivo de Dios. Contra Él, que es el Autor de la vida,
has organizado hecatombes de muertes; te complaces haciendo millones de
víctimas con las guerras atómicas, con las ejecuciones en masa
realizadas por los policías de estado, con los abortos que llevan a una
escala ascendente que supera todos los exterminios registrados en la
historia. Pero olvidas que la muerte ha sido vencida por el Autor de la
vida. Al final de los tiempos se hará el balance entre las ganancias
hechas por Dios y tus pérdidas”.
Aquí el maligno se enfureció. Me
vino a la mente la oración del exorcismo ya usada, privadamente, otras
veces con éxito para liberar las almas horriblemente vejadas por el
maligno. Es una oración para mi uso privado, pero que siempre he
experimentado como eficaz. Es ésta:
- Señor Jesús, durante tu
vida mortal, siempre tuviste una inmensa piedad por las almas poseídas y
atormentadas por Satanás, y jamás dejaste de liberarlas con el poder de
tus palabras. Diste este mismo poder a tus discípulos y ordenaste que
lo ejercitarán, diciéndoles: “En mi Nombre expulsaréis demonios” Armados
por este Divino mandato, confiando en la potencia de tu Nombre y en la
intercesión de María, vencedora del enemigo infernal:
Yo te digo a
ti, Espíritu inmundo, que dejes en paz a esta criatura de Dios: por lo
tanto, te exorcizo en el nombre del Padre + que la ha creado, del Hijo +
que la redimido,+ del Espíritu Santo + que la santificado. Te exorcizo
en el nombre de la Bendita Virgen María + que la ha puesto bajo su
custodia; en el nombre de San Miguel Arcángel + triunfador de todos los
Espíritus rebeldes, y en el nombre de todos los Santos y Santas + que
está alma invoca con confianza.
Te ordeno, Espíritu maldito, no
yo pobre pecador, sino como sacerdote de Cristo; no por virtud mía, sino
por la de Jesús vencedor de todos los enemigos infernales, no con mi
poder, sino con el que me ha sido dado por la Iglesia; te ordeno salir
de esta criatura de Dios e irte al infierno, preparado para ti y para
tus seguidores, en el nombre del Padre +, del Hijo + y del Espíritu
Santo + Amén.-
Al finalizar esta oración esperé que el Maligno
diese algún signo de reacción pero no se hizo oír más. Me pareció salir
de un sueño atormentado. Estaba bañado en sudor, y el alma recobró
pronto dulcemente la serenidad.
Capítulo 10: Octavo encuentro
Apenas
me había dormido un poco en la siesta cuando la habitación fue inundada
de un hedor que me hizo contener la respiración. Miré a mi alrededor:
la puerta y las ventanas estaban cerradas. Era un aire fétido que se
movía como agitado por un ventilador. ¿Qué sucede? Pronto me di cuenta
de que esto significaba una nueva visita del Maligno e invoqué la
asistencia de Ella.
"¿Será acaso tu billete de presentación?”
“¡Sí!”
“No sabía que un espíritu puro se anunciase con tanto hedor"
“Apenas he soplado sobre el hedor de vuestras miserables carroñas"
"Pienso por el contrario que sea el tufo de tu esencia de pecado”
"¿No has dicho tú mismo que un espíritu no puede oler mal?"
"No es del todo así pero basta: en nombre de tu gran enemiga, ¿Qué quieres?
"Interrógame"
Me recogí un instante en mi mismo:
“Háblame de las artimañas que utilizas para seducir a las almas",
“¿Tienes necesidad de que te lo revele yo? Eres maestro en Israel “.
"Pero prefiero que me hables tú de ello, maestro de seducción”
* * *
Parecía que no se decidiese a responder: pero advertía que estaba allí.
“¡Vamos, te impongo que me respondas!"
"No
se necesita mucha habilidad para atraparos en el lazo a vosotros,
miserables. Sois tan estúpidos y tan frágiles que da vergüenza a quien
os ha amasado. Normalmente, puestos delante de lo que Él os prohíbe,
basta un pequeño empujón”.
Esto puede suceder con almas
desprevenidas, que no tienen suficiente temor de Dios, que no recurren a
los medios para vencer tus tentaciones, sobre todo si no oran y si no
tienen contacto con el Señor... ¿Pero las otras?"
“A éstas me
las como lo mismo; se necesita solo un poco más de tiempo y de
paciencia. Basta conocer los gustos, las tendencias, los innumerables
enganches que todos lleváis consigo y con los cuales os aferráis: la
lujuria, la ira, la ambición, la envidia, el orgullo, la sed de dinero,
de bienes terrenos, la maledicencia... Si supieseis los servicios que
nos hace una lengua maléfica sembradora de discordias... A las almas que
muestran mayor resistencia no me acerco jamás a ellas con un asalto
frontal. Las conquistó con maniobras y doy vueltas alrededor, o
excavando el terreno bajos sus pies, provocando las pasiones hasta
cansarlas, y llevándolas también a la desesperación. Persuadiéndolas
poco o poco de que ciertos mandamientos son imposibles: que vuestro amo
es un tirano; que tal cosa no puede ser pecado...”
"Es la artimaña que hoy estas utilizando más, demoler el sentido del pecado...”
"También
aquí mis mejores colaboradores son los sacerdotes... Si supieses cuánto
me ha costado cansarles de estar en aquellas casetas para escuchar
cantinelas!... Así finalmente he logrado que se predique que la
confesión no es necesaria, he logrado despoblar los confesonarios y
enviar un montón de gente, que es mía, a hacer grandes comilonas de
comuniones. Si supieses a cuántas meretrices, a cuantos comilones y
profanadores, ladrones y violentos les mando a recibirla "´
"Estoy
convencido de que generalizas demasiado y que contra tantos que caen en
esta trampa, hay tantos que huyen de ti, especialmente si son almas que
oran y se esfuerzan por vivir en Gracia".
Una pausa muy larga: «¿No es verdad que el arma de la oración te da miedo y que en tus asaltos te hace retirar avergonzado?".
"Debo
admitirlo: pero contra aquellos que usan la oración no los atacó jamás
de frente. Busco poco a poco y de todas maneras posibles, molestar su
oración, distraerles con mil tonterías, llevarles lentamente a la
náusea. Mientras tanto intensificó contra ellos mis tentaciones. A la
vez buscó convencerles que Él no les escucha, que es inútil la oración,
porque aún no ha perdonado ciertos pecados pasados, porque se ha abusado
demasiado de su Misericordia... “.
“La vieja trampa: primero
haces caer a las almas en el pecado persuadiéndoles de que no es
pecado, y que Dios perdona todo; después de haberles hecho caer, les
restituyes la vergüenza para no confesarse por lo que han hecho, haces
revivir el sentido del pecado y lo agrandas hasta hacer creer que para
ellas no hay perdón. Primero la presunción, después la desesperación:
dos vías óptimas para perjudicar a las almas".
“Es un truco que da resultado...”
“¡Sin
embargo la Misericordia de Dios es infinitamente más grande que tus
artimañas y que tus conquistas momentáneas. Las almas le han costado la
sangre de su Hijo y conoce infinitos caminos para encauzarlas a su
dominio!".
* * *
"Hay que ver cuanto exageras pensando en eso de la Misericordia”
En este momento fui yo quien tomé una pausa de tiempo.
"Esta
es una de tus insinuaciones más diabólicas y la más mentirosa. Sabes
que Dios nos ama infinitamente, que una sola gota de la sangre de Jesús
basta para lavar todos los pecados del mundo, que nosotros podemos pecar
por falta de confianza en su Misericordia, pero jamás por haber creído
en su indulgentísima bondad. Para ti no hubo ni habrá jamás perdón; para
nosotros siempre; basta que no lo rechacemos tenazmente,
consciente-mente, hasta el último instante. Él, antes de dejar un alma
en tus manos, usa todos los recursos de su amor, que son infinitos.
¡Todo esto lo sabes, lo experimentas en todo momento y la omnipotencia
de este amor gratuito y redentor que Él tiene por nosotros es el
infierno de tu infierno!".
“Eres el abogado de una causa muy
mal presentada. Tú dices que él es omnisciente, mira dónde llega su
perfidia, su cínica crueldad... sabe que muchos de vosotros seréis míos,
lo prevé, sin embargo los crea, ¿Por qué los crea?, ¿para quién? ¡Para
mí! "
“He aquí otra artimaña con la que buscas embaucar a las
almas. Me basta creer firmemente en el Amor para rechazar estas
insinuaciones. Dios nos ha creado por Amor. Nuestro destino es el de
Vivir el Amor en Dios ocupando los puestos de los que tú y los tuyos
habéis sido arrojados. Para eso nos ha redimido y nos ofrece todos los
medios para alcanzar su redención. Sin embargo Dios respeta siempre
nuestra libertad, por eso no coarta a nadie para que acepte su
salvación... Pero en sus manos dispone, con su Bondad, inimaginables
caminos para inducir también a las almas rebeldes a la dócil aceptación
de su Gracia".
"Ahora eres tú quien estás filosofando”.
"Déjame
decir: El don de la libertad confiere al hombre un valor y una dignidad
inviolables, tal es, que si alguno abusara de ellos... Dios ha querido
antes correr el riesgo de dejarlo libre y aunque voluntariamente
quisiera perderse, Él nunca le privaría de su libertad. Es el hombre el
que no quiere dar a Dios su amor, no es que sea Dios el que no quiera
Amar al hombre, como tú quieres presentar. Dios es puro Amor en todos
sus actos, si no, no sería Dios.
* * *
“¡Tú no quieres responder a mi objeción!...”
“¡Eres
tú quien no quiere comprender! La libertad la Misericordia, el
sufrimiento, especialmente la muerte de su Hijo, la comunión de los
Santos, su Gloria eterna son tales bienes que justifican por sí mismos
el permitir la posibilidad de la perdida voluntaria y obstinada de
algunos malvados que libremente decidan meterse y colocarse en tu
bando”.
“Tú deliras y no me dejas hablar… Has dicho que Él ha preferido correr el riesgo de la perdida... “.
"Sí,
lo he dicho. Pero Él ha hecho todo lo que era posible para atenuar,
para alejar ese riesgo. Él podía, es verdad, recurrir a su Omnipotencia
eliminando además el argumento de tal riesgo. Pero Dios no se comporta
como vuestros tiranos, que cuando no pueden doblegar una voluntad, la
matan. Él no es el Dios de muertos, sino de Vivos. Él no ha querido
privar a los obstinados de su libertad de elección. Ha tenido hacia
ellos un respeto infinito. Pero, repito, para impedir la trágica
posibilidad de su ruina, ha hecho todo lo que Divinamente era posible".
"Te comportas en tus delirios corno un viejo escolástico...”
“¡Acepto!
desde el momento en que Dios nos ha amado hasta el punto de darnos la
Sangre y la Vida de su Hijo, no hay objeción alguna posible contra la
inmensidad y la universalidad de su Amor. Es verdad que al mismo tiempo
en que nos hacía tan gran don, veía a aquellos que habrían rechazado Su
salvación. Y sin embargo los creó igualmente; obró en su Omnipotencia
operando la Creación, conociendo aquella parte de los que, a pesar de su
Amor, le rechazarían obstinada y voluntariamente. ¡Misterio adorable!
Sin embargo, te baste saber a ti, misterio de iniquidad, que si no
hubieras vertido sobre la humanidad las cataratas del mal y del pecado,
nosotros los hombres no habríamos podido ser capaces de conocer hasta
qué punto nos ama Dios. La Iglesia - repito - paradójicamente nos hace
cantar: "¡Oh feliz culpa la de Adán!"
“Y aún así me ganaré a la mayor parte de las criaturas tan amorosamente redimidas por Él”.
“¿La
mayor parte? ¡mientes! La sangre de Cristo tiene tal eficacia Salvadora
que tu no puedes ni podrás lanzar desafío semejante al Amor de Dios.
Esta sangre ha sido esparcida sobre todos los hijos de Adán, sin
exceptuara ninguno. Ella tiene el poder de llegar, por caminos
misteriosos, a todas las almas creadas. Dios -repito - te deja sólo
aquellos que voluntariamente han escogido estar contigo. Es para tu
mayor castigo. Porque su compañía no atenúa, sino que aumenta
inmensamente el peso de tu condena. ¡Para toda la eternidad!".
Desde entonces mi interlocutor - durante bastante tiempo - no se hizo vivo.
Capítulo 11: Noveno
La
ocasión, más rara que única, de encontrarme con semejante personaje
inició en mí la curiosidad por conocer cada vez más su manera de ser.
Varias cosas habían sido ya dichas, pero habían sido sacadas en cada
ocasión con la habilidad del sacamuelas, especialmente cuando se trataba
de arrancarle una verdad, y esto se había hecho siempre recurriendo a
la Omnipotente intervención de Ella, que le obligaba a responderme.
Comprendía
que no era tan fácil preparar una serie de preguntas y provocar las
respuestas. Sin embargo un día después de haber orado mucho, a la
primera percepción de su presencia, intenté comportarme como si fuese un
juez inquisidor.
Con esta intención, antes de que él introdujese sus discursos, le puse esta pregunta a quemarropa:
“¿Qué
piensas de aquellos que son o parecen muy inteligentes y sin embargo
niegan la existencia de Dios y la de vosotros, los ángeles rebeldes?"
Con gran sorpresa para mí respondió:
“Son sólo unos insensatos”.
Inmediatamente lo cogí con la pregunta: ¿Qué piensas de aquellos que niegan tributo a Dios con la voluntad?».
Comprendió inmediatamente que aludía especialmente al hecho de su negación demoníaca, y respondió:
"Habíamos querido reivindicar nuestra libertad respecto a él”.
“¡Explícame
que significa esto! Seres como vosotros, que delante de Él sois nada,
qué ventajas podríais sacar con estas reivindicaciones".
En vez
de responder, le escuché emitir sonidos como los de una bestia
cruelmente torturada. Claramente me hizo comprender que no insistiese
sobre este argumento. Comprendí que su respuesta no podría ser sino
trágicamente negativa y representaba una tortura que rechazaba
manifestar.
* * *
Después, pasando a los sufrimientos
que inflige a tantas pobres criaturas, también inocentísimas, de las
cuales en ocasiones toma posesión le pregunté:
“¿Cómo te atreves,
con almas que son ejemplo de Dios, tabernáculos de Cristo, habitación
de toda la Trinidad? Son seres que Dios ha creado para Sí, y habitando
en ellos se hace una sola cosa con ellos... ¿Cómo puedes hacer esto?".
Respondió de inmediato:
“Tú
te enterneces ante los tormentos que inflijo a estos seres; pero no
reflexionas en lo que sufro yo... Y al hecho mismo de que atormento a
estas criaturas"
“¿Qué satisfacciones consigues?"
“Te
lo he dicho ya: ¡Ninguna!... Nosotros no ganamos nada al infligir el
mal... Nosotros nos encontramos como sobre una arena movediza: cuanto
más obramos el mal, más nos hundimos”.
"Entonces, deja de
atormentar a estas pobres criaturas y vete a tu morada... Mira como
también para ti Dios te ha preparado una casa...”.
"No es una morada; es un estado que nosotros mismos nos hemos procurado”.
“Tienes
razón. Dios en su bondad, creándote, no podía predestinarte a un estado
semejante. Bien dices que lo habéis hecho vosotros mismos. Por culpa
vuestra habéis llegado a ser vasos de la ira y de la justicia de Dios.
De esta manera mientras nosotros alabaremos su Misericordia toda la
eternidad; con el mismo Hosanna, Hosanna, Hosanna cantaremos la Justicia
usada con vosotros".
“¡ Qué sádico eres !”.
Fue una respuesta inmensamente reveladora, que me heló dejándome profundamente pensativo.
¡Qué
grande debió ser la malicia del pecado de los Ángeles, si Dios, que es
tan infinitamente Bueno, los ha golpeado con tanta Justicia!
* * *
En
este momento me vino a la mente volver a la pregunta sobre las
relaciones que los demonios y los condenados tienen entre sí en el
infierno: ¿Se conocen, se hablan según nuestro modo de entendernos, se
hacen compañía?
También esta respuesta fue tremenda:
"Cada
uno de nosotros es un solitario... Concentrado solamente en la amargura
de su propia condenación... En una angustia sin fin... Cada uno tiene
su infierno, y es su infierno para la eternidad”.
Repetía la respuesta ya dada en otra ocasión. Yo rebatí:
“No comprendo cómo podáis decir que sois solitarios cuando sois tantos ángeles caídos que estáis juntos".
"Es
así, porque cada uno se ha separado de la unión con nuestro enemigo. La
completa separación de él comporta nuestro completo y recíproco
aislamiento de las criaturas que giran en tomo a él. Nosotros sentimos
esta atracción, pero somos excluidos de su fin con una violencia
irreversible. La atracción hacia él es regulada por una ley de amor de
la cual hemos sido echados fuera y así permanecemos cerrados en la
soledad del odio... El odio es nuestro elemento, nuestra fuerza y
procuramos extenderlo por todas partes. Queremos introduciros en él a
todos vosotros, marmotas humanas. Hoy nos servimos del odio de razas,
del odio de clases, del odio de ideologías. Y desencadenamos con esto
ciclones de catástrofes, hacemos verter ríos de sangre. Todos los
instrumentos de comunicación están en nuestro poder para la
destrucción...”
«Bien veo que vivís de esto... ¿Pero cuándo
Dios ponga fin a la historia?... ¿Cuándo el retorno de Cristo traiga su
triunfo final?..
La pregunta quedó sin respuesta
Capítulo 12: Décimo encuentro
"Este
es el último encuentro al cual soy obligado a tener contigo... Pero
esto no quiere decir que no pueda haber cualquier otro decidido por mi
propia iniciativa y sin ciertas cautelas impuestas por aquella odiosa
tirana... Te podré siempre coger por sorpresa y cuando menos te lo
esperes... Tienes ya demasiadas cosas que pagarme... No creas que he
olvidado las rociadas de agua bendita que me has tirado encima para
alejarme de aquél tal...”
Este discurso explotó de improviso y
amenazante, sin los acostumbrados signos premonitorios, mientras - ni
que lo hubiera hecho aposta - estaba leyendo un pequeño libro llamado
L’Era del diávolo de un autor alemán, Antonio Bohm.
El tono de mi
interlocutor era, como siempre, fuerte y arrogante; también esta vez
hablaba con aire de gran señor que dispone de todo, aunque es apenas el
miserable ejecutor de cuanto le es permitido.
«Es el último
encuentro, has dicho, y espero que sea en verdad así. Mientras agradezco
a Ella que ha estado siempre cercana a mí, como lo estará también en
los encuentros por sorpresa con que amenazas prepararme. Para decirte la
verdad, tenía ya demasiado con tus fanfarronadas y con todas tus
bravuconadas con las que pretendes hacer temblar al mundo... también
creo, y ya te lo he dicho, que el Señor podrá permitir un tiempo grande
de prueba para su Iglesia... Pero sucederá todo bajo su dirección y para
librarnos de la suciedad que has acumulado en ella... Serás, también
esta vez, su encargado de limpieza... Si habrá víctimas, como es
previsible, servirán para hacer más bella y más santa a su Iglesia."
"Eres
demasiado irónico y seguro, tu... espera a que sucedan los hechos.
¡Estoy preparando cosas terribles! ¡Escenas de destrucción y de sangre
jamás vistas! Sobre los pináculos de vuestras Iglesias, en vez de la
cruz, ondeará mi estandarte. "
“Ya nos lo han predicho
también esto almas inspiradas. Pero quizás será tu último desfile como
"príncipe de este mundo". Después intervendrá Él y todo se derrumbará
sobre ti y sobre tus secuaces.”
"Te equivocas. Sin embargo,
empieza mi época. Triunfará mí poder de destrucción. Me presentaré a los
hombres sin máscara; me presentará tal como soy, para que todos
tiemblen ante mi presencia “.
“¡Que va, bufón! Ni siquiera
tú, como tantas otras veces, crees en lo que estás diciendo. Tú sabes
bien quien es Dios. Tú sabes que Él no abandonará jamás a la humanidad a
tus diseños grandiosos de destrucción. Te permitirá solamente aquello
que servirá para castigarla por sus traiciones, y purificarla de sus
culpas en las que tú la has metido, pero no más de esto..."
“¡Ilusiónate,
ilusiónate... La humanidad se está preparando por si misma, gracias a
mis inventos ya mis iniciativas, a este suicidio universal. La bomba de
cobalto, la de uranio, los productos radioactivos de la energía atómica,
pulverizarán todo, en pocos instantes; todo germen de vida será
destruido...”
«Así tú reinarás sobre un inmenso cementerio,
serás el rey de los muertos; mientras el nuestro es el Dios de los
vivos; por eso os deja vivir también a vosotros, ángeles rebeldes... Os
deja porque debéis ser los testigos de su triunfo sobre vuestra loca
rebelión... Os deja para que nos contempléis durante toda la eternidad a
nosotros los hombres, - una naturaleza inferior a la vuestra pero
Divinamente transfigurada por la gracia de Cristo, - gozando de la
bienaventuranza que vosotros perdisteis para siempre."
“Este
cambio os quema por la eternidad. Expulsados de la Civitas Dei, habéis
trabajado duro para construir la civitas diaboli, una efímera
construcción de papel pisoteado. Puestos en fuga por Cristo, os habéis
dado un Anticristo, una caricatura del Hijo de Dios para destruir sus
obras e imitar de manera ridícula su potencia”.
“¿Por qué no dices antagonista?"...
“¡Te
daría demasiado honor! Antagonista es aquel que lucha con su adversario
combatiendo a cara descubierta. Tú, con Él, ni siquiera se te ocurre,
porque sabes que es infinitamente más fuerte. Sin embargo, con nosotros
tienes que recurrir al engaño, a la mentira; con los ingenuos te
presentas como una superpotencia; con los inteligentes intentas borrar
tus huellas, necesitas trabajar de incógnito, recurres a la astucia de
no hacernos creer el ser maléfico que en verdad eres. Todo lo que
consigue hacerte pasar desapercibido, lo pones en marcha recurriendo a
mil astucias. También has logrado persuadir a las inteligencias más
vigilantes para que no vean nada de malo en todo lo que el hombre puede
hacer. El delito se manifiesta mediante un dinamismo progresivo. El
psicoanálisis, presenta el pecado como una enfermedad, librando
aparentemente al hombre de toda responsabilidad. Los escrúpulos de una
conciencia turbada por las culpas intentan camuflarse como residuos de
tabú provenientes de viejas prohibiciones no motivadas. Por otra parte,
para convencer a los hombres de tu poder absoluto utilizas la propaganda
del terror”.
* * *
"Me doy cuenta, en todo este
discurso tuyo, que te crees un especialista de bagatelas demonológicas
con el añadido de que ni siquiera te percatas de las tonterías que tu
presunción te hace decir”.
"Quizás no logro decir todo sobre
tu ser y tu naturaleza; pero tú sabes que te conozco bastante. Sé que
para comprender tu obrar maligno tengo que recurrir a tu origen y a tu
naturaleza, tal como nos son presentadas en la Sagrada Escritura,
especialmente en el Evangelio, y en la tradición cristiana. Estas son
para mí las únicas fuentes fidedignas: Las únicas para comprender el
origen del mal; eras una criatura predilecta de Dios y has llegado a ser
un rebelde; eras un ser de luz y ahora eres espíritu de las tinieblas.
Esto eres tú. Puedes camuflarte con todas las artimañas. Tus
características son éstas: Una criatura perdida para siempre, un ser sin
redención".
“¿Has dicho todo?”.
"Creo, sin
embargo, haber dicho demasiado poco. Ni me importa saber más. Tengo
suficiente para odiarte y estar en guardia contra todas tus tretas. Y
sobre todo para orar, orar mucho por todos los que ceden a tus engaños.
Pero en esto sé que no estoy solo. Están conmigo millones de almas que
luchan contra ti. Está con nosotros Jesús. Está también su Madre
Bendita".
“Tenemos, sobre todo, en nuestra mano la facultad de
renovar cada día el sacrificio redentor de Cristo: Basta esto sólo para
destruir totalmente tu efímera potencia. Basta una Misa para arrebatarte
millones de almas".
“Siempre las mismas tonterías. No me has permitido decirte todo lo que quería. Hablarán los hechos, te lo repito. "
Ya
te lo he dicho: No te tengo miedo. Está con nosotros Él, que es más
fuerte que tú, y sólo para tu mayor castigo no te destruye totalmente.
Si nos tocará sufrir, lo bendeciremos. A cambio de los sufrimientos de
aquí, Él nos prepara un premio que te hará temblar de envidia. Para ti
será sólo el peso de tu condenación, el fuego inextinguible de tu
orgullo y al final de los tiempos la trágica imposibilidad de poder
continuar haciéndonos el mal y la envidia torturadora al sabernos
bienaventurados para siempre en el paraíso, por ti perdido".
Capítulo 13: Conclusión del acontecimiento
En
la conclusión de este acontecimiento sucedió un hecho insólito. Llevaba
ya varios días con mi ánimo en la necesidad de ir a dar gracias a la
Virgen ante su imagen en la que había experimentado el impulso para
escribir estos "encuentros” y por haberlos podido realizar con Su
protección, que me puso a seguro de cualquier posible superioridad del
Enemigo. Así es que una tarde fui a la iglesia donde aquella querida
imagen es venerada en Roma y arrodillado a sus pies comencé a darle las
gracias.
A los pocos minutos, proveniente de la primera fila de
los bancos, donde estaba también ella orando, se me acercó la muchacha
de la vez pasada.. Me impresionaron también ahora sus ojos luminosísimos
y dulces y su sonrisa excepcionalmente encantadora.
“Eh, ¿ha quedado contento de haber obedecido?”.
“Perdón, señora...”
"No, señorita”.
"Podría decirme, señorita, ¿quién es Vd?.
“Mi nombre no importa, déjelo así le ruego que no le busque. Le digo que estoy contenta de que Vd haya obedecido".
“Se ve que está muy interesada en este asunto".
“Sí,
muchísimo. Ahora se lo digo." Entonces cogí una silla que tenía cerca y
me senté a su lado, en un ángulo apartado, y ella comenzó a hablar con
voz baja y calmadamente me dijo:
Quería decirle que ha hecho mucho bien al escribir esa entrevista.
Comprendo
que pocos le creerán, pero es necesario no callar El enemigo recurre a
todo tipo de argucias para no hacerse descubrir. Quiere trabajar
escondido. Y lo logra.
Ustedes, los sacerdotes, deben
desenmascararle. El Señor les concedió contra el demonio un poder
especial del que no son conscientes… Él tiene un miedo terrible de
ustedes, sacerdotes. Por eso les odia más que a los demás, les rodea,
les tienta y les hace caer. Son muchas las víctimas que va haciendo
entre ustedes.
Y pensar que son muchos los sacerdotes que no
creen en su presencia, ni en sus obras. Hablan de él por diversión, por
burla, y no piensan que se trata de su enemigo capital.
¡Es
una situación triste! Vd. No se preocupe de lo que digan sobre lo que ha
escrito. Déjeles reír. Muchos son instrumentos suyos y no se dan
cuenta. Obedecen sus órdenes pero Dios les observa. ¡Si viese qué
horror, qué repugnancia dan ciertas almas de sacerdotes, llenos de
orgullo, de impureza, de rebeldía y sembradores de escándalos! Si Dios
les concediera ver su alma, aunque solo fuese por un instante y mirarse
al espejo! ¡Se han dejado arruinar por su enemigo y no creen en él!
¡Dios mío, qué horror!
Vd confíe su escrito a manos de Ella y
no se preocupe. La gracia de Dios podrá servirse de estas páginas para
iluminar tantas almas Y esto tiene un gran mérito. Dios le bendiga”.
"Muchos me ridiculizarán".
"No le preocupe”,
Aquí la muchacha, con la cara de nuevo sonriente, se levantó, hizo una genuflexión hacia el altar, me saludó y se fue.
Me
quedé con la impresión de haberme encontrado con una de aquellas almas
escondidas, pero muy queridas por Dios. No es una persona creada por mi
fantasía. Está viva y es verdadera.
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