Herejías – Sacerdotes Homosexuales – Cambios en la Liturgia
– Matrimonios Gay -Pederastia – Seminarios Infiltrados – Misas Inválidas –
Cuestionamientos al Papa -- Neo-protestantismo - Intercomunión sacrílega - Novus
ordo –
Negación de las verdades de Fe
¿Qué está pasando en la Iglesia Católica?
Estimados lectores,
les presentamos un compendio de artículos, bastante extenso, en donde tratamos
de englobar, en opinión de expertos, la situación por la que atraviesa nuestra
Iglesia Católica en estos momentos. Donde todo parece apuntar al cumplimiento
de los predicho por Nuestro Señor Jesucristo, en los tiempos finales de esta
generación:
La Gran Apostasía.
Quizá su lectura sea
pesada, pero le rogamos su esfuerzo para que pueda sacar sus propias
conclusiones.
Todos somos Iglesia,
es cierto, pero que tan atentos estamos ante tantos acontecimientos que se
están dando en sucesión y que nos hablan de una crisis cada vez mas grave de
los verdaderos valores de la Iglesia fundada por el mismo Jesucristo.
“El Evangelio habla de un tiempo
en el que apenas habrá fe en el mundo, y el Apocalipsis se refiere a ese tiempo
mediante determinados símbolos, como la Gran Apostasía, las Bestias del mar y
de la tierra, la Gran Babilonia, el Anticristo, el Signo de la Bestia, etc. Ese
tiempo, según la Escritura, marca el fin de la historia tal como la conocemos,
y se cierra con un acontecimiento de índole espiritual que supone la conclusión
de esta historia y el comienzo de algo nuevo y radicalmente distinto.
Un primer elemento clave para la
comprensión de este tiempo es el llamado Nuevo Orden Mundial. Desde hace ya
varios siglos, especialmente los cuatro últimos, la humanidad en su conjunto,
especialmente en lo que llamamos “mundo Occidental”, ha iniciado una carrera
dirigida a prescindir de Dios y de toda trascendencia, considerando que el
hombre es autónomo y auto-suficiente, que no necesita de una instancia superior
a sí mismo, y que el dominio de la naturaleza que le proporciona su conocimiento
científico y tecnológico le permite controlar el mundo y la historia por sí
mismo. Dios ha pasado a ser considerado un estorbo para la libertad del hombre,
y el hombre ha decidido prescindir de Él, negando incluso su existencia, para
construir un mundo a su propia imagen, un Reino del Hombre en la tierra.
Todas las grandes corrientes de
pensamiento de los últimos cuatro siglos han ido en esa dirección, y han
conseguido en gran medida unificar la mentalidad de los hombres a partir de sus
principios. La reforma protestante del siglo XVI, fundamentada a su vez en el
nominalismo de los siglos XIV y XV; la Ilustración del XVII; el idealismo del
XVIII; el romanticismo, el racionalismo, el positivismo, el marxismo y los
nacionalismos del XIX, por citar sólo las corrientes principales, han conducido
a la humanidad a la ilusión de poder prescindir de Dios para crear ese Reino
del Hombre, en definitiva, a la deificación del Hombre.
Durante la primera mitad del
siglo XX, esta gran tendencia se ha concretado en un proyecto, el llamado Nuevo
Orden Mundial (NOM). Este proyecto persigue la creación de un gobierno mundial
único y de una religión universal que sustituya a todas las religiones
existentes. Para ello es necesaria una homogeneización de la humanidad, lo cual
implica destruir las identidades culturales, especialmente nacionales y
religiosas. Ello exige también el control de la mayor y más influyente
organización mundial, la Iglesia Católica, para ponerla al servicio del
proyecto como cabeza de esa nueva religión, en la que no habrá Dios ni
transcendencia. Será una mezcla sincrética de ecologismo, naturalismo y
misticismo oriental, un humanismo religioso en el que el único “dios” será la
humanidad.
Como es evidente, se trata de un
proyecto sumamente complejo, que requiere la utilización coordinada de muchos
instrumentos distintos y de una “dirección” centralizada. Tal gobierno no
implica necesariamente la existencia de un aparato u organización política
visible. Basta simplemente con que los gobiernos de las distintas naciones se
sometan a sus directrices, y para ello debe contar con un poder suficiente para
someter a esos gobiernos. Ese poder es el financiero.
Hoy escuchamos cada día
manifestaciones de destacados miembros de la jerarquía católica que hubieran
sido inimaginables hace unos años, y que se alinean con las políticas del NOM.
Un alto cargo de la jerarquía pone en duda la veracidad del Evangelio, con el
surrealista argumento de que “entonces no había grabadoras para saber lo que se
dijo en realidad”; se rinde homenaje a Lutero como “gran testigo del
Evangelio”; la exhortación apostólica Amoris laetitia pone en cuestión la indisolubilidad del
matrimonio y provoca enfrentamientos e interpretaciones divergentes en todas
las diócesis; la nueva Academia Pontificia para la Vida justifica el aborto
terapéutico y el uso de anticonceptivos en ciertos casos; obispos alemanes
justifican el aborto y elogian a organizaciones abortistas; se revela la
existencia de un lobby abortista en el Vaticano; se hacen declaraciones
ambiguas sobre el fine vita;
notorios pro-abortistas y partidarios del control poblacional conferencian y
son homenajeados en el Vaticano; obispos canadienses justifican la eutanasia;
se abre a debate el fin del celibato y la ordenación femenina; se declara que
el Islam es una religión de paz y que conduce al cielo, lo que descoloca a los
ex musulmanes convertidos, que exigen coherencia; se niega el derecho de la
Iglesia al proselitismo; se ataca la Humanae Vitae; obispos alemanes defienden la bendición a las
uniones homosexuales; un poderoso lobby gay se manifiesta a todos los niveles;
se defienden las políticas de inmigración indiscriminada; el Vaticano se alinea
con las políticas de la ONU; se hace política en vez de evangelizar; se cortan
de raíz las voces discordantes; se justifican comportamientos corruptos; se
alaban regímenes políticos corruptos y se capitula ante ellos…
Si bien todas estas acciones
revelan la presencia en las estructuras de la Iglesia de poderes encaminados a
debilitar sus fundamentos, existen, además de todo lo anterior, dos aspectos de
particular gravedad. Uno de ellos es la llamada “misa ecuménica” o
“intercomunión”, que sería la punta de lanza para acabar con la Misa Católica y
en cuya preparación un comité podría haber estado trabajando. Consistiría en un
“servicio religioso” conjunto entre católicos y protestantes, en el que se
suprimiría la Consagración, y por tanto la presencia real de Cristo, y se
“comulgaría” con formas sin consagrar. El otro aspecto particularmente
preocupante es el creciente debate sobre la colegialidad, encaminado a
debilitar la autoridad de la Sede Petrina en favor de la autonomía de los
obispos, terminando en último término con el gobierno monárquico de la Iglesia.
El papa sería un obispo más y la autoridad recaería sobre el conjunto de los
obispos. El Colegio de Cardenales trabaja en un proyecto de
“descentralización”, con el objetivo de dar más poder a los obispos en
detrimento de la autoridad del papa.
El NOM se introduce de esta
manera en el corazón de la Iglesia, y no puede descartarse que, de este modo,
llegue a apropiarse del propio vértice de la pirámide, de la misma Cátedra de
Pedro, poniendo el papado a su servicio. En definitiva, este puede ser el
terrible contenido del famoso Tercer Secreto de Fátima y el motivo por el cual
no ha sido nunca revelado en su totalidad.
Si ello sucediese, supondría que
los católicos se verían obligados a renegar de sus creencias y adoptar las
correspondientes al nuevo sincretismo universal. De hecho, no sólo los
católicos, sino toda la población mundial, se vería obligada a adoptar los
principios del NOM, lo cual probablemente no resultaría difícil, puesto que la incesante
labor de los medios de comunicación de masas, de los partidos políticos y
organizaciones diversas durante decenios, ha preparado ya a la población para
asumir pacíficamente esos principios, muchos de los cuales están ya
introducidos hasta tal punto en las conciencias que ni siquiera son
cuestionados. La fe religiosa casi ha desaparecido en muchos países
occidentales; el aborto, la eutanasia y el homosexualismo político son
aceptados por una enorme parte de la población. El relativismo moral es lo más
común en occidente, y nadie se pregunta por qué, en vez de dedicar tantos
medios a facilitar la inmigración, no se dedican a hacer posible el regreso
pacífico y en condiciones aceptables de toda esa gente a sus países.
Revisado este panorama global del
mundo de hoy, no resulta aventurado establecer algunas correlaciones con lo que
las Escrituras nos relatan sobre “los últimos tiempos”. Difícilmente
encontraríamos algo que corresponda mejor a la figura del Anticristo que ese
poder que hemos llamado Nuevo Orden Mundial, que se propone destruir el legado
de Cristo y dominar el mundo en nombre de un principio totalmente mundano. El
Anticristo no tiene por qué ser una persona; puede llegar a serlo, si ese poder
del NUEVO ORDEN MUNDIAL se llega a concretar en un individuo, cosa que puede
perfectamente suceder. Pero, mientras tanto, el propio NOM es la figura
paradigmática del Anticristo.
Y nada más adecuado para encarnar
esa Gran Apostasía que la propia Iglesia y su vértice puestos al servicio del
Anticristo. ¿Qué mayor apostasía puede haber que la Iglesia sirviendo a su
enemigo?
¿Y respecto al Signo de la
Bestia? Recordemos que la Bestia marcará con su signo a los hombres en la mano
y en la frente, y los que no tengan el Signo de la Bestia no podrán comprar ni
vender, según declara el Apocalipsis. Pues bien, ¿qué mejor signo que la
aceptación de los principios del NOM y de su nueva religión? ¿Y qué puede ser
más fácil que aceptarlos para una humanidad ya preparada culturalmente para
ello, si, además, el NOM promete paz, riqueza, bienestar y seguridad para
todos, se presenta como la cumbre del humanismo, del amor a la humanidad, y nos
ofrece un paraíso, un Reino del Hombre en la tierra?
El Anticristo debe ser un
seductor, porque debe atraer hacia sí a toda la humanidad. No puede presentarse
con cuernos, rabo y oliendo a azufre, sino envuelto en benevolencia y
maravillosas intenciones. Y así se presentará el NOM cuando llegue el momento.
Será ecologista, conservacionista de la naturaleza, cuidará el clima, amará a
los animales, será bondadoso y profundamente humanista… Pero hará desaparecer a
Dios de la perspectiva de los hombres.
¿Y quien no acepte ser “marcado”
con el Signo de la Bestia? ¿Quién no acepte los principios del NOM? ¿Quién
pretenda mantenerse fiel a su herencia recibida, al catolicismo bimilenario?
Pues ese “no podrá comprar ni vender”; será marginado, apartado, perseguido y,
finalmente, tal vez expulsado, encarcelado, matado. De modo que lo más fácil
será dejarse “marcar” y vivir tranquilo, y lo más difícil será negarse a ser
“marcado”. Probablemente, la inmensa mayoría de la humanidad llevará esa marca,
y sólo una ínfima minoría seguirá siendo fiel a Cristo y a su Iglesia
auténtica, en la marginación, en el exilio o incluso en la muerte.”
El manejo de la eucaristía: el problema
más grave
(1) Todo ser humano
que haya experimentado con un objeto comestible con un producto molido de base,
sabe que es natural que se desmigaje en el proceso de consumirlo: panes,
obleas, galletas, bizcochos, tortillas, nachos – sin importar qué, se
desmigaja.
(2) Los católicos
creemos que el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor
Jesucristo están verdaderamente presentes en cada una de las especies
consagradas, y en cada uno de los diminutos fragmentos de las mismas y por
completo.
Debido a (1) y (2),
tradicionalmente la Iglesia ha sido extremadamente cuidadosa en la distribución
de la sagrada comunión. Eso implicaba reducir al mínimo imaginable la
posibilidad de que un fragmento del Cuerpo de Cristo, incluso el más pequeño,
fuera profanado o perdido – y significaba que solo el celebrante tocaba el
Cuerpo de Cristo, que todos los fragmentos eran controlados en el altar, y que
todos los gestos de la distribución de la eucaristía por manos del sacerdote (o
diácono) a ministros y fieles aseguraban que ningún fragmento podía
desaparecer. (Y ese mismo proceso se realizaba bajo las dos especies en
Oriente, con una evolución un tanto diferente, pero con el mismo resultado:
manos consagradas distribuyendo la eucaristía para minimizar la pérdida o
derrame y bajo un estricto control.)
Lo que hicieron las
innovaciones tras el Concilio fue inculcar a los católicos la idea de que los
fragmentos del Cuerpo de Cristo no importan – y sería absurdo limitar
esto a la aborrecible práctica de la comunión en la mano; no, no se trata solo
de una cuestión de respeto, sino de la creencia de que el mismo Dios está
enteramente presente en cada uno de los fragmentos de las especies consagradas;
y la comunión en la mano es solo un aspecto de ello. De hecho, todas esas
concesiones para la distribución por personas diferentes a la de las manos
consagradas, que no se purifican antes y después de la distribución de la
eucaristía, el uso de todo tipo de “recipientes”, y asuntos relacionados – ocurriendo
miles y miles de veces por día alrededor del mundo –conducen inevitablemente al
abuso. O antes bien, SON un abuso.
Todos los demás
problemas de la nueva misa están íntimamente relacionados con este, el más
grande de los problemas. Si la sagrada liturgia es “la cumbre a la cual tiende
la actividad de la Iglesia” (SC, 10), el manejo del Cuerpo de Cristo por parte
de personas no ordenadas es la fosa desde donde fluyen ontológicamente todos y
cada uno de los abusos litúrgicos. Porque si Dios presente en el Santísimo
Sacramento es tratado como “migajas” y “polvo”, entonces la realidad se esfuma
y todo lo que permanece, en apariencia, son simbolismos vacíos y ridículos – y
no sorprende que la gente no los respete, los modifique a su gusto, y espere
que ellos se adapten a sus propias preferencias.
Negación de las verdades de Fe
Sobre la inmutabilidad
de la Verdad de Fe, el Magisterio y la Teología
https://gloria.tv/article/CUNruL2SYfEi3sLZRun6HFiB8
1. Como motivo principal para plantear y difundir muchos de los errores
actuales, suele aducirse la necesidad de acomodar la exposición de la fe a la
"mentalidad del hombre moderno", a las circunstancias culturales de
la época, etc. No se trata en la mayoría de los casos, de un simple intento por
explicar o exponer mejor la doctrina, sino de algo que responde a una arraigada
actitud de espíritu -análoga a la reprobada por San Pío X en la condena del
modernismo-, alimentada por diversas variantes de la llamada filosofía moderna.
2. Se afirma que toda la fe ha de ser "constantemente repensada y reformulada, para que pueda estar abierta a las exigencias de la historia". En el fondo de esas pretensiones, se encuentra un grave error sobre la noción misma de verdad, que sigue a la correspondiente pérdida del sentido de la realidad independiente de la conciencia del hombre. La negación de la metafísica está, de hecho, a la base de la mayoría de esos planteamientos. Reducido el ser a acción humana (ya sea de tipo idealista o materialista), la verdad sólo se considera como "resultado" de esa acción: ya no tendría sentido "conocer la verdad", sino "verificar una teoría, haciéndola". De ahí que se haya escrito: "A través del futuro, la verdad no se identifica con el pasado o con la continuidad del presente, sino con la novedad emergente a través de la acción"; y, por eso, dirán que "el cristianismo no es un conjunto de verdades, sino el seguimiento de Cristo que en cada época, habrá de tomar expresiones ideológicas diversas"; etc., etc.
3. No es de extrañar que esas actitudes acaben por encontrar una fuerte afinidad con el marxismo (cuando no parten ya de él), que sería la ideología verificada (hecha verdadera) en esta época por la acción revolucionaria en la historia. También conecta bien esa actitud con un “antropocentrismo téológico”, según el cual hablar de Dios es otro modo de hablar del hombre.
4. Otras motivaciones son más burdas, y pretenden justificarse acusando a la Iglesia (al Magisterio principalmente) de haberse equivocado en sus enseñanzas; de haber "cosificado" la fe en una serie de proposiciones abstractas, olvidando la esencia "carismática" del seguimiento de Cristo. Otras veces, la acusación será de haber construido una "ideología" conservadora al servicio de las clases dominantes.
5. El resultado común de todas esas aberraciones es la pretensión de "descubrir un nuevo cristianismo", ya que habría llegado la hora final de un "cristianismo convencional" (que sería el vivido hasta ahora por la Iglesia, al menos desde la Paz de Constantino). Se ha escrito, por ejemplo, que hay que presentar al mundo un "cristianismo del rostro humano" (una irreverente y absurda comparación con el llamado "socialismo del rostro humano" de la 'Primavera de Praga'; comparación sólo explicable por un penoso complejo de inferioridad ante las ideologías de moda). Es triste comprobar que todo eso se va extendiendo cada vez más, incluso a personas que desconocen o no comparten las premisas iniciales por las que se ha abogado ese "nuevo cristianismo".
6. Con esos presupuestos -y sus numerosas variantes-, se tiende expresamente a desacreditar la autoridad del Magisterio de la Iglesia, exigiendo, a la vez una "libertad teológica” que pretende para los teólogos una posición de igualdad, e incluso de superioridad, respecto al Magisterio de la Iglesia.
7. Poco a poco, van siendo más numerosas las voces que se levantan contra esta ola devastadora que azota a la Iglesia, pero todavía la situación es muy grave -y quizá haya aún de agravarse más-, y esos errores se difunden impunemente desde la prensa y editoriales oficialmente católicas, e incluso desde numerosas cátedras de universidades pontificias y otros organismos y personas que, teniendo por misión difundir la luz, difunden tinieblas.
8. No podemos dejarnos engañar; en cuestiones de fe, no caben ni "izquierdas" ni "derechas" ni "centros"; sólo cabe la fidelidad o la infidelidad. Y en todo lo demás, libertad y responsabilidad personal. A continuación, se recordarán algunas de las verdades principales acerca de la fe, del Magisterio y de la teología, que es particularmente importante tener siempre presentes y difundir en la labor apostólica. Con la humildad de sabernos capaces de ser infieles, hemos de estar vigilantes; pedir al Señor que nos mantenga siempre fieles, evitando por nuestra parte todo lo que suponga, aun de lejos, un peligro para la integridad de nuestra fe, sabiendo que "sin fe es imposible agradar a Dios" (Hebr. XI, 6); y con la seguridad y el optimismo de saber que Dios no pierde batallas.
I. LA DOCTRINA DE FE ES IRREFORMABLE, Y SOLO CABE EN ELLA UN PROGRESO HOMOGÉNEO
1. La doctrina de fe no es el resultado de la investigación de los hombres, sino el objeto de la Revelación divina. Afirma solemnemente el Concilio Vaticano I: "La doctrina de la fe que Dios ha revelado, no ha sido propuesta como un hallazgo filosófico que deba ser perfeccionado por los ingenios humanos, sino que ha sido entregada a la Esposa de Cristo como un depósito divino, para ser fielmente guardada e infaliblemente declarada" (Conc. Vaticano I, Const. Dei Filius, cap. IV: Dz 1800).
Un muy lamentable ejemplo:
Declaración del Superior
General Jesuitas:
EL DEMONIO NO EXISTE,
es una figura simbólica
Resulta que inventanos
nombres para representar el mal, la malicia o la idiotez. Tales como “diablo” o
“Superior General Jesuita”.
El Superior
General de la Compañía de Jesús, P. Arturo Sosa, afirmó en una entrevista
publicada el 31 de mayo de 2018, que el diablo es una figura simbólica para
expresar el mal.
“Los cristianos
creemos que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto Dios es
libre, pero Dios siempre elige hacer el bien porque es todo bondad. Hemos
hecho figuras simbólicas, como el diablo, para expresar el mal. Los
condicionamientos sociales también representan esa figura, ya que hay gente que
actúa así porque está en un entorno donde es muy difícil hacer lo contrario.”
¿Cuánto debe pasar
para que la Compañía de Jesús cambie su nombre por “Compañía de Satanás”?
Es mucho mejor usar el nombre de una figura meramente “simbólica” que ofender
continuamente al Santísimo Nombre de Dios encarnado, ¿verdad?
Cada día más dolorosos casos de Homosexualidad
y Pederastia, abandono del celibato.
http://www.infocatolica.com
Mons. Robert Morlino,
obispo de Madison (Wisconsin, EE.UU), lo tiene claro: la Iglesia Católica debe
renovar su tarea de señalar y rechazar el pecado, y admitir que la cultura
homosexual entre algunos clérigos ha causado un gran daño a la propia Iglesia.
«Hay una subcultura
homosexual dentro de la jerarquía de la Iglesia que está causando una gran
devastación»
Durante demasiado
tiempo hemos restado importancia a la realidad del pecado –nos hemos negado a llamar pecado al pecado– y hemos
excusado el pecado en nombre de una noción equivocada de misericordia.
«En las situaciones
específicas que tenemos mano, estamos hablando de actos sexuales
desviados, casi exclusivamente homosexuales, por parte de los clérigos. También
estamos hablando de proposiciones homosexuales y abusos contra seminaristas y
sacerdotes jóvenes por parte de poderosos sacerdotes, obispos y cardenales.
Estamos hablando de actos y acciones que no solo violan las promesas sagradas
hechas por algunos, en resumen, un sacrilegio, sino que también violan la ley
moral natural para todos. Llamarlo de otra manera sería engañoso y solo
ignoraría más el problema».
«Se ha realizado un
gran esfuerzo para mantener separados actos que caen dentro de la categoría de
actos homosexuales, ahora culturalmente aceptables, de actos de pedofilia
públicamente deplorables. Es decir, hasta hace poco, los problemas de
la Iglesia han sido pintados puramente como problemas de pedofilia, a pesar
de la clara evidencia de lo contrario.
Es hora de ser
honesto, los problemas son ambos y son más. Caer en la trampa de analizar los
problemas de acuerdo con lo que la sociedad pueda considerar aceptable o
inaceptable es ignorar el hecho de que la Iglesia nunca ha aceptado NINGUNO de
ellos, ni el abuso de niños ni el uso de la sexualidad fuera del
matrimonio. Ni el pecado de la sodomía, ni que los clérigos tengan
relaciones sexuales íntimas, ni el abuso ni la coacción por parte de aquellos
con autoridad»
Los Seminarios están altamente contaminados
Advierte a los seminaristas de su diócesis que deben notificarle inmediatamente sobre cualquier abuso sexual, coerción o inmoralidad sexual que pudieran experimentar o presenciar en sus seminarios. «Lo abordaré rápida y vigorosamente. No toleraré esto en mi diócesis ni en ningún otro lugar donde envíe hombres para la formación», escribió, y agregó que espera que los seminarios aborden la inmoralidad sexual directamente.
Para los sacerdotes de
Madison, el obispo explicó su expectativa de que cada uno «viva su
sacerdocio siendo un sacerdote santo, un sacerdote trabajador y un sacerdote
puro y feliz, como Cristo mismo le está llamando a ser. Y, por extensión,
debes vivir una vida casta y célibe para que puedas entregar tu vida por
completo a Cristo, a la Iglesia y a las personas a quienes él te ha llamado
para que sirvas. Dios te dará las gracias para que lo hagas» .
Al igual que a los seminaristas,
el obispo pide a sus sacerdotes que le informen de cualquier abuso o
inmoralidad sexual del que tengan conocimiento.
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SAN VICENTE DE LERINS:
REGLA PARA DISTINGUIR LA VERDAD CATÓLICA DEL ERROR
San Vicente
de Lerins fue un Padre de la Iglesia del siglo V.
Fue un
hombre muy docto en las Escrituras y en los dogmas y con profundos
conocimientos de las letras clásicas. Sacerdote en el monasterio de la isla de
Leríns (llamada hoy de San Honorato), con el seudónimo de Peregrino compuso un
tratado contra los herejes, El Commonitorio está escrito tres años
después del Concilio de Éfeso, es decir, el año 434.
Descarga el Libro (aqui)
Este
pequeño libro, lleno de vigor y ciencia, ha atraído la atención de los
estudiosos sobre todo a partir del s. XVI, y sus afirmaciones han sido muy
tenidas en cuenta en momentos de confusión doctrinal, desde las polémicas entre
protestantes y católicos del s. XVII hasta la crisis modernista, porque en él
se encuentra un excelente testimonio cristiano y respuesta ante los riesgos de
escepticismo y de relativismo teológico. En efecto, los temas claves del
tratado son: fidelidad a la Tradición y progreso dogmático. El Conmonitorio es
uno de los libros que más historia ha dejado en pos de sí. Hoy pasan de 150,
entre ediciones y traducciones a diversas lenguas.
El
Conmonitorio constituye una joya de la literatura patrística. Su enseñanza
fundamental es que los cristianos han de creer quod semper, quod ubique, quod ab ómnibus: sólo y todo cuanto fue
creído siempre, por todos y en todas partes. Varios Papas y Concilios han
confirmado con su autoridad la validez perenne de esta regla de fe. Sigue
siendo plenamente actual este pequeño libro escrito en una isla del sur de Francia,
hace más de quince siglos.
Veamos
ahora un resumen de las enseñanzas de San Vicente que siguen plenamente
actuales:
“REGLA
PARA DISTINGUIR LA VERDAD CATÓLICA DEL ERROR
Habiendo
interrogado con frecuencia y con el mayor cuidado y atención a numerosísimas
personas, sobresalientes en santidad y en doctrina, sobre cómo poder distinguir
por medio de una regla segura, general y normativa, la verdad de la fe católica
de la falsedad perversa de la herejía, casi todas me han dado la misma
respuesta: «Todo cristiano que quiera desenmascarar las intrigas de los herejes
que brotan a nuestro alrededor, evitar sus trampas y mantenerse íntegro e
incólume en una fe incontaminada, debe, con la ayuda de Dios, pertrechar su fe
de dos maneras: con la autoridad de la ley divina ante todo, y con la tradición
de la Iglesia Católica».
..
Es pues, sumamente necesario, ante las múltiples y enrevesadas tortuosidades del error, que la interpretación de los Profetas y de los Apóstoles se haga siguiendo la pauta del sentir católico.
En la Iglesia Católica hay que poner el mayor cuidado para mantener lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos. Esto es lo verdadera y propiamente católico, según la idea de universalidad que se encierra en la misma etimología de la palabra. Pero esto se conseguirá si nosotros seguimos la universalidad, la antigüedad, el consenso general. Seguiremos la universalidad, si confesamos como verdadera y única fe la que la Iglesia entera profesa en todo el mundo; la antigüedad, si no nos separamos de ninguna forma de los sentimientos que notoriamente proclamaron nuestros santos predecesores y padres; el consenso general, por último, si, en esta misma antigüedad, abrazamos las definiciones y las doctrinas de todos, o de casi todos, los Obispos y Maestros.
..
Es pues, sumamente necesario, ante las múltiples y enrevesadas tortuosidades del error, que la interpretación de los Profetas y de los Apóstoles se haga siguiendo la pauta del sentir católico.
En la Iglesia Católica hay que poner el mayor cuidado para mantener lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos. Esto es lo verdadera y propiamente católico, según la idea de universalidad que se encierra en la misma etimología de la palabra. Pero esto se conseguirá si nosotros seguimos la universalidad, la antigüedad, el consenso general. Seguiremos la universalidad, si confesamos como verdadera y única fe la que la Iglesia entera profesa en todo el mundo; la antigüedad, si no nos separamos de ninguna forma de los sentimientos que notoriamente proclamaron nuestros santos predecesores y padres; el consenso general, por último, si, en esta misma antigüedad, abrazamos las definiciones y las doctrinas de todos, o de casi todos, los Obispos y Maestros.
EJEMPLO
DE CÓMO APLICAR LA REGLA
¿Cuál
deberá ser la conducta de un cristiano católico, si alguna pequeña parte de la
Iglesia se separa de la comunión en la fe universal?
-No cabe duda de que deberán anteponer la salud del cuerpo entero a un miembro podrido y contagioso.
-Pero, ¿y si se trata de una novedad herética que no está limitada a un pequeño grupo, sino que amenaza con contagiar a la Iglesia entera?
-En tal caso, el cristiano deberá hacer todo lo posible para adherirse a la antigüedad, la cual no puede evidentemente ser alterada por ninguna nueva mentira.
¿Y si en la antigüedad se descubre que un error ha sido compartido por muchas personas, o incluso por toda una ciudad, o por una región entera?
-En este caso pondrá el máximo cuidado en preferir los decretos -si los hay- de un antiguo Concilio Universal, a la temeridad y a la ignorancia de todos aquellos.
¿Y si surge una nueva opinión, acerca de la cual nada haya sido todavía definido?
-Entonces indagará y confrontará las opiniones De nuestros mayores, pero solamente de aquellos que, siempre permanecieron en la comunión y en la fe de la única Iglesia Católica y vinieron a ser maestros probados de la misma. Todo lo que halle que, no por uno o dos solamente, sino por todos juntos de pleno acuerdo, haya sido mantenido, escrito y enseñado abiertamente, frecuente y constantemente, sepa que él también lo puede creer sin vacilación alguna.
-No cabe duda de que deberán anteponer la salud del cuerpo entero a un miembro podrido y contagioso.
-Pero, ¿y si se trata de una novedad herética que no está limitada a un pequeño grupo, sino que amenaza con contagiar a la Iglesia entera?
-En tal caso, el cristiano deberá hacer todo lo posible para adherirse a la antigüedad, la cual no puede evidentemente ser alterada por ninguna nueva mentira.
¿Y si en la antigüedad se descubre que un error ha sido compartido por muchas personas, o incluso por toda una ciudad, o por una región entera?
-En este caso pondrá el máximo cuidado en preferir los decretos -si los hay- de un antiguo Concilio Universal, a la temeridad y a la ignorancia de todos aquellos.
¿Y si surge una nueva opinión, acerca de la cual nada haya sido todavía definido?
-Entonces indagará y confrontará las opiniones De nuestros mayores, pero solamente de aquellos que, siempre permanecieron en la comunión y en la fe de la única Iglesia Católica y vinieron a ser maestros probados de la misma. Todo lo que halle que, no por uno o dos solamente, sino por todos juntos de pleno acuerdo, haya sido mantenido, escrito y enseñado abiertamente, frecuente y constantemente, sepa que él también lo puede creer sin vacilación alguna.
EJEMPLOS
HISTÓRICOS DE RECURSO A LA UNIVERSALIDAD Y A LA ANTIGÜEDAD CONTRA EL ERROR
…cuando el veneno de herejía arriana contaminó no ya una pequeña región, sino el mundo entero, hasta el punto de que casi todos los obispos latinos cedieron ante la herejía, algunos obligados con violencia, otros sacerdotes reducidos y engañados.
Una especie de neblina ofuscó entonces sus mentes, y ya no podían distinguir, en medio de tanta confusión de ideas, cuál era el camino seguro que debían seguir. Solamente el verdadero y fiel discípulo de Cristo que prefirió la antigua fe a la nueva perfidia no fue contaminado por aquélla peste contagiosa. Lo que por entonces sucedió muestra suficientemente los graves males a que puede dar lugar un dogma inventado.
Todo se revolucionó: no sólo relaciones, parentescos, amistades, familias, sino también ciudades, pueblos, regiones. El mismo Imperio Romano fue sacudido hasta sus fundamentos y trastornado de, arriba abajo cuando la sacrílega innovación arriana, como nueva Bellona o Furia, sedujo incluso al Emperador, el primero de todos los hombres.
Después de haber sometido a sus nuevas leyes incluso a los más insignes dignatarios de la corte, la herejía empezó a perturbar, trastornar, ultrajar toda cosa, privada y pública, profana y religiosa. Sin hacer ya distinción entre lo bueno y lo malo, entre lo verdadero y lo falso, atacaba a mansalva a todo el que se ponía por delante….
¿Y cuál fue la causa de todo esto? Una sola: la introducción de creencias humanas en el lugar del dogma venido del cielo. Esto ocurre cuando, por la introducción de una innovación vacía, la antigüedad fundamentada en los más seguros basamentos es demolida, viejas doctrinas son pisoteadas, los decretos de los Padres son desgarrados, las definiciones de nuestros mayores son anuladas; y esto, sin que la desenfrenada concupiscencia de novedades profanas consiga mantenerse en los nítidos límites de una tradición sagrada e incontaminada.
…la misma naturaleza de la religión exige que todo sea transmitido a los hijos con la misma fidelidad con la cual ha sido recibido de los padres, y que, además, no nos es lícito llevar y traer la religión por donde nos parezca, sino que más bien somos nosotros los que tenemos que seguirla por donde ella nos conduzca. Y es propio de la humildad y de la responsabilidad cristiana no transmitir a quienes nos sucedan nuestras propias opiniones, sino conservar lo que ha sido recibido de nuestros mayores.
[Respecto a los errores del Obispo Agripino] hubo un tal despliegue de ingenios, una tal profusión de elocuencia, un número tan grande de partidarios, tanta verosimilitud en las tesis, tal cúmulo de citas de la Sagrada Escritura, aun que interpretada en un sentido totalmente nuevo y errado, que de ninguna manera, creo yo, se habría podido superar toda aquella concentración de fuerzas, si la innovación tan acérrimamente abrazada, defendida, alabada, no se hubiera venido abajo por sí misma, precisamente a causa de su novedad.
ASTUCIA
TÁCTICA DE LOS HEREJES
Con frecuencia se apropiaban de pasajes complicados y poco claros de algún autor antiguo, los cuales, por su misma falta de claridad parecía que concordaban con sus teorías; así simulaban que no eran los primeros ni los únicos que pensaban de esa manera. Esta falta de honradez yo la califico de doblemente odiosa, porque no tienen escrúpulo alguno en hacer que otros beban el veneno de la herejía, y porque mancillan la memoria de personas santas, como si esparcieran al viento, con mano sacrílega, sus cenizas dormidas.
..Debemos tener horror, como si de un delito se tratara, a alterar la fe y corromper el dogma; no sólo la disciplina de la constitución de la Iglesia nos impide hacer una cosa así, sino también la censura de la autoridad apostólica.
Todos conocemos con cuánta firmeza, severidad y vehemencia San Pablo se lanza contra algunos que, con increíble frivolidad, se habían alejado en poquísimo tiempo de aquel que los había llamado a la gracia de Cristo, para pasarse a otro Evangelio, aun que la verdad es que no existe otro Evangelio; además, se habían rodeado de una turba de maestros que secundaban sus caprichos propios, y apartaban los oídos de la verdad para darlos a las fábulas, incurriendo así en la condenación de haber violado la fe primera. Se habían dejado engañar por aquellos de quienes escribe el mismo Apóstol en su carta a los hermanos de Roma: Os ruego, hermanos, que os guardéis de aquellos que originan entre vosotros disensiones y escándalos, enseñando contra la doctrina que vosotros habéis aprendido; evitad su compañía. Estos tales no sirven a Cristo Señor nuestro, sino a su propia sensualidad; y con palabras dulces y con adulaciones seducen los corazones de los sencillos.
ADVERTENCIA
DE SAN PABLO A LOS GALATAS
Individuos
de esa ralea, que recorrían las provincias y las ciudades mercadeando con sus
errores,
llegaron hasta los Gálatas. Estos, al escucharlos, experimentaron como una cierta repugnancia hacia la verdad; rechazaron el maná celestial de la doctrina católica y apostólica y se deleitaron con la sórdida novedad de la herejía.
La autoridad del Apóstol se manifestó entonces con su más grande severidad: aun cuando nosotros
mismos, o un ángel del cielo os predicase un Evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema.
¿Y por qué dice San Pablo aun cuando nosotros mismos, y no dice aunque yo mismo? Porque quiere decir que incluso si Pedro, o Andrés, o Juan, o el Colegio entero de los Apóstoles anunciasen un Evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.
Tremendo rigor, con el que, para afirmar la fidelidad a la fe primitiva, no se excluye ni así mismo ni a los otros Apóstoles.
Pero esto no es todo: aunque un ángel del cielo os predicase un Evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema.
Para salvaguardar la fe entregada una vez para siempre, no le bastó recordar la naturaleza humana, sino que quiso incluir también la excelencia angélica: aunque nosotros -dice- o un ángel del cielo. No es que los santos o los ángeles del cielo puedan pecar, sino que es para decir: incluso si sucediese eso que no puede suceder, cualquiera que fuese el que intentase modificar la fe recibida, este tal sea anatema.
¡Pero quizá el Apóstol escribió estas palabras a la ligera, movido más por un ímpetu pasional humano que por inspiración divina! Continúa, sin embargo, y repite con insistencia y con fuerza la misma idea, para hacer que penetre: cualquiera que os anuncie un Evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema.
No dice: si uno os predicara un Evangelio diferente del nuestro, sea bendito, alabado, acogido; sino que dice: sea anatema, es decir, separado, alejado, excluido, con el fin de que el contagio funesto de una oveja infectada no se extienda, con su presencia mortífera, a todo el rebaño inocente de Cristo.
…
De todo lo que hemos dicho, aparece evidente que el verdadero y auténtico católico es el que ama la verdad de Dios y a la Iglesia, cuerpo de Cristo; aquel que no antepone nada a la religión divina y a la fe católica: ni la autoridad de un hombre, ni el amor, ni el genio, ni la elocuencia, ni la filosofía; sino que despreciando todas estas cosas y permaneciendo sólidamente firme en la fe, está dispuesto a admitir y a creer solamente lo que la Iglesia siempre y universalmente ha creído..”
llegaron hasta los Gálatas. Estos, al escucharlos, experimentaron como una cierta repugnancia hacia la verdad; rechazaron el maná celestial de la doctrina católica y apostólica y se deleitaron con la sórdida novedad de la herejía.
La autoridad del Apóstol se manifestó entonces con su más grande severidad: aun cuando nosotros
mismos, o un ángel del cielo os predicase un Evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema.
¿Y por qué dice San Pablo aun cuando nosotros mismos, y no dice aunque yo mismo? Porque quiere decir que incluso si Pedro, o Andrés, o Juan, o el Colegio entero de los Apóstoles anunciasen un Evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.
Tremendo rigor, con el que, para afirmar la fidelidad a la fe primitiva, no se excluye ni así mismo ni a los otros Apóstoles.
Pero esto no es todo: aunque un ángel del cielo os predicase un Evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema.
Para salvaguardar la fe entregada una vez para siempre, no le bastó recordar la naturaleza humana, sino que quiso incluir también la excelencia angélica: aunque nosotros -dice- o un ángel del cielo. No es que los santos o los ángeles del cielo puedan pecar, sino que es para decir: incluso si sucediese eso que no puede suceder, cualquiera que fuese el que intentase modificar la fe recibida, este tal sea anatema.
¡Pero quizá el Apóstol escribió estas palabras a la ligera, movido más por un ímpetu pasional humano que por inspiración divina! Continúa, sin embargo, y repite con insistencia y con fuerza la misma idea, para hacer que penetre: cualquiera que os anuncie un Evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema.
No dice: si uno os predicara un Evangelio diferente del nuestro, sea bendito, alabado, acogido; sino que dice: sea anatema, es decir, separado, alejado, excluido, con el fin de que el contagio funesto de una oveja infectada no se extienda, con su presencia mortífera, a todo el rebaño inocente de Cristo.
…
De todo lo que hemos dicho, aparece evidente que el verdadero y auténtico católico es el que ama la verdad de Dios y a la Iglesia, cuerpo de Cristo; aquel que no antepone nada a la religión divina y a la fe católica: ni la autoridad de un hombre, ni el amor, ni el genio, ni la elocuencia, ni la filosofía; sino que despreciando todas estas cosas y permaneciendo sólidamente firme en la fe, está dispuesto a admitir y a creer solamente lo que la Iglesia siempre y universalmente ha creído..”
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Hay muchas
predicciones que hablan al respecto de esta situación, pero hay una muy
precisa, las de la Virgen de Lasalette (Accede a la página)
“Combatid, hijos de la luz, pues he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines.”
Oración por
la Santa Iglesia y por los sacerdotes
Santa Faustina Kowalska
Oh Jesús mío, te ruego por toda la Iglesia:
concédele el amor y la luz de tu Espíritu
y da poder a las palabras de los sacerdotes
para que los corazones endurecidos
se ablanden y vuelvan a ti, Señor.
Señor, danos sacerdotes santos;
Tú mismo consérvalos en la santidad.
concédele el amor y la luz de tu Espíritu
y da poder a las palabras de los sacerdotes
para que los corazones endurecidos
se ablanden y vuelvan a ti, Señor.
Señor, danos sacerdotes santos;
Tú mismo consérvalos en la santidad.
Oh Divino y Sumo
Sacerdote,
que el poder de tu misericordia
los acompañe en todas partes y los proteja
de las trampas y asechanzas del demonio,
que están siendo tendidas incesantemente para las almas de los sacerdotes.
Que el poder de tu misericordia,
oh Señor, destruya y haga fracasar
lo que pueda empañar la santidad de los sacerdotes,
ya que tú lo puedes todo.
que el poder de tu misericordia
los acompañe en todas partes y los proteja
de las trampas y asechanzas del demonio,
que están siendo tendidas incesantemente para las almas de los sacerdotes.
Que el poder de tu misericordia,
oh Señor, destruya y haga fracasar
lo que pueda empañar la santidad de los sacerdotes,
ya que tú lo puedes todo.
Oh mi amadísimo
Jesús,
te ruego por el triunfo de la Iglesia,
por la bendición para el Santo Padre y todo el clero,
por la gracia de la conversión de los pecadores empedernidos.
Te pido, Jesús, una bendición especial y luz
para los sacerdotes,
ante los cuales me confesaré durante toda mi vida.
te ruego por el triunfo de la Iglesia,
por la bendición para el Santo Padre y todo el clero,
por la gracia de la conversión de los pecadores empedernidos.
Te pido, Jesús, una bendición especial y luz
para los sacerdotes,
ante los cuales me confesaré durante toda mi vida.