La Iglesia Maronita
Cruz Maronita |
Los maronitas, es un
pueblo descendiente étnica y biológicamente del pueblo Fenicio-Kananí,
eran originalmente cristianos agrupados en torno a San Marón, personaje que
vivió cerca de Antioquía. En aquellos tiempos la iglesia estaba dividida por
cuestiones teológicas referidas a la naturaleza de Cristo: unos afirmaban que
el hombre Jesús era Dios, otros sólo reconocían su humanidad; unos veían en el
dos voluntades, otros sólo una. La división atravesaba las ciudades, las aldeas
e incluso las familias. Marón quiso mantenerse al margen de la polémica y se
fue a vivir a la montaña.
Es así que los
Maronitas son los cristianos católicos orientales que deben su nombre a San
Marón, santo hombre, rígido defensor de la fe católica en Oriente, monje modelo
cuyo ejemplo siguieron numerosos discípulos, un apóstol que la Providencia de
Dios eligió para confirmar a los vacilantes en su fe y para organizar el núcleo
principal de la nación maronita que será baluarte de la lucha en favor de la fe
y en beneficio del triunfo de la verdad sobre la mentira y de la libertad
contra la opresión. Marón vivió en el siglo IV, en las cercanías de Antioquía,
donde trabó relaciones de amistad con grandes figuras como San Basilio y San Juan
Crisóstomo y otros ilustres Doctores de la Iglesia. De joven, siguiendo las
enseñanzas del Divino Maestro, dejó su familia, sus bienes y fue a buscar la
calma en una montaña, entregándose a la oración la contemplación y el trabajo.
Dios le otorgó el don de los milagros, sanando las enfermedades del cuerpo y
del espíritu y sus prodigios llegaron a proyectarse en lejanos países.
Muchos jóvenes
siguieron su ejemplo, imitando sus virtudes y procurándolo para escuchar sus
enseñanzas y adoptar su espiritualidad. Fueron llamados “discípulos de San
Marón” y después de su muerte, ocurrida en el año 410, crecieron mucho, y
formaron el “Convento de San Marón” que cobijaba a numerosos monjes que se
dedicaron a luchar con heroísmo contra los errores doctrinales de su época. En
el año 517, los cristianos monofisitas que no aceptaron la fe católica definida
en el Concilio Ecuménico de Calcedonia (a.451), mataron a 350 miembros de ellos
que son conocidos como ” Mártires, discípulos de San Marón”. El Papa Hermes IV
reconoció su martirio y así quedó sellada la fe maronita con su sangre.
Al pueblo que en el
Patriarcado de Antioquía siguió la orientación religiosa de San Marón y sus
discípulos, se les aplicó el nombre de “Maronitas”. En el siglo VII, por
ocasión de la invasión árabe, los maronitas para escapar a la opresión de los
conquistadores, tomaron la fuga y se refugiaron en los montes y los valles del
Líbano donde formaron la Iglesia Maronita, bajo el liderazgo de San Juan Marón,
un monje discípulo de San Marón, reconocido por el Papa como Primer Patriarca
Maronita de Antioquía y de todo el Oriente. Hasta hoy, los maronitas tienen un
Patriarca que lleva junto a su propio nombre, el nombre de Pedro, el Apóstol de
Cristo, primer Obispo de Antioquía y más tarde, primer Obispo de Roma, Vicario
de Cristo, Papa de la Iglesia Universal y al mismo tiempo ese Patriarca es
Cardenal de la Iglesia Católica que puede ser elegido Papa. Los maronitas son una
nación católica, un pueblo de origen definido, una Iglesia particular que tiene
un destino providencial en el desarrollo de su historia y en la mística de sus santos.
LOS MARONITAS Y ROMA
Si el mundo ignora
la lucha de los maronitas contra el error y si los discípulos de San Marón
llegasen alguna vez a dudar de su identidad, o si los adversarios tratan de
denigrar el papel importante que los maronitas juegan en la vida de la Iglesia;
los Papas de Roma, si han prestado con sus valiosas palabras un testimonio que
llena de orgullo y de satisfacción a los hijos de San Marón:
Así León X, escribía, en 1515, al Patriarca
maronita: “conviene que alabemos y bendigamos la divina clemencia, porque entre
las naciones orientales infieles y en los campos del error, haya el Altísimo
querido que sean los maronitas casi rosas entre espinos”.
Clemente XII en 1735, califica a
la nación maronita de “Rosa entre las espinas, de roca solidísima contra la
cual se rompen las furias de la infidelidad y de las herejías”. San Pío X, entre otras palabras, dice,
hablando de los maronitas: “Amamos a todos los cristianos del Oriente, pero los
Maronitas ocupan un lugar especial en nuestro corazón porque han sido en todo
tiempo la alegría de la Iglesia y el consuelo del Papado…, la fe católica está
arraigada en el corazón de los Maronitas como los muy antiguos cedros están
hincados por sus potentes raíces en las altas montañas de su patria”. No es necesario
extenderse más sobre este sublime aprecio de los Papas a los Maronitas y es muy
elocuente la actitud de los últimos Pontífices que convivieron con los
recientes dramas que afectaron a los maronitas en la última guerra que castigó
cruelmente durante 17 años al Líbano. Las palabras, los gestos , la
preocupación casi diaria y la manifestación continua del afecto más puro y
sincero del actual papa Juan Pablo II hacia el Líbano, han sido un suave
bálsamo para las heridas del pueblo maronita y una fuerte dosis de esperanza
para los hijos de San Marón en su ardua lucha por una digna supervivencia .Y la
convocación, recientemente, a una Asamblea especial del Sínodo de los Obispos
dedicado al Líbano, como también, la visita del Sumo Pontífice a la tierra de los
fenicios, no fue sino una prueba a más del amor que tiene el Papa por los
cristianos del Líbano, en general, y particularmente por el destino de la
Iglesia Maronita en aquel país.
LOS MARONITAS Y EL LIBANO
Perseguidos por
causa de su fe, los maronitas se refugiaron en el Líbano, encontrando en él una
tierra de libertad y con el espíritu tenaz transformaron su árido suelo en un
floreciente y fecundo vergel. Su historia se identificó con la historia del
Líbano y no será extraño verlos defender su patria con valentía, sangre y
heroísmo. Jamás el Líbano, único baluarte del cristianismo en oriente, se dejó
avasallar por sus enemigos, gracias a la lucha de los maronitas y sus hermanos libaneses:
“Toda la Siria, escribía Jaled el conquistador árabe, cayó como un camello, el
Líbano solo quedó erguido”. Solo Dios sabe cuanta sangre vertió la nación
maronita en esas luchas de exterminio que acompañaron su 13 siglos de caro fue
el precio que pagó la nación maronita por causa de la ayuda que prestaron sus
fuerzas a los cruzados, en su marcha al santo Sepulcro. Finiquitada la
conquista europea, todo el odio de sus enemigos cayó sobre el Líbano,
ensangrentando sus campos y arrasando su territorio. Esta historia dolorosa no
se cerraba sino a cortes intervalos de tiempo, para volver a abrirse más triste
y verter más sangre mártir. Tales fueron las matanzas feroces de los años 1834,
1845, 1860, 1914, 1920, 1925 y últimamente en la guerra de 17 años que comenzó
el 13 de abril 1975.
Inútil continuar a
deplorar los tristes y dramáticos episodios que ya son patrimonio de la
historia; pero es necesario advertir que los maronitas se sienten responsables
de la vida o de la muerte del Líbano, único territorio donde se sienten dueños
de su destino y donde radica la Iglesia madre que organiza su rito y que vela
por la integridad de su fe y la sanidad de sus tradiciones. Como es Roma para
los católicos, Armenia para el pueblo armenio, Palestina para los palestinos e
Israel para el pueblo judío, así es el Líbano para los maronitas. Sin una
tierra no se puede asegurar una existencia permanente y digna, y sin el Líbano
el maronita se siente desamparado, desorientado y errante. Pero al mismo tiempo
los maronitas son conscientes de que no son ellos los únicos dueños de la
tierra de los Cedros, por esto siempre extienden sus manos y abren sus
corazones a todos los habitantes que integran el territorio libanés para juntos
construir un Líbano libre, unido y soberano, donde el perseguido encuentra un
refugio seguro y donde existen pacíficamente las diversas comunidades que
profesan distintas creencias y siguen diferentes ideologías.
Así pues, no todo
libanés es maronita, tampoco cada maronita es libanés, pero sí, todos los
maronitas deben defender la soberanía del Líbano, si quieren ser solidarios con
su Iglesia madre y sentirse como miembros de una única familia que tiene sus
raíces en el Líbano.
Santos Maronitas
San Marón
Marón o también
conocido como San Marón (m. 410, Siria), fue un monje anacoreta sirio, abad en
San Ciro y fundador del rito católico oriental que lleva su nombre, la Iglesia
católica maronita.
Fue un cenobita (Persona que vive voluntariamente aislada) de
la Iglesia de Antioquía del siglo IV, que estableció una ermita en el Amanus
occidental. Es un santo venerado tanto en el mundo cristiano de Oriente como en
el de Occidente. La festividad de San Marón se celebra el 9 de febrero para la
Iglesia católica romana, y el 14 de febrero para la Iglesia ortodoxa. Marón fue
uno de los primeros evangelizadores de la región de Fenicia, que por el siglo
IV conservaba sus ritos y religión pagana; la influencia de este asceta dio
como resultado que sus discípulos fundaran algunos años después enclaves de
evangelización en Monte Líbano. Siguió su creencia con gran fe, por lo que su
fama de santidad pronto se extendió por gran parte de la región de Siria. Era
un muy estimado y profundo amigo espiritual de San Juan Crisóstomo, quien le
escribía desde la ciudad romana de Cucusus, (Armenia).
San Charbel
Chárbel Makhlouf,
también conocido como Youssef Antoun (José Antonino), fue un asceta y religioso
maronita libanés
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Santa Rafqa
Nació en Himlaya a 30 kms de Beirut y a 5 kms
de Bikfaya, el 28 de junio 1832, en la vigilia de San Pedro y San Pablo, y fue
nombrada Petra.
Murió su madre, Rafqa, cuando ella tenía seite
años. Su Padre, Murad, la envió a Damasco a la casa de unos amigos, la familia
EL-Badwi.
Volvió al Líbano a la edad de 14 años y
encontró que su padre había vuelto a casarse.
VOCACIÓN MONÁSTICA
EN LA CONGREGACIÓN
DE LAS MARIAMITAS
Ayudada por el cura Joseph El-Gemayel entró en
la congregación de Las Mariamitas en Bikfaya (4/5/1859) y ya, siendo monja (en
19/3/1862), se encargó de la cocina en el seminario de Ghazir...
Enseñó por un año en el Deir El Qamar.
Enseñó por un año en
Byblos, y siete años en el pueblo de Maad (de 1864- 1871) en la región de
Byblos, Decidió fusionar su congregación Las Mariamitas con la del (Sagrado
Corazón) en una sola congregación llamada ‘Los Sagrados Corazones’, (en agosto
de 1871); estuvo en la Iglesia de San-George, en Maad, rezando y pidiéndole al
Señor que la orientara hacia el buen camino.
RAFQA: MONJA
LIBANESA MARONITA
La misma noche, vio en sueños a tres hombres:
Un monje que tenía la barba blanca y un bastón en la mano, un soldado vestido
de militar y un anciano.
El monje se le acercó y tocándola con su
bastón le dijo: ‘Entra en la Orden de Las Libanesas Maronitas’ (Baladitas).
EN EL MONASTERIO DE
SAN SIMÓN AL-QARN AYTOU
Al día siguiente muy contenta se dirigió al
monasterio de San Simón en Aytou, al norte del Líbano.
En donde hizo un año de noviciado.
Devino novicia a los 39 años de edad el 12 de
Julio de 1871, y se llamó como su madre Rafqa.
El 25 de Agosto de 1872 tomó el velo.
INICIO DE LOS
SUFRIMIENTOS
El primer domingo de octubre fiesta de la
Santa Rosario en 1885 Rafqa rezaba delante del Santo Sacramento dirigiéndose al
Señor: ‘¿Por qué Dios mío te alejaste de mí y me abandonaste? ¿Por qué no me
has visitado con una enfermedad? ¿Te habrás olvidado de tu esclava?’.
Esa misma noche cuando se disponía a dormir sintió
un tremendo dolor de cabeza que se prolongaba hasta los ojos.
Un médico en Tripoli, le hizo una punción
introduciéndole una sonda de un oído a otro.
Y Rafqa repetía: ‘ En comunión con los sufrimientos
de Cristo’.
Un médico americano en Byblos opinó que era
necesaria una operación en el ojo derecho. Y ella rechazó que la anestesiaran.
Pero cuando la estaban operando el médico le arrancó el ojo y éste cayó
palpitante delante de ella: y Rafqa decía: ‘¡Con la pasión de Cristo! ¡Qué Dios
bendiga sus manos! ¡Que Dios lo recompense!’. En ese momento sintió como
chispas que le brotaban de los ojos y un dolor tan intenso como si la tierra
girara a su alrededor.
Un médico militar en Batroun habiéndola
examinado dijo: ‘ El dolor de ojos que esta pobre monja padece es
indescriptible y es imposible su curación ya que le afectó el nervio óptico'.
Cuando el dolor se agudizaba ella repetía: ‘¡Por
la gloria de Dios, el comunión con la pasión de Cristo…, con la corona de
espinas en tu cabeza! Oh mi Señor!’.
FUNDACIÓN DEL
MONASTERIO DE SAN JOSÉ JRABTA- BATROUN
En el monasterio de San Simón el Qarn, la
hermana Úrsula DOUMIT, originaria de Maad se enfermó de reumatismo articular y
los médicos le prescribieron que viviera en el litoral.
La hermana Úrsula, tenía un hermano el padre
Ignació que fundó un monasterio para los monjes en Jrabta, en el distrito de Batroun;
el cura Jean BASBOUS, donó sus terrenos para la realización de este proyecto.
El 3 Noviembre de 1817, el patriarca Jean
EL-HAGE autorizó la transferencia de seis monjas quienes querían vivir una vida
en comunidad bajo la protección de San José, del monasterio de San Simón el
Qarn el nuevo monasterio de San José el Dahr, Jrabta. La cual una de ellas era
la hermana Rafqa ya que las hermanas estaban muy unidas a ella (como las hijas
a su madre) en la prosperidad que ellas esperaban para su nuevo monasterio,
gracias a sus rezos y a los buenos ejemplos que ella daba a las monjas.
Al cabo de dos años de la llegada al
monasterio San José, quedó Rafqa quedó totalmente ciega; después de la ceguera
le vino un dolor atroz en los dedos de los pies, cuyas articulaciones se
dislocaron por lo que tuvo que guardar cama. Se le descoyuntó la cadera
derecha, y los huesos salidos de su cavidad se hundieron y se perdieron en el
cuerpo. Y lo mismo pasó con la rótula y la rodilla derecha.
La cadera y la pierna izquierda se
desencajaron también y los huesos salidos le desgarraron la piel. Se le abrió
una enorme cavidad en el omóplato izquierdo. La clavícula derecha también le
rasgó la piel. El hombro y el brazo se le paralizaron, y se le hizo un hoyo profundo
entre los hombros, provocándole una herida que sangró durante cinco años. Le
quedó el cuerpo enjuto y tieso, se adelgazó a tal punto que parecía un esqueleto
descarnado, con todos los miembros dislocados y desarticulados, no tenía ningún
miembro sano excepto las articulaciones de las manos, las cuales utilizaba para
tejer calcetines de lana...
Según la opinión de los médicos, Rafqa padecía
de ‘Tuberculosis osteo-articular’ que la dejó por siete años en cama, acostada
solamente del lado derecho sin que su hombro tocara las sábanas, con la cabeza
apoyada en la almohada.
Cuando tenían que ordenar su cama, o llevarla
a la Iglesia, se necesitaban cuarto monjas. La cargaban con precaución en la
sábana, no se atrevían a ponerla en el suelo por temor a que sus miembros se
separaran o se desmoronaran.
ALGUNOS HECHOS
IMPORTANTES
Rafqa paralizada se arrastra
sola hasta la Iglesia
Era la mañana del jueves en la fiesta del
Santo Sacramento, que Rafqa le dijo a su superiora : Si pudiera asistir a la
misa, en este día de tan noble fiesta’, las hermanas trataron de llevarla
asiendo las cuatro puntas de la sábana, pero al tratar de levantarla le dolió
la cadera izquierda, entonces la dejaron en su cama.
Cuando la misa empezó y las monjas estaban en
el oratorio, ¡Rafqa entró arrastrándose en la Iglesia! Las monjas se
sorprendieron y se emocionaron, la superiora se levantó para ayudarla pero
Rafqa le hizo una seña con la cabeza que la dejara entrar sola. Cuando entró la
sentaron en un cojín.
Más tarde la madre superiora le preguntó: ‘¿Cómo
pudiste ir a la Iglesia?’ Rafqa respondió: ‘No sé nada; le pedí a Jesús que me
ayudara, y de repente sentí que los pies se resbalaban de la cama, pude bajarme
y me hasta la Iglesia’.
Recupera la vista
por una hora
Un día la madre Úrsula DOUMIT le preguntó a la
hermana Rafqa:
- ¿No desearías ver
nuestro nuevo monasterio y sus alrededores como la montaña el bosque y la
belleza?’.
- ‘Si, desearías la
vista al menos una hora para verte’.
- ‘¿ Una hora
solamente y volver a estar ciega ?’.
- ‘Si’.
Al momento, se le resplandeció la cara a Rafqa
y dijo sonriente:
- ‘¡Veo! Bendito sea
Dios!’.
- ‘¿Que hay encima
de este armario?’ (Preguntó la superiora, queriendo asegurarse).
Y Rafqa volteando la cara sobre el armario
dijo:
- ‘La santa Biblia y
el prefacio’ y señalaba las diferentes manchas que había en su cubrecama.
Rafqa decía siempre: ‘Mis hermanas, no olviden
la sexta herida de Cristo ; la herida de su hombro, está herida fue muy dolorosa
porque cargaba la cruz de nuestros pecados’.
Rafqa rezaba día y noche, y todos los días
seis veces el Padre Nuestro y el Ave María por las seis heridas de Jesús, (La
sexta era la herida del hombro de Jesús). Rafqa prefería a Dios sobre todas las
cosas, por Él ella sufrió.
Ella, decía a las monjas:’ Mis hermanas hagan
comunión espiritual cuanto puedan aunque sean hasta mil al día’. Tenía una gran
devoción por la Santa Virgen María. Era dulce calmada y siempre apacible, tenía
un corazón simple.
Rafqa explicaba las reglas y las virtudes
monásticas a sus hermanas y enseñaba a las novicias las oraciones del previario
en arameo porque tenía una hermosa voz. Consolaba a la hermana triste, y pedía
perdón en lugar de la hermana culpable o castigada. Su figura reflejaba la
dulzara y la humildad.
Una vez le dijo a la hermana Marina, (la que
la curaba) : ‘ Mi hermana ; ¿ te lavaste los pies ? ‘- ‘No ‘, le respondió
ella. Rafqa replico: ‘Halzo con el fin de que beba esta agua porque te he hecho
sufrir durante 27 años tú me has curado y me has servido y yo he sido incapaz
de agradecerte o de pagarte y sería muy poco si bebiera del agua en la que tú
te lavaras los pies como muestra de mi gratitud’.
Muerte de Rafqa
Rafqa vivió 82 años de cuales fueron 29 de
sufrimientos, y profundo amor a Cristo.
El 22 de marzo de 1914, Rafqa le dijo a su superiora:’
Me gustaría despedirme de mis hermanas y oír sus voces antes de morir’.
La mañana del 23 de marzo de 1914, pidió la
Santa Comunión diciendo: ‘Déjenme llevar conmigo mi provisión ‘. Y sus últimas
palabras fueron: ‘ Oh Jesús! Oh María! Oh San José! , Les entrego mi corazón mi
alma; entre sus manos pongo mi espíritu’.
La enterraron en el cementerio del convento
de donde salió una fuerte luz proveniente de su tumba durante tres días
consecutivos.
Dios por su intercesión hizo multitud de
milagros y la tierra de su tumba se convirtió en un manantial de gracia, bendiciones
y curaciones para todos los creyentes.
DIAS FESTIVOS DE LA
SANTA RAFQA: 23 DE MARZO : ANIVERSARIO DE SU MUERTE.
10 DE JUNIO: ANIVERSARIO
DE LA CANONIZACIÓN.
San Sabas el
Santificado
Sabas el Santificado
(Cesárea de Capadocia, 439 - Mar Saba, 5 de diciembre de 532) fue un sacerdote
de Anatolia, es venerado como santo por la Iglesia católica y la Iglesia
ortodoxa. Vivió sobre todo en Palestina, dedicándose al eremitorio. Fue el
fundador de varios monasterios, entre ellos el principal es Mar Saba.
San Nemetala
Al-Hardini
(14 de diciembre de
1858), cuyo nombre real era Yusuf Kassab, fue un religioso maronita libanés,
inició sus estudios en la escuela católica de los monjes de San Antonio Abad en
el pueblo de Houb entre 1816 y 1822. Ingresó al monasterio maronita de San
Antonio en su pueblo natal en 1828, tomando el nombre de Padre Nimatullah, allí
trabajó como encuadernador de libros religiosos, fue ordenado sacerdote en
1833.
Formó parte del
Consejo General de la Orden Maronita en reiteradas ocasiones, y sobre todo, fue
director espiritual y maestro de novicios en su monasterio de Kfifane, donde
vivió hasta sus últimos días, fue el maestro de San Charbel Mahklouf.
Nimatullah se
destacó por su incansable vida de oración y penitencia, y por su ferviente
devoción a Cristo, la Virgen María y la Eucaristía.
Murió en su
monasterio de Kfifane en 1858, a la edad de 50 años, fue beatificado en 1998 y
canonizado en 2004. Sus restos incorruptos yacen en el monsaterio de Kfifane.
San Focas
San Focas, a veces
llamado Focas el Jardinero o Focas de Sinope, es venerado como mártir por la
Iglesia católica y la ortodoxa oriental. Su vida y su leyenda puede haber sido
una fusión de tres hombres con el mismo nombre: Focas de Antioquía, Focas el
obispo de Sinope, y Focas el Jardinero.
La tradición
cristiana afirma que fue un jardinero que vivía en Sinope, al sur del Mar
Negro, que utilizaba sus cosechas para alimentar a los pobres y también ayudó a
los cristianos perseguidos. Durante las persecuciones de Diocleciano,
proporcionó hospitalidad a los soldados que fueron enviados a ejecutarlo. Los
soldados, sin saber que su anfitrión era su víctima, aceptaron su hospitalidad.
Focas también se ofreció a ayudarles a encontrar a la persona que buscaban.
Cuando los soldados
dormían, Focas cavó su propia tumba y rezó con fervor. Por la mañana, cuando
los soldados despertaron, Focas reveló su identidad.
Los soldados
vacilaron y le ofrecieron informar a su jefe que su búsqueda había sido
infructuosa. Focas rechazó la oferta y mostró su cuello. Luego fue decapitado y
enterrado en la tumba que había cavado para sí mismo.
Su fiesta se celebra
el 5 de marzo.