domingo, 6 de abril de 2025

.Santoral

San Juan Bautista de la Salle

Presbítero, Educador y Fundador. 

7 de abril

Fuente: LaSalle.org



Martirologio Romano: 

Memoria de san Juan Bautista de la Salle, presbítero, que en Reims, de Normandía, en Francia, se dedicó con ahínco a la instrucción humana y cristiana de los niños, en especial de los pobres, instituyendo la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, por la cual soportó muchas tribulaciones, siendo merecedor de gratitud por parte del pueblo de Dios († 1719).






Breve Biografía

Juan Bautista de La Salle vivió en un mundo totalmente diferente del nuestro. Era el primogénito de una familia acomodada que vivió en Francia hace 300 años. Juan Bautista de La Salle nació en Reims, recibió la tonsura a la edad de 11 años y fue nombrado canónigo de la Catedral de Reims a los 16. Cuando murieron sus padres tuvo que encargarse de la administración de los bienes de la familia. Pero, terminados sus estudios de teología, fue ordenado sacerdote el 9 de abril de 1678. Dos años más tarde, obtuvo el título de doctor en teología. En ese período de su vida, intentó comprometerse con un grupo de jóvenes rudos y poco instruídos, a fin de fundar escuelas para niños pobres.


En aquella época, sólo algunas personas vivían con lujo, mientras la gran mayoría vivía en condiciones de extrema pobreza: los campesinos en las aldeas y los trabajadores miserables en las ciudades. Sólo un número reducido podía enviar a sus hijos a la escuela. La mayoría de los niños tenían pocas posibilidades de futuro. Conmovido por la situación de estos pobres que parecían "tan alejados de la salvación" en una u otra situación, tomó la decisión de poner todos sus talentos al servicio de esos niños, "a menudo abandonados a sí mismos y sin educación". Para ser más eficaz, abandonó su casa familiar y se fue a vivir con los maestros, renunció a su canonjía y su fortuna y a continuación, organizó la comunidad que hoy llamamos Hermanos de las Escuelas Cristianas.

Su empresa se encontró con la oposición de las autoridades eclesiásticas que no deseaban la creación de una nueva forma de vida religiosa, una comunidad de laicos consagrados ocupándose de las escuelas "juntos y por asociación". Los estamentos educativos de aquel tiempo quedaron perturbados por sus métodos innovadores y su absoluto deseo de gratuidad para todos, totalmente indiferente al hecho de saber si los padres podían pagar o no. A pesar de todo, De La Salle y sus Hermanos lograron con éxito crear una red de escuelas de calidad, caracterizada por el uso de la lengua vernácula, los grupos de alumnos reunidos por niveles y resultados, la formación religiosa basada en temas originales, preparada por maestros con una vocación religiosa y misionera a la vez y por la implicación de los padres en la educación. Además, de La Salle fue innovador al proponer programas para la formación de maestros seglares, cursos dominicales para jóvenes trabajadores y una de las primeras instituciones para la reinserción de "delincuentes". Extenuado por una vida cargada de austeridades y trabajos, falleció en San Yon, cerca de Rouen, en 1719, sólo unas semanas antes de cumplir 68 años.


Juan Bautista de La Salle fue el primero que organizó centros de formación de maestros, escuelas de aprendizaje para delincuentes, escuelas técnicas, escuelas secundarias de idiomas modernos, artes y ciencias. Su obra se extendió rapidísimamente en Francia, y después de su muerte, por todo el mundo. En 1900, Juan Bautista de La Salle fue declarado Santo. En 1950, a causa de su vida y sus escritos inspirados, recibió el título de Santo Patrono de los que trabajan en el ámbito de la educación. Juan Bautista mostró cómo se debe enseñar y tratar a los jóvenes, cómo enfrentarse a las deficiencias y debilidades con compasión, cómo ayudar, curar y fortalecer. Hoy, las escuelas lasalianas existen en 85 países del mundo.

sábado, 5 de abril de 2025

+Santoral+







Beato Miguel Rúa

Presbítero Salesiano



6 de abril

Fuente: Corazones.org


Martirologio Romano: 

En Turín, en Italia, beato Miguel Rua, presbítero, propagador eximio de la Sociedad Salesiana (+ 1910).

Fecha de beatificación: 29 de octubre de 1972 por el Papa Pablo VI.





Breve Biografía

San Juan Bosco, en 1852, se encontró en la calle con unos jóvenes que le pedían alguna medalla. A cada uno le obsequió su medalla, menos a uno pálido y delgaducho, de noble mirada, al cual el santo le dijo: "A ti sólo te doy esto", al mismo tiempo el santo hacía un gesto con su mano derecha como si partiera su propio brazo izquierdo en la mitad. El joven no entendió ni se atrevió a preguntar, pero 30 años más tarde, le preguntará a Don Bosco: "¿Qué me quiso decir en mi niñez cuando me ofreció regalarme la mitad de su brazo?", y el santo le responderá: "Te quise decir que los dos obraríamos siempre ayudándonos el uno al otro y que tú serías mi mejor colaborador". San Juan Bosco una vez mas probó ser un gran profeta pues así fue en verdad.

Miguel Rúa nació en Turín (Italia) de una modesta familia. Hizo sus estudios de primaria con los Hermanos Cristianos que lo apreciaron mucho porque era sin duda el alumno de mejor conducta que tenían en su escuela. Y resultó que al Instituto de los Hermanos iba San Juan Bosco a confesar y los alumnos se encariñaron de tal manera con este amable santo que ya no aceptaban confesarse con ningún sacerdote que no fuera él. Rúa fue uno de los que se dejaron ganar totalmente por la impresionante simpatía y santidad del gran apóstol.

Al quedar huérfano de padre, empezó a frecuentar el Oratorio de Don Bosco, donde los muchachos pobres de la ciudad iban a pasar alegre y santamente los días festivos. Allí oyó un día que el santo le preguntaba: "Miguelín: ¿nunca has deseado ser sacerdote?". Al jovencito le brillaron los ojos de emoción y le respondió: "Si, lo he deseado mucho, pero no tengo cómo hacer los estudios".

"Pues te vienes cada día a mi casa y yo te daré clases de latín", le dijo Don Bosco. Y así empezó el joven sus clases de secundaria.

Más tarde Don Bosco lo envió a que recibiera clases de un excelente profesor de la ciudad, y cuando le pidió informes acerca de su alumno, el profesor respondió: "Es el mejor de la clase en todo: en aplicación, en conducta y en buenos modales".

San Juan Bosco deseaba mucho fundar una comunidad religiosa para educar a los jóvenes, y se propuso formar a sus futuros religiosos de entre sus propios alumnos. Al primero que eligió para ello fue al joven Rúa. Le impuso la sotana y se interesó porque fuera haciendo sus estudios lo más completamente posible.

En 1856 Don Bosco hizo una votación entre los centenares de alumnos de su Oratoria de Turín (en el cual había muchos internos). Las preguntas eran estas: 1ª. ¿Cuál es el más santo y piadoso de los oratorianos? 2ª. ¿Cuál es el más simpático y buen compañero de todo el Oratorio? La segunda pregunta la ganó Santo Domingo Savio. La primera la ganó por amplia votación el joven Rúa. La votación de aquellos jóvenes resultó ser muy acertada pues ambos llegaron a ser formalmente reconocidos por la Iglesia por su santidad.

Rúa fue el primer alumno de Don Bosco que, ordenado de sacerdote, se quedó a colaborarle en su obra. Fue también el primer director de colegio salesiano y el hombre de confianza que acompañó durante 37 años al gran apóstol en todas sus empresas apostólicas. En él depositaba San Juan Bosco toda su confianza y era en todo como su mano derecha.

Del beato Miguel Rúa hizo San Juan Bosco el siguiente elogio: "Si Dios me dijera: hágame la lista de las mejores cualidades que desea para sus religiosos, yo no sé qué cualidades me atrevería a decir, que ya no las tenga el Padre Miguel Rúa".

Cuando el Padre Rúa fue nombrado para ser director del primer colegio salesiano que se fundaba fuera de Turín, le pidió a su maestro Don Bosco que le trazara un plan de comportamiento, y el santo le escribió lo siguiente: "Ante todo trate de hacerse querer, más que de hacerse temer. Recuerde lo que decía San Vicente de Paúl: ‘Yo tenía un carácter demasiado serio y un temperamento amargo, y me di cuenta de que si no hay amabilidad, se hace más mal que bien en el apostolado. Y me propuse adquirir un modo de ser amable y bondadoso’. Este sea su plan de comportamiento". Miguel Rúa conservó toda su vida estos consejos y llegó a practicarlos de manera admirable.

San Juan Bosco decía al final de su vida: "Si el Padre Rúa quisiera hacer milagros, los haría, porque tiene la virtud suficiente para conseguirlos". El era humilde y no hablaba de sus logros. Pero un día, ya ancianito, le preguntaron los religiosos jóvenes: "Padre, ¿nunca le ha sucedido algún hecho extraordinario?". Y él, por bromear, les dijo: "Sí, un día me dijeron: ya que está reemplazando a Don Bosco que era tan milagroso, por favor coloque sus manos sobre una enferma que está moribunda. Yo lo hice, y tan pronto como le coloqué las manos sobre la cabeza, en ese mismo instante... ¡la pobre mujer se murió!".

Cuando San Juan Bosco era ya muy ancianito, el Santo Padre León XIII le dijo: "Dígame cuál es su sacerdote de mayor reemplazo". El santo le dijo que era Miguel Rúa y este recibió el encargo Pontificio de reemplazar a Don Bosco cuando muriera. Y así lo hizo en 1888 al morir el santo. Quedó Rúa elegido como Superior General de los salesianos y en los 22 años que dirigió la Congregación Salesiana, esta multiplicó por cinco el número de sus religiosos y abrió casas y obras sociales en gran cantidad de países.

Los salesianos decían: "Si alguna vez se perdiera nuestra Regla o nuestros Reglamentos, bastaría observar cómo se porta el Padre Rúa, para saber ya qué es lo que los demás debemos hacer". Su exactitud era admirable. Siempre amable y bondadoso, comprensivo con todos y lleno de paciencia, pero exactísimo en el cumplimiento de todos sus deberes.

Cuando Rúa tenía apenas unos 25 años, un día se enfermó muy gravemente y mandó llamar a San Juan Bosco para que le impusiera los santos óleos y le llevaran el viático. El santo respondió: "Miguel no se muere ahora, ni aunque lo lances de un quinto piso". Y después explicó el por qué decía esto. Es que en sueños había visto que todavía en el año 1906 (40 años después) estaría Miguel Rúa extendiendo la comunidad salesiana por muchos países del mundo. Y a él personalmente le dijo después: "Miguel: cuando ya seas muy anciano y al llegar a una casa alguien te diga: ‘Ay padre, ¿por qué se ha envejecido tan exageradamete?’, prepárate porque ya habrá llegado la hora de partir para la eternidad". Y así sucedió. Al principio del año 1910, el Padre Rúa fue a Sicilia a visitar un colegio salesiano y un antiguo discípulo suyo, al verlo le dijo: "Ay padre, ¿por qué se ha envejecido tan exageradamente?". El santo sacerdote palideció y se preparó para bien morir.

El 6 de abril de 1910, después de exclamar: "Salvar el alma, eso es lo más importante", expiró santamente. Había dedicado su vida con todo su corazón a comunicar el amor de Dios según el carisma que recibió de San Juan Bosco.

sábado, 8 de marzo de 2025

SantodelDia


San Andrés Bessette

Religioso de la Congregación de Santa Cruz.


Místico que fue un fiel devoto de San José

6 de enero


Fuente: 
 pildorasdefe.net


Martirologio Romano: 

En Montreal, ciudad de la provincia de Quebec (Canadá), San Andrés (Alfredo) Bessette, religioso de la Congregación de la Santa Cruz, que trabajó incansablemente en la construcción del insigne santuario dedicado a san José que se alza en aquella ciudad († 1937).







Breve Biografía

San Andrés Bessette, también conocido como el Hermano Andrés (nacido como Alfred Bessette), fue un religioso muy devoto de San José.

Fue el octavo de 12 hijos de una pareja francocanadiense cerca de Montreal. Adoptado a los 12 años, tras la muerte de sus padres, llegó a trabajar en los Estados Unidos durante la Guerra Civil, como en un humilde trabajador agrícola. San Andrés. A los 25 años, se convirtió en Hermano de la Santa Cruz. Se dedicó a ejercer la Misericordia de Dios, acogiendo a miles de personas angustiadas o que buscaban esperanza en medio de tantas crisis de la época. A todo aquel que acudía a él, los escuchaba con mucha atención y les recomendaba que rezaran a San José, en quien tenía plena confianza. Hoy en día, San Andrés Bessette sigue siendo una inspiración para muchos religiosos de nuestros tiempos.

Alfred Bessette nació en Quebec el 9 de agosto de 1845 y quedó huérfano a los 12 años. Tuvo que trabajar para mantenerse y tuvo poca educación formal, pero desde muy joven tuvo una fe viva y una fuerte devoción a San José. Tras unos años intentando encontrar trabajo en Estados Unidos, regresó a Quebec. Allí, el párroco de su infancia le animó a considerar la vocación a la vida religiosa. Envió a Alfred a la Congregación con una nota que decía: "Te envío un santo".

Al principio, la Santa Cruz no aceptó a San Andrés Bessette debido a su mala condición de salud. Lo habían bautizado nada más nacer porque temían que no viviera más que unos días, y fue enfermizo toda su vida. Sin embargo, Andrés Bessette no se desanimó y, con la ayuda del arzobispo de Montreal, recibió el ingreso en el noviciado de la Santa Cruz el 27 de diciembre de 1870.

Al entrar en el noviciado, Alfred tomó el nombre de Andrés, que era el nombre de su párroco de la infancia. Dada su frágil salud y la falta de educación formal, el Hermano Andrés, como se le conocía, fue asignado como portero del Colegio Notre Dame de Montreal. Continuó con esta tarea como hermano profeso. Entre sus muchas tareas, recibía a los visitantes y atendía sus necesidades, después de rezar con el Hermano Andrés, y su reputación como sanador comenzó a extenderse. La gente acudía tanto a verle que la Congregación le permitía atender a los enfermos en una estación de tranvía situada al otro lado de la calle.

A pesar de todo este gran acontecimiento, San Andrés Bessette seguía siendo humilde, y a menudo parecía confundido por el hecho de que la gente se deshiciera en elogios hacia él. Sabía que la verdadera fuente de estas curaciones milagrosas era la intercesión de San José.

San Andrés Bessette, movido por un fuerte deseo de aumentar la devoción a San José, quiso fundar un santuario a su santo favorito al otro lado de la calle del Colegio de Notre Dame. Ahorró el dinero que ganaba cortando el pelo a cinco centavos cada uno, hasta conseguir los 200 dólares que necesitaba para construir una estructura sencilla. Este santuario de San José se inauguró el 19 de octubre de 1904, y en 1909, San Andrés Bessette fue liberado de sus funciones de portero y asignado a tiempo completo como cuidador del Oratorio de San José.

El Oratorio construido por San Andrés Bessette atrajo a un gran número de peregrinos y se planificó la construcción de una gran basílica.


 

El ministerio a tiempo completo del Hermano André durante el resto de su vida consistió en recibir las largas colas de visitantes enfermos que acudían al Oratorio para verle. Llegó a ser conocido como el "Hombre Milagro de Montreal", y miles de curaciones milagrosas se atribuyeron a su intercesión durante las décadas siguientes.


Muerte.

San Andrés Bessette murió el 6 de enero de 1937 a la edad de 91 años.

Durante la semana que su cuerpo permaneció en el exterior del Oratorio de San José, se calcula que un millón de personas desafiaron el crudo invierno de Montreal para presentar sus respetos. La basílica se terminó de construir y sigue siendo un importante lugar de peregrinación, que atrae a más de dos millones de visitantes al año. Las capillas laterales están llenas de placas y agradecimientos de personas curadas gracias a las oraciones de San Andrés Bessette.

El 17 de octubre de 2010, San Andrés Bessette se convirtió en el primer santo de la Congregación de la Santa Cruz al ser canonizado por el Papa Benedicto XVI. En este día, la Iglesia reconoció que Dios eligió a un hombre muy sencillo para una vida notable de servicio a la Iglesia.

Anteriormente, había sido beatificado por el Papa San Juan Pablo II el 23 de mayo de 1982.


Oratorio de San José

Oración a San Andrés Bessette.

Señor, has elegido al hermano Andrés Bessette para difundir la devoción a San José y para dedicarse a todos los pobres y afligidos. Concede por su intercesión el favor que ahora te pedimos (indica tu intención)

Concédenos la gracia de imitar su piedad y caridad para que, con él, podamos compartir la recompensa prometida a todos los que se preocupan por el prójimo, por amor a ti. Hacemos esta oración en nombre de Jesús, el Señor. Amén.

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sábado, 18 de abril de 2015

VideoViolencia



Los Vídeo-Juegos violentos son muy

 dañinos para la mente del Niño


Muchos Padres a veces por ignorancia, o comodidad dejan a sus hijos horas frente al Televisor o en la Consola de Juegos, contentos porque los ven absortos y “tranquilos”, mientras su mente, pensamiento, personalidad está siendo entrenada para aceptar la cultura de la Muerte y la Violencia, como algo Natural. Literalmente se entrenan para matar, y ver la muerte del hombre por el hombre como cotidiano.

Los vídeo-juegos violentos están a la orden del día. Parece que cuanto más sangrientos o más crueles son, más éxito tienen.

Los estudios demuestran que los medios de comunicación violentos fomentan la conducta agresiva en niños y adultos susceptibles.  ¡Los niños “susceptibles” son los más vulnerables a hacerse agresivos cuando son expuestos a la violencia!

Los video juegos que son dañinos para los niños son aquellos en los que el niño pretende tener un arma y/o disfruta atacar a otras personas. Esto es así aún si las otras personas supuestamente son “los malos”. Algunos de los juegos también sancionan que los personajes masculinos ataquen a los personajes femeninos.  ¿Quiere usted que su niño piense que está bien lastimar a cualquiera que supuestamente sea “malo”?
Lo que hace daño a los niños es que aprenden a disfrutar la violencia.  Este aprendizaje trastorna el balance interior relacionado al placer de los niños. Cuando el balance de placer es alterado, los niños no disfrutan lo que deberían disfrutar.  ¡Algunos niños hasta se rehúsan a salir afuera a jugar!

ESTAMOS HABLANDO DE UNA EMPRESA QUE PRODUCE MILES DE MILLONES DE DOLARES. ES EL NEGOCIO DE ENTRAR EN LAS MENTES DE NUESTROS HIJOS

Consejos para los Padres 

Los padres pueden ayudar a sus niños a disfrutar de estos juegos y evitar los problemas mediante:
·         cotejar la evaluación del Consejo de Clasificación de Software de Entretenimiento [Entertainment Software Rating Board (ESRB)] en la caja de juegos para conocer el contenido del juego
·         seleccionar los juegos apropiados—tanto en contenido como en el nivel de desarrollo
·         jugar los juegos de vídeo con sus hijos, para experimentar el contenido del juego
·         establecer reglas claras acerca del contenido de los juegos y del tiempo que pueden dedicarle a jugarlos, ya sea dentro o fuera del hogar
·         advertirles claramente a los niños sobre el potencial de peligro serio de los contactos y relaciones en la Internet mientras están jugando juegos en línea
·         hablando con otros padres acerca de las reglas de su familia sobre los juegos de vídeo
·         recordando que usted es el modelo para su niño—incluyendo los juegos de vídeo que juega como adulto.
·         Replantee nuevas actividades con su hijo que le hagan apreciar las Artes, La Buena Música, La Naturaleza, La Sanas Relaciones Humanas, La Espiritualidad…



viernes, 17 de abril de 2015

MadreIglesia



La santa madre Iglesia

 Después de afirmar la fe en Dios uno y Trino el Credo da un salto cualitativo cuando afirma: “creo en la Iglesia…” El misterio de la Iglesia aparece insertado dentro del misterio de Dios-trino, ya que éste es su fuente y origen. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son garantes de la Iglesia, pues donde están los tres, allí también se encuentra la Iglesia que es el cuerpo de los tres (Cfr. Tertuliano) La Iglesia hace visible el misterio trinitario.

Una, santa, católica y apostólica son las notas esenciales de la Iglesia proclamadas en el credo. Pero creer en la Iglesia no es creer en una doctrina, un concepto, una idea, sino que es una experiencia vital. Por eso la expresión de “madre Iglesia” supera a todas por ser la imagen más bella, repetida y entrañable. Es la que mejor expresa su naturaleza, lo que es en realidad, pues realiza las funciones de madre espiritual a imagen de la madre natural. Es contundente la expresión de San Cipriano (s.III): “No puede tener a Dios por Padre quien no tiene a la Iglesia por madre” (Sobre la unidad de la Iglesia, 6).

“La santa madre Iglesia” es la expresión más antigua usada por los santos padres, los concilios, sínodos y la predicación. Esta idea de “madre Iglesia” debe estar presente a lo largo de estas reflexiones como clave, prisma de visión o idea transversal que enfoca todo comentario. El Papa Francisco repite constantemente que la “Iglesia es nuestra madre y todos somos parte de ella; una madre misericordiosa, que comprende, que intenta ayudar, que no juzga sino que ofrece el perdón de Dios” (Audiencia General 11.09.13).

Hay ideas erróneas que se van propagando tendenciosamente fijándose sólo en lo exterior de una institución humana imperfecta y pecadora que aplica normas frías y exigentes, juzga y condena. Otros propagan la expresión más absurda que se puede pensar: “Cristo sí, Iglesia no”. Un cristiano que dijera eso se niega a sí mismo. La Iglesia es la prolongación de Cristo en el tiempo y la formamos todos, desde el Papa hasta el último recién bautizado. Es fundamental, pues, definir qué es la Iglesia.

QUÉ ES LA IGLESIA

La iglesia la fundó Jesucristo y la puso a andar en la historia el día de Pentecostés (Hch 2, 1ss). Aparece como la larga mano o prolongación de la acción de Cristo, guiada por el Espíritu Santo, caminando hacia la casa del Padre. Es el sacramento de Cristo y del Espíritu (CEC 738).

Para algunos la Iglesia es una estructura, una institución, un conjunto de leyes, una jerarquía. Estos se quedan sólo en lo exterior y en la periferia del ser de la Iglesia. La Iglesia no son unos muros fríos, ni unos despechos de administración, ni un parlamento de leyes. Sin duda que para funcionar necesita unas normas y unas estructuras, pero muy distintas de las del mundo, pues la única y gran ley que la conduce es la caridad.

Está compuesta por personas. Dice San Pedro: “También vosotros, como piedras vivas, sois edificados como edificio espiritual para un sacerdocio santo… vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa” (1P 2, 4-9).

Muchas figuras de diversos órdenes enriquecen la definición de Iglesia: madre, esposa de Cristo, pueblo de Dios (LG 9), sacramento y cuerpo de Cristo, sacramento de salvación universal, casa o familia de Dios edificación de Dios, maestra, luz de las gentes, labranza, viña, redil, grey de Dios, Jerusalén del cielo. Todas estas imágenes ayudan a ahondar lo que hay de invisible y misterio en la Iglesia, pues es, a la vez, una institución humana y divina. Está en el mundo pero lo trasciende. Su origen es divino y sólo lo podemos captar desde la fe. Dice San Ireneo: “Donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios; y allí donde está el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda la gracia” (Trat. contra las herejías, 3,24).

Se descubre el misterio de la Iglesia a través de sus acciones que prolongan la salvación de Cristo. Está en el mundo para proclamar el Reino de Dios anunciando el Evangelio, distribuyendo el depósito de la gracia por medio de los sacramentos; educa, ora, celebra, vive, renueva la humanidad. Está al servicio de la humanidad entera de quien recibe como pueblo de Dios sus hijos. Ejerce de buena samaritana del mundo, como Jesús, sirviendo a los más necesitados. Éste es el rostro auténtico y amable de la Iglesia madre.

Los santos, los mártires, los misioneros, que son los mejores hijos de la Iglesia exclamaban: amo a mi madre la Iglesia, creo en ella, entrego mi vida para ella. Entendían que así como a la madre se le quiere a pesar de sus arrugas, así mismo se ama a la Iglesia que durante siglos ha sufrido los avatares de la historia y se le ha pegado el polvo de mil caminos del mundo.

A pesar de los pecados de los miembros de la Iglesia, de las tensiones que siempre ha habido y habrá, a pesar de los defectos el fiel creyente siempre ama a la Iglesia. Ella nos ha engendrado para la vida de la fe, nos alimenta en sus sacramentos con la gracia de Dios, nos acompaña en el camino de la vida, nunca deja de acoger y perdonar. La Iglesia, según la expresión de los Padres, es el lugar “donde florece el Espíritu” (San Hipólito Romano, Traditio apostolica, 35).

Nuestra actitud es siempre la de aceptarla, amarla, comprenderla, colaborar con ella, sentirnos a gusto en su seno, mejorarla y rejuvenecerla con nuestra conversión continua para ser cada día más fieles a su misión. Es que cuando hablamos de Iglesia debemos pensar que la formamos todos los bautizados y todo lo que se pueda llamar pueblo de Dios. El Concilio Vaticano II enriqueció la definición del misterio de la Iglesia con la hermosa expresión de “Pueblo de Dios”.“Así, pues, de todas las gentes de la tierra se compone el Pueblo de Dios, porque de todas recibe sus ciudadanos, que lo son de un reino, por cierto no terreno, sino celestial” (LG 13). Así, la Iglesia es y está llamada a ser más plenamente misterio de amor, comunión, misión y unión.

LOS 5 MANDAMIENTOS DE LA IGLESIA

Según el Catecismo de la Iglesia Católica #2041-2043
Los mandamientos de la Iglesia se sitúan en la línea de una vida moral referida a la vida litúrgica y que se alimenta de ella. El carácter obligatorio de estas leyes positivas promulgadas por la autoridad eclesiástica tiene por fin garantizar a los fieles el mínimo indispensable en el espíritu de oración y en el esfuerzo moral, en el crecimiento del amor de Dios y del prójimo. Los mandamientos más generales de la Santa Madre Iglesia son cinco:

El primer mandamiento (oír misa entera los domingos y fiestas de precepto) 
Exige a los fieles participar en la celebración eucarística, en la que se reúne la comunidad cristiana, el día en que conmemora la Resurrección del Señor, y en aquellas principales fiestas litúrgicas que conmemoran los misterios del Señor, la Virgen María y los santos. 
El segundo mandamiento (confesar los pecados mortales al menos una vez al año, y en peligro de muerte, y si se ha de comulgar)
Asegura la preparación para la Eucaristía mediante la recepción del sacramento de la Reconciliación, que continúa la obra de conversión y de perdón del Bautismo.

El tercer mandamiento (comulgar por Pascua de Resurrección) 
Garantiza un mínimo en la recepción del Cuerpo y la Sangre del Señor en relación con el tiempo de Pascua, origen y centro de la liturgia cristiana.

El cuarto mandamiento (ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia) 
Asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas; contribuyen a hacernos adquirir el dominio sobre nuestros instintos y la libertad del corazón.

El quinto mandamiento (ayudar a la Iglesia en sus necesidades) 
Señala la obligación de ayudar, cada uno según su capacidad, a subvenir a las necesidades materiales de la Iglesia.


Oración por la Santa Iglesia y por los sacerdotes


Oh Jesús mío, te ruego por toda la Iglesia:
concédele el amor y la luz de tu Espíritu
y da poder a las palabras de los sacerdotes
para que los corazones endurecidos
se ablanden y vuelvan a ti, Señor.
Señor, danos sacerdotes santos;
Tú mismo consérvalos en la santidad.
Oh Divino y Sumo Sacerdote,
que el poder de tu misericordia
los acompañe en todas partes y los proteja
de las trampas y asechanzas del demonio,
que están siendo tendidas incesantemente para las almas de los sacerdotes.
Que el poder de tu misericordia,
oh Señor, destruya y haga fracasar
lo que pueda empañar la santidad de los sacerdotes,
ya que tú lo puedes todo.
Oh mi amadísimo Jesús,
te ruego por el triunfo de la Iglesia,
por la bendición para el Santo Padre y todo el clero,
por la gracia de la conversión de los pecadores empedernidos.
Te pido, Jesús, una bendición especial y luz
para los sacerdotes,
ante los cuales me confesaré durante toda mi vida.
(Santa Faustina Kowalska)