Solemnidad del
Corpus Christi
Corpus Christi
es la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la presencia de Jesucristo en
la Eucaristía.
Este día
recordamos la institución de la Eucaristía que se llevó a cabo el Jueves Santo
durante la Última Cena, al convertir Jesús el pan y el vino en su Cuerpo y en
su Sangre.
Es una fiesta
muy importante porque la Eucaristía es el regalo más grande que Dios nos ha
hecho, movido por su querer quedarse con nosotros después de la Ascensión.
¿Conocemos
la historia del Corpus
Christi?
Antiguamente -y
todavía hoy en muchos países católicos- se celebra esta fiesta con una
procesión solemne, en la que se lleva expuesto al Santísimo Sacramento de la
Eucaristía por las principales calles de la ciudad, acompañados con flores,
cirios, oraciones, himnos y cantos de los fieles.
¿Conocemos
el origen y el significado de esta celebración?
1. Una fiesta que nace como
prolongación del Jueves Santo
Hasta hace algunos años, esta solemnidad se celebraba en día de jueves, dado que esta fiesta nació como una prolongación del Jueves Santo, y cuyo fin era tributar un culto público y solemne de adoración, de amor y gratitud a Jesús presente en la Eucaristía, por ese regalo maravilloso que nos dio en la Última Cena, cuando quiso quedarse con nosotros para siempre en el sacramento del altar. La solemnidad del Corpus Christi se remonta al siglo XIII.
Hasta hace algunos años, esta solemnidad se celebraba en día de jueves, dado que esta fiesta nació como una prolongación del Jueves Santo, y cuyo fin era tributar un culto público y solemne de adoración, de amor y gratitud a Jesús presente en la Eucaristía, por ese regalo maravilloso que nos dio en la Última Cena, cuando quiso quedarse con nosotros para siempre en el sacramento del altar. La solemnidad del Corpus Christi se remonta al siglo XIII.
2. Origenes de la fiesta:
Dios utilizó a santa Juliana de Mont Cornillon para propiciar
esta fiesta. La santa nace en Retines cerca de Liège, Bélgica en 1193. Quedó
huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon.
Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su
comunidad. Por diferentes intrigas tuvo que irse del convento. Murió el 5 de
abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada
en Villiers.
Juliana, desde joven, tuvo una gran veneración al Santísimo
Sacramento. Y siempre añoraba que se tuviera una fiesta especial en su honor.
Este deseo se dice haberse intensificado por una visión que ella tuvo de la
Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba
la ausencia de esta solemnidad.
Ella le hizo conocer sus ideas a Roberto de Thorete, el entonces
obispo de Liège, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de
los Países Bajos; a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Liège,
después obispo de Verdun, Patriarca de Jerusalén y finalmente al Papa Urbano
IV. El obispo Roberto se impresionó favorablemente y como en ese tiempo los
obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un
sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; también
el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan debía escribir el oficio para esa
ocasión. El decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276),
junto con algunas partes del oficio.
El obispo Roberto no vivió para ver la realización de su orden,
ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera
vez por los cánones de San Martín en Liège. Jacques Pantaleón llegó a ser Papa
el 29 de agosto de 1261. La ermitaña Eva, con quien Juliana había pasado un
tiempo y quien también era ferviente adoradora de la Santa Eucaristía, le
insistió a Enrique de Guelders, obispo de Liège, que pidiera al Papa que
extendiera la celebración al mundo entero.
Urbano IV, siempre siendo admirador de esta fiesta, publicó la
bula “Transiturus” el 8 de septiembre de 1264, en la cual, después de haber
ensalzado el amor de nuestro Salvador expresado en la Santa Eucaristía, ordenó
que se celebrara la solemnidad de “Corpus Christi” en el día jueves después del
domingo de la Santísima Trinidad, al mismo tiempo otorgando muchas indulgencias
a todos los fieles que asistieran a la santa misa y al oficio. Este oficio,
compuesto por el doctor angélico, Santo Tomás de Aquino, por petición del Papa,
es uno de los más hermosos en el breviario Romano y ha sido admirado aun por
Protestantes.
La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco
después de la publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta.
Pero el Papa Clemente V tomó el asunto en sus manos y en el concilio general de
Viena (1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. Publicó un nuevo
decreto incorporando el de Urbano IV. Juan XXII, sucesor de Clemente V, instó
su observancia.
Ninguno de los decretos habla de la procesión con el Santísimo
como un aspecto de la celebración. Sin embargo estas procesiones fueron dotadas
de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV y se hicieron bastante
comunes en a partir del siglo XIV.
La fiesta fue aceptada en Cologne en 1306; en Worms la adoptaron
en 1315; en Strasburg en 1316. En Inglaterra fue introducida de Bélgica entre
1320 y 1325. En los Estados Unidos y en otros países la solemnidad se celebra
el domingo después del domingo de la Santísima Trinidad.
En la Iglesia griega la fiesta de Corpus Christi es conocida en
los calendarios de los sirios, armenios, coptos, melquitas y los rutinios de
Galicia, Calabria y Sicilia.
El Concilio de
Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia
de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre
este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad, y
reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares
públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan
inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente
presente la victoria y triunfo de la muerte y resurección de Nuestro Señor
Jesucristo.
La Iglesia entera quiere honrar solemnemente y tributar un especial culto de adoración a Jesucristo, realmente presente en la Eucaristía, memorial de su pasión, muerte y resurrección por amor a nosotros, banquete sacrificial y alimento de vida eterna. Desde aquel primer Jueves Santo, cada misa que celebra el sacerdote en cualquier rincón de la Tierra tiene un valor redentor. No sólo “recordamos” la Pascua del Señor, sino que “revivimos” realmente los misterios sacrosantos de nuestra redención, por amor a nosotros. ¡Gracias a ellos, nosotros podemos tener vida eterna!
El milagro doblega la duda
Se cuenta que en
el año 1264, un sacerdote procedente de la Bohemia, un tal Pedro de Praga,
dudoso sobre el misterio de la presencia real de Cristo en la Eucaristía,
acudió en peregrinación a Roma para invocar sobre la tumba del apóstol San Pedro
el robustecimiento de su fe. Al volver de la Ciudad Eterna, se detuvo en
Bolsena y, mientras celebraba el santo sacrificio de la misa en la cripta de
santa Cristina, la sagrada Hostia comenzó a destilar sangre hasta quedar en el
corporal completamente mojado. La noticia del prodigio se regó como pólvora,
llegando hasta los oídos del Papa Urbano IV, que entonces se encontraba en
Orvieto, una población cercana a Bolsena. Impresionado por la majestuosidad del
acontecimiento, ordenó que el sagrado lino fuese transportado a Orvieto y,
comprobado el milagro, instituyó enseguida la celebración de la solemnidad del
Santísimo Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo.
En la Iglesia Griega
la fiesta del Corpus Christi se conoce en los calendarios de los Sirios,
Armenios, Coptos, Melquitas, y en los Rutenianos de Galicia, Calabria y
Sicilia.
10 cosas que todo cristiano debe saber
en torno a este gran milagro:
1. Jesús instituyó la Eucaristía
Jesús reunido con sus apóstoles en la Última Cena instituyó el
sacramento de la Eucaristía: “Tomen y coman; esto es mi cuerpo…” (Mt, 26,
26-28). De esta manera hizo partícipes de su sacerdocio a los
apóstoles y les mandó que hicieran lo mismo en memoria suya.
2. Eucaristía significa "Acción de gracias"
La palabra Eucaristía, derivada del griego εὐχαριστία (eucharistía),
significa "Acción de gracias" y se aplica a este sacramento
porque nuestro Señor dio gracias a su Padre cuando la instituyó. Además, porque
el Santo Sacrificio de la Misa es el mejor medio de dar gracias a
Dios por sus beneficios.
3. Cristo se encuentra de forma íntegra en el Sacramento del Altar
El Concilio de Trento (siglo XVI) define claramente: "En
el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente
el Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo, juntamente con su Alma y
Divinidad. En realidad Cristo íntegramente". Asimismo, en el Derecho
Canónico de la Iglesia ninguna otra festividad recibe tanta atención como la
Solemnidad del Corpus Christi.
4. Los sucesores de los apóstoles convierten el pan y el vino en Cuerpo
y Sangre de Cristo
En la Santa Misa, los obispos y sacerdotes convierten realmente el
pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo durante la consagración; el
proceso es llamado Transubstanciación (*). La Solemnidad del Corpus Christi es
una de las cinco ocasiones en el año en que un Obispo no puede estar fuera de
su diócesis, salvo por una urgente y grave razón.
5. Se debe recibir la Eucaristía al menos una vez al año
La Comunión es recibir a Jesucristo sacramentado en la Eucaristía. La
Iglesia manda comulgar al menos una vez al año, en estado de gracia, y
recomienda la comunión frecuente. Es muy importante recibir la Primera Comunión
cuando se llega al uso de razón, con la debida preparación.
6. Para comulgar se necesita del ayuno eucarístico y confesarse
El ayuno eucarístico consiste en abstenerse de tomar cualquier
alimento o bebida, al menos desde una hora antes de la Sagrada Comunión, a
excepción del agua y las medicinas. Los enfermos y sus asistentes pueden
comulgar aunque hayan tomado algo en la hora inmediatamente anterior. El que
comulga en pecado mortal comete un grave pecado llamado sacrilegio. El que desea
comulgar y está en pecado mortal no puede recibir la Comunión sin haber
acudido antes al sacramento de la Penitencia, pues no basta el acto de
contrición.
7. Es Mandamiento de la Iglesia asistir a Misa domingos y días de
precepto
Frecuentar la Santa Misa es un acto de amor a Dios que debe brotar
naturalmente de cada cristiano. Es también obligatorio asistir los domingos y
feriados religiosos de precepto, a menos que se esté impedido por una causa
grave.
8. La Eucaristía es alimento espiritual para enfermos y agonizantes
La Eucaristía en el Sagrario es un signo por el cual Nuestro Señor está
constantemente presente en medio de su pueblo y es alimento
espiritual para enfermos y moribundos. Se le debe agradecimiento, adoración y
devoción a la real presencia de Cristo reservado en el Santísimo Sacramento.
9. La fiesta del Corpus Christi se celebra el jueves
posterior al domingo de la Santísima Trinidad
La Solemnidad del Corpus Christi fue establecida en 1246 por el Obispo
Roberto de Thorete y a sugerencia de Santa Juliana de Mont Cornillon. Después
del milagro eucarístico de Bolsena, a mediados del Siglo XIII, el Papa Urbano
IV expandió esta celebración a toda la Iglesia Universal en 1264 con la bula
“Transiturus”, fijándola para el jueves posterior al domingo de la Santísima
Trinidad. El Pontífice encomendó a Santo Tomás de Aquino que compusiera un
oficio litúrgico propio e himnos que se entonan hasta nuestros días.
10. También es posible celebrarla el domingo posterior a la Santísima
Trinidad