Venezuela,
país consagrado al Santísimo Sacramento 2 de Julio de 1899
Fuente: Conferencia Episcopal Venezolana
Venezuela
República del Santísimo Sacramento
En 1892, Su Excelencia Monseñor Juan Bautista Castro, consagró a
Venezuela al Santísimo y Divinísimo Sacramento del Altar, es decir, al
Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesuscristo Verdaderamente
presente en las especies del pan y el vino consagrados en el sacrificio de la
Santa Misa. En estas fechas que se celebran las fiestas y manifestaciones del
Corpus Christi en nuestro país, es bueno y pertinente que recordemos y
repitamos con fervor esta consagración.
Desde el comienzo de nuestra evangelización se educó a los
cristianos en el amor y la devoción al Santísimo Sacramento…. En muchas
parroquias se celebran cada año las Cuarenta Horas, y de forma periódica otros
modos de adoración al Santísimo Sacramento.
Existen desde el siglo XVI cofradías del Santísimo en diversas
ciudades de Venezuela. Para inculcar en el ánimo del pueblo la fe en la
presencia real los evangelizadores promovieron expresiones populares como los
Diablos danzantes, que han llegado a ser un elemento integrante de la cultura y
el folklore en varias regiones del país.
La costumbre de llevar la Eucaristía a los enfermos y el Viático
a los moribundos tiene en muchos lugares un sentido y solemnidad profundos, con
ornato especial no exento de belleza y devoción. Desde finales del siglo XIX se
incrementó con fuerza el culto y adoración a la Eucaristía, que culminó con la
consagración de la República al Santísimo Sacramento, y en 1907 con el I
Congreso Eucarístico Nacional.
A mediados del siglo XX las diócesis y los movimientos de
apostolado promovieron campañas para la comunión pascual, sobre todo entre los
varones adultos, que con frecuencia descuidaban la recepción de este
sacramento. A finales del siglo XIX, después de la difícil situación que debió
afrontar la Iglesia durante la Independencia y la primera época republicana , y
en vista de las nuevas perspectivas que se vislumbraban, surgió la iniciativa
de consagrar la República al Santísimo Sacramento.
El culto a Jesús sacramentado estaba teniendo entonces gran
incremento, especialmente desde la fundación de la adoración perpetua en la
Iglesia de Las Mercedes, en Caracas, en 1882. Pero el principal propulsor de la
consagración oficial fue el Pbro. Juan Bautista Castro, capellán de la Santa
Capilla, hombre ilustre por muchos títulos y más tarde Arzobispo de
Caracas.
Para preparar este homenaje fue constituida una Junta Nacional,
la cual solicitó del Episcopado Nacional, que consagrara a perpetuidad la
República a Jesús Sacramentado. Esta petición fue unánimemente acogida por los
Obispos, y así, el 2 de julio de 1899 el Arzobispo de Caracas, Mons. Críspulo
Uzcátegui, leyó por sí y en nombre de todos el Acto de la Consagración.
Es reconfortante comprobar cómo desde entonces la vida eclesial
floreció en Venezuela. Ello se manifiesta en la creación de nuevas diócesis,
así como de seminarios e instituciones educativas de todo nivel, el retorno de
las órdenes religiosas y la fundación de institutos femeninos de vida consagrada.
Monseñor Juan Baustista Castro |
Momento de singular trascendencia fue la firma del Convenio
entre la Sede Apostólica y la República de Venezuela, instrumento jurídico por
medio del cual se ha regulado la relación Iglesia – Estado desde 1964 hasta
nuestros días. Desde entonces hasta hoy, la Iglesia ha realizado la reforma
promovida por el Vaticano II, fundó la Conferencia Episcopal Venezolana, y ha
planificado sucesivos planes conjuntos de pastoral; han florecido los
movimientos laicales y las vocaciones sacerdotales y religiosas. Muchos frutos
de este renacer tienen que ver directamente con el culto al Santísimo
Sacramento, a saber: la creación de institutos de vida consagrada con un
carisma específicamente eucarístico; la extensión de los movimientos
eucarísticos con análoga orientación; la fundación de santuarios para la
adoración perpetua en diversos lugares del país; la celebración de los
congresos eucarísticos de 1907, 1925 y 1956. El último de estos congresos fue
también el II Bolivariano.
Acto de Consagración de la República de
Venezuela al Santísimo Sacramento
Soberano Señor del Universo y Redentor del mundo, clementísimo Jesús, que por
un prodigio inenarrable de tu caridad te has quedado con nosotros en este
sacramento hasta el fin de los siglos; aquí venimos a tus pies a proclamarte
solemnemente y a la faz del cielo y de la tierra, nuestro único rey y dominador
santísimo. A quien consagramos todos nuestros afectos y servicios y a quien
ponemos todas nuestras esperanzas. Tú eres nuestro Dios, y no tendremos otro
alguno delante de tí, en tus manos ponemos nuestra suerte y con ella los
destinos de nuestra patria. Muchos te hemos ofendido, y como el hijo pródigo
hemos disipado en los desórdenes tu herencia, perdónanos que ya volvemos con
espíritu contrito a tu casa y a tus brazos.
Recíbenos, salvador nuestro, y concédenos que venga a nosotros
tu reino eucarístico. Levanta bien alto tu trono en nuestra República, a fin de
que en ella te veas glorificado por singular manera y sea honra nuestra, de
distinción inapreciable, el llamarnos la República del Santísimo Sacramento. Te
entregamos cuanto somos y cuanto tenemos cubre nuestra ofrenda con tú mirada
paternal y hazla aceptable y valiosa en tú divina presencia.
Otra vez te pedimos nos recibas, que no nos deseches, y que este acto de
nuestro amor y de nuestra gratitud sea repetido, cada vez con mayor fervor, de
generación en generación, mientras Venezuela exista, para que jamás la apartes
de tú Sagrado Corazón. Que así sea para nuestra vida del tiempo y después...
Por los Siglos de los Siglos.
Amén.
Oración de Consagración de la República de Venezuela al
Santísimo Sacramento
Soberano Señor del Universo y Redentor del mundo, clementísimo
Jesús que por un prodigio inenarrable de tu caridad te has quedado con nosotros
en este sacramento hasta el fin de los siglos; aquí venimos a tus pies a
proclamarte solemnemente y a la faz del cielo y de la tierra, nuestro único rey
y dominador santísimo.
A quien consagramos todos nuestros afectos y servicios y a quien
ponemos todas nuestras esperanzas. Tú eres nuestro Dios, y no tendremos otro
alguno delante de Ti, en tus manos ponemos nuestra suerte y con ella los
destinos de nuestra Patria. Muchos te hemos ofendido, y como el hijo pródigo
hemos disipado en los desórdenes tu herencia, perdónanos qué y a volvemos con
espíritu contrito a tu casa y a tus brazos. Recíbenos, salvador nuestro, y
concédenos que venga a nosotros tu reino eucarístico. Levanta bien alto tu
trono en nuestra República, a fin de que en ella te veas glorificado por
singular manera y sea honra nuestra, de distinción inapreciable, el llamarnos
la República Venezuelad el Santísimo Sacramento del Altar.
Te entregamos cuanto somos y cuanto tenemos cubre nuestra
ofrenda con tú mirada paternal y hazla aceptable y valiosa en tú divina
presencia. Otra vez te pedimos nos recibas, que nonos deseches, y que este acto
de nuestro amor y de nuestra gratitud sea repetido, cada vez con mayor fervor,
de generación en generación, mientras Venezuela exista, para que jamás la apartes
de tú Sagrado Corazón. Que así sea para nuestra vida del tiempo y después. Por
los Siglos de los Siglos.
Amén.
Monseñor Juan Bautista Castro Arzobispo de Caracas
02 de Julio de 1899