La Iglesia y el Comunismo
CARTA
ENCÍCLICA: DIVINI REDEMPTORIS DEL SUMO PONTÍFICE PÍO XI
Resumen. (Carta Completa en Vaticano )
1. La promesa de un Redentor divino ilumina la primera página
de la historia de la humanidad; por esto la confiada esperanza de un futuro
mejor suavizó el dolor del paraíso perdido (Cf. Gén 3,23) y acompañó al género
humano en su atribulado camino hasta que, en la plenitud de los tiempos (Gál
4,4), el
Salvador del mundo, apareciendo en la tierra, colmó
la expectación e inauguró una nueva civilización universal, la
civilización cristiana, inmensamente
superior a la que el hombre había hasta
entonces alcanzado trabajosamente en algunas naciones privilegiadas.
2. Pero la lucha entre el bien y el mal quedó
en el mundo como triste herencia del pecado original. y el antiguo tentador no
ha cesado jamás de engañar a la humanidad con falaces promesas. Por esto, en el curso
de los siglos, las perturbaciones se han ido sucediendo unas tras otras
hasta llegar a la revolución de nuestros días,
la cual por todo el mundo es ya o una realidad cruel o
una seria amenaza, que supera en amplitud y violencia a todas las
persecuciones que anteriormente ha padecido la Iglesia. Pueblos
enteros están
en peligro de caer de nuevo en una barbarie peor que aquella en que yacía la mayor parte del
mundo al aparecer el Redentor.
3. Este peligro tan amenazador, como habréis
comprendido, venerables hermanos, es el comunismo bolchevique y
ateo, que pretende derrumbar radicalmente el orden social y socavar los
fundamentos mismos de la civilización
cristiana.
I. POSICIÓN DE LA IGLESIA FRENTE AL COMUNISMO
Condenaciones anteriores
4. Frente a esta amenaza, la Iglesia católica
no podía callar, y no calló.
No calló esta Sede Apostólica,
que sabe que es misión propia suya la
defensa de la verdad, de la justicia y de todos aquellos bienes eternos que el
comunismo rechaza y combate. Desde que algunos grupos de intelectuales
pretendieron liberar la civilización humana
de todo vínculo moral y religioso, nuestros
predecesores llamaron abierta y explícitamente
la atención del mundo sobre las
consecuencias de esta descristianización de
la sociedad humana. Y por lo que toca a los errores del comunismo, ya en el año
1846 nuestro venerado predecesor Pío IX, de santa memoria, pronunció una solemne
condenación contra ellos, confirmada después
en el Syllabus. Dice textualmente en la encíclica
Qui pluribus: «[A esto tiende] la doctrina, totalmente contraria al
derecho natural, del llamado comunismo; doctrina que, si se
admitiera, llevaría a la radical subversión
de los derechos, bienes y propiedades de todos y aun de la misma sociedad
humana». Más tarde, uno predecesor nuestro,
de inmortal memoria, León XIII, en la encíclica
Quod Apostolici numeris, definió el comunismo como «mortal enfermedad que
se infiltra por las articulaciones más íntimas de la sociedad humana, poniéndola
en peligro de muerte», y con clara visión
indicaba que los movimientos ateos entre las masas populares, en plena
época del tecnicismo, tenían
su origen en aquella filosofía que desde hacía
ya varios siglos trataba ele separar la ciencia y la vida de la fe y de la
Iglesia.
II. DOCTRINA Y FRUTOS DEL COMUNISMO
Doctrina
Falso ideal
8. El comunismo de hoy, de un modo más acentuado que
otros movimientos similares del pasado, encierra en sí
mismo una idea de aparente redención. Un seudo ideal de justicia, de
igualdad y de
fraternidad en el trabajo satura toda su doctrina y toda su actividad
con un cierto
misticismo falso, que a las masas halagadas por falaces promesas
comunica un ímpetu y tu
entusiasmo contagiosos, especialmente en un
tiempo come el nuestro, en el que por la defectuosa distribución de los
bienes de este mundo se ha
producido una miseria general hasta ahora desconocida. Más aún: se hace
alarde de este seudo ideal, como si hubiera
sido el iniciador de un progreso económico, progreso que, si en algunas
regiones es real, se explica por otras causas muy distintas, como son la
intensificación de la productividad industrial en países que hasta
ahora carecían de ella; el cultivo de ingentes riquezas naturales, sin
consideración alguna a los valores humanos, y el uso de métodos
inhumanos para realizar grandes trabajos con un salario indigno del
hombre.
Materialismo evolucionista de Marx
9. La doctrina que el comunismo oculta bajo apariencias a veces tan
seductoras se funda hoy sustancialmente sobre los principios, ya proclamados anteriormente por Marx, del
materialismo dialéctico y del materialismo histórico, cuya única genuina
interpretación pretenden poseer los teóricos del bolchevismo. Esta doctrina
enseña que sólo existe una realidad, la materia, con sus fuerzas
ciegas, la cual, por evolución, llega a ser planta, animal, hombre.
La sociedad humana, por su parte , no es más que una apariencia y
una forma de la materia, que evoluciona del modo dicho y que por ineluctable
necesidad tiende, en un perpetuo conflicto de fuerzas,
hacia la síntesis final: una sociedad sin ciases. En
esta doctrina, como es evidente, no queda lugar ninguno para la idea de Dios, no
existe diferencia entre el espíritu y la materia ni entre
el cuerpo y el alma: no existe una vida del alma posterior a la muerte, ni hay, por consiguiente, esperanza alguna en una vida
futura. Insistiendo en el aspecto dialéctico
de su materialismo, los comunistas afirman que el conflicto que impulsa
al mundo hacia su síntesis final puede ser acelerado por el hombre. Por esto procuran exacerbar las diferencias
existentes entre las diversas clases sociales y se esfuerzan para que la lucha
de clases, con sus odios y destrucciones, adquiera el aspecto de una cruzada
para el progreso de la humanidad. Por consiguiente, todas las fuerzas que
resistan a esas conscientes violencias sistemáticas
deben ser, sin distinción alguna, aniquiladas como enemigas del género humano.
A qué quedan reducidos el
hombre y la familia
10. El comunismo, además,
despoja al hombre de su libertad, principio normativo de su conducta moral, y
suprime en la persona humana toda dignidad y todo freno moral eficaz contra el
asalto de los estímulos ciegos. Al ser la persona humana, en el comunismo, una
simple ruedecilla del engranaje total, niegan al individuo, para atribuirlos a
la colectividad, todos los derechos naturales propios de la personalidad humana.
En las relaciones sociales de los hombres afirman el principio de la absoluta
igualdad, rechazando toda autoridad jerárquica
establecida por Dios, incluso la de los padres; porque, según
ellos, todo lo que los hombres llaman autoridad y subordinación deriva
exclusivamente de la colectividad como de su primera y única fuente. Los individuos no tienen
derecho alguno de propiedad sobre los bienes naturales y sobre los medios de
producción, porque. siendo éstos fuente de otros bienes, su posesión
conduciría al predominio de un hombre sobre otro. Por esto precisamente, por
ser la fuente principal de toda esclavitud económica, debe
ser destruida radicalmente, según los comunistas, toda especie de propiedad privada.
11. Al negar a la vida humana todo carácter
sagrado y espiritual, esta doctrina convierte naturalmente el matrimonio y la
familia en una institución meramente civil y
convencional, nacida de un determinado sistema económico; niega
la existencia de un vínculo matrimonial de naturaleza jurídico-moral que esté
por encima de la voluntad de los individuos y de la colectividad, y, consiguientemente, niega también su
perpetua indisolubilidad. En particular, para el comunismo no existe vínculo
alguno que ligue a la mujer con su familia y con su casa. Al proclamar el
principio de la total emancipación de la mujer, la separa de la vida doméstica y del
cuidado de los hijos para arrastrarla a la vida pública
y a la producción colectiva en las mismas condiciones que el hombre, poniendo en manos de la colectividad el cuidado del
hogar y de la prole. Niegan, finalmente, a los padres el derecho a la educación
de los hijos, porque este derecho es considerado como un derecho exclusivo de la
comunidad, y sólo en su nombre y por mandato suyo lo pueden ejercer los padres.
Lo que sería la sociedad
¿Qué sería, pues, la sociedad humana basada sobre estos fundamentos materialistas? Sería,
es cierto, una colectividad, pero sin otra jerarquía unitiva que la derivada del sistema económico.
Tendría como única misión la producción
de bienes por medio del trabajo colectivo, y como fin el disfrute de los bienes
de la tierra en un paraíso en el que cada cual «contribuiría según
sus fuerzas y recibiría según sus necesidades».
12. Hay que advertir, además,
que el comunismo reconoce a la colectividad el derecho o más
bien un ilimitado poder arbitrario para obligar a los individuos al trabajo
colectivo, sin atender a su bienestar particular, aun contra su voluntad e
incluso con la violencia. En esta sociedad comunista, tanto la moral como el
orden jurídico serían una simple emanación exclusiva del sistema
económico contemporáneo, es decir, de origen terreno, mudable y caduco. En una palabra: se
pretende introducir una nueva época y una nueva civilización, fruto exclusivo de una
evolución ciega: «una humanidad sin Dios».
13. Cuando todos hayan adquirido, finalmente, las cualidades
personales requeridas para llevar a cabo esta clase de humanidad en aquella
situación utópica de una sociedad sin
diferencia alguna de clases, el Estado político,
que ahora se concibe exclusivamente come instrumento de dominación
capitalista sobre el proletariado, perderá
necesariamente su razón de ser y se «disolverá»; sin embargo, mientras no se
logre esta bienaventurada situación, el Estado y el poder estatal son para el comunismo el medio más
eficaz y más universal para conseguir su fin.
14. ¡He aquí, venerables
hermanos, el pretendido evangelio nuevo que el comunismo bolchevique y ateo
anuncia a la humanidad como mensaje de salud y redención!
Un sistema lleno de errores y sofismas, contrario a la razón
y a la revelación divina; un sistema subversivo del orden social, porque destruye las bases fundamentales
de éste; un sistema desconocedor del verdadera origen, de la verdadera naturaleza y del verdadero fin
del Estado; un sistema, finalmente, que niega los derechos, la dignidad y la
libertad de la persona humana.
Difusión
Deslumbradoras promesas
15. Pero ¿a qué se debe que un
sistema semejante, científicamente
superado desde hace mucho tiempo y refutado por la realidad práctica, se
difunda
tan rápidamente por todas las partes del mundo? La explicación reside en
el hecho de que son muy pocos los que han podido penetrar la verdadera
naturaleza y los fines reales del comunismo; y son mayoría,
en cambio, los que ceden fácilmente a una
tentación hábilmente presentada bajo el velo de promesas deslumbradoras.
Con el pretexto de querer
solamente mejorar la situación de las clases
trabajadoras, suprimir los abusos reales producidos por la economía
liberal y obtener una más justa distribución
de los bienes terrenos (fines, sin duda, totalmente legítimos),
y aprovechando principalmente la actual crisis económica
mundial, se consigue atraer a la zona de influencia del comunismo aun
a aquellos grupos sociales que por principio rechazan todo materialismo y
todo
terrorismo. Y como todo error contiene siempre una parte de verdad, esta
parte de
verdad que hemos indicado, expuesta arteramente en condiciones de tiempo
y
lugar, aptas para disimular, cuando conviene la crudeza repugnante e
inhumana de
los principios y métodos del comunismo bolchevique, seduce incluso a
espíritus no
vulgares, que llegan a convertirse en apóstoles de
jóvenes inteligentes poco preparados todavía para advertir los errores
intrínsecos del
comunismo. Los pregoneros del comunismo saben aprovecharse también
de los antagonismos de raza, de las divisiones y oposiciones de los
diversos
sistemas políticos y hasta de la desorientación en el campo de la
ciencia sin
Dios para infiltrarse en las universidades y corroborar con
argumentos seudocientíficos los principios de su doctrina.
El liberalismo ha preparado el camino del comunismo
16. Para explicar mejor cómo el
comunismo ha conseguido de las masas obreras la aceptación,
sin examen, de sus errores, conviene recordar que estas masas obreras estaban ya
preparadas para ello por el miserable abandono religioso y moral a que las había
reducirlo en la teoría y en la práctica la economía liberal. Con los turnos de
trabajo, incluso dominicales, no se dejaba tiempo al obrero para cumplir sus más
elementales deberes religiosos en los días festivos;
no se tuvo preocupación alguna para construir iglesias junto a las fábricas ni
para facilitar la misión del
sacerdote; todo lo contrario, se continuaba promoviendo positivamente el
laicismo. Se recogen, por tanto, ahora los frutos amargos de errores denunciados
tantas veces por nuestras predecesores y por Nos mismo. Por esto, ¿puede
resultar extraño que en un mundo tan hondamente descristianizado se desborde el
oleaje del error comunista?
Amplia y astuta propaganda
17. Existe, además, otra causa de esta tan rápida difusión
de las ideas comunistas, infiltradas secretamente en todos los países,
grandes y pequeños, cultos e incivilizados, y en los puntos más
extremos de la tierra; una propaganda realmente diabólica,
cual el mundo tal vez nunca ha conocido; propaganda dirigida desde un solo
centro y adaptada hábilmente a las
condiciones peculiares de cada pueblo; propaganda que dispone de grandes medios
económicos, de numerosas organizaciones, de
congresos internacionales, de innumerables fuerzas excelentemente preparadas;
propaganda que se hace a través de la prensa, de hojas sueltas, en el cinematógrafo
y en el teatro, por la radio, en las escuelas y hasta en las universidades, y
que penetra poco a poco en todos los medios sociales, incluso en los más
sanos, sin que éstos adviertan el veneno que está intoxicando a diario las mentes y los
corazones.