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El Terrible Pecado del Adulterio

LO QUE DICE LA BIBLIA
En la Biblia, la palabra adulterio por lo general se refiere a cuando un hombre o una mujer casados tienen voluntariamente relaciones sexuales con alguien que no es su cónyuge (Job 24:15; Proverbios 30:20). El adulterio es algo repugnante para Dios. De hecho, en la Ley que le dio a Israel, el adulterio se castigaba con la muerte (Levítico 18:20, 22, 29). Y Jesucristo dijo que sus discípulos no debían cometer adulterio (Mateo 5:27, 28; Lucas 18:18-20).


POR QUÉ IMPORTA
El adúltero rompe la solemne promesa que le hizo a su cónyuge el día de su boda. Además, el adulterio es “pecar contra Dios” (Génesis 39:7-9). Los hijos también sufren, pues podrían verse separados de uno de sus padres. Por todo esto, la Biblia advierte: “Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros” (Hebreos 13:4).

“Honren el matrimonio, y los casados manténganse fieles el uno al otro.” (Hebreos 13:4)

EL AMOR DE LOS ESPOSOS


La sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer. En el matrimonio, la intimidad corporal de los esposos viene a ser un signo y una garantía de comunión espiritual. Entre bautizados, los vínculos del matrimonio están santificados por el sacramento. (Catecismo 2360)

Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones o valores del matrimonio sin alterar la vida espiritual de los cónyuges ni comprometer los bienes del matrimonio y el porvenir de la familia.

Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado bajo la doble exigencia de la fidelidad y la fecundidad. (Catecismo 2363)

El matrimonio constituye una “íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias”. Esta comunidad “se establece con la alianza del matrimonio, es decir, con un consentimiento personal e irrevocable”. Los dos se dan definitiva y totalmente el uno al otro. Ya no son dos, ahora forman una sola carne. La alianza contraída libremente por los esposos les impone la obligación de mantenerla una e indisoluble (CIC can. 1056). “Lo que Dios unió [...], no lo separe el hombre” (Mc 10, 9; cf Mt 19, 1-12; 1 Co 7, 10-11).

La fidelidad expresa la constancia en el mantenimiento de la palabra dada. Dios es fiel. El sacramento del Matrimonio hace entrar al hombre y la mujer en el misterio de la fidelidad de Cristo para con su Iglesia. Por la castidad conyugal dan testimonio de este misterio ante el mundo.

San Juan Crisóstomo sugiere a los jóvenes esposos hacer este razonamiento a sus esposas: “Te he tomado en mis brazos, te amo y te prefiero a mi vida. Porque la vida presente no es nada, te ruego, te pido y hago todo lo posible para que de tal manera vivamos la vida presente que allá en la otra podamos vivir juntos con plena seguridad. [...] Pongo tu amor por encima de todo, y nada me será más penoso que apartarme alguna vez de ti” (In epistulam ad Ephesios, homilia 20, 8).

EL ADULTERIO: OFENSA A LA DIGNIDAD DEL MATRIMONIO
El adulterio. Esta palabra designa la infidelidad conyugal. Cuando un hombre y una mujer, de los cuales al menos uno está casado, establecen una relación sexual, aunque ocasional, cometen un adulterio. Cristo condena incluso el deseo del adulterio (cf Mt 5, 27-28). El sexto mandamiento y el Nuevo Testamento prohíben absolutamente el adulterio (cf Mt 5, 32; 19, 6; Mc 10, 11; 1 Co 6, 9-10). Los profetas denuncian su gravedad; ven en el adulterio la imagen del pecado de idolatría (cf Os 2, 7; Jr 5, 7; 13, 27).

El adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a sus compromisos. Lesiona el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial. Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra la institución del matrimonio, violando el contrato que le da origen. Compromete el bien de la generación humana y de los hijos, que necesitan la unión estable de los padres. (Catecismo 2381)
El adulterio es ya una falta grave desde el momento mismo en que se desee deliberadamente. Ya hay adulterio cuando hay infidelidad de corazón: cuando se pone a alguien por encima del propio consorte. Tal es el sentido de las palabras de Nuestro Señor: Quien mira a una mujer con deseos deshonestos, ya ha cometido adulterio en su corazón.

Las personas casadas deben ser de una prudencia extrema en este punto, y cerrar cuidadosamente la puerta de su corazón al menor síntoma de un afecto desordenado naciente hacia tercera persona. Los antiguos amores de la juventud, los actuales amigos de la familia, los subordinados, los superiores, los compañeros de trabajo, pueden constituir un verdadero peligro para la virtud de los esposos.

Hay que evitar los celos infundados, pero también el ser bobalicones poniendo en peligro la fidelidad del otro cónyuge.

Una aventura amorosa extramatrimonial puede hundir la felicidad de la familia, que no podrá recuperar el cariño de antes. Y esto no tiene precio.

No se llega ordinariamente al adulterio de golpe, sino después de una serie de ligerezas, de imprudencias y de concesiones. Al principio se resiste, y se ve con horror avecinarse la tragedia.
Pero si se empieza a hacer concesiones pequeñas está todo perdido.
Cada vez se cederá más.
Siempre menos de lo que la tentación pide, pero las concesiones irán en aumento. La tragedia será casi irremediable. Por eso deben tomarse toda clase de precauciones antes de que sea demasiado tarde. Los esposos deben ayudarse en este punto evitando las ocasiones. Pero también deben evitar el no menos grave peligro de celos infundados que son la ruina de la paz conyugal.


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  • ·         El pecado de adulterio daña la Iglesia, daña la sociedad y, por tanto, es más grave de lo que se cree, aunque la sociedad lo vea “con buenos ojos”. En realidad, este pecado tiene que ver con algo mucho más profundo, que es el romper la alianza con Dios. 
  • ·         Ningún pecado tiene justificación. No se puede justificar un pecado, y menos el de adulterio, con una supuesta lógica humana
  • ·         Es preferible hacer sacrificios y renuncias y tener una conciencia limpia, tranquila y pura que tener lo que el mundo ofrece pero con remordimientos de conciencia y lejos de la salvación.
  • ·         En una relación adúltera (o de pecado) no hay amor. La gente no venga con la historia de que hay amor en medio del pecado: Pueden llamarle enamoramiento enfermizo, suplir carencias, necesidad de sexo, búsqueda de protección, lo que se quiera pero Amor no hay allí.
  • ·         Sólo se puede comulgar en estado de gracia, es decir, quien tiene la gracia santificante, quien no tiene pecados graves o mortales. Recibe la comunión quien está en común-unión con Dios. Los Adúlteros no deben comulgar.
  • ·         Del adulterio es muy difícil salir por sí solo. El primer paso es ponerlo en confesión, con un buen sacerdote.
  • ·         No olvidar la oración como fuente de la ayuda principal que Dios nos ofrece