SANTA LUISA DE MARILLAC
Fundadora de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
Luisa nació el 12 de agosto de 1591 en una familia
noble. Varios miembros de su familia tenían puestos importantes cercanos al rey
Luis XIII. Su tío Miguel llegó a ser Guardasellos del reino en 1629. Él esta en
la base del día de “Dupes” de noviembre de 1630, que tenía por objetivo deponer
al primer ministro Richelieu.
La tentativa fracasó y Miguel fue arrestado y finalizó su vida encarcelado
en el castillo de Châteaudun. Murió en1632.
Luisa nació de madre desconocida. Su padre estaba viudo. Se
volvió a casar cuando Luisa tenia tres años. Poco después Luisa fue confiada
para su cuidado y educación a las dominicas del Monasterio real de Poissy,
dónde había otros niños. La enseñanza recibida le ofreció una sólida educación
intelectual y religiosa. Al morir su padre, Luisa tiene 13 años y su tío Miguel
será su tutor. Él la saca de Poissy y la lleva a una pensión para jóvenes. Allí
aprende la vida sencilla y pobre. La pensión fue para ella un lugar de
formación en las tareas domésticas.
A los 15 años sueña con ser religiosa en una orden austera, las
Capuchinas. El Padre director espiritual del convento, la rechaza a causa su
salud demasiado delicada. Luisa se decepciona enormemente, pero se somete a
esta decisión. Más tarde obedecerá también a su familia que le presenta a
Antonio Legras, caballero sencillo, uno de los secretarios de la Reina. Su
matrimonio tuvo lugar en 1613, cuando Luisa tenia 22 años y ahora su nombre es
Señorita Legras, el título de señora es reservado a la nobleza. Al año
siguiente se convierte en mamá de un pequeño llamado Miguel. En su matrimonio
vive feliz hasta 1622, cuando su marido cayó enfermo y su carácter se
agria. Luisa se culpabiliza: no ha respetado la promesa hecha a Dios, de entrar
religiosa y he aquí que su esposo Antoine esta enfermo, ¿no será por su culpa?
Luisa atraviesa un período de depresión. Esta angustiada e invadida por dudas
de fe. Desea dejarlo todo. En 1623, en la fiesta de Pentecostés, Dios iluminó
su corazón, sus dudas desaparecieron. Comprende que su lugar está al lado de su
esposo, que Dios está presente cerca de ella y de su marido y comprende que un
día podrá vivir en comunidad al servicio del prójimo, “yendo y viniendo”,
expresión incomprensible, en un tiempo en que las religiosas eran todas de
clausura.
Luisa rodeó a su marido de toda clase de cuidados hasta su
muerte en diciembre de 1625. Viuda, los medios económicos escasean y tiene que
trasladarse de domicilio. Cerca de su nuevo alojamiento vivía Vicente
de Paúl. El será su consejero espiritual. ¡Ni uno ni otro están muy
entusiasmados con su encuentro, sus personalidades los alejan, al menos en
apariencia! Aprenden a conocerse y Vicente ayudará Luisa a realizar su
vocación. Él le propone visitar las Cofradías de la Caridad para
animar a las Señoras en su servicio a los más pobres. Luisa sale de si
misma y toma conciencia de las realidades vividas por los pobres. Descubre las
dificultades de las damas para ponerse al servicio de estas personas, ellas no
pueden realizar por si mismas todas las tareas humildes necesarias.
Luisa de Marillac nació en el siglo XVI. Sin embargo, es muy
cercana a nuestras preocupaciones cotidianas. En medio de las vicisitudes de su
vida, abrió progresivamente su corazón a la luz de Dios.
Hijas de la caridad:
NUESTRA ESPIRITUALIDAD
Las Hijas de
la Caridad se saben llamadas por Dios.
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En su vida de
oración, como en su vida de servicio,
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contemplan a
Jesucristo
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manantial y
modelo de toda caridad,
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para ser
testigos de su amor entre los pobres.
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En su vida de fe, las Hijas de la Caridad dan un amplio lugar a
la oración, nutrida por una vida litúrgica y sacramental, el silencio, la
escucha de la Palabra de Dios y su mensaje, la enseñanza de la iglesia y
la herencia vicenciana. Los pobres están presentes en su oración; oran por
ellos y en su nombre.
Cristo es para ellas la fuente de donde brota su amor, el fuego
que estimula su acción y las apremia a ir hacia los más pobres, la fuerza que
dinamiza sus proyectos, el tesoro que da sentido a su vida.
En referencia al Cristo pobre y las condiciones de vida de los
hermanos y hermanas que sirven, las Hijas de la Caridad optan por un
estilo de vida sencillo. Viven en comunidad, en un clima de escucha recíproca y
de diálogo, compartiendo lo que tienen y lo que son. Juntas, se ayudan para ir
dondequiera que las personas sufren y para trabajar con los
pobres en su autopromoción. Portadoras de alegría y de esperanza, van al
servicio de los que su dignidad no es respetada.
Son felices de poder
entregarse totalmente a Dios sirviendo sus hermanos y hermanas, ayudándolos a
descubrir Dios presente en su vida.
Los Fundadores
inculcaron a las Hijas de la Caridad el amor y la imitación de la Virgen
María, por lo que contemplan en ella:
- La inmaculada, abierta
al espíritu,
- La Sierva humilde y
fiel,
- La Madre de Dios, Madre
de misericordia y esperanza de los pequeños.
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Cuerpo Incorrupto de Luisa Marillac |