El Inmaculado Corazón de María
Fiesta Sábado siguiente a la del Corazón de Jesús y todos los Primero Sábados de Mes.
Los sábados son tradicionalmente dedicados a la Virgen. Desde
muy antiguo la Santa Iglesia, a considerado el sábado un día dedicado a
intensificar la devoción Cristiana a la Santísima Virgen, Madre de Dios y
nuestra amantísima Madre. Mucha gente consagraba el primer sábado del mes a la
Virgen por esta intención y para reparar por las blasfemias y ultrajes en
contra de ella por parte de los pecadores y de los falsos maestros.
El Papa San Pío X el 12 de Julio de 1905 emitió un decreto en el
que alababa esta práctica y ofrecía indulgencias por ella. Ese mismo año en el
mes de Noviembre el Santo Padre nuevamente bendijo e indulgenció la práctica
tradicional de los Hijos del Corazón de María y la Archicofradía del Inmaculado
Corazón de María, para dedicar los primeros sábados de cada mes a esta devoción
con el propósito de hacer reparación al I.C. de María.
María, Madre de Jesús y nuestra, nos señala hoy su Inmaculado
Corazón. Un corazón que arde de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos
muestra su pureza total y que atravesado por una espada nos invita a vivir el
sendero del dolor-alegría.
La Fiesta de su Inmaculado Corazón nos remite de manera directa
y misteriosa al Sagrado Corazón de Jesús. Y es que en María todo nos dirige a
su Hijo. Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos en el
tiempo y la eternidad...
Esta devoción consiste en la veneración del Corazón de la Santísima Virgen María, madre de Jesús.
Los elementos principales de los 5 primeros sábados de reparación son:
1-Confesión: Es esencial en el camino del arrepentimiento y la conversión.
2-Eucaristía: Recibir la Santa Comunión. El primer fruto de esta devoción es el culto a la Santa Eucaristía en sus tres aspectos: sacrificio, comunión y adoración. Acompañar al Santísimo Sacramento por quince minutos.
3-Rezo del Rosario con dos aspectos: oración y meditación. Se rezan cinco misterios con la meditacion de los misterios.
La oración vocal del Rosario tiene siempre en su base un acto de meditación interior en los misterios de la vida, sufrimiento y gloria de nuestro Señor y de la Stma. Virgen. La jaculatoria que la Virgen pide que recemos después de cada misterio: "Oh mi Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno. Conduce todas las almas al cielo especialmente las que mas necesitan de tu misericordia".
Estas almas son las de los pecadores por quienes rezamos por su conversión y salvación eterna. Estos pecadores pueden ser los que están mas obstinados en su pecado sin arrepentirse, aquellos que están, sin saberlo, al borde de la muerte y están en pecado mortal. Finalmente, aquellos que por circunstancia de lugar, están lejos de la posibilidad de conseguir un sacerdote y recibir los sacramentos incluso en sus últimos momentos. Por estas pobres almas, las que están en mas necesidad de la misericordia de Dios, deben ser derramadas las eficaces oraciones de las almas cristianas, intercediendo por ellos, haciendo reparación, uniéndose en meditación con el corazón de María, Madre y Refugio de los pecadores.
Promesa de Salvación Aquellos que practiquen esta devoción de los cinco primeros sábados , Nuestra Señora prometió: "Yo os asistiré a la hora de vuestra muerte con las gracias necesarias de salvación".
Ella no promete la salvación eterna, sino las gracias necesarias para la salvación. Hay muchos testimonios de almas que son especialmente devotas del Corazón de María, que reciben un conocimiento del cielo que la hora de su partida esta cerca. No es precisamente un anuncio de la muerte, pero si una nueva y gentil preocupación por recibir con mas dignidad los sacramentos, con una intención mas pura en todas sus acciones y se intensifica la caridad y la dedicación al apostolado. El Corazón de María va perfeccionando las almas de sus hijos hasta llegar a su encuentro decisivo con su Divino Salvador.
Fiesta del Inmaculado Corazón de la Virgen María
María, Madre de Jesús y nuestra, nos señala hoy su Inmaculado Corazón. Un corazón que arde de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra su pureza total y que atravesado por una espada nos invita a vivir el sendero del dolor-alegría.
La Fiesta de su Inmaculado Corazón nos remite de manera directa y misteriosa al Sagrado Corazón de Jesús. Y es que en María todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad...
La historia de la devoción del Inmaculado Corazón se inicia en el siglo XVII, como consecuencia del movimiento espiritual que procedía de San Juan Eudes.
Más adelante, en diciembre del año 1925 la Virgen Santísima se le apareció a Lucía Martos, vidente de Fátima, y le prometió asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos, se confesasen, recibieran la Sagrada Comunión, rezasen una tercera parte del Rosario, con la intención de darle reparación.
En la tercera aparición de Fátima, Nuestra Madre le dijo a Lucía: "Nuestro Señor quiere que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado. Si se hace lo que te digo se salvarán muchas almas y habrá paz; terminará la guerra.... Quiero que se consagre el mundo a mi Corazón Inmaculado y que en reparación se comulgue el primer sábado de cada mes.... Si se cumplen mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz.... Al final triunfará mi Corazón Inmaculado y la humanidad disfrutará de una era de paz."
En un diálogo entre Lucía y Jacinta, ella, de diez años, dijo a Lucía: "A mí me queda poco tiempo para ir al Cielo, pero tú te vas a quedar aquí abajo para dar a conocer al mundo que nuestro Señor desea que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María".
"Diles a todos que pidan esta gracia por medio de ella y que el Corazón de Jesús desea ser venerado juntamente con el Corazón de su Madre. Insísteles en que pidan la paz por medio del Inmaculado Corazón de María, pues el Señor ha puesto en sus manos la paz del mundo."
El Papa Pío XII, el 31 de Octubre de 1942, al clausurarse la solemne celebración en honor de las Apariciones de Fátima, conforme al mensaje de éstas, consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María.
Asimismo, el 4 de mayo de 1944 el Santo Padre instituyó la fiesta del Inmaculado Corazón de María, que comenzó a celebrarse el 22 de agosto. Ahora tiene lugar el sábado siguiente al Segundo Domingo de Pentecostés.
Acto de Consagración al Inmaculado Corazón de María
Papa Pío XII
¡Oh Reina del Santísimo
Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano, vencedora de
todas las batallas de Dios! Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes,
seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y
defensa en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no
presumimos, sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón.
En esta hora trágica de la
historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos y nos consagramos,
no sólo en unión con la Santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Hijo Jesús,
que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada, sino también
con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de
odio, víctima de sus propias iniquidades.
Que os conmuevan tantas
ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias de padres y
madres, de esposos, de hermanos, de niños inocentes; tantas vidas cortadas en
flor, tantos cuerpos despedazados en la horrenda carnicería, tantas almas
torturadas y agonizantes, tantas en peligro de perderse eternamente.
Vos, oh Madre de
misericordia, impetradnos de Dios la paz; y, ante todo, las gracias que pueden
convertir en un momento los humanos corazones, las gracias que preparan,
concilian y aseguran la paz. Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo
en guerra la paz por que suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la
justicia, en la caridad de Cristo. Dadle la paz de las armas y la paz de las
almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el reino de Dios.
Conceded vuestra protección
a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte; concédeles la
paz y haced que brille para ellos el sol de la verdad y puedan repetir con
nosotros ante el único Salvador del mundo: Gloria a Dios en las alturas y paz
en la tierra a los hombres de buena voluntad.
Dad la paz a los pueblos
separados por el error o la discordia, especialmente a aquellos que os profesan
singular devoción y en los cuales no había casa donde no se hallase honrada
vuestra venerada imagen (hoy quizá oculta y retirada para mejores tiempos), y
haced que retornen al único redil de Cristo bajo el único verdadero Pastor.
Obtened paz y libertad
completa para la Iglesia Santa de Dios; contened el diluvio inundante del
neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la
vida cristiana y del celo apostólico, a fin de que aumente en méritos y en
número el pueblo de los que sirven a Dios.
Finalmente, así como fueron
consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús la Iglesia y todo el género
humano, para que, puestas en El todas las esperanzas, fuese para ellos señal y
prenda de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina
del Mundo, también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado
Corazón, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de
Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen
bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a Otro de la tierra, el eterno
Magníficat de gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, en sólo
el cual pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.