San Elías Profeta
Año 850 AC
Señor Dios: síguenos
enviando muchos profetas que, como Elías, anuncien tus mensajes y luchen
valientemente contra el pecado y las falsas enseñanzas de los enemigos de la
religión.
Elías significa: "Mi
Dios es Yahvé". (El = Dios. IA = Yahvé).

La historia del profeta
Elías está en la S. Biblia en el Libro Primero de los Reyes capítulos 17 al 21,
y en el segundo Libro de los Reyes, capítulos 1 y 2. Ojalá la leamos en nuestra
Biblia. Es la siguiente:
Reinaba en Israel Acab, un
hombre de débil voluntad que se dejaba dominar por su esposa Jezabel, que era
pagana y extranjera y deseaba imponer entre el pueblo la religión de los falsos
dioses. Esta mujer perversa hizo asesinar a los profetas y sacerdotes del Dios
verdadero, de los cuales solamente se salvaron de la muerte unos cien a quienes
escondió en cavernas Abdias, el mayordomo del rey, y los alimentó durante la
época de máximo peligro. Elías se libró de la muerte huyendo a su tierra natal,
al otro lado del Jordán, y yéndose después a una ciudad fenicia, llamada
Sarepta.
Pero cuando parecía que ya
Jezabel iba a lograr destruir por completo la verdadera religión en Israel,
entra en escena el gran campeón del a religiosidad, Elías, y empieza el combate
total entre las fuerzas del bien y las del mal.
Elías aparece de repente en
pleno reinado de Acab, para anunciar, que como un castigo por haber abandonado
la verdadera religión, vendrá sobre la nación un verano de tres años seguidos.
Y en efecto deja de llover durante 36 meses y el hambre y la sed hacen
estragos.
Por orden de Dios, Elías se
retira a vivir a una cueva junto a una fuente de agua. Allá los cuervos le
llevan pan por la mañana y carne por la tarde, El profeta viste pobremente: una
tosca piel de camello y una correa (así vestirá más tarde Juan Bautista).
Cuando la fuente de agua se secó, Dios le ordenó que se fuera a vivir a una
ciudad extranjera, llamada Sarepta.
Al llegar a Sarepta se
encuentra con una viuda que está recogiendo leña para cocinar. Él le dice:
"por favor: tráigame un poco de agua y un pan". Ella le respondió: No
tengo sino un poquitito de harina y una migaja de aceite. Voy a hacer un pan
para mi hijo y yo, y después nos moriremos de hambre".
Elías le dijo: "Haga
un pan para mí, y ya verá que la harina no se le acabará en su artesa, ni el
aceite en su vasija, hasta el día en que vuelva a llover sobre la tierra".
La mujer hizo lo que el profeta le mandaba, y sucedió como le había anunciado:
ni la harina se acabó en su artesa, ni el aceite se disminuyó en su vasija,
durante todos esos meses de escasez. Y así pudo alimentar a su hijo y al
profeta.
El primer caso de un
resucitado, que se narra en la S. Biblia, sucedió en tiempos del profeta Elías.
El hijo de la viuda que lo hospedaba se enfermó gravemente y se murió. La pobre
mujer desconsolada le reclamó al profeta el por qué le tenía que suceder a ella
tan grande desgracia. Elías se dedicó a rezar con toda fe junto al cadáver del
niño y Dios resucitó al muerto. La madre del jovencito, al ver a su hijo vivo
otra vez, exclamó: "Ahora sé que eres un hombre de Dios y que en verdad
Yahvé habla por tus labios".
Elías hizo que el rey Acab
reuniera a todo el pueblo de Israel, junto al Monte Carmelo y también a los 450
profetas del falso dios Baal. Y estando todos allí reunidos les hizo este
desafío: "Vamos a poner dos altares. En el uno estarán los sacerdotes de
Baal. Y en el otro estaré yo en nombre de Yahvé. Y ellos invocarán a Baal para
que envíe fuego del cielo y queme sus ofrendas. Y yo invocaré a Yahvé. Y el que
responda, ese es el verdadero Dios. Y descendió fuego del cielo y consumió todo
el sacrificio que él había colocado en el altar (y eso que el profeta había
hecho inundar con mucha agua todos los alrededores de su altar, para que no
fuera fácil allí quemar nada). El pueblo emocionado ante este milagro, acabó
con todos los sacerdotes del falso dios Baal.
Cuando la malvada reina
Jezabel supo que habían acabado con los sacerdotes de su falso dios Baal, dio
orden a la policía de que asesinara a Elías. Y este tuvo que salir huyendo por
el desierto, para salvar la vida. Y le sucedió que entonces tuvo una gran
depresión de ánimo y deseó morirse. Pero Dios le envió un ángel que le trajo un
pan y una jarra de agua, y con este alimento tuvo fuerzas para andar 40 días
por el desierto hasta llegar al Monte Horeb o Sinaí y esconderse allí.
Y estando allí en el Monte
Santo sintió que Dios se le iba a aparecer. Y llegó un violento huracán, pero
allí no iba Dios. Y sucedió un espantoso terremoto, pero ahí no estaba Dios. Y
vino un fuego devorador, y allí tampoco llegaba Dios. En seguida sintió una
suave brisa, y ahí sí venía Dios. Y el Señor mandó a Elías que volviera otra
vez a Israel y que consagrara a Eliseo como su sucesor, y a Jehú como nuevo
rey. Y desde aquella aparición, aprendió el gran profeta a no ser violento
(como el huracán) ni duro (como el terremoto) ni asustador (como el fuego) sino
suave y amable (como la brisa).
El rey Acab deseaba
conseguir una finca que le agradaba, pero Nabot, su dueño, no se la quería
vender porque era la herencia muy amada de sus padres. Entonces la reina
Jezabel hizo asesinar a Nabot y el rey se apoderó de la finca. Elías se
presentó y le anunció que por haber cometido semejante crimen, todos los hijos
varones del rey Acab serían asesinados, y que a Jezabel se la comerían los
perros.
Ajab se asustó mucho y
empezó a hacer penitencia. Entonces Dios le avisó a Elías que por esas
demostraciones de arrepentimiento, los castigos no llegarían sino cuando el rey
ya se hubiera muerto. Y así sucedió. Muerto Ajab, fue nombrado rey un general
llamado Jehú el cual hizo asesinar a todos los hijos del difunto rey, y mandó
echar desde un balcón hasta el piso de la calle a Jezabel, y allí la devoraron
los perros.
El profeta nombró como su
sucesor a Eliseo y fue avisado por Dios de que iba a ser llevado al cielo. En
compañía de Eliseo llegó al río Jordán y lo tocó con su manto, y el río se
abrió en dos y pasaron al otro lado sin mojarse los pies.
Eliseo le pidió como último
favor: "Que me pase a mí lo más importante de tu espíritu" (de tus
poderes y de tus cualidades). Elías le dijo: "Si me ves cuando suba al
cielo se te concederá lo que has pedido".
Y llegó un carro de fuego y
se llevó a Elías al cielo. Eliseo lo vio mientras subía por las nubes, y se le
transmitieron a él las cualidades y los poderes de Elías, y empezó a hacer
milagros.
Retrato bíblico
Es imposible intentar
encerrar en cuatro páginas la personalidad y obra de este gran Profeta.
Leyendo las pocas páginas
que nos hablan de él: 1 Reyes, cap. 17-19,21, y 2 Re 1-2, podemos intentar
descubrir sus rasgos principales. He aquí algunos:
El hombre ante Dios:
Aparece con frecuencia la expresión "el Señor a quien sirvo" o
"ante el que estoy"; Elías no comparte con nadie su culto y quiere
que el pueblo haga lo mismo.
Llevado por el Espíritu:
Ved la respuesta tan sabrosa de Abdías en 1 Reyes 18,12. De ahí es de donde
procede la fuerza del alma de Elías y de su libertad interior.
Su fe sin divisiones:
Cuando el sacrificio del Carmelo (1 Re 18), intenta forzar al pueblo a elegir
entre el Dios vivo, personal, que interviene en la historia, y las fuerzas
naturales divinizadas, los baales. Como nosotros, Elías cree sin ver; porque
Dios se lo pide, anuncia la llegada de la lluvia..., pero sin verla venir (1 Re
18,41 s).
Su intimidad son Dios: Su
visión de Dios (1 Re 19), como la de Moisés (Ex 33,18s), es el modelo de la
vida mística: es todo lo más que se le concede ver al hombre. Pero Elías sigue
siendo un hombre como nosotros, desalentado, miedoso (19,ls). El versículo
19,12 debe traducirse: "Se oyó el ruido de un silencio": Dios no está
en las fuerzas de la naturaleza divinizadas, sino que es el Dios oculto. En su
oración -lo mismo que Moisés-Elías no cae en efusiones místicas, sino que habla
a Dios de su misión.
De ensorde los pobres: Ante
el rey y los poderosos, defiende al pobre (1 Re 21).
Su universalismo: Como cree
en Dios sin divisiones y se deja conducir por el Espíritu, es libre para tratar
con los paganos (1 Re 17); pero también a la mujer pagana le pide una fe
incondicional (17, 13).
Las florecillas de Elías (2
Re 1): Este relato popular, lo mismo que presentarán luego a Eliseo,
contribuirá, por desgracia, a hacer de Elías un personaje justiciero que pide
el fuego del cielo contra los pecadores.
Como no se conocía su
tumba, se llegó a pensar seguramente que había sido llevado junto a Dios. Lucas
se inspirará en este texto para su relato de la ascensión de Jesús (Hech
1,6-11); Eliseo, que ve a Elías en su ascensión, recibirá su espíritu para
continuar su misión, lo mismo que los discípulos recibirán el Espíritu de Jesús
por haberlo visto elevarse.
Retrato
hecho por los hombres
Nos limitamos al que nos
pintan dos célebres carmelitas:
l) El ilustre historiador
Juan Bta. Lezana (+1659) escribió este magnífico epitafio:
"Elogio para fiar a la
puerta del paraíso terrenal:
Aquí vive, oh mortal aquel
celeste celador de la honra divina. Elías es de doble espíritu, perfecto en la
pureza, rico en virtudes, pobrísimo en bienes terrenos, gran amigo de Dios,
enemigo del diablo, amable con los buenos, terrible para los impíos, nacido
antes de Cristo, conversó con Cristo, reservado después de Cristo contra el
Anticristo; Patriarca eximio. Profeta celebérrimo. Sacerdote grande, Monje,
Padre de los Monjes, siempre casto, Fénix singular.
De Cristo futuro apóstol.
Mártir, Precursor, Capitán, valiente defensor, heraldo de la verdad,
ardientemente religioso, maduro sin quebranto, anciano sin vejez, mortal sin
morir, nutrido sin alimento, de una longevidad sin achaques y - ¡cosa
admirable!- de una vida santísima que no se ha de extinguir hasta la
consumación de los siglos.
Quien flageló a los
tiranos, dio muerte a los sacrílegos, cerró con su palabra las nubes y tórnalas
a abrir, ungió Reyes e instituyó Profetas defensores; por los ángeles fue
anunciado su nacimiento, alimentado en Carit, saludado en Horeb, donde, en
medio de fragorosa tempestad y conmoción de los montes, cubriéndose con su
palio el rostro, vio en cuanto era capaz, a Dios, el cual se le manifestó en el
suave céfiro..."
2) El venerable mariólogo
Arnoldo Bostio (+1499) lo llamó:
"Varón Evangélico
antes del Evangelio, Apostólico antes del tiempo de los Apóstoles, despreciador
del mundo y de todas las cosas perecederas, apasionado seguidor de lo eterno,
primer Virgen, Monje y Eremita, resplandor de costumbres, regla de virtudes,
heraldo de la Virgen sagrada. Que con la institución de la virginal castidad
antecedió por mucho tiempo al Cordero sin mancha a donde quiera que hubiera de
ir..."
Elías y el Carmelo
Un grupo de cruzados
llegados a Palestina a mediados del siglo XII, viendo la maravillosa topografía
del Monte Carmelo, tan apto para la contemplación, decidieron quedarse allí y
se entregaron sin reservas a imitar la vida del Profeta de Fuego, tal como la
describían los libros de los Reyes, a base de la tradición monástica. El lugar
les ayudaba a "fabricar la miel dulcísima de la contemplación".
Supuesto el vínculo entre
Elías y el Carmelo, entre Elías y la vida religiosa, fijado por los Padres Griegos
y Latinos, no es de extrañar que aquellos a quienes ya Santiago de Vitry había
designado como "imitadores del santo varón y solitario Elías
profeta", en el Monte Carmelo..., cerca de la fuente apellidada de Elías,
en la Rubrica Prima de las Constituciones afirman su descendencia de los Padres
tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, quienes desde el tiempo de Elías y
de Eliseo habían habitado en el Monte Carmelo "para la contemplación de
las cosas celestiales".
A pesar de ello, los
carmelitas nunca se llamaron elianos, pues tomarán el nombre, como tantas otras
Órdenes, no del Fundador, sino del lugar donde nacen.
Elías será para aquellos cruzados
que se reúnen en el Monte Carmelo la regla viva, que se propondrán imitar. Para
ellos éste será el padre que les infundirá su espíritu: Carmelitarum Dux et
Pater.
Para estos primeros
carmelitas, la cosa fue fácil: deseaban imitar a aquel hombre extraordinario,
tal como lo presentaba la Sagrada Escritura y porque los Padres lo habían visto
como el prototipo del monacato.
Así de sencillo es el
origen del Patriarcado elíano sobre el Carmelo.
Hoy, la así llamada
"Cuestión eliana" sobre la sucesión hereditaria o entronque de los
carmelitas de hoy con el Profeta Elías, que vive 900 años antes de Cristo, es
una cuestión zanjada y, por lo tanto, así admitida: Elías es el Padre
Espiritual o el Inspirador del Carmelo. Así lo ha escrito el P. R. García
Villoslada, S.J.:
"Pero debemos Anadir
que no sin fundamento llaman su Padre a Elías, porque los fundadores y después
todos los carmeiltas miraron siempre a aquel Profeta como a modelo y ejemplar,
e inspirados en él, modelaron sus reglas y constituciones. Moralmente, pues, ha
influido el Profeta Elías en la Orden Carmelitana casi tanto como San Agustín
en los diversos Institutos que llevan su nombre, y se glorían de tenerle por Padre".
Elías, Padre espiritual del
Carmelo
"Elías, aunque no sea
él quien les haya dado una Regla escrita, con todo ha sido el ejemplo y el
modelo de la santa vida de los carmelitas". Así escribió el célebre
humanista benedictino, el Abad Juan Tritemio (+1516).
A esta afirmación de un
extraño a la Orden baste añadir un hecho: Entre las estatuas de los fundadores
de las Órdenes Religiosas que aparecen en la Basílica de San Pedro en Roma,
está también la magnífica e impresionante del profeta Elías, con la siguiente
inscripción, escrita por el mismo Papa Benedicto XIII el 26.6.1725:
"Universus Ordo Carmelitarum Fundatori suo Santo Eliae Prophetae erexit
1725. (La Orden entera de los Carmelitas, a su Santo Fundador, Elías, Profeta,
la erigió el año 1725").
El entonces Procurador
General de la Orden, Eliseo Monsignani, lleno de alegría, cursó a los
Provinciales esta comunicación: "Ha llegado el tiempo en que, aun cuando
los carmelitas callen, las piedras y los mármoles hablarán y dirán que el
profeta Elías es el Padre y Fundador de los carmelitas".
¿De dónde arranca esta
paternidad eliana?
El historiador de la
primera mitad del siglo XIII, Jaime de Vitry, dice: "A ejemplo e imitación
del santo y solitario varón Elías profeta, muchos anacoretas se retiraron en el
Monte Carmelo..."
En virtud de esta tradición
y de esta historia del patriarcado eliano los carmelitas deben procurar ajustar
su vida a la de él. Fue éste el testamento que según la tradición dejó San
Brocardo, Superior General del Carmelo, a los moradores de aquella Santa
Montaña antes de expirar: "Ajustad vuestra vida a la vida ejemplar de la
Bienaventurada Virgen María y de nuestro fundador, el Santo Profeta
Elías".
Él ha de ser para nosotros
el espejo en el que a diario debemos miramos, como lo hacía San Antonio. Es lo
que afirma el Bto. Juan Soreth (+1471) en su Exposición de la Regla:
"Nosotros somos los Hijos de los Profetas, no según la carne, sino por la
imitación de sus obras. El Redentor decía a los judíos que se gloriaban de
proceder de Abrahán: "Haced las obras de Abrahán". Así hoy se debe
decir a los carmelitas: "Haced las obras de Elías".
Así nos presenta a Elías el
libro más importante de la espiritualidad Carmelitana después de la Regla, la
Institución, como ejemplo a imitar.
He aquí un hecho básico e
indiscutible: La conciencia moral eliana del Carmelo, su procedencia eliana en
cuanto a la concepción contemplativa y apostólica de la vida religiosa.
Esto afirmaba el célebre
Tomás Waldense, cuando deseaba que fuera para los carmelitas N. P. 5. Elías
"una fuente de vida espiritual, un ideal que incita a la imitación y
estimula al celo por el Dios de los ejércitos, de modo que, la vida espiritual
del Carmelo halle en él, Elías, su especificación y su inspiración".
Su espiritualidad y su
mensaje
En cuanto precede ya va
implícita y explícita su espiritualidad y su mensaje para el hombre de hoy, que
no puede ser más actualísimo.
Todo él se resume en su doble
espíritu, que siempre enarboló el Carmelo como fundamento de su espiritualidad:
Este era su lema en doble
vertiente:
a) Vida contemplativa,
intimidad divina: "Vive el Señor, en cuya presencia yo vivo, yo
estoy" (1 Re 17,1).
b) Vida apostólica, celo por
la gloria de Dios y la justicia: "Me abraso de celo por el Señor, Dios de
los ejércitos" (1 Re 19,10).
Elías Profeta es el CANTOR
incansable del Dios vivo.
Si a este doble espíritu se
le añade el amor tierno y filial a MARIA- a la que según la tradición él viera
prefigurada en la célebre Nubecilla (1 Re 19, 44)- ya está completo el CARISMA
DEL CARMELO.
Nos recordaba el papa Juan
Pablo II el 24.9.1983:
"Vuestro carisma hunde
sus raíces en el Antiguo Testamento y se centra en torno a la grandiosa figura
del Profeta Elías, el Profeta del Nuevo testamento.
Él fue un hombre de Dios,
Maestro testigo de oración. Como hijo del pueblo, es un ejemplo a seguir por
vosotros de cómo tenéis que preocuparos de las necesidades del prójimo. Ello
quiere decir que vosotros debéis ser hombres de Dios, testigos de la
transcendencia divina, apóstoles de la Divina economía."
Elías vendrá
antes de la Segunda Venida de Cristo
Está bien claramente dicho en la Biblia que el profeta Elías, que nunca llegó a
morir, regresará poco antes de la Segunda Venida de Cristo. En la misma
forma en que los discípulos de la época de Jesús estaban confundidos, porque no
veían a Elías venir antes del Mesías (Cristo), así también muchos cristianos
modernos están confundidos al creer que Elías era San Juan Bautista. Este
profeta no era Elías, como él mismo asegura bien claramente en Jn 1: 21.
"Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo:
No soy.".
Si Juan Bautista hubiera sido Elías, él no lo hubiera negado. Juan
Bautista tenía el espíritu y la virtud de Elías, como dice Lc 1:17, y por eso
Jesús dijo que él era "el Elías" que había de venir antes del Señor,
en la época de su Primer Advenimiento. No obstante, Jesús mismo dijo que
si bien Juan Bautista era el profeta "eliásico" que había de venir en
su Primer Advenimiento, todavía, al final de los tiempos, vendría el
verdadero Elías.
Veamos lo que
Jesús dijo al respecto.
"Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: '¿Por qué dicen pues
los escribas que es menester que Elías venga primero?' "
Y respondiendo Jesús, les
dijo: 'A la verdad, Elías vendrá primero y restituirá todas las cosas. Más os digo
que ya vino Elías, y no le conocieron; antes hicieron en él todo lo que quisieron.
Así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Los discípulos entonces
entendieron que les habló de Juan el Bautista.' "(Mateo 17: 10-13).
dijo: 'A la verdad, Elías vendrá primero y restituirá todas las cosas. Más os digo
que ya vino Elías, y no le conocieron; antes hicieron en él todo lo que quisieron.
Así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Los discípulos entonces
entendieron que les habló de Juan el Bautista.' "(Mateo 17: 10-13).
Oración a San Elías
Insigne y glorioso profeta
san Elías testigo del Dios vivo y trasparente, inflamado por el celo de la
gloria del Señor que luchaste en defensa del Dios único y verdadero; perfecto
en la pureza, rico en virtudes y pobrísimo en bienes terrenos, enemigo del
diablo y amigo de los buenos, valiente defensor de la justicia y la verdad y heraldo
de la sagrada Virgen María, danos tu santo auxilio y refugio para luchar contra
el mal.
Poderosísimo san Elías del
Monte Carmelo, varón predilecto del Omnipotente; guía de los mortales que nos
encontramos sin camino, y poderoso protector de cuerpos y almas.
En esta tierra, orante ante
ti, te suplico que me ayudes a sacar de mi hogar los malos espíritus que se
hayan alojados en él, ya sean enviados, o que naturalmente se hayan posesionado
de él.
Te suplico también san Elías,
que así como venciste al enemigo que trató de hacerte daño, con tu socorro y
protección, pueda yo alejar, alejar a los enemigos, a todo aquel que con malas
artes y argucias nos quieran perjudicar a mi o a mi familia.
Préstame tu espada para quitar
con ella todas las magias, maleficios, hechicerías y todo lo malo que nos hayan
hecho o que pretendan hacemos.
Te suplico, Santo Mío, que
no nos abandones en la hora del peligro.
Ayúdanos en todo momento a
conseguir la tranquilidad en el hogar, toma interés por mi suplica y no dejes
que ninguno de nuestros enemigos pueda causamos ningún mal.
Te lo pido por Jesucristo, Nuestro Señor, y por su santísima Madre, la
Virgen María, para que mediante tu intercesión nos protejan de todo mal, maldad
y peligro y así se nos muestre despejado el camino hacia la salvación.
Amén.
Rezar el Acto de Contrición, el Credo y Gloria.