Guadalupe

La Virgen de Guadalupe


¿Por qué el nombre de Guadalupe?

El origen del nombre Guadalupe siempre ha sido motivo de controversias

Guadalupe es un nombre que sirve tanto para nombres masculinos, 

como para nombres femenino, de origen Árabe (wad-al-hub). El 

significado de Guadalupe es: "Rio de Amor".

"Manifestó su tío ser cierto que entonces le sanó y que la vio del mismo modo en que se aparecía a su sobrino; sabiendo por Ella que le había enviado a México a ver al Obispo. También entonces le dijo la Señora de cuando él fuera a ver al Obispo, le revelara lo que vio y de qué manera milagrosa le había sanado; y que bien le nombraría, así como bien había de nombrarse su bendita imagen, la siempre Virgen Santa María de Guadalupe". (Nican Mopohua)

¿Por qué habría la Virgen María, apareciéndose a un indio en el recientemente conquistado México y hablándole en su idioma nativo, Náhuatl, querer llamarse "de Guadalupe", un nombre español?
¿Quiso ella en todo caso ser llamada de Guadalupe por la estatua de Nuestra Señora de Guadalupe en Extremadura, España?

En sus apariciones a lo largo de los siglos la Santísima Virgen María se identificó a sí misma con su nombre o uno de sus Títulos, y fue generalmente luego conocida con el nombre del lugar donde ocurrieron las apariciones (Fátima, Lourdes, etc.).

¿Entonces por qué la Virgen, apareciéndose a un indio en el México recién invadido y hablándole en su idioma nativo, hubiera querido ser llamada con el nombre en español de Guadalupe?

¿Estaba Ella quizás refiriéndose a la milagrosa estatua de Nuestra Señora de Guadalupe, la que fue otorgada por el Papa Gregorio el Grande al Arzobispo de Sevilla, que estuvo pérdida por 600 años y fue encontrada por Gil Cordero guiado por una aparición de Nuestra Señora? La milagrosa y muy venerada estatua fue nombrada de Guadalupe porque así se llamaba el poblado ubicado cerca al lugar del descubrimiento.

El origen del nombre Guadalupe siempre ha sido motivo de controversias, y muchas posibles explicaciones han sido dadas. Se cree sin embargo como la más acertada que el nombre es el resultado de la traducción del nahuatl al español de las palabras usadas por la Virgen durante su aparición a Juan Bernardino, el tío enfermo de Juan Diego.

Se cree que Nuestra Señora usó el término azteca (náhuatl) de coatlaxopeuh, el cual es pronunciado "quatlasupe" y suena extremadamente parecido a la palabra en español Guadalupe. Coa significando serpiente, tla el artículo "la", mientras xopeuh significa aplastar. Así Nuestra Señora se debió haber referido a ella misma como "la que aplasta la serpiente."

Debemos recordar que los Aztecas ofrecían anualmente más de 20,000 hombres, mujeres y niños como sacrificios humanos a sus dioses, ritos que en muchos casos incluían el canibalismo de los cuerpos de las víctimas. En 1487, debido a la dedicación de un nuevo templo en Tenochtitlán, unos 80,000 cautivos fueron inmolados en sacrificios humanos en una sola ceremonia que duró cuatro días.

Ciertamente en México, con la conversión de millones de los habitantes al cristianismo, Ella aplastó la serpiente.



Historia

Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba por su nombre.
Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo".

De regresó a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oir a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo.

De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba.
El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.

Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio.
Pio X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pio XI de todas las "Américas", Pio XII la llamó "Emperatriz de las Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas".
La imagen de la Virgen de Guadalupe se venera en México con grandísima devoción, y los milagros obtenidos por los que rezan a la Virgen de Guadalupe son extraordinarios.

El misterio de la Virgen de Guadalupe mexicana
Por: P. Jorge Loring |

El estudio de los ojos de la Virgen de Guadalupe mexicana confirma que la imagen no es obra humana, sino que es de origen sobrenatural.
(Conferencia pronunciada en la Caja de Ahorros de Toledo)

Como mi vídeo de la Sábana Santa ha tenido tanta difusión, pensé hacer algo de la Virgen. Se me ha ocurrido que el misterio de los ojos de la Virgen de Guadalupe mexicana, me daba ocasión de hacer algo parecido a la Sábana Santa: ciencia y fe. Son dos hechos que no tienen explicación científica natural. Si los estudios de la NASA americana han descubierto en la Sábana Santa la imagen grabada a fuego de Jesucristo, el estudio de los ojos de la Virgen de Guadalupe mexicana confirma que la imagen no es obra humana, sino que es de origen sobrenatural.

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Empecemos por la historia.

En diciembre de 1531 la Virgen se aparece varias veces al indio Juan Diego en el Monte Tepeyac, de sólo cuarenta metros de altura, hoy en la actual capital de México, Distrito Federal. Le pide que quiere allí un templo en el llano. Que se lo diga al Obispo. Y le añade: «Como Madre, allí mostraré mi clemencia amorosa para todos los que soliciten mi amparo. Y oiré sus lágrimas y sus ruegos para darles consuelo y alivio. Porque soy vuestra Madre compasiva».

Fray Juan de Zumárraga, primer Obispo de México, de la Orden Franciscana, recibe amablemente al indio. Pero le dice que necesita una prueba para estar seguro de que lo que le dice es verdad. Como señal, la Virgen le dice al indio que suba a la colina, coja unas rosas y se las lleve al Obispo. Era diciembre. Juan Diego no lo dudó. Allí estaban las rosas. Las recogió en la tilma y se las llevó al Obispo como señal de que Ella quería allí un templo. La tilma, era el nombre en «náhuatl», la lengua que hablaba Juan Diego, del poncho o capa que utilizaban los indios pobres mexicanos, anudada al hombro.

Cuando Juan Diego está delante del Obispo y suelta la tilma donde llevaba las rosas, éstas cayeron al suelo. Como no era tiempo de rosas, el Obispo comprendió que la señal era verdadera. En la tilma apareció estampada la imagen de la Virgen. Esto ocurrió el 12 de diciembre de 1531.El Obispo emocionado, tomó en sus manos la tilma de Juan Diego y la colocó en su oratorio. Después la trasladó a la Iglesia Mayor de la ciudad para que fuera venerada por la multitud devota.

Esta tilma o ayate con la imagen de la Virgen fue llevada después a una ermita que se construyó en el Monte Tepeyac. Esta ermita provisional de paja y adobe se construyó en dos semanas. El 26 de diciembre de 1531 una solemne procesión, con el Obispo y todas las autoridades, trasladaba la tilma de Juan Diego al pequeño santuario que acogió la reliquia hasta 1557. El segundo Obispo de México, Don Alonso de Montúfar, dominico, construyó otra ermita que estuvo en servicio hasta 1622. Después se han ido sucediendo siete templos, hasta la actual basílica que se dedicó el 11 de febrero de 1976 con una capacidad para diez mil personas.

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Cuando la Virgen se apareció en el Tepeyac en el mes de diciembre de 1531, hacía sólo diez años que México había sido conquistado por Hernán Cortés, con sus quinientos soldados. Aquel año de 1519, lo que hoy es la República Mexicana, estaba habitada por trescientas tribus, enemigas entre sí, y dominadas por los aztecas. Entonces esta zona estaba prácticamente deshabitada. Al erigirse la ermita, fueron aumentando alrededor las edificaciones.

El pueblo de Guadalupe aparece por primera vez en un Acta del Ayuntamiento de México el 3 de diciembre de 1563. El 24 de junio de 1751 se le da rango de Villa (como Madrid), por cédula real, con escudo de armas, donde aparece Juan Diego con la tilma enseñando la imagen grabada en ella. El 12 de febrero de 1828 fe elevada por decreto a la categoría de ciudad, y en 1931 fue absorbida por el monstruo del Distrito Federal, y disminuida a Delegación.

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La ciudad de México en 1531 se llamaba Tenochtitlán. Era la capital del Imperio Azteca y estaba rodeada de lagos. El Monte Tepeyac está junto al lago salado Texcoco. Maderas próximas a este lago salado no han durado más de cien años. El mismo hierro se pudre. La tilma de Juan Diego tiene ya más de cuatrocientos cincuenta años, y se conserva en perfecto estado. Se han hecho pruebas con tejidos de fibra de maguey, como la tilma de Juan Diego, y se ha visto que a los veinte años el tejido se descompone por putrefacción. Es inexplicable que la tilma de Juan Diego haya durado cuatrocientos cincuenta años.

La imagen, que tiene metro y medio de estatura, está hoy protegida por un cristal, pero durante 116 años, hasta 1647, estuvo sometida al polvo, a la humedad, al salitre del próximo lago Texcoco, a los excrementos de moscas e insectos, al humo de centenares de velas votivas, al contacto de los dedos, medallas, cruces, rosarios, anillos, pulseras y toda clase de objetos. Razón de sobra para que estuviera enormemente deteriorada, y no es así. 

La imagen está tan fresca y el colorido es tan brillante como si se acabara de pintar. El que la imagen estuviera deteriorada después de estos avatares no le quitaría verosimilitud a las apariciones, si éstas se prueban por distintas razones, pero el que haya superado tantos avatares es una confirmación. Es más, Carlos María Bustamante certifica que en 1791, estando unos trabajadores limpiando el marco de plata, se les derramó un frasco de ácido nítrico que recorrió el cuadro de arriba a abajo. Lo natural es que hubiera destrozado el lienzo. Pues sólo hay una leve mancha que casi no se ve. Sobre este hecho se conserva el expediente original en el archivo de la Basílica de Guadalupe.

En los ojos se reflejan las escenas que estaba viendo

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Cuando estuve en México, para documentarme sobre este vídeo, asistí en el Salón del INDOSOC (Colonia Guadalupe Inn.) de México D.F. a una conferencia de la Sra. Margarita Zubiría de Martínez Parente, miembro del Centro de Estudios Guadalupanos, y le oí decir que la tilma de Juan Diego está colocada sobre una placa metálica, cuya temperatura oscila alrededor de los quince grados centígrados, mientras que la tilma se mantiene constantemente a treinta y seis grados y medio, que es la temperatura de un cuerpo humano sano.

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Entre los prodigios de la Virgen de Guadalupe llama la atención el ocurrido el 14 de noviembre de 1921, a las 10:30 de la mañana, cuando Luciano Pérez Carpio subió «devoto» al altar y colocó a los pies de la Virgen de Guadalupe un enorme ramo de flores en el que escondida llevaba una poderosa bomba.

Los efectos de la explosión fueron aparatosos: destruyó las gradas de mármol del altar que sostenía la imagen, hizo volar por los aires los pesados candelabros, retorció un gran crucifijo de metal que todavía se exhibe en ese estado, convirtió en polvo jarrones, floreros y vidrios de casas cercanas a la basílica, y el cristal de un cuadro de San Juan colgado detrás de la Virgen de Guadalupe. Prodigiosamente la imagen de la Virgen de Guadalupe no recibió ni un rasguño. Más aún, quedó intacto el cristal que la protegía. Y entonces no había cristales antibala.

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El Dr. Phillip S. Callaghan, del equipo científico de la NASA americana, biofísico de la Universidad de Kansas (EE.UU.), investigador, científico y técnico en pintura, y el Profesor Jody Brant Smith, «Master of Arts», de la Universidad de Miami, Catedrático de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Pensacolla, examinaron la imagen con rayos infrarrojos. En su libro «La tilma de Juan Diego» exponen el estudio realizado, y distinguen las partes retocadas y los añadidos a la imagen de mano humana, hechos sobre el original. El padre Faustino Cervantes, especialista en temas guadalupanos y traductor del libro de Smith y Callaghan, dice que algunas de las cosas que ellos consideran añadidos pueden ser sólo «intensos retoques». Entre éstos pueden estar oro sobre los rayos y plata sobre la luna.

Franyutti opina que la imagen tiene muchos añadidos. Pero si se eliminaran el ángel, la luna, etc., la imagen perdería la «proporción áurea» que es la expresión perfecta de la armonía estética, universalmente buscada en las obras de arte de Egipto, Grecia, Roma, Renacimiento, etc., y a la que responde perfectamente la imagen de la Virgen de Guadalupe según los estudios de Juan Homero Hernández. Además, las descripciones más antiguas de la imagen, como la de Antonio Valeriano, contemporáneo de los acontecimientos, en su «Nícan Mopóhua» presenta la imagen como está actualmente.

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La imagen está grabada sobre un tejido de ayate hecho con fibra de maguey, parecido a la pita, sin preparar. Es un tejido burdo. Incluso se ve a trasluz el movimiento de un brazo, como a través del enrejado de una celosía. Es transparente a pesar de lo grueso que es el hilo. Sus dimensiones son 104 x 170 centímetros, y está formada por dos partes unidas en el medio por una burda costura vertical, efectuada con un hilo de maguey. El pintor Miguel Cabrera dice en su libro «La maravilla Americana», que la imagen está también en el revés de la tilma. Es imposible que manos humanas hayan pintado esta imagen sobre este lienzo sin prepararlo previamente con aparejo, apresto o imprimación, como se dice técnicamente.

El profesor Don Francisco Camps Ribera, de Barcelona, reconocido mundialmente como experto en técnicas pictóricas, que ha trabajado en las primeras pinacotecas de España, Italia, Francia, Bélgica, Holanda, Inglaterra, EE.UU. y Canadá, después de examinar la tela, observó que no estaba preparada para pintar sobre ella. Y concluyó: «Ningún artista humano hubiera elegido para realizar su obra un lienzo de esta calidad sin preparación».

Tanto los científicos americanos, Smith y Callaghan, que trabajaron en la NASA americana (aunque su estudio sobre la Virgen de Guadalupe lo realizaron a nivel particular), como el pintor Francisco Camps Ribera, en su dictamen elaborado en 1954, afirman que en la imagen de la Virgen de Guadalupe no hay huella de pincel.

El Dr. D. Ricardo Kühn, Director del Departamento de Química de la Universidad de Heidelberg (Alemania), y Premio Nobel de Química, analizó las fibras del ayate de Juan Diego. Su dictamen, sin conocimiento de la procedencia de las fibras, fue que no existía colorante, ni animal, ni vegetal, ni mineral, ni sintético. Se trata de un colorante desconocido.

Es curioso que irregularidades del lienzo, por los hilos desiguales, resaltan más los rasgos. Por ejemplo: un hilo más grueso de lo normal pone de relieve el labio superior; y otro, el párpado del ojo derecho.

El Dr. Enrique Graue, oftalmólogo de fama internacional, director de un hospital oftalmológico en México, afirma: «Examiné los ojos con oftalmoscopio de alta potencia, y pude apreciar en ellos profundidad de ojo como al estar viendo un ojo vivo».

En estos ojos aparece el efecto Púrkinje-Sánsom: se triplica la imagen en la córnea y en las dos caras del cristalino. Este efecto fue estudiado por el Dr. Púrkinje de Breslau y Sánsom de París, y en oftalmología se conoce por el fenómeno Púrkinje-Sánsom. Este fenómeno, exclusivo del ojo vivo, fue observado también en el ojo de la Virgen de Guadalupe, por el Dr. Rafael Torija con la ayuda de un oftalmoscopio. Él lo certifica con estas palabras: «Los ojos de la Virgen de Guadalupe dan la impresión de vitalidad».

Lo mismo afirman los doctores Guillermo Silva Ribera, Ismael Ugalde, Jaime Palacio, etc. Desde el año 1950 los ojos de la Virgen de Guadalupe han sido examinados por una veintena de oftalmólogos.

En 1951 D. Carlos Salinas descubrió un rostro humano en el ojo de la Virgen de Guadalupe. D. Carlos Salinas hizo un experimento fotografiando el ojo de su hija Teresa donde se reflejaba una imagen de la persona que tenía delante. Es exactamente lo que encontramos en el ojo de la Virgen de Guadalupe.

Uno de los investigadores de los ojos de la Virgen de Guadalupe es el Dr. José Aste Tonsmann, peruano de nacimiento, doctor ingeniero, especialista en computadoras por la Universidad de Cornell, en Nueva York, y actualmente profesor de Investigación Operativa en la Universidad Iberoamericana de México, capital. 

Fue a México para trabajar en el Centro de Investigación para el proceso digital de imágenes enviadas por satélite para estudiar la contaminación del aire de la capital de México, que con sus veintidós millones de habitantes es una de las más contaminadas del mundo. Y al enterarse del misterio de los ojos de la Virgen de Guadalupe, esto le atrajo su atención. Cuando estuve en México para documentarme sobre este vídeo, el Dr. Aste tuvo la amabilidad de concederme una entrevista de dos horas en su propia casa. Además me invitó a una conferencia suya, sobre su investigación, que conservo grabada en vídeo.

El Dr. Aste hizo lo mismo que el Sr. Salinas con unas fotografías, tomadas sin cristal, del ojo de la imagen de la Virgen. El procedimiento consiste en dividir el ojo en cuadrículas de un milímetro cuadrado, y cada cuadrito de éstos en 1.600 cuadrículas de 15 x 15 micrones, por medio de un escáner o microdensitómetro, que es un microscopio electrónico de barrido. 

Cada milímetro cuadrado del original queda fragmentado en 25.000 pequeñísimos cuadrados que se amplían 2.500 veces, con lo cual se captan detalles imposibles de captar con un microscopio convencional. El ojo humano capta alrededor de unos treinta tonos grises. Con el microdensitómetro se captan doscientos cincuenta y seis.

Esto hizo con los ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe. Y de esta manera descubrió en una córnea de siete milímetros, al parecer, la escena que la Virgen tenía delante, formada por un grupo de doce personas. Algunos atribuyen al Dr. Aste una interpretación subjetiva de las imágenes. Pero un especialista en análisis de «proceso digital de imágenes» interpreta estas figuras mejor que nosotros. Lo mismo que un médico interpreta una radiografía mejor que nosotros.

El Dr. Aste ve en el ojo de la imagen la cabeza de un español, que fue la primera que descubrió D. Carlos Salinas. También ve el Dr. Aste al indio Juan Diego con un gorro. No es lógico que Juan Diego permaneciera cubierto delante del Obispo, pero tenía las manos ocupadas sujetando la tilma con las rosas, y no pudo quitarse el gorro. En el otro extremo se ve un indio sentado; probablemente algún enfermo o lisiado que fue a pedir socorro al Obispo. En medio se ve la cabeza de un anciano, que podría ser la del Obispo Zumárraga. 

La cara del obispo Zumárraga que el Dr. Aste descubre en el ojo de la Virgen se parece a la del obispo Zumárraga en un retrato suyo, pintado al óleo, pintado en 1548, el año que murió, que se hizo para el Hospital del Amor de Dios, que fue fundado por él, y que hoy se conserva en el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, en México, D.F. Este cuadro fue copiado por el célebre pintor guadalupano Miguel Cabrera, que empezó su carrera de pintor a los veinticuatro años y los cuadros de Guadalupe los empezó a pintar a los cuarenta y seis, es decir, después de veintidós años de pintor. 

Tal fue su profesionalismo, que resultó elegido para pintar la copia de la Virgen de Guadalupe que se mandaría oficialmente al Papa Benedicto XIV, y que llevó el padre Francisco López, de la Compañía de Jesús.


En el grupo aparece la figura de una mujer negra. En un principio pareció ser un error. No era lógico encontrar negros en México en 1531; pero revisando la «Historia de la Iglesia en México», del padre jesuita Mariano Cuevas, se enteró que Zumárraga nombró en su testamento a su sirvienta negra. Es sorprendente que el Dr. Aste descubriera una negra en la escena sin tener conocimiento previo del testamento de Fray Juan de Zumárraga.

Evidentemente que la identificación de las figuras del caballero español, Juan Diego, Zumárraga, etc. deberán ser comprobadas por ulteriores investigaciones, pero hay un hecho indudable: que las escenas gráficas que hay en estos ojos no pueden ser obra de mano humana.

Las imágenes están en los dos ojos y con la conveniente inclinación. El hecho de que en los dos ojos aparezcan las mismas imágenes, excluye toda posibilidad de casualidad. Ni siquiera con la tecnología actual sería posible «pintar» las figuras «rescatadas» por la computadora en una córnea de siete milímetros.

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La Virgen y la Proporción Dorada
La perfección de la Imagen
1 a 1.6181...

La crítica artística afirma que una obra es bella y perfecta cuando encuentra en ella armonía entre el color, la línea, la luz y la composición, entre otros elementos.
Una de las formas más bellas para lograr esta armonía es por medio de la llamada proporción dorada o áurea. La imagen original de la Virgen de Guadalupe estampada en el ayate del indio Juan Diego cumple con esta perfección extraordinaria, de acuerdo con el análisis que de la tilma ha hecho el doctor Juan Homero Hernández Illescas.
La proporción dorada está formada por un cuadrado al que se le agrega un rectángulo, para formar un espacio donde el lado menor corresponde al mayor en una relación de 1 a 1.6181... denominada número áureo.
La proporción dorada se encuentra en todas las manifestaciones del arte desde Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma, hasta nuestros días. Se emplea en la escultura, la arquitectura, la pintura y se existe entre las diferentes partes del hombre, de los animales y de las plantas, actuales o fósiles. También aparece misteriosa en la música, la literatura (en especial en la poesía), en el microcosmos (en la forma en la que se agrupan los átomos) y en las galaxias, es decir, en el macrocosmos.
Es patrón universal e intemporal de perfección, equilibrio, balance, elegancia, delicadeza y belleza. Al analizar la imagen original de la Virgen de Guadalupe encontramos el cuadrado de la proporción dorada. A partir de éste aparecen más cuadriláteros y rectángulos en toda la figura, así como formas verticales y horizontales simétricas.
De manera maravillosa, justo en el vientre de la Virgen Morena, se enmarca, con base en el teorema de Pitágoras y muchos otros símbolos derivados de la proporción áurea, el Nahui Ollín, la flor náhuatl de cuatro pétalos, que para las antiguas culturas mesoamericanas representaba la presencia de Dios, el centro del espacio y del tiempo. Con el Nahui Ollín en su vientre la Virgen de Guadalupe confirma a los indígenas que es la madre del Dios Verdadero, Jesucristo, que ella trae al Nuevo Mundo para darlo a conocer. Es precisamente la parte más importante del ayate de Juan Diego.

La Guadalupana es portadora de un mensaje cristocéntrico que los indígenas pudieron 

comprender inmediatamente, por eso se convierte en la primera y más importante 

evangelizadora de América.
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Los estudios científicos realizados en la Virgen de Guadalupe podían terminar con las siguientes conclusiones:

1) Científicamente no se explica la conservación del ayate cuatrocientos cincuenta años, pues lo normal es que no dure más de veinte.

2) Científicamente no se explica cómo no se ha deteriorado la imagen a los cuatrocientos cincuenta años, de los que ciento dieciséis estuvo sin cristal y sometida al contacto de toda clase de objetos.

3) Científicamente no se explica cómo no se destruyó el ayate cuando le cayó ácido nítrico de arriba a abajo.

4) Científicamente no se explica cómo el ayate no sufrió daño alguno cuando la explosión de la bomba del 14 de noviembre de 1921, que destrozó todo lo que había cerca.

5) Científicamente no se explica la diferencia de temperatura entre el ayate y la placa metálica.

6) Científicamente no se explica que esta imagen esté realizada en un lienzo de estas características sin preparación adecuada.

7) Científicamente no se explica cómo es posible que en esta imagen no haya colorante ni animal, ni vegetal, ni mineral, ni sintético.

8) Científicamente no se explica que el ojo de la imagen 
tenga las características de un ojo humano vivo con el efecto Púrkinje-Sánsom.
9) Científicamente no se explica que en un ojo de siete milímetros aparezcan doce figuras humanas.

Después de todo esto parece lógico concluir que esta imagen no es de origen humano, pues no tiene explicación científica natural. Es lógico pensar en una intervención sobrenatural. Como dijo Pío XII, esta imagen es obra de «pinceles que no son de acá abajo». Humanamente no hay explicación para los interrogantes que presenta.