San José: Terror de los
demonios
Terror daemonum, ora pro nobis
Aunque la información
detallada de la vida de San José, sigue siendo escasa, hemos aprendido de las
Escrituras y la Sagrada Tradición acerca de su fe inquebrantable, su incansable
perseverancia, y sobre su admirable y excepcional pureza y humildad. La
Iglesia, en su sabiduría, ha entregado a los fieles un legado de
bellas invocaciones en su honor, que ha llamado la Letanía de San José. Las
vibrantes denominaciones que allí encontramos, logran acercarnos al santo y nos
recuerdan sus muchas virtudes. Hay una invocación particularmente intrigante
llena de sentido y de verdad: “el Terror de los Demonios”. ¿Acaso nos hemos
preguntado el porqué de este título?
Una noble vocación
Dada la grandeza de su
vocación: la protección, sustento y cuidado de Nuestra Madre Santísima y
Nuestro Señor Jesús como cabeza de la Sagrada Familia, podemos esperar que Dios
lo haya dotado con una gracia proporcionalmente extraordinaria para llevar a
cabo tan noble misión en la vida. Y ciertamente podemos contemplarlo como
un ícono sublime de masculinidad y un pilar de fuerza, que sin duda alguna
provoca un miedo terrible a los poderes de la oscuridad, dada la sublime tarea
encomendada a su cuidado.
Pureza
San José es el epítome de
un hombre puro. Puro en pensamiento, puro de corazón, puro en cuerpo y alma;
destinado a ser el castísimo esposo de María Santísima concebida sin pecado. En
vista de esa sublime pureza y santidad, no es una locura creer que
dada la fealdad asquerosa de los espíritus infernales, éstos se encogerían de
miedo, petrificados ante su presencia.
El éxito de la misión
de Cristo dependía de San José
En sus manos fue
depositado el más excelso y sagrado deber de proteger la humanidad de nuestro
Señor Jesucristo, el pináculo de toda la creación. Dios se hizo hombre para
redimir a la humanidad y dotarlo con el más perfecto y el último regalo de la
vida eterna, a través de su Cuerpo y Sangre. Para cumplir su misión divina,
Dios Padre se dignó encomendar a su hijo al cuidado paternal de San José. ¡Qué
formidable y poderoso hombre debe haber sido San José!
Ciertamente podemos
atribuir este plan a la eterna sabiduría de Dios, que nos ha predestinado para
la vida eterna a través de su Hijo. Por esta causa santa, nos ha concedido a su
hijo nacido de una Madre Purísima Inmaculada, libre de la mancha del
pecado original. Y para garantizar y preservar la integridad de esta Madre
inmaculada, la ha prometido a un amoroso y castísimo esposo: José.
Protector de la
Iglesia
Como protector y guardián
de nuestro Señor y de la Virgen, San José también es invocado como Patrono de
la Iglesia Universal, en reconocimiento a su destreza y fortaleza. La Iglesia
Católica, nacida del agua que brotaba del costado de Jesús, y alimentada por el
amor maternal de Nuestra Señora, encontró en las manos de José, consuelo y
protección de la malicia de Satanás y sus seguidores. Los encontró en San José
¡el terror de los demonios!. En reconocimiento a esa posición tan especial, la
Santa Madre Iglesia le honra con la máxima veneración llamada protodulia, superior a la que poseen
los ángeles y otros santos, excepto María, quien recibe una veneración especial
llamada hiperdulia.
Nota:
[ LATRIA
‘Latría’ es un término proveniente del latín ‘latria’ y éste. A su vez, del griego ‘latreia’, cuyo significado es ‘adoración’ o ‘culto’, el cual es utilizado en la teología católica para ser ofrecido absolutamente a Dios.
DULIA
Es el culto que se da a los ángeles y a los santos. Teológicamente, la ‘dulía’ es la veneración hacia los ángeles, los santos y hacia los beatos que estén en proceso de santificación.
La veneración a los ángeles se debe por sus privilegios de poder ver a Dios en persona.
HIPERDULIA
Según la Real Academia de la Lengua (RAE), el prefijo ‘híper’ significa ‘superioridad’ y denota un grado superior al normal.
La ‘hiperdulía’ es el culto de veneración que se rinde a la Virgen María por ser la Madre de Dios; la Madre de Jesucristo.
PROTODULIA
Dedicada a unicamente San José a quien se le considera el Primero de los Santos ]
Fin de la Nota
Patrono de la Buena
Muerte
La Sagrada Tradición nos
dice que nuestro Señor y la Virgen le auxiliaron en sus últimos momentos y que
su muerte no fue superada en santidad por ningún otro- excepto por Jesús y
María. En virtud de esto, San José llegó a ser conocido como el patrono de los
moribundos. A través de los años, los fieles católicos amorosamente le piden a
él la gracia de tener una buena y santa muerte.
Gracias obtenidas por
intercesión de San José
- Aquellos que lo invoquen
obtendrán de Dios, por su intercesión, el don de la castidad, y no serán
conquistados por la tentación de los sentidos
- Recibirán gracias particulares
para liberarlos del pecado
- Obtendrán una verdadera devoción
a la Santísima Virgen
- Tendrán una buena y feliz
muerte, y en todo momento decisivo serán defendidos contra los ataques de
Satanás
- Serán liberados cuando sea
conveniente para ellos, de los sufrimientos corporales, y encontrarán
ayuda en sus aflicciones
- Si están casados, ellos serán
bendecidos con descendencia
- Los demonios tendrán extremo
temor del nombre glorioso de San José
Con tantas gracias a
obtenerse a través de su poderosa intercesión, no tardemos ni dudemos en pedir
humildemente la protección y la ayuda de nuestro amado San José ¡el terror de los
demonios!
Oración a San José, terror de los demonios
A ti bienaventurado San
José, acudimos en nuestra tribulación; y, después de invocar el auxilio de
tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio. Por
aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, te
tuvo unido, y por el amor paterno con que abrazaste al Niño Jesús,
humildemente te suplicamos vuelvas benigno los ojos a la herencia que con
su Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorre nuestras
necesidades.
Protege, oh
providentísimo Custodio de la Sagrada Familia, la escogida
descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y
corrupción; asístenos propicio, desde el cielo, fortísimo libertador
nuestro, en esta lucha contra el poder de las tinieblas; y, al igual que
en otro tiempo libraste al Niño Jesús del inminente peligro de
su vida, así, ahora, defiende la Iglesia Santa de Dios de
las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad. Y a cada uno de
nosotros protégenos con perpetuo patrocinio para que, a ejemplo tuyo y
sostenidos por tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y
alcanzar en el cielo la eterna felicidad.
Así sea.
Extractos del Libro:
Vida de San José
Revelaciones dadas a
la Venerable Hermana María Cecilia Baij. Abadesa, de las religiosas de San
Benito
“Esta mañana, después de la Comunión, sentía como nuestro querido San José apoyaba su mano sobre mi cabeza en señal de su amor y protección y me decía: «¡Hija! Jesús te ha elegido para manifestar al mundo Su Vida interior, y Su Madre y Yo con Jesús, te hemos elegido para escribir Mi vida y está segura que escribirás todo con suma verdad, tal como sucedieron los hechos»”.
El Libro se encuentra disponible en Internet pero no está bien la
calidad del PDF agradecemos a cualquier persona que lo tenga nos lo envíe a
santoralcatolico1@gmail.com
Capitulo VII
El
común enemigo se enfurecía de rabia al ver las virtudes admirables que resplandecían en nuestro José, y que con su ejemplo atrapa a muchos a la práctica
de las virtudes; por lo tanto encendido de furor contra el Santo Jovencito, y
no sabiendo cómo hacerlo caer en actos de ira y de impaciencia, y para alejarle
de su fervor en el servicio y amor de su Dios, se puso a instigar a algunos de
mala vida, poniendo en sus corazones una gran aversión y odio hacia el Santo,
porque sus acciones virtuosas servían a ellos de gran reproche y confusión…
Capítulo XIII
Otras
tentaciones y persecuciones de Satanás
Gozando nuestro José de las Gracias y favores particulares
que recibía de su Dios, y gustando de la dulzura y suavidad de su Amor, Dios
permitía que su siervo fuera angustiado por la criatura por obra e instigación
del demonio, de modo que el Santo pudiera adquirir mayores méritos y demostrara
a su Dios la fidelidad y el amor también en medio de las persecuciones y de las
angustias.
Ya el demonio odiaba mucho al Santo joven, no podía
soportar tanta luz y tantas virtudes que el Santo practicaba, por lo cual
buscaba siempre nuevas formas para inquietarlo y angustiarlo y tratar de
hacerle perder la virtud tan querida por el de la paciencia y de la
mansedumbre. Dios sin embargo lo tenía siempre alejado y no permitía que se
acercara para inquietarlo: a veces sin embargo le daba libertad para que lo
angustiara para mayor mérito del Santo y para confusión suya.
Capítulo
XIV
Vida de
Oración
Mucho se complacía Dios en el amor y fidelidad
de José, y no dejaba de llenarlo siempre más de Gracias y de méritos, y el
Santo también se aprovechaba de ello, que se volvía siempre más capaz para
recibir aún más con la correspondencia y gratitud hacia su Dios, por lo cual a
menudo era favorecido de sublimes éxtasis en los cuales mucho se deleitaba el
alma de José, y quedaba siempre más encendido en el amor a su Dios. Entendía la
grandeza del mérito que tenía Dios en ser amado y servido fielmente, y de esto
se encendía de un vivo deseo y anhelaba que todas las criaturas lo hubiesen
amado con todo su amor.
Dios le daba a conocer como la mayor parte de los hombres se perdía en el amor hacia las criaturas y a las cosas caducas y transitorias, por lo cual nuestro José sentía una pena insoportable de ello, y hubiese querido suplir el la falta de tantos, pero at conocerse incapaz, se aniquilaba y decía a su Dios: -"Oh Dios mío y, ¿por qué yo tengo solo un corazón para amaros, bondad infinita?, y, ¿por qué no tengo yo los corazones de todos los hombres y así consagrarlos a vuestro Amor?
Dios le daba a conocer como la mayor parte de los hombres se perdía en el amor hacia las criaturas y a las cosas caducas y transitorias, por lo cual nuestro José sentía una pena insoportable de ello, y hubiese querido suplir el la falta de tantos, pero at conocerse incapaz, se aniquilaba y decía a su Dios: -"Oh Dios mío y, ¿por qué yo tengo solo un corazón para amaros, bondad infinita?, y, ¿por qué no tengo yo los corazones de todos los hombres y así consagrarlos a vuestro Amor?
Capítulo XVI
San José
se prepara con la Oración y la penitencia para recibir de Dios el incomparable Don de la
purísima esposa la Virgen María
San José había cumplido ya los treinta años, y había
conservado inmaculado su candor virginal e inocencia, enriquecido de grandes
méritos y adornado de todas las virtudes; y habiendo llegado el tiempo en el
cual Dios había decretado darle como esposa suya y fiel compañera a la
dulcísima Virgen María, habiendo esta también cumplido el décimo cuarto año de
su edad, Dios quiso que José se preparara a la noble, sublime y virginal boda,
y aunque la vida del Santo hubiese sido una constante preparación para recibir
un favor tan sublime, a pesar de esto en estos últimos días quiso de él una
preparación más especial.
De noche le hizo decir a través del Ángel mientras
dormía, que se preparara para recibir a una de las más sublimes Gracias que el Altísimo
quería hacerle, y esto por un mes seguido, y que hubiese redoblado las suplicas
y hubiese aumentado los deseos ardientes de su corazón. Al despertarse José del
sueño se encontró totalmente encendido del deseo de recibir pronto la Gracia
prometida, y todo lleno de amor hacia su Dios, exclamó: ¡Que bueno sois, Dios de
Israel! ¡Que fiel sois a vuestras promesas! Mi alma desea la Gracia prometida,
pero mucho más desea el aumento de vuestro Amor y de glorificaros en todas mis acciones"-.
Y así, todo encendido de amor, se fue al Templo, y aquí, después de haber
adorado a su Dios, alabo su infinita bondad.
El demonio se habla propuesto perseguir al Santo
y a su esposa Cuando los vio acercarse a la ciudad porque allí estaba como «dueño
y señor pensó la forma de poder angustiar a los Santos perseguirlos y por lo
tanto estaba todo feliz: pero quedó confundido y totalmente abatido por la fuerza
que sintió…y fue obligado a huir, por lo cual ardía de una rabia más furibunda.
De hecho instigó a muchos contra los Santos peregrinos, pero poco daño pudieron
hacerles, porque, al verlos tan pobres, humildes y modestos no pudieron creer que
ellos fueran la causa del mal aunque estuvieran muy Instigados por el demonio.