La Sagrada Familia
Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la
familia humana. Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de
Santos.
Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la
familia humana. Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de
Santos
En medio de una fuerte crisis en torno a la integridad de la
familia, Dios Amor nos brinda nuevamente el modelo pleno de amor familiar al
presentarnos a Jesús, María y José.
La Sagrada Familia nos habla de todo
aquello que cada familia anhela auténtica y profundamente, puesto que desde la
intensa comunión hay una total entrega amorosa por parte de cada miembro de la
familia santa elevando cada acto generoso hacia Dios, como el aroma del
incienso, para darle gloria.
Por ello, a la luz de la Sagrada Escritura,
veamos algunos rasgos importantes de San José, Santa María y el Niño Jesús.
San José
Es el jefe de la familia y actúa siempre
como Dios le manda, muchas veces sin comprender el por qué de lo que Dios le
pide, pero teniendo fe y confianza en Él.
"Al despertarse, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa". (Mt 1, 24-25) Cuando se entera que María estaba embarazada piensa en abandonarla porque la quería mucho y no deseaba denunciarla públicamente (como era la costumbre de la época), pero el Ángel de Dios se le apareció en sueños y le dijo que lo que había sido engendrado en el vientre de María era obra del Espíritu Santo y que no temiera en recibirla.
"Al despertarse, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa". (Mt 1, 24-25) Cuando se entera que María estaba embarazada piensa en abandonarla porque la quería mucho y no deseaba denunciarla públicamente (como era la costumbre de la época), pero el Ángel de Dios se le apareció en sueños y le dijo que lo que había sido engendrado en el vientre de María era obra del Espíritu Santo y que no temiera en recibirla.
"Ella dió a luz un hijo,y él le puso
el nombre de Jesús" (Mt 1, 25) Cuando nace el niño, él le pone el nombre
de Jesús, como el Ángel le había dicho.
Luego, cuando Herodes tenía intenciones de
matar al Niño Jesús y ante otro aviso del Ángel del Señor, José toma a su
familia y marcha hacia Egipto.
Por último, con la muerte de Herodes y ante
un nuevo aviso del Ángel de Dios, lleva a su familia a instalarse en Nazaret.
San José, Casto Esposo de Santa María,
acoge a Jesús en su corazón paternal, educándolo, cuidándolo, amándolo como si
fuere hijo suyo. El Niño Jesús aprende de su "santo padre adoptivo"
muchas cosas, entre estas, el oficio de carpintero.
La Santísima
Virgen María
Desde el momento de la Anunciación, María
es el modelo de entrega a Dios.
"He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra" (Lc 1, 38) En la Anunciación, María responde con un Sí rotundo desde una libertad poseída, poniéndose en las manos de Dios.
"He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra" (Lc 1, 38) En la Anunciación, María responde con un Sí rotundo desde una libertad poseída, poniéndose en las manos de Dios.
En Santa María vemos una continua vivencia
de la dinámica de la alegría-dolor: criando, educando, siguiendo de cerca a su
Hijo Jesús mostrándole en todo momento un auténtico amor maternal.
"Su madre conservaba estas cosas en su
corazón" (Lc 2, 52) Ella fue vislumbrando lentamente el misterio
trascendente de la vida de Jesús, manteniéndose fielmente unida a Él.
El niño Jesús
Desde chico, Jesús demuestra que es el Hijo de Dios y que cumple fielmente lo que su Padre le manda.
"Vivía sujeto a ellos" (Lc 2, 51)
Como niño, Él obedecía a su madre y a su padre adoptivo, y permanecía siempre
junto a ellos. María y José fueron sus primeros educadores.
"El niño iba creciendo y se
fortalecía, lleno de sabiduría, y la Gracia de Dios estaba con Él" (Lc 2,
40) Jesús aprende el oficio de carpintero de su padre adoptivo José.
"¿No sabían que yo debo ocuparme de
los asuntos de mi Padre?" (Lc 2, 49) Cuando Jesús se queda en el Templo, a
los doce años, se puede pensar que desobedece a sus padres y que eso está mal.
No es así, Jesús demuestra en este hecho su plena independencia con respecto a
todo vínculo humano cuando está de por medio el Plan de su Padre y la Misión
que Él le ha encomendado.
La Sagrada
familia, modelo de fe y de fidelidad
S.S. Juan Pablo II
Queridos hermanos
y hermanas:
En este primer
domingo después de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada
Familia.
Como en el belén,
la mirada de fe nos permite abrazar al mismo tiempo al Niño divino y a las
personas que están con él: su Madre santísima, y José, su padre putativo. ¡Qué
luz irradia este icono de grupo de la santa Navidad! Luz de misericordia y
salvación para el mundo entero, luz de verdad para todo hombre para la familia
humana y para cada familia. ¡Cuán hermoso es para los esposos reflejarse en la
Virgen María y en su esposo José! ¡Cómo consuela a los padres especialmente si
tienen un hijo pequeño! ¡Cómo ilumina a los novios que piensan en sus proyectos
de vida!
El hecho de
reunirnos ante la cueva de Belén para contemplar en ella a la Sagrada Familia,
nos permite gustar de modo especial el don de la intimidad familiar y nos
impulsa a brindar calor humano y solidaridad concreta en las situaciones por
desgracia numerosas en las que por varios motivos falta la paz, falta la
armonía, en una palabra, falta la "familia".
El mensaje que
viene de la Sagrada Familia es ante todo un mensaje de fe: la casa de Nazaret
es una casa en la que Dios ocupa verdaderamente un lugar central. Para María y
José esta opción de fe se concreta en el servicio al Hijo de Dios que se le confió,
pero se expresa también en su amor recíproco, rico en ternura espiritual y
fidelidad.
María y José
enseñan con su vida que el matrimonio es una alianza entre el hombre y la
mujer, alianza que los compromete a la fidelidad recíproca, y que se apoya en
la confianza común en Dios. Se trata de una alianza tan noble, profunda y
definitiva, que constituye para los creyentes el sacramento del amor de Cristo
y de la Iglesia. La fidelidad de los cónyuges es, a su vez, como una roca
sólida en la que se apoya la confianza de los hijos. Cuando padres e hijos
respiran juntos esa atmósfera de fe, tienen una energía que les permite
afrontar incluso pruebas difíciles, como muestra la experiencia de la Sagrada
Familia.
Es necesario
alimentar esa atmósfera de fe. En esta perspectiva se va preparando el segundo
Encuentro mundial con las familias, que tendrá lugar en Río de Janeiro los días
4 y 5 de octubre de 1997. Se tratará de una gran fiesta de las familias de
América Latina y de todo el mundo que renovará el mensaje del primer Encuentro,
celebrado aquí, en Roma, con ocasión del Año internacional de la familia.
Encomiendo a
María, "Reina de la familia", a todas las familias del mundo
especialmente a las que atraviesan grandes dificultades, e invoco sobre ellas
su protección materna.
Oración por la Familia
Dios, de quien proviene toda paternidad en el cielo y en la tierra: Padre, que eres amor y vida, haz que cada familia humana que habita en nuestro suelo, sea, por medio de tu Hijo Jesucristo, "nacido de mujer" y mediante el Espíritu Santo, fuente de Caridad Divina, un verdadero santuario de vida y amor para las nuevas generaciones.
Haz que tu gracia guíe los pensamientos y las obras de los cónyuges, para bien propio y de todas las familias del mundo.
Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte sostén humano, para que crezcan en la verdad y el amor.
Haz que el amor, reforzado por la gracia del Sacramento del Matrimonio, se manifieste más fuerte que cualquier debilidad o crisis que puedan padecer nuestras familias.
Te pedimos por intermedio de la Familia de Nazaret, que la Iglesia pueda cumplir una misión fecunda en nuestra familia, en medio de todas las naciones de la tierra.
Por Cristo, nuestro Señor, Camino, Verdad y Vida, por los siglos de los siglos.
Amén.
Amén.