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Sierva de Dios Luisa Piccarreta


Luisa Piccarreta vivió su misión de Víctima con Jesús, permitiéndole vivir como Redentor y Víctima en ella.



Esta vocación de víctima de Luisa presenta los tres aspectos importantes:

La CORREDENCIÓN con Jesús: por eso a menudo Luisa tomaba parte en las diferentes penas de la Pasión (la corona de espinas, la Cruz, etc.).

La MEDIACIÓN entre Jesús y los hombres, “sus hermanos”, dándole a Jesús todo lo que le deben (adoración, alabanza, bendición, gratitud, reparación, amor, etc.) como Jesús se lo da al Padre.

Y la DEFENSA de los hombres, alcanzándoles el perdón y las gracias que no merecen por culpa de sus pecados.

“Hija mía, no temas: ¿no te acuerdas que ocupas dos oficios, uno como Víctima y otro aún más grande, de vivir en Mi Querer, para devolverme la gloria completa de toda la creación?” (20-09-1922).

Por eso Jesús le dijo:
“Tu misión es grande, porque no se trata sólo de la santidad personal, sino de abrazar todo y a todos y preparar el Reino de Mi Voluntad a las humanas generaciones” (22-08-1926).

Biografía

La Sierva de Dios, Luisa Piccarreta nació en la ciudad de Corato en la provincia de Bari, Italia, en la mañana del 23 de abril de 1865, Domingo “In Albis” (actual fiesta de la Divina Misericordia), y el mismo día fue bautizada; vivió siempre ahí y murió en concepto de santidad el 4 de marzo de 1947.

Nació de la señora Rosa Tarantino y del señor Vito Nicola Piccarreta, trabajador de una hacienda de la familia Mastrorilli.

La pequeña Luisa, la cuarta de cinco hijas, era de temperamento tímido, temeroso; no obstante, era también vivaz y alegre.


Ella cuenta que desde niña era vergonzosa y miedosa, al punto de no saber estar sola.
El motivo eran las frecuentes pesadillas, en que soñaba al demonio.
Por eso, desde los tres o cuatro años empezó a rezar continuamente, invocando a todos los Santos para que la defendieran.
Y sobre todo siete Avemarías a la Virgen Dolorosa, por lo cual no tomaba parte en los juegos de las otras niñas y de sus hermanitas (Luisa era la cuarta de cinco hermanas).

El Domingo “in Albis” de 1874, a los nueve años, recibió la Primera Comunión y el mismo día el Sacramento de la Confirmación, a los nueve años.

Empezó desde entonces a sentir en el corazón una voz que le dio mucho ánimo y paz, por lo que superó el miedo.

Empezó a experimentar la presencia y protección de Jesús, de la Santísima. Virgen y del Ángel de la guarda.
A los once años se hizo “hija de María”.

Mediante locuciones interiores, la voz de Jesús la instruía acerca de las virtudes, de su Amor, de la Cruz, etc.
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A veces la corregía; otras veces la animaba.
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Y así pasaba Luisa horas y horas arrodillada, casi sin moverse, absorta en oración.
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El Señor le hablaba sobre todo de su Vida oculta y de su Vida interior.

Pero, aunque era tímida y miedosa, dice ella, era también alegre y traviesa; saltaba, corría y hacía también “impertinencias”, o sea, bromas.

Con su temperamento no la atraían las cosas del mundo, incluso las cosas normales de la vida social, que instintivamente rehuía.
Pero ¿cómo era Luisa, según el aspecto externo? De ella hay pocas fotografías, de los últimos 10 o 15 años de su vida. No era posible fotografiarla sin el permiso del Confesor.

Quien la conoció la describe diciendo que se la veía
“Siempre serena y fresca como una pascua; pequeña de estatura, ojos vivos, mirada penetrante, con la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha…”

Quien entraba en su cuartito la veía siempre sentada en su cama, cerrada con blancas cortinas.

Su aspecto era el de una persona, que, sin poder decirse que estuviera enferma, desde luego se veía que sufría y al mismo tiempo irradiaba paz; con el paso de los años, luego, se la veía como una viejecita muy dulce.

INICIO DE LAS VISIONES

A los 13 años de edad tuvo inesperadamente la primera visión de Jesús con la Cruz a cuestas, a partir de la cual y para siempre, se encendió en Luisa un grandísimo deseo de compartir el padecimiento de Jesús por amor a Él.
A los 16 años el asalto de los demonios le hizo perder el conocimiento, quedándose rígida, pero tuvo la visión de Jesús coronado de espinas y horriblemente abofeteado por los pecados de los hombres.

Y Luisa, movida interiormente por la gracia, consintió plenamente a la Voluntad de Dios, aceptando el estado de Víctima, al que Jesús y la Santísima Virgen la llamaban.

Pocos días después, tuvo una tercera visión de Jesús en su Pasión, quien le comunicó los dolores de su corona de espinas, y volvió a perder el conocimiento.



Cuando volvió en sí, no era capaz de abrir la boca ni de tomar alimento, a causa de los espasmos y dolores que sentía.

Y fue así como Luisa se halló en la imposibilidad de comer nada, por espacio de dos o tres días.
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Pero poco después en forma continua y definitiva por toda su vida, viviendo sólo de la Voluntad Divina.
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Siendo éste su único alimento, junto con la Eucaristía, por 64 años.
Así comenzó a padecer una enfermedad que ningún médico pudo diagnosticar.
Permanecía todo el día en la cama sentada, nunca apoyaba la cabeza en la almohada para dormir, y con frecuencia, perdía el conocimiento y quedaba petrificada.

De este estado nunca la pudieron sacar ninguna medicina ni tratamiento médico, sólo salía de él cuando un sacerdote la bendecía.
Muchos la consideraban una “santa”, pero algunos la juzgaban como una impostora, que merecía palos, o que estaba endemoniada.

En ocasiones la dejaron en ese estado de petrificación por 10, 18, y hasta 25 días y la madre de Luisa, que no sabía qué hacer, recurrió finalmente al Arzobispo, quien empezó a interesarse y dio disposiciones para que los sacerdotes fueran a “despertarla”.
En estos estados es cuando solía recibir visitas frecuentes de Jesús y de la Santísima Virgen, como la llamaba Luisa, y cuando Jesús la llevaba por el Cielo, Infierno, Purgatorio, y por todo el universo.

Y le decía muchas cosas bellas que nos quedaron escritas por Luisa en sus 36 volúmenes, desde el año 1899, en el que su confesor por 24 años, Don Gennaro di Gennaro, se lo exigió.

Cuando Luisa perdía los sentidos y quedaba petrificada por la visión de Jesús. Luisa salía de su cuerpo, siguiendo a Jesús por todas partes.

Ese fenómeno empezó a causa de los sufrimientos de la Pasión, cada vez más acentuados.

Es lo que llama “su habitual estado”.
De esa forma Luisa moría todos los días, hasta que un sacerdote –normalmente su Confesor– venía a llamarla de aquel estado de muerte mediante su bendición y por santa obediencia.

Ese fue el verdadero motivo por el que Luisa vivió en cama cerca de 64 años, sin tener nunca una llaga de decúbito o alguna otra cosa; no a causa de enfermedad, sino por su participación física y mística a la Pasión de Jesús.

A los 22 años quedó definitivamente en cama.
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Un año después, el 16 de Octubre de 1888, antigua fiesta de la Pureza de María (distinta de la Purificación y Presentación de Jesús, que es el 2 de Febrero), recibió la gracia del “desposorio místico”.
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Que once meses más tarde el Señor le renovó en el Cielo, con la presencia de la Santísima. Trinidad, representada por las tres virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad).
En aquella ocasión el Señor le dio un don no concedido así antes a nadie: el Don del Querer Divino.

Pero de eso le habló y empezó a explicárselo muchos años después.

Era el 8 de Septiembre de 1889; Luisa tenía 24 años.
Un año después, Jesús añadió el último vínculo: “el desposorio de la Cruz”, en el que le comunicó sus dolorosísimos estigmas, contentando a Luisa, que no quería que se vieran; crucifixión renovada muchas veces.

EXPERIENCIAS MÍSTICAS

Además de sentir interiormente la voz de Jesús, Luisa tenía trece años cuando, desde el balcón de su casa tuvo la primera visión de Jesús, que, llevando la cruz, levantó los ojos hacia ella, pidiéndole ayuda.

Empezaron entonces para ella los primeros sufrimientos físicos, si bien ocultos, de la Pasión del Señor, además de tantas penas indecibles espirituales (sentirse privada de Jesús) y morales.

El hecho de que sus padecimientos fueron descubiertos por su familia, que pensó tratarse de una enfermedad, de ahí que tantos otros lo supieron, y, por último, las incomprensiones y hostilidades por parte de los sacerdotes, de quienes sin embargo ella se dio cuenta de que dependía totalmente.

A todo ello se añadió una terrible prueba, que duró tres años (de los trece a los dieciséis), de lucha contra los demonios, resistiendo a sus asaltos, sugestiones, tentaciones y tormentos, hasta derrotarlos completamente.
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En el último asalto que sufrió, Luisa perdió el conocimiento y vio por segunda vez a Jesús penante por las ofensas de los pecadores.
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Entonces aceptó el estado de víctima, al que Ntro. Señor y la Santísima Virgen Dolorosa la invitaban.
Después de esto, multiplicándose estas visiones de Jesús, Luisa habitualmente tomaba parte en varias penas de la Pasión, en particular a la coronación de espinas.

Efecto de ello fue la imposibilidad de comer, devolviendo siempre todo y viviendo, a partir de los dieciséis años, en una total inedia hasta su muerte.

Se alimentó solamente de la Eucaristía. Su alimento era la Voluntad del Padre.

“Otro fenómeno extraordinario (atestigua su último Confesor, Don Benedetto Calvi): en 64 años siempre en cama, nunca tuvo una llaga de decúbito”.


“Hubo fenómenos extraordinarios en su muerte.
Como se ve en la foto, el cadáver de Luisa está con el cuerpo sentado en su camita, igual como estaba cuando vivía, y no fue posible extenderlo con la fuerza de varias personas.

Permaneció en esa postura, por lo que hubo que hacerle un ataúd del todo especial.

Todo su cuerpo no sufrió la rigidez cadavérica que a todos los cuerpos humanos afecta después de la muerte.
Se podía ver todos los días que estuvo expuesta a la vista de todo el pueblo de Corato y de muchísimos forasteros, que llegaron a Corato para ver y tocar con sus propias manos el caso único y maravilloso: poder, sin ningún esfuerzo, moverles la cabeza a todos los lados, levantarle los brazos, doblarlos, doblarle las manos y todos los dedos.

Se le podían levantar también los párpados y observar sus ojos lúcidos y no velados.

Luisa parecía viva y que dormía, mientras que una comisión de médicos, convocados para eso, declaraba, tras atento examen del cadáver, que Luisa estaba realmente muerta y que por tanto había que pensar en una muerte verdadera y no aparente, como todos se imaginaban.

Fue necesario, con permiso de la Autoridad civil y del médico forense, dejarla durante cuatro, repito, cuatro días, en su lecho de muertesin dar señales de corrupción, para satisfacer al gentío que se agolpaba…”

LOS CONFESORES

Luisa, como hija de la Iglesia, le fue siempre sumisa y obediente.
Durante el período desde 1884 hasta su muerte en 1947, ella estuvo bajo el cuidado y la obediencia de varios confesores enviados por el Obispo de su Arquidiócesis.

Su segundo confesor, Don Gennaro di Gennaro el 28 de febrero de 1899 le dio la obediencia de poner por escrito todo cuanto sucedía entre Jesús y ella y las gracias que continuamente recibía.

Fue entonces que Luisa se decidió a vencer la repugnancia de hacer público lo que vivía en su interior.

Y así, con gran esfuerzo, escribió más de 2.000 capítulos, recogidos en treinta y seis volúmenes, sin contar cientos de cartas, “las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo “, y “la Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad “.

Uno de sus confesores y promotor más importante de la Divina Voluntad (la doctrina que Jesús le enseñó a Luisa) fue San Aníbal María di Francia.

Quien fue Revisor Eclesiástico de los volúmenes (dio su Nill Obstat a 19 de los 36 volúmenes), y primer apóstol del Reino del Fiat Divino (como Jesús mismo lo titula en el volumen 20 de su diario, noviembre 6, 1926).

Luisa murió antes de cumplir los ochenta y dos años de edad, el 4 de marzo de 1947, después de una corta pero fatal pulmonía -la única enfermedad diagnosticada en su vida-, entró a la vida eterna para continuar sumergida en la Divina Voluntad en el cielo, como lo estuvo en la tierra.

En la solemnidad de Cristo Rey, el 20 de Noviembre de 1994, fue inaugurada su Causa de Beatificación, dándole el título de “sierva de Dios”.
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Mientras que el 2 de Febrero de 1996 todos los escritos de Luisa, conservados desde 1938 en el archivo secreto del Santo Oficio, fueron puestos a disposición del Arzobispo de Trani.
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No hemos llegado, pues, al final de una vida extraordinaria, sino al comienzo de un tiempo nuevo, de la Era prometida y suspirada en la que Dios realizará finalmente.

En el 29 de octubre del 2005, el Arzobispo Pichierri declaró el proceso diocesano de la Causa de Beatificación de la Sierva de Dios completo y presentó la documentación a la Congregación para las Causas de los Santos.

SUS ESCRITOS
Bajo obediencia, Luisa Piccarreta escribió dos libritos “La Vida de la Santísima Virgen” y “Las Horas de la Pasión”.
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Y luego presentó 36 manuscritos numerados, en los que ella elaboró lo que le fue revelado en oración acerca de “la vida en la Voluntad de Dios”.

Ella escribió estos textos en los dialectos regionales italianos, en vez del Italiano estándar, un hecho que complicó la traducción correcta del sentido de sus escritos.
Algunos de los primeros volúmenes fueron revisados y publicados por San Annibale de Francia (ca. 1927) en su capacidad como confesor y censor diocesano.


Esta actividad se suspendió en el año 1938 cuando tres de sus obras, anotadas por otra persona, fueron ingresadas en el Índice de Libros Prohibidos.

El resto de sus escritos fueron tomados bajo la custodia del Santo Oficio (ahora denominado la Congregación para la Doctrina de la Fe), donde se quedaron retirados hasta el año 1994.

En ese año, la Santa Sede autorizó la Causa de Beatificación de Luisa Piccarreta, ahora llamada “Sierva de Dios”, al concederle el nihil obstat.

Manteniendo los originales, la Congregación permitió que el Tribunal fotocopiara los escritos para estudios futuros y la producción de una edición crítica, ya en tránsito.
Pero, hay otras copias de los escritos.
Existen copias que provienen de antes de 1938 y reproducciones y traducciones de las copias del año 1994.
Estas últimas no son aprobadas ni tienen el imprimatur del Arzobispo de Trani, quien es el dueño legal de los escritos de Luisa.

Mientras que la Archidiócesis sí ha permitido a algunas editoriales pequeñas acabar su stock de los primeros dos libros (“La Vida de la Santísima Virgen” y “Las Horas de la Pasión”), en el futuro, solamente la Archidiócesis producirá las traducciones autorizadas de los escritos, basados en la edición crítica.

El Tribunal no está concediendo ni alentando la publicación ni la promoción de los escritos (a falta de las excepciones ya mencionadas), para no impedir la Causa.
(Tomado de https://forosdelavirgen.org/10847/luisa-piccarreta-la-pequena-hija-de-la-divina-voluntad-italia-4-de-marzo/)




Los Escritos de Luisa 
Hace falta precisar que todo lo que ha escrito no es fruto del talento de una escritora, sino de su obediencia a la Iglesia, a la autoridad de sus Confesores, uno de los cuales fue San Aníbal María Di Francia.
Por consiguiente, no es fácil literatura mística, como la de quienes desean dar a conocer sus propias presuntas visiones o revelaciones sobrenaturales; se trata por el contrario de un doloroso testimonio, de una vida crucificada por amor, durante largos años de cama, vividos por Luisa como Víctima en la oración y en el silencio, en el anonimato y en la obediencia. Y sólo la obediencia logró que escribiera, con inmensa violencia que Luisa tuvo que hacerse a sí misma.
Así pues, los treinta y seis volúmenes de su diario han sido escritos, no por la cultura, por el arte de una escritora o por el deseo de difundir sus visiones o mensajes, no son fruto de un misticismo falso y peligroso, sino de la “Señora Obediencia”.
Sus Escritos nos muestran, nos ofrecen todo el dolor y el Amor de Jesús, y con él el Don de los dones, el Don supremo de su Querer, para que, come es Vida de Dios, así sea vida de sus hijos (el Reino de Dios que la Iglesia invoca y al cual se prepara: que la Divina Voluntad sea en la tierra lo que es en el Cielo); pero todo esto llega hasta nosotros por medio de la vida inmolada de Luisa.
Ella puede decir con San Pablo: “Si nuestro evangelio permanece velado, lo es para aquellos que se pierden, a los cuales el dios de este mundo ha cegado la mente incrédula, para que no vean el esplendor del glorioso evangelio de Cristo, que es imagen de Dios. 
Pues nosotros no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo el Señor. En cuanto a nosotros, somos vuestros servidores por amor a Cristo. Y Dios, que dijo “brille la luz en las tinieblas”, resplandeció en nuestros corazones, para hacer resplandecer el conocimiento de la gloria divina que resplandece en el rostro de Cristo. Sin embargo nosotros llevamos este tesoro en vasos de barro, para que se vea que la potencia extraordinaria viene de Dios y no de nosotros, pues pasamos tribulaciones por todas partes, pero no nos aplastan; angustiados, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; heridos, pero no muertos, llevando siempre y a todas partes en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo” (2ª Cor 4,3-10).
Luisa posee (y nos ofrece) un tesoro preciosísimo en su pobre vaso de barro: ante todo, la Pasión de Jesús en ella, y luego el Querer Divino que reina en ella. No es el recipiente lo que ennoblece el contenido, sino que es, al contrario. Luisa es sin duda (desde un punto de vista humano) una pobre criatura, una de esas personas que a los ojos del mundo “no cuentan”. Pero estas cosas el Padre se complace en revelarlas a los pequeños, mientras que las esconde a los sabios y “prudentes”. El Señor le asegura que, si hubiera encontrado otra más pequeña y más pobre que ella, a esa se hubiera dirigido para encomendarle esta misión. Sus caminos no son los nuestros. A nosotros no nos queda más que contemplar asombrados, estremecernos de alegría y adorar en silencio.
Por orden de su Confesor, Don Gennaro Di Gennaro, o sea, por voluntad de la Iglesia, Luisa empezó a escribir. Era el 2° Volumen, el 28 de febrero de 1899.
Luisa temía que pudieran ir a manos de otros. Sólo con el tiempo y con la obediencia a sus Confesores, se convenció de que se debían publicar.
1 – ¿Para qué sirven estos Escritos?
“Este escrito servirá para hacer que se conozca Quién es el que te habla y que ocupa tu persona; y luego, si a ti no te sirve, mi luz servirá a otros que leerán lo que te hago que escribas”.(21.09. 1899)
2 – ¿Qué cosa son estos Escritos?
“Sabe que todo lo que te hago escribir, o sobre las virtudes o con algún ejemplo, no es más que hacer que te pintes tu retrato y la perfección a la que he hecho llegar tu alma”.(22.09.1899).


3 – ¿Hay errores en los escritos de Luisa, en los que Jesús le guía la mano?
“Estaba pensando: «¡Quién sabe cuántos disparates, ¡cuántos errores hay en estas cosas que escribo!»
En ese momento he sentido que perdía el conocimiento, y Jesús bendito ha venido y me ha dicho: “Hija mía, también los errores servirán para que se conozca que no hay ningún artificio por tu parte, ni que tú eres una persona instruida, porque si lo fueras, tú misma te habrías dado cuenta dónde te equivocabas, y eso también hará que resplandezca más que soy Yo el que te habla, viendo la cosa con sencillez; pero te aseguro que no encontrarán sombra de vicio ni nada que no indique virtud, porque mientras tú escribes, Yo mismo te estoy llevando la mano; todo lo más podrán hallar algún error a primera vista, pero si lo consideran bien, encontrarán la verdad.”(08.01.1900).
4 – Escribir fue uno de los más grandes sacrificios para Luisa; lo hizo sólo por obediencia:
“Mientras escribía, estaba pensando: «¡Quién sabe cuántos errores hay en estos escritos! Merecen ser echados al fuego. Si la obediencia me lo permitiera lo haría, porque siento como un peso en mi alma, sobre todo si alguien llegara a verlos, ya que en ciertos puntos hacen ver como si amara e hiciera algo por Dios, mientras que no hago nada y no Lo amo, y soy el alma más fría que puede haber en el mundo, y así me considerarían diferente de lo que soy, y eso es una pena para mí; pero como es la obediencia la que quiere que escriba, siendo para mí uno de los más grandes sacrificios, por eso me abandono del todo a ella, con esperanza segura de que me excusará y me justificará ante Dios y ante los hombres».
Pero mientras digo eso, Jesús bendito se ha movido en mi interior, me está regañando y quiere que desdiga lo que he dicho. Al venir, Jesús bendito ha respondido a mi pensamiento diciéndome: “Seguro que merecen ser quemados estos escritos tuyos, ¿pero quieres saber en qué fuego? En el fuego de mi Amor, porque no hay página que no manifieste claramente de qué modo amo las almas, tanto si son cosas que se refieren a ti, como si se refieren al mundo; y mi Amor en estos escritos tuyos encuentra un desahogo a mis preocupados y amorosos lamentos.” (10.10.1900).
5 – Los Escritos pueden tener errores de gramática, pero no contra la doctrina cristiana. La prueba de que Luisa no es un iluso, sino que la obra es de Dios, está precisamente en sus escritos:
“…Han venido dos sacerdotes y el Niño se ha retirado en brazos de uno de ellos, diciéndome que yo hablara con el otro, el cual quería saber de mis escritos y uno por uno los estaba revisando. Así que yo, temiendo, le he dicho: «¡Quién sabe cuántos errores hay en ellos!».
Y él, con una seriedad afable, ha dicho: «Qué, ¿errores contra la ley cristiana?» Y yo: «No, errores de gramática». Y él: «Eso no es nada». 
Y yo, tomando confianza, he añadido: «Temo que todo sea una ilusión».
Y él, mirándome a la cara, ha repetido: «¿Crees tú que tengo necesidad de revisar tus escritos para saber si eres una ilusa o no? Yo, con dos preguntas que te hago, sé si el que obra en ti es Dios o el demonio. Primero, ¿crees tú que todas las gracias que Dios te ha concedido te las has merecido tú, o ha sido un don y una gracia de Dios?» Y yo: «Todo ha sido gracia de Dios».
«Segundo, ¿crees tú que en todas las gracias que el Señor te ha dado, tu buena voluntad ha prevenido la gracia, o la gracia te ha prevenido a ti?» 
Y yo: «Sin duda, la gracia me ha prevenido siempre».
Y él: «Estas respuestas me hacen saber que tú no eres una ilusa».”(03.12. 1904).
6 – Luisa ha tenido que escribir también sus dudas y sus penas. Jesús quiere que cuando escribe sea más precisa y exacta y que diga todo, porque servirá a los demás:
“Hija mía, quiero que seas más precisa, más exacta, que manifiestes todo al escribir, porque muchas cosas las saltas, si bien para ti las tomes sin escribir, pero muchas cosas servirán a los demás”. Yo, al oír eso, me he sentido confusa, porque verdaderamente lo hago, y es tan grande mi repugnancia de escribir, que sólo los milagros que sabe hacer la obediencia podían vencerme, porque por mi voluntad no sería capaz de escribir ni siquiera una coma.”(04.05.1906).
7 – ¿Qué cosa son estos Escritos, queridos por Jesús?
“Sumo Bien mío, mi deseo es que no quisiera escribir más. ¡Cuánto me pesa! Si no fuera por el temor de salirme de tu Querer y disgustarte, no lo haría”. 
Y El, interrumpiéndome, ha añadido: “Tú no quieres y Yo sí quiero. Lo que te digo y que tú por obediencia escribes, por ahora te sirve de espejo a ti y a quienes te dirigen; llegará un tiempo en que servirá de espejo a los demás. De manera que lo que tú escribes, dicho por Mí, se puede llamar espejo divino; ¿y tú quisieras quitar este espejo divino a mis criaturas? Piénsalo seriamente, hija mía, y no quieras reducir todo este espejo de Gracia con no escribir.”(13.10.1906).
8 – El Señor se alegra mucho cada vez que Luisa escribe, porque su Amor se desahoga; pero si ella no escribe todo, Jesús siente su amor traicionado:
“Hija mía, cada vez que escribes mi Amor recibe un pequeño desahogo, un nuevo contento, y me siento más inclinado a comunicarte mis gracias. Debes saber sin embargo que cuando no escribes todo, o bien pasas por alto mis intimidades contigo, el desahogo de mi Amor, Yo me siento como traicionado, porque con ese desahogo de amor, con esas intimidades contigo Yo no sólo busco atraerte para que me conozcas y me ames más, sino también a los que habrían leído mis intimidades de amor, para recibir también de ellos un nuevo amor, y si tú no escribes, no recibiré ese amor y Yo me quedaré dolorido y como traicionado”. (14.06.1918).
9 – La palabra de Jesús es un Sol y Luisa debe escribir para bien de todos:
“Hija mía, ¿por qué no escribes? Mi palabra es luz y, como el sol resplandece en todos los ojos, de forma que todos tienen luz suficiente para todas sus necesidades, así cada palabra mía es más que un sol, que puede ser luz suficiente para iluminar cualquier mente y calentar cada corazón. De modo que cada palabra mía es un sol que sale de Mí, que por ahora te sirve a ti y que escribiéndola servirá a otros, y tú, no escribiéndola, llegas a sofocar ese sol en Mí y a impedir que mi Amor se desahogue y haga todo el bien que podría hacer un sol”. 
Y yo: “Ah, Jesús mío, ¿quién irá a calcular en el papel las palabras que Tú me dices?” 
Y El: “Eso no te importa a ti, sino a Mí, y aunque no se calcularan, cosa que no será, los muchos soles de mis palabras surgirán majestuosos, sirviendo para el bien de todos. Por el contrario, no escribiendo, impedirías que el sol surja y harías tanto mal como alguien que pudiera impedir que el sol surgiera en el cielo azul; ¿cuántos males no haría a la tierra? El sol a la naturaleza y tú a las almas. Y, además, la gloria del sol es brillar majestuoso y tomar como en su mano la tierra y a todos, con su luz; el mal es para el que no lo aprovecha. Así será del sol de mis palabras: será gloria mía hacer que surjan tantos distintos soles, encantadores y bellos, cuantas son las palabras que digo; el mal será de quien no las aprovecha”. (27.12.1918).
10 – En estos Escritos todo es doctrina de Jesús:
“De ti no hay nada, sino que todo es doctrina mía. Tú no has sido más que una escribana, y sólo porque te he escogido, ¿querrías sepultar mis enseñanzas y por consiguiente también mi gloria?”. “…Si he escrito ha sido sólo por obediencia y por temor de que Tú te disgustaras”.(02.06.1921).
11 – Quien lea estas verdades, si está mal dispuesto, no entenderá nada:
“Si leen estas verdades y están indispuestos, no entenderán nada, quedarán confundidos y deslumbrados por la luz de mis verdades; pero para los que están dispuestos será luz que los iluminará y agua que les apagará la sed, y no querrán separarse jamás de estos canales por el gran bien que sentirán y por la nueva vida que correrá en ellos. Por eso, tú también deberías estar contenta de abrir estos canales en favor de tus hermanos, no descuidando ninguna de mis verdades, incluso la más pequeña, porque, por más pequeña que sea, puede servir a un hermano tuyo para sacar agua. Por tanto, sé atenta para abrir estos canales y a contentar a tu Jesús que tanto ha hecho por ti.” (23.10.1921).
12 – Alegría de Jesús cuando se escribe de Él. Luisa tiene que aparecer en estos Escritos:
“Hija mía, ¿sabes por qué estoy tan contento? Toda mi alegría y mi fiesta es cuando veo que escribes. Veo narrar en las palabras escritas mi gloria, mi vida. El conocimiento de Mí se multiplica cada vez más; la luz de la Divinidad, la potencia de mi Voluntad, el desbordamiento de mi Amor, los veo escritos en el papel, y Yo siento en cada palabra la fragancia de todos mis perfumes. Después veo que esas palabras escritas corren, corren en medio de los pueblos, para llevar mis conocimientos nuevos, mi amor desbordante, los secretos de mi Querer… ¡Oh, ¡cómo me alegro, que no sé qué te haría cuando escribes! Y cuando tú escribes cosas nuevas que a Mí se refieren, así voy Yo inventando nuevos favores para recompensarte y me dispongo a decirte nuevas verdades, para concederte nuevos favores. Yo siempre he amado más y he reservado gracias más grandes a quienes han escrito de Mí, porque son la continuación de mi vida evangélica, los portavoces de mi palabra, y lo que no dije en mi Evangelio me reservé decirlo a quienes habrían escrito de Mí. Yo no terminé entonces de predicar, Yo debo predicar siempre, mientras existan las generaciones”.
Y yo: “Amor mío, escribir las verdades que Tú me dices es sacrificio, pero el sacrificio se siente más duro y casi no siento la fuerza de hacerlo, cuando me obligan y me fuerzan a escribir mis intimidades entre Tú y yo y lo que a mí se refiere, que no sé qué haría por no poner nada por escrito”.
Y Jesús: “Tú quedas siempre al margen; es de Mí que hablas siempre, lo que Yo te hago, cuánto te quiero y hasta dónde llega mi amor a las criaturas. Esto moverá los demás a amarme, para que también ellos puedan recibir el bien que te hago a ti. Y, además, este mezclarte a ti y a Mí en lo que escribes también es necesario, de lo contrario se diría: ¿A quién le ha dicho esto? ¿Con quién ha sido tan generoso en favorecerle? ¿Tal vez al viento, al aire? ¿No se dice en mi Vida que Yo fui tan generoso con mi Madre? ¿Que hablé a los Apóstoles, a las gentes y que curé a un determinado enfermo? Por lo tanto, todo es necesario, y ten por seguro que en lo que escribes, siempre es a Mí a quien haces conocer más”.(14.02.1922).
13 – Nada se debe ocultar; también Luisa debe aparecer en los Escritos:
“La santidad de las otras virtudes es suficientemente conocida en toda la Iglesia y el que quiere puede copiarla; por eso no me he preocupado de multiplicar su conocimiento. Pero la santidad del vivir en mi Querer, sus efectos, el valor que tiene, la última pincelada que mi mano creadora dará a la criatura para hacerla semejante a Mí, no se conoce todavía; por eso es toda mía premura de que salga todo lo que te he dicho, y si tú no lo hicieras estarías como impidiendo mi Querer, aprisionando las llamas que me devoran y haciendo que se retrase la completa gloria que me debe la Creación. Sólo quiero que las cosas salgan ordenadas, porque una palabra que falte, un nexo o una conjunción, una frase interrumpida, en vez de dar luz me oscurecerán y en vez de hacer que me den gloria y amor, las criaturas quedarán indiferentes. Por eso, sé atenta. Lo que Yo he dicho, quiero que salga completo”. 
Y yo: “Pero para poner toda la parte tuya entera, me veo obligada a poner parte de la mía”. 
Y Jesús: “¿Y qué quieres decir con eso? Si el camino lo hemos recorrido juntos, ¿quieres que aparezca Yo sólo? Y luego, ¿a quién tengo que indicar y poner como ejemplo que imitar, si aquella a quien he enseñado y que tiene práctica del modo como se vive en mi Querer no quiere ser conocida? Hija mía, eso es absurdo”. (16.07.1922).
14 – Es necesario decir que todas estas verdades han sido dichas por Nuestro Señor, sin ocultarlo:
“Haciendo copiar de mis escritos, conforme a la obediencia al Confesor, lo que Jesús me había dicho sobre las virtudes, yo quería hacerlo copiar sin decir que me lo había dicho Jesús; y El, al venir, quejándose me ha dicho:
“Hija mía, ¿por qué quieres ocultarme? ¿Es que soy Yo un deshonrado, que no quieres que se me nombre? Cuando se dice una cosa buena, algún dicho, una obra, una verdad de una persona deshonrada, no se quiere decir quien sea para no perder la estima, la gloria, el prestigio y el efecto que hay en ese bien, en ese dicho, etcétera, porque si se dice quién es no será apreciado y perderá todo su valor, sabiendo que la fuente de donde viene no merece ningún aprecio, mientras que si es una persona digna y honrada, antes se dice su nombre, para que resalte y se aprecie más lo que ha dicho o hecho, y luego se dice lo que ha hecho o dicho. ¿Así que Yo no merezco que mi nombre vaya por delante de lo que he dicho? ¡Ay, qué mal me tratas!” (30.07.1922).
15 – Jesús quiere absolutamente que su Voluntad sea conocida; no tolera el silencio sobre ella:
“Hija mía, ¿qué tienes? ¿Por qué te afliges tanto? Es mi gloria, mi honor el que lo pide, y tú deberías estar contenta. ¿Crees que son las criaturas las que lo quieren, las que hacen y te mandan? No, no, soy Yo, que derribo todo, que las empujo, que las ilumino, y muchas veces no me escuchan, de lo contrario se darían más premura y tendrían más interés, y Yo me veo obligado a empujarles más fuerte, para hacer que se cumpla mi Querer. Tú quisieras esperar hasta después de tu muerte, pero mi Querer no quiere esperar. Y, además, es verdad que tú tienes la conexión, el injerto con mi Voluntad, pero aquí no se trata de ti, sino de Mí; se trata de hacer que se conozcan los efectos, las cualidades, el valor que tiene mi Querer operante en la criatura, cuando ésta vive en él. 
Y luego, si no quieres interesarte tú, que conoces cuánto me interesa y cómo anhelo ardientemente que se conozcan los efectos de mi Querer, del cual recibiré la gloria completa de la Creación y el cumplimiento de la misma Redención… –oh, cuántos efectos aún están suspendidos, tanto de la Creación como de la Redención, porque no se conoce mi Querer y no tiene su verdadero reino en la criatura y, al no reinar, la voluntad humana sigue siendo esclava de sí misma–, te crees tú que se interesarán los demás después de tu muerte? ¡Oh, cuántas cosas que he manifestado a las almas están sepultadas, por no haber quien se interese por mis obras! Pero si he tolerado otras, ésta de mi Voluntad no la tolero. Daré tanta gracia a quien se entregue a la obra, que no podrá resistir, pero la parte más importante y esencial la quiero de ti.”(15.09.1922).
16 – Jesús quiere que Luisa escriba todo, porque servirá a los demás:
“En muchas cosas me faltan las palabras; otras, siendo tantas, no sé decirlas por orden y me parece que las pongo desordenadas por escrito, pero Jesús parece que lo tolera, basta que las escriba, pero si no lo hago me regaña diciéndome: “Ten cuidado, que no son cosas que han de servir sólo a ti, sino también han de servir a los demás”. (20.04.1923).

17 – Cuánto bien harán estos Escritos a la Iglesia:
Hija mía, (…) en mi omnividencia veo que estos escritos serán para mi Iglesia como un nuevo Sol que surgirá en medio de ella, y los hombres, atraídos por su luz refulgente, se aplicarán para convertirse en esa luz y ser espiritualizados y divinizados, por lo cual, renovándose la Iglesia, transformarán la faz de la tierra.
La doctrina sobre mi Voluntad es la más pura, la más bella, no sujeta a sombra de materia o de interés, tanto de tipo sobrenatural como de tipo natural. Por eso será, a modo de sol, la más penetrante, la más fecunda y la más bienvenida y acogida, y siendo luz, por sí misma se hará comprender y se abrirá camino. No estará sujeta a dudas, a sospechas de error, y si alguna palabra no se entenderá será por su demasiada luz, que, eclipsando la inteligencia humana, no podrán comprender toda la plenitud de la verdad, pero no hallarán una palabra que no sea verdad; todo lo más, no podrán comprenderla del todo. Por eso, en vista del bien que veo, te exhorto a que no dejes de escribir nada. Una frase, un efecto, una semejanza sobre mi Voluntad puede ser como rocío benéfico sobre las almas, como es benéfico el rocío sobre las plantas después de un día de sol ardiente o como una lluvia abundante después de largos meses de sequía. Tú no puedes comprender todo el bien, la luz, la fuerza que hay, en una palabra, pero tu Jesús lo sabe y sabe a quién ha de servir y el bien que ha de hacer”. 
Y mientras así decía, me hacía ver en medio de la Iglesia una mesa y todos los escritos sobre la Divina Voluntad colocados encima. Muchas personas con veneración rodeaban la mesa y salían transformadas en luz y divinizadas y, mientras caminaban, comunicaban esa luz a los que encontraban.
Y Jesús ha añadido: “Tu verás desde el Cielo el gran bien, cuando la Iglesia recibirá este alimento celestial, que, fortificándola, la hará resurgir en su triunfo pleno”. (10.02.1924)
18 – Es necesario que Luisa escriba todo, porque grande será el bien que harán estos Escritos:
“Hija mía, ánimo, no te abatas. Si no fuera necesario que tú escribieras, no te habría obligado al sacrificio. Tú debes saber que cada efecto, cada bien, cada valor que te hago conocer sobre mi Voluntad y lo que la criatura puede hacer viviendo en Ella, son otros tantos cebos, gustos, atractivos, alimentos, armonías, perfumes, luces; de modo que cada efecto que te digo tiene una característica distinta. Por tanto, si no manifestaras todos los bienes que hay en mi Querer y hasta dónde puede llegar el alma viviendo en El, harías faltar un cebo para atraparlas o un gusto para seducirlas, o bien un atractivo para atraerlas o un alimento para saciarlas, y así faltaría la perfecta armonía, el placer de los perfumes, la luz para saber por dónde ir; y por eso, no hallando todos los bienes posibles, es decir, no conociéndolos, no tendrían ese gran deseo de elevarse sobre todas las demás cosas para vivir en mi Voluntad”. (22.03.1924).
19 – En estos Escritos, que son de Jesús, todo es claro y ordenado y nada se debe cambiar:
“Esta mañana, mientras me encontraba en mi estado habitual (no sé si era un sueño), veía a mi Confesor difunto, y me parecía que cogía una cosa retorcida de dentro de mi mente, la arreglaba y la desenredaba. Yo le he preguntado por qué hacía eso y él me ha dicho: “He venido para decirte que estés atenta al orden, porque Dios es orden, y basta que una frase, una palabra de lo que te dice el Señor, tú no la digas como es, y ya no es conforme al orden y puede provocar dudas y dificultades en quien pueda leer lo que escribes sobre su adorable Voluntad”.
Yo, al oír eso, he dicho: “¿Es que sabe Usted si he escrito cosas desordenadas hasta ahora? “Y el Confesor: “No, no, pero pon atención en lo sucesivo. Haz que las cosas que escribes sean claras y sencillas como te las dice Jesús, sin omitir nada, porque basta una pequeña frase, una palabra que falte, de lo que te dice Jesús, o que la escribas de otra forma, para que falte el orden, porque hasta las mínimas expresiones sirven para dar luz, para que se comprenda con mayor claridad el sentido y para relacionar el orden de las verdades que el buen Jesús te manifiesta. Tú dejas fácilmente muchas cosas pequeñas, mientras que las pequeñas atan las grandes y las grandes las pequeñas. Por eso sé atenta en el futuro, para que todo esté bien ordenado”.(14.06.1924).
20 – Jesús bendice y reúne estos Escritos, que son una parte de El mismo:
“…Mi dulce Jesús iba tomando todos los libros escritos por mí, los reunía, se los estrechaba al corazón y con una ternura indecible ha añadido: “Bendigo de corazón estos escritos, bendigo cada palabra, bendigo los efectos y el valor que tienen. Estos escritos son una parte de Mí mismo”.
Luego ha llamado a los ángeles, los cuales se han postrado con el rostro en el suelo orando, y estando presentes dos Padres que debían ver los escritos, Jesús ha dicho a los ángeles que les tocaran la frente para imprimir en ellos el Espíritu Santo y así infundirles la luz para hacerles comprender las verdades y el bien que hay en estos escritos. Los ángeles así lo han hecho y Jesús, bendiciéndonos a todos, ha desaparecido.” (17.09.1924).


21 – La potencia de la Divina Voluntad está en estos Escritos, que destruirán el reino del pecado:
“Mientras escribía lo que he dicho antes, veía a mi dulce Jesús que apoyaba la boca en la parte de mi corazón y me daba las palabras que estaba escribiendo, y al mismo tiempo oía lejos un horrible estruendo, que se peleaban y rugían con tanto estrépito que asustaba. Y yo, dirigiéndome a mi Jesús, Le he dicho: “Jesús, Amor mío, ¿quién está haciendo tanto ruido? Parecen demonios rabiosos. ¿Qué es lo que quieren, que tanto se agitan?”
Y Jesús: “Hija mía, son ellos precisamente. Quisieran que tú no escribieras sobre mi Voluntad, porque cuando ven que escribes verdades más importantes sobre el vivir en mi Querer sufren doble infierno y atormentan aún más a todos los condenados. Temen tanto que puedan salir estos escritos sobre mi Voluntad, porque ven perdido sobre la tierra el reino que adquirieron cuando el hombre, sustrayéndose a la Voluntad Divina, dio paso libre a su voluntad humana. Ah, sí, fue precisamente entonces cuando el enemigo adquirió su reino en la tierra, y si mi Querer pudiera reinar en la tierra, el enemigo por sí solo se escondería en los más oscuros abismos. Por eso se debaten con tanto furor. Sienten la potencia de mi Voluntad en estos escritos y, con sólo dudar que pudieran salir a la luz, se llenan de furor y tratan con todas sus fuerzas de impedir semejante bien. Tú sin embargo no les hagas caso y de eso aprende a apreciar mis enseñanzas”. (22.09.1924).

22 – Los Escritos no son de Luisa, sino de Jesús. ¿Cuánto bien harán cuando salgan todos reunidos?
“No son cosas tuyas, sino mías; es mi Voluntad que quiere formar su camino para hacerse conocer. Y mi Voluntad es más que el sol, y esconder la luz del sol es pretender demasiado y es del todo imposible; si la paran, por un lado, supera el obstáculo que le ponen delante y, escapando por los otros lados, majestuosamente recorre su camino, dejando confundido a quien quisiera impedirle el paso, pues se la ve escapar por todas partes sin poder sujetarla. Se puede esconder una lámpara, pero nunca el sol. Así es mi Voluntad: es más que un sol, y quererla esconder tú te será imposible.
Por eso calla, hija mía, y haz que el sol eterno de mi Voluntad siga su curso, ya sea por medio de los escritos, de su publicación, de tus palabras y de tu comportamiento. Haz que como luz escape y recorra todo el mundo. Yo lo suspiro, lo quiero. Y, además, ¿qué gran cosa ha sido publicada de las verdades de mi Voluntad? Se puede decir que apenas los átomos de su luz; y si bien átomos, ¡si supieras el bien que hacen! ¿Qué será cuando, reunidas todas juntas las verdades que te he dicho de mi Voluntad, la fecundidad de su luz, los bienes que contiene, unido todo junto forme, no ya los átomos o el sol que nace, sino su pleno mediodía? ¿Cuánto bien no producirá ese Sol eterno en medio de las criaturas? Y tú y Yo seremos más felices, viendo mi Voluntad conocida y amada…” (26.04.1925).

23 – Todo lo que Luisa escribe es lo que se desborda de su alma:
“Mi siempre amable Jesús se hacía ver en el fondo de mi alma de pie, con una pluma de luz en la mano, en acto de escribir sobre una luz intensa que parecía tela, pero era luz extendida en mi alma, y Jesús escribía, escribía en el fondo de esa luz. ¡Qué hermoso era verlo escribir con una maestría y una velocidad indescriptible! Y después de haber escrito, como si abriera las puertas de mi interior, con la mano llamaba al Confesor, diciéndole:
“Ven a ver lo que Yo mismo escribo en el fondo de esta alma. Yo nunca escribo en papel o en tela, porque está sujeto a perecer, sino que me complazco en escribir en el fondo de la luz al que está reducida esta alma en virtud de mi Voluntad. Mis letras de luz son imborrables y de valor infinito. Así que, cuando he de manifestarle las verdades sobre mi Voluntad, antes hago el trabajo de escribirlas en el fondo de ella y luego le hablo, haciéndole referencia a lo que en ella he escrito. Por eso, cuando dice lo que Yo le he dicho, lo dice con pocas palabras, mientras cuando escribe se extiende abundantemente: es mi escrito que, desbordándose fuera de su alma, no hace una pequeña referencia, sino mi verdad, amplia como Yo mismo la he escrito en el íntimo de su interior”.
Me he quedado asombrada y con una alegría indecible, viendo escribir a mi dulce Jesús dentro de mí, y tocaba con la mano que, mientras al hablar poco sé decir de lo que Él me dice, es más, me parece que sólo me ha dado el tema, luego, al escribir, será interés suyo ayudarme a exponerlo como a Él le gusta. Y Jesús lleno de bondad me ha dicho:
“Hija mía, cese ahora tu asombro, que mientras escribes sientes que brotan de ti, como de una fuente, las verdades: es el trabajo de tu Jesús hecho en ti, que desbordándose de todas partes de tu alma pone en el papel el orden y las verdades escritas en ti y selladas con letras de luz. Cesen por tanto tus temores, no quieras limitarte a la pequeña alusión de mis palabras, ni quieras resistirme cuando Yo quiero prolongarme y hacerte que escribas lo que Yo con tanto amor he escrito en tu alma. Cuántas veces me obligas a emplear la fuerza y a dominarte, para que no pongas resistencia en escribir lo que quiero. Por eso déjame obrar; tu Jesús cuidará de que en todo resplandezca la verdad”. (05.07.1926).
24 – La anunciada publicación de los escritos sobre la Divina Voluntad; el imprimatur del Arzobispo:
“Has de saber que para hacer que mi Suprema Voluntad sea conocida, he tenido que preparar las cosas, disponer los medios, arrollar al Arzobispo con uno de esos actos de absoluto dominio de mi Voluntad, a los que el hombre no me puede resistir; he tenido que hacer uno de mis grandes prodigios. ¿Crees tú que sea cosa fácil obtener la aprobación de un Obispo? ¡Qué difícil es, cuánto cavilar, cuántas dificultades; y si aprueban ese con muchas restricciones, casi quitando los matices más bellos, ¡los colores que más resaltan, a todo lo que mi Bondad con tanto amor ha revelado! ¿Es que no ves tú en la aprobación del arzobispo el triunfo de mi Voluntad? Y por tanto mi grande gloria y la gran necesidad de que los conocimientos del Supremo Querer se conozcan, que como rocío benéfico apaguen los ardores de las pasiones y como sol que nace pongan en fuga las tinieblas de la voluntad humana y disipen la somnolencia que casi todas las criaturas tienen incluso haciendo el bien, porque falta la vida de mi Querer.
Mis manifestaciones sobre él serán como bálsamo que sanará las llagas que ha producido la humana voluntad. Quien tenga la suerte de conocerlas sentirá correr en él una nueva vida de luz, de gracia, de fortaleza, para cumplir en todo mi Voluntad. No sólo, sino que comprendiendo el gran mal del propio querer, lo aborrecerán y se sacudirán el durísimo yugo de la voluntad humana, para ponerse bajo el suave dominio de la Mía. Ah, tú no sabes ni ves lo que Yo sé y veo; por eso déjame obrar y no te oprimas. Al contrario, habrías debido dar prisa y empujar tú misma aquel que Yo con tanto amor he dispuesto que se encargara, más aún, decirle que se apresure y que no se pierda tiempo.
Hija mía, el Reino de mi Voluntad es indestructible y en estos conocimientos suyos he puesto tanta luz, gracia y atractivo que lo he hecho victorioso, de tal modo que, cuando se conozcan, harán dulce guerra a las voluntades humanas y éstas serán vencidas. Estos conocimientos serán muro altísimo y fuertísimo, más que en el Paraíso terrenal, que impedirán entrar al enemigo infernal para molestar a los que, vencidos por ellas, pasen a vivir en el Reino de mi Voluntad. Por eso no te turbes y déjame obrar, y Yo dispondré todo para que el ‘Fiat’ Supremo sea conocido”. (14.08.1926)

25 – Jesús habla al Sacerdote que ha de publicar los Escritos:
“Mientras oraba me he encontrado fuera de mí misma, y al mismo tiempo veía al Reverendo Padre que debe ocuparse de la publicación de los escritos sobre la Santísima Voluntad de Dios, con Nuestro Señor al lado, que tomaba todos los conocimientos, efectos y valor del Supremo Querer que ha manifestado, y convertidos en hilos de luz los sellaba en su inteligencia, formando como una corona de luz en torno a su cabeza. Y mientras hacía eso le ha dicho:
“Hijo mío, la tarea que te he dado es grande, y por eso es necesario que te dé mucha luz para hacerte comprender con claridad lo que he revelado, porque en la medida de la claridad con que se expongan, producirán sus efectos, aunque por sí mismos sean clarísimos, porque lo que se refiere a mi Voluntad es luz que desciende del Cielo, que no confunde ni deslumbra la vista de la inteligencia, sino que tiene poder de reforzar e iluminar la mente humana para hacerse comprender y amar, y colocar en el fondo del alma el principio de su origen, el verdadero fin para el que fue creada, el orden entre el Creador y la criatura; y todo lo que digo, las manifestaciones y conocimientos sobre mi Supremo Querer son otras tantas pinceladas para que el alma vuelva a la semejanza de su Creador. Todo lo que he dicho sobre mi Voluntad no es sino preparar el camino, formar el ejército, reunir el pueblo elegido, preparar el palacio real, tener listo el terreno en que ha de formarse el Reino de mi Voluntad, y regirlo y dominarlo. Por eso la tarea que te encomiendo es grande. Yo te guiaré, estaré a tu lado, para que todo se haga según mi Voluntad”.
Después lo ha bendecido, ha venido a mi pequeña alma y ha continuado diciendo: “Hija mía, ¡cuánto me interesa mi Voluntad! ¡Cuánto deseo y suspiro que sea conocida! Es tan grande mi interés, que estoy dispuesto a dar cualquier gracia a quien quiera ocuparse de darla a conocer. Oh, cómo quisiera que se hiciera pronto, porque veo que todos mis derechos me serán restituidos. El orden entre Dios y la criatura será restablecido; ya no daré a las generaciones humanas mis bienes a medias, sino todos enteros, ni recibiré más de ellas cosas incompletas, sino todas enteras” (18.08.1926).

26 – Jesús da el título al libro que se ha de publicar y lo explica:
“Estando en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me hacía ver al Reverendo Padre que se ha de ocupar de la publicación de los escritos sobre la Adorable Voluntad de Dios, y Jesús, poniéndose a su lado, le decía:
“Hijo mío, el título que darás al libro que publicarás sobre mi Voluntad será éste: «El Reino de mi Divina Voluntad en medio de las criaturas. Libro de Cielo. La llamada a la criatura al orden, a su puesto y a la finalidad para la que fue creada por Dios». Ves, incluso el título quiero que corresponda a la gran obra de mi Voluntad. Quiero que la criatura comprenda que su puesto, que Dios le ha dado, es en mi Voluntad, y hasta que no entre en Ella estará fuera de su sitio, sin orden, sin finalidad; será un intruso en la Creación, sin ningún derecho, y por eso irá errando, sin paz, sin herencia, y Yo, sintiendo compasión de él, le gritaré continuamente: «Ven a tu puesto, ponte en orden, ven a por tu herencia, a vivir en tu casa. ¿Por qué quieres vivir en casa ajena? ¿Por qué quieres ocupar un terreno que no es tuyo? Y al no ser tuyo eres infeliz y el siervo y el hazmerreír de todas las cosas creadas. Todas las cosas que Yo he creado, estando en su puesto, están en orden y en perfecta armonía, con toda la plenitud de los bienes que Dios les ha dado. Sólo tú quieres ser un infeliz, pero con infelicidad voluntaria. Por eso, ven a tu puesto, donde te llamo y te espero». Por tanto, aquel o aquella que se dedique a dar a conocer mi Voluntad será mi portavoz, y Yo le confiaré los secretos de su Reino”. (27.08.1926).

27 – Jesús bendice el título que El mismo ha dado:
“Y mientras así decía, (Jesús) cogía este libro en sus manos y parecía leer lo que está escrito el 27 de agosto. Mientras leía se quedaba ensimismado, como en profunda contemplación, y yo no me atrevía a decirle nada; sólo sentía que el Corazón le palpitaba muy fuerte, como si fuera a estallar; luego ha estrechado el libro a su pecho diciendo: “Bendigo el título, lo bendigo de corazón, y bendigo todas las palabras acerca de mi Voluntad”. Y alzando la derecha, con majestad encantadora ha pronunciado las palabras de la bendición. A continuación, ha desaparecido.” (29.08.1926).
(Puede seguir leyendo más en http://www.luisapiccarreta.org/es/biografia/)

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Oración a la Santísima Trinidad para la glorificación de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta
Oh Augusta y Santísima Trinidad

Padre, Hijo y Espíritu santo.
Te Alabamos y te damos gracias
por el don de la santidad
de tu sierva fiel Luisa Piccarreta

¡Ella vivió! oh, ¡Padre!, en tu Divina Voluntad

conformándose, bajo la acción de Espíritu Santo,
a tu Hijo obediente hasta la muerte de cruz,
víctima y hostia agradable a ti
cooperando con la obra de la redención del género humano

Sus virtudes de obediencia y humildad,

de sumo amor a Cristo y a la Iglesia,
nos inducen a pedirte el don de su
glorificación sobre la tierra,
para que resplandezca ante todos tu Gloria,
y tu Reino de verdad, de justicia y de amor
se difunda hasta los confines de la tierra
con el particular carisma del
Fiat Voluntas tua sicut in caelo et in terra

Recurrimos a sus méritos para obtener de ti,

Santísima Trinidad, la gracia particular que te pedimos
(aquí se pide la gracia)
con la intención de cumplir tu Divina Voluntad.
Amén


Tres Gloria al Padre

Padre Nuestro
Reina de los santos, ruega por nosotros.