Sierva de Dios Luisa Piccarreta
Luisa Piccarreta vivió su misión de Víctima con
Jesús, permitiéndole vivir como Redentor y Víctima en ella.
Esta vocación de
víctima de Luisa presenta los tres aspectos importantes:
La CORREDENCIÓN con Jesús:
por eso a menudo Luisa tomaba parte en las diferentes penas de la Pasión (la
corona de espinas, la Cruz, etc.).
La MEDIACIÓN entre Jesús y
los hombres, “sus hermanos”, dándole a Jesús todo lo que le deben (adoración,
alabanza, bendición, gratitud, reparación, amor, etc.) como Jesús se lo da al
Padre.
Y la DEFENSA de los hombres,
alcanzándoles el perdón y las gracias que no merecen por culpa de sus pecados.
“Hija
mía, no temas: ¿no te acuerdas que ocupas dos oficios, uno como Víctima y otro
aún más grande, de vivir en Mi Querer, para devolverme la gloria completa de
toda la creación?” (20-09-1922).
Por eso Jesús le dijo:
“Tu
misión es grande, porque no se trata sólo de la santidad personal, sino de
abrazar todo y a todos y preparar el Reino de Mi Voluntad a las humanas
generaciones” (22-08-1926).
Biografía
La
Sierva de Dios, Luisa Piccarreta nació en la ciudad de Corato en la provincia
de Bari, Italia, en la mañana del 23 de abril de 1865, Domingo “In Albis” (actual fiesta de la Divina Misericordia), y el
mismo día fue bautizada; vivió siempre ahí y murió en concepto de santidad el 4
de marzo de 1947.
Nació de la señora Rosa Tarantino y del
señor Vito Nicola Piccarreta, trabajador de una hacienda de la familia
Mastrorilli.
La pequeña Luisa, la cuarta de cinco
hijas, era de temperamento tímido, temeroso; no obstante, era también vivaz y
alegre.
El
motivo eran las frecuentes pesadillas, en que soñaba al demonio.
Por
eso, desde los tres o cuatro años empezó a rezar continuamente, invocando a
todos los Santos para que la defendieran.
Y sobre
todo siete Avemarías a la Virgen Dolorosa, por lo cual no tomaba parte en los
juegos de las otras niñas y de sus hermanitas (Luisa era la cuarta de cinco
hermanas).
El Domingo “in Albis” de 1874, a los
nueve años, recibió la Primera Comunión y el mismo día el Sacramento de la
Confirmación, a los nueve años.
Empezó desde entonces a sentir en el
corazón una voz que le dio mucho ánimo y paz, por lo que superó el miedo.
Empezó
a experimentar la presencia y protección de Jesús, de la Santísima. Virgen y
del Ángel de la guarda.
A
los once años se hizo “hija de María”.
Mediante locuciones
interiores, la voz de Jesús la instruía acerca de las virtudes, de su Amor, de
la Cruz, etc.
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A veces la corregía; otras veces la animaba.
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Y así pasaba Luisa horas y horas arrodillada, casi sin moverse, absorta en oración.
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El Señor le hablaba sobre todo de su Vida oculta y de su Vida interior.
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A veces la corregía; otras veces la animaba.
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Y así pasaba Luisa horas y horas arrodillada, casi sin moverse, absorta en oración.
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El Señor le hablaba sobre todo de su Vida oculta y de su Vida interior.
Pero, aunque era tímida y miedosa, dice ella, era también alegre y traviesa;
saltaba, corría y hacía también “impertinencias”, o sea, bromas.
Con su temperamento no la atraían las
cosas del mundo, incluso las cosas normales de la vida social, que instintivamente
rehuía.
Pero ¿cómo era Luisa, según el aspecto
externo? De ella hay pocas fotografías, de los últimos 10 o 15 años de su vida.
No era posible fotografiarla sin el permiso del Confesor.
Quien la conoció la describe diciendo
que se la veía
“Siempre
serena y fresca como una pascua; pequeña de estatura, ojos vivos, mirada
penetrante, con la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha…”
Quien entraba en su cuartito la veía
siempre sentada en su cama, cerrada con blancas cortinas.
Su aspecto era el de una persona, que,
sin poder decirse que estuviera enferma, desde luego se veía que sufría y al
mismo tiempo irradiaba paz; con el paso de los años, luego, se la veía como una viejecita muy dulce.
INICIO DE LAS VISIONES
A
los 13 años de edad tuvo inesperadamente la primera visión de Jesús con la Cruz
a cuestas, a partir de la cual y para
siempre, se encendió en Luisa un grandísimo deseo de compartir el padecimiento
de Jesús por amor a Él.
A
los 16 años el asalto de los demonios le hizo perder el conocimiento, quedándose rígida, pero tuvo la visión de Jesús coronado de
espinas y horriblemente abofeteado por los pecados de los hombres.
Y Luisa, movida interiormente por la
gracia, consintió plenamente a la Voluntad de Dios, aceptando el estado de Víctima,
al que Jesús y la Santísima Virgen la llamaban.
Pocos
días después, tuvo una tercera visión de Jesús en su Pasión, quien le comunicó los dolores de su corona de espinas, y volvió a
perder el conocimiento.
Cuando volvió en sí, no era capaz de
abrir la boca ni de tomar alimento, a causa de los espasmos y dolores que
sentía.
Y fue así como Luisa
se halló en la imposibilidad de comer nada, por espacio de dos o tres días.
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Pero poco después en forma continua y definitiva por toda su vida, viviendo sólo de la Voluntad Divina.
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Siendo éste su único alimento, junto con la Eucaristía, por 64 años.
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Pero poco después en forma continua y definitiva por toda su vida, viviendo sólo de la Voluntad Divina.
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Siendo éste su único alimento, junto con la Eucaristía, por 64 años.
Así
comenzó a padecer una enfermedad que ningún médico pudo diagnosticar.
Permanecía
todo el día en la cama sentada, nunca apoyaba la cabeza en la almohada para dormir,
y con frecuencia, perdía el conocimiento y quedaba petrificada.
De este estado nunca la pudieron sacar
ninguna medicina ni tratamiento médico, sólo salía de él cuando un sacerdote la
bendecía.
Muchos la consideraban una “santa”, pero
algunos la juzgaban como una impostora, que merecía palos, o que estaba
endemoniada.
En
ocasiones la dejaron en ese estado de petrificación por 10, 18, y hasta 25 días y la madre de Luisa, que no sabía qué hacer, recurrió finalmente
al Arzobispo, quien empezó a interesarse y dio disposiciones para que los
sacerdotes fueran a “despertarla”.
En
estos estados es cuando solía recibir visitas frecuentes de Jesús y de la
Santísima Virgen, como la llamaba Luisa, y cuando Jesús la llevaba por el
Cielo, Infierno, Purgatorio, y por todo el universo.
Y le decía muchas cosas bellas que
nos quedaron escritas por Luisa en sus 36 volúmenes, desde el año 1899, en el
que su confesor por 24 años, Don Gennaro di Gennaro, se lo exigió.
Cuando
Luisa perdía los sentidos y quedaba petrificada por la visión de Jesús. Luisa
salía de su cuerpo, siguiendo a Jesús por todas partes.
Ese fenómeno empezó a causa de los
sufrimientos de la Pasión, cada vez más acentuados.
Es lo que llama “su habitual estado”.
De
esa forma Luisa moría todos los días, hasta que un sacerdote –normalmente su
Confesor– venía a llamarla de aquel estado de muerte mediante su bendición y
por santa obediencia.
Ese fue el verdadero motivo por el que
Luisa vivió en cama cerca de 64 años, sin tener nunca una llaga de decúbito o alguna
otra cosa; no a causa de enfermedad, sino por su participación física y mística
a la Pasión de Jesús.
A los 22 años quedó
definitivamente en cama.
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Un año después, el 16 de Octubre de 1888, antigua fiesta de la Pureza de María (distinta de la Purificación y Presentación de Jesús, que es el 2 de Febrero), recibió la gracia del “desposorio místico”.
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Que once meses más tarde el Señor le renovó en el Cielo, con la presencia de la Santísima. Trinidad, representada por las tres virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad).
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Un año después, el 16 de Octubre de 1888, antigua fiesta de la Pureza de María (distinta de la Purificación y Presentación de Jesús, que es el 2 de Febrero), recibió la gracia del “desposorio místico”.
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Que once meses más tarde el Señor le renovó en el Cielo, con la presencia de la Santísima. Trinidad, representada por las tres virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad).
En
aquella ocasión el Señor le dio un don no concedido así antes a nadie: el Don
del Querer Divino.
Pero
de eso le habló y empezó a explicárselo muchos años después.
Era
el 8 de Septiembre de 1889; Luisa tenía 24 años.
Un
año después, Jesús añadió el último vínculo: “el desposorio de la Cruz”, en el
que le comunicó sus dolorosísimos estigmas, contentando a Luisa, que no quería
que se vieran; crucifixión renovada muchas veces.
EXPERIENCIAS MÍSTICAS
Además
de sentir interiormente la voz de Jesús, Luisa tenía trece años cuando, desde
el balcón de su casa tuvo la primera visión de Jesús, que, llevando la cruz,
levantó los ojos hacia ella, pidiéndole ayuda.
Empezaron
entonces para ella los primeros sufrimientos físicos, si bien ocultos, de la
Pasión del Señor, además de tantas penas indecibles espirituales (sentirse
privada de Jesús) y morales.
El hecho de que sus padecimientos fueron
descubiertos por su familia, que pensó tratarse de una enfermedad, de ahí que
tantos otros lo supieron, y, por último, las incomprensiones y hostilidades por
parte de los sacerdotes, de quienes sin embargo ella se dio cuenta de que
dependía totalmente.
A todo ello se
añadió una terrible prueba, que duró tres años (de los trece a los dieciséis),
de lucha contra los demonios, resistiendo a sus asaltos, sugestiones,
tentaciones y tormentos, hasta derrotarlos completamente.
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En el último asalto que sufrió, Luisa perdió el conocimiento y vio por segunda vez a Jesús penante por las ofensas de los pecadores.
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Entonces aceptó el estado de víctima, al que Ntro. Señor y la Santísima Virgen Dolorosa la invitaban.
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En el último asalto que sufrió, Luisa perdió el conocimiento y vio por segunda vez a Jesús penante por las ofensas de los pecadores.
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Entonces aceptó el estado de víctima, al que Ntro. Señor y la Santísima Virgen Dolorosa la invitaban.
Después
de esto, multiplicándose estas visiones de Jesús, Luisa habitualmente tomaba parte en varias penas de la Pasión, en
particular a la coronación de espinas.
Efecto de ello fue la imposibilidad de
comer, devolviendo siempre todo y viviendo, a partir de los dieciséis años, en
una total inedia hasta su muerte.
Se alimentó solamente de la Eucaristía.
Su alimento era la Voluntad del Padre.
“Otro
fenómeno extraordinario (atestigua su último Confesor, Don Benedetto Calvi): en 64 años siempre en cama, nunca tuvo una llaga de decúbito”.
“Hubo fenómenos extraordinarios en
su muerte.
Como se ve en la foto, el cadáver de
Luisa está con el cuerpo sentado en su camita, igual como estaba cuando vivía,
y no fue posible extenderlo con la fuerza de varias personas.
Permaneció
en esa postura, por lo que hubo que hacerle un ataúd del todo especial.
Todo
su cuerpo no sufrió la rigidez cadavérica que a todos los cuerpos humanos
afecta después de la muerte.
Se
podía ver todos los días que estuvo expuesta a la vista de todo el pueblo de
Corato y de muchísimos forasteros, que llegaron a Corato para ver y tocar con
sus propias manos el caso único y maravilloso: poder, sin ningún esfuerzo, moverles
la cabeza a todos los lados, levantarle los brazos, doblarlos, doblarle las
manos y todos los dedos.
Se le podían
levantar también los párpados y observar sus ojos lúcidos y no velados.
Luisa
parecía viva y que dormía, mientras que una comisión de médicos, convocados
para eso, declaraba, tras atento examen del cadáver, que Luisa estaba
realmente muerta y que por tanto había que pensar en una muerte verdadera y no
aparente, como todos se imaginaban.
Fue
necesario, con permiso de la Autoridad civil y del médico forense, dejarla
durante cuatro, repito, cuatro días, en su lecho de muerte, sin dar señales de corrupción, para satisfacer al gentío que se
agolpaba…”
LOS CONFESORES
Luisa,
como hija de la Iglesia, le fue siempre sumisa y obediente.
Durante
el período desde 1884 hasta su muerte en 1947, ella estuvo bajo el cuidado y la
obediencia de varios confesores enviados por el Obispo de su Arquidiócesis.
Su segundo confesor, Don Gennaro di
Gennaro el 28 de febrero de 1899 le dio la obediencia de poner por escrito todo
cuanto sucedía entre Jesús y ella y las gracias que continuamente recibía.
Fue entonces que Luisa se decidió a
vencer la repugnancia de hacer público lo que vivía en su interior.
Y así, con gran esfuerzo, escribió más
de 2.000 capítulos, recogidos en treinta y seis volúmenes, sin contar cientos
de cartas, “las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo “, y
“la Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad “.
Uno
de sus confesores y promotor más importante de la Divina Voluntad (la doctrina
que Jesús le enseñó a Luisa) fue San Aníbal María di Francia.
Quien fue Revisor Eclesiástico de los
volúmenes (dio su Nill Obstat a 19 de los 36 volúmenes), y primer apóstol del
Reino del Fiat Divino (como Jesús mismo lo titula en el volumen 20 de su
diario, noviembre 6, 1926).
Luisa
murió antes de cumplir los ochenta y dos años de edad, el 4 de marzo de 1947, después de una corta pero fatal pulmonía -la
única enfermedad diagnosticada en su vida-, entró a la vida eterna para
continuar sumergida en la Divina Voluntad en el cielo, como lo estuvo en la
tierra.
En la solemnidad de
Cristo Rey, el 20 de Noviembre de 1994, fue inaugurada su Causa de
Beatificación, dándole el título de “sierva de Dios”.
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Mientras que el 2 de Febrero de 1996 todos los escritos de Luisa, conservados desde 1938 en el archivo secreto del Santo Oficio, fueron puestos a disposición del Arzobispo de Trani.
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No hemos llegado, pues, al final de una vida extraordinaria, sino al comienzo de un tiempo nuevo, de la Era prometida y suspirada en la que Dios realizará finalmente.
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Mientras que el 2 de Febrero de 1996 todos los escritos de Luisa, conservados desde 1938 en el archivo secreto del Santo Oficio, fueron puestos a disposición del Arzobispo de Trani.
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No hemos llegado, pues, al final de una vida extraordinaria, sino al comienzo de un tiempo nuevo, de la Era prometida y suspirada en la que Dios realizará finalmente.
En
el 29 de octubre del 2005, el Arzobispo Pichierri declaró el
proceso diocesano de la Causa de Beatificación de la Sierva de Dios completo y
presentó la documentación a la Congregación para las Causas de los Santos.
SUS ESCRITOS
Bajo obediencia,
Luisa Piccarreta escribió dos libritos “La Vida de la Santísima Virgen” y “Las
Horas de la Pasión”.
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Y luego presentó 36 manuscritos numerados, en los que ella elaboró lo que le fue revelado en oración acerca de “la vida en la Voluntad de Dios”.
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Y luego presentó 36 manuscritos numerados, en los que ella elaboró lo que le fue revelado en oración acerca de “la vida en la Voluntad de Dios”.
Ella
escribió estos textos en los dialectos regionales italianos, en vez del Italiano estándar, un hecho que complicó la traducción
correcta del sentido de sus escritos.
Algunos de los primeros volúmenes fueron
revisados y publicados por San Annibale de Francia (ca. 1927) en su capacidad
como confesor y censor diocesano.
Esta
actividad se suspendió en el año 1938 cuando tres de sus obras, anotadas
por otra persona, fueron ingresadas en el Índice de Libros Prohibidos.
El resto de sus escritos fueron tomados
bajo la custodia del Santo Oficio (ahora denominado la Congregación para la
Doctrina de la Fe), donde se quedaron retirados hasta el año 1994.
En
ese año, la Santa Sede autorizó la Causa de Beatificación de Luisa Piccarreta,
ahora llamada “Sierva de Dios”, al concederle el nihil obstat.
Manteniendo los originales, la
Congregación permitió que el Tribunal fotocopiara los escritos para estudios
futuros y la producción de una edición crítica, ya en tránsito.
Pero, hay otras copias de los escritos.
Existen copias que provienen de antes de
1938 y reproducciones y traducciones de las copias del año 1994.
Estas últimas no son aprobadas ni tienen
el imprimatur del Arzobispo de Trani, quien es el dueño legal de los escritos
de Luisa.
Mientras
que la Archidiócesis sí ha permitido a algunas editoriales pequeñas acabar su
stock de los primeros dos libros (“La Vida de la Santísima Virgen”
y “Las Horas de la Pasión”), en el futuro, solamente la Archidiócesis producirá
las traducciones autorizadas de los escritos, basados en la edición crítica.
El Tribunal no está concediendo ni
alentando la publicación ni la promoción de los escritos (a falta de las
excepciones ya mencionadas), para no impedir la Causa.
(Tomado de https://forosdelavirgen.org/10847/luisa-piccarreta-la-pequena-hija-de-la-divina-voluntad-italia-4-de-marzo/)
Los
Escritos de Luisa
Hace falta precisar que todo lo que ha
escrito no es fruto del talento de una escritora, sino de su obediencia a
la Iglesia, a la autoridad de sus Confesores, uno de los cuales fue San Aníbal
María Di Francia.
Por consiguiente, no es fácil literatura
mística, como la de quienes desean dar a conocer sus propias presuntas
visiones o revelaciones sobrenaturales; se trata por el contrario de un
doloroso testimonio, de una vida crucificada por amor, durante largos años de
cama, vividos por Luisa como Víctima en la oración y en el silencio, en el
anonimato y en la obediencia. Y sólo la obediencia logró que escribiera, con
inmensa violencia que Luisa tuvo que hacerse a sí misma.
Así pues, los treinta y seis volúmenes
de su diario han sido escritos, no por la cultura, por el arte de una escritora
o por el deseo de difundir sus visiones o mensajes, no son fruto de un misticismo
falso y peligroso, sino de la “Señora Obediencia”.
Sus Escritos nos muestran, nos ofrecen
todo el dolor y el Amor de Jesús, y con él el Don de los dones, el Don supremo
de su Querer, para que, come es Vida de Dios, así sea vida de sus hijos (el
Reino de Dios que la Iglesia invoca y al cual se prepara: que la Divina
Voluntad sea en la tierra lo que es en el Cielo); pero todo esto llega hasta
nosotros por medio de la vida inmolada de Luisa.
Ella puede decir con San Pablo: “Si
nuestro evangelio permanece velado, lo es para aquellos que se pierden, a los
cuales el dios de este mundo ha cegado la mente incrédula, para que no vean el
esplendor del glorioso evangelio de Cristo, que es imagen de Dios.
Pues
nosotros no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo el Señor. En cuanto a nosotros, somos vuestros servidores por amor a Cristo. Y
Dios, que dijo “brille la luz en las tinieblas”, resplandeció en nuestros
corazones, para hacer resplandecer el conocimiento de la gloria divina que
resplandece en el rostro de Cristo. Sin embargo nosotros llevamos
este tesoro en vasos de barro, para que se vea que la
potencia extraordinaria viene de Dios y no de nosotros, pues pasamos
tribulaciones por todas partes, pero no nos aplastan; angustiados, pero no
desesperados; perseguidos, pero no abandonados; heridos, pero no muertos,
llevando siempre y a todas partes en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para
que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo” (2ª Cor 4,3-10).
Luisa posee (y nos ofrece) un tesoro
preciosísimo en su pobre vaso de barro: ante todo, la Pasión de Jesús en ella,
y luego el Querer Divino que reina en ella. No es el recipiente lo que
ennoblece el contenido, sino que es, al contrario. Luisa es sin duda (desde un
punto de vista humano) una pobre criatura, una de esas personas que a los ojos
del mundo “no cuentan”. Pero estas cosas el Padre se complace en revelarlas a
los pequeños, mientras que las esconde a los sabios y “prudentes”. El Señor le
asegura que, si hubiera encontrado otra más pequeña y más pobre que ella, a esa
se hubiera dirigido para encomendarle esta misión. Sus caminos no son los
nuestros. A nosotros no nos queda más que contemplar asombrados, estremecernos
de alegría y adorar en silencio.
Por orden de su Confesor, Don Gennaro Di
Gennaro, o sea, por voluntad de la Iglesia, Luisa empezó a escribir. Era el 2°
Volumen, el 28 de febrero de 1899.
Luisa temía que pudieran ir a manos de otros. Sólo con el tiempo y con la obediencia a sus Confesores, se convenció de que se debían publicar.
Luisa temía que pudieran ir a manos de otros. Sólo con el tiempo y con la obediencia a sus Confesores, se convenció de que se debían publicar.
1
– ¿Para qué sirven estos Escritos?
“Este
escrito servirá para hacer que se conozca Quién es el que te habla y que ocupa
tu persona; y luego, si a ti no te sirve, mi luz servirá a otros que leerán lo
que te hago que escribas”.(21.09. 1899)
2
– ¿Qué cosa son estos Escritos?
“Sabe
que todo lo que te hago escribir, o sobre las virtudes o con algún ejemplo, no
es más que hacer que te pintes tu retrato y la perfección a la que he hecho
llegar tu alma”.(22.09.1899).
3
– ¿Hay errores en los escritos de Luisa, en los que Jesús le guía la mano?
“Estaba pensando: «¡Quién sabe
cuántos disparates, ¡cuántos errores hay en estas cosas que escribo!»
En ese momento he sentido que perdía el conocimiento, y Jesús bendito ha venido y me ha dicho: “Hija mía, también los errores servirán para que se conozca que no hay ningún artificio por tu parte, ni que tú eres una persona instruida, porque si lo fueras, tú misma te habrías dado cuenta dónde te equivocabas, y eso también hará que resplandezca más que soy Yo el que te habla, viendo la cosa con sencillez; pero te aseguro que no encontrarán sombra de vicio ni nada que no indique virtud, porque mientras tú escribes, Yo mismo te estoy llevando la mano; todo lo más podrán hallar algún error a primera vista, pero si lo consideran bien, encontrarán la verdad.”(08.01.1900).
En ese momento he sentido que perdía el conocimiento, y Jesús bendito ha venido y me ha dicho: “Hija mía, también los errores servirán para que se conozca que no hay ningún artificio por tu parte, ni que tú eres una persona instruida, porque si lo fueras, tú misma te habrías dado cuenta dónde te equivocabas, y eso también hará que resplandezca más que soy Yo el que te habla, viendo la cosa con sencillez; pero te aseguro que no encontrarán sombra de vicio ni nada que no indique virtud, porque mientras tú escribes, Yo mismo te estoy llevando la mano; todo lo más podrán hallar algún error a primera vista, pero si lo consideran bien, encontrarán la verdad.”(08.01.1900).
4
– Escribir fue uno de los más grandes sacrificios para Luisa; lo hizo sólo por
obediencia:
“Mientras escribía, estaba pensando: «¡Quién
sabe cuántos errores hay en estos escritos! Merecen ser echados al fuego. Si la
obediencia me lo permitiera lo haría, porque siento como un peso en mi alma,
sobre todo si alguien llegara a verlos, ya que en ciertos puntos hacen ver como
si amara e hiciera algo por Dios, mientras que no hago nada y no Lo amo, y soy
el alma más fría que puede haber en el mundo, y así me considerarían diferente
de lo que soy, y eso es una pena para mí; pero como es la obediencia la que
quiere que escriba, siendo para mí uno de los más grandes sacrificios, por eso
me abandono del todo a ella, con esperanza segura de que me excusará y me justificará
ante Dios y ante los hombres».
Pero mientras digo eso, Jesús bendito se ha movido en mi interior, me está regañando y quiere que desdiga lo que he dicho. Al venir, Jesús bendito ha respondido a mi pensamiento diciéndome: “Seguro que merecen ser quemados estos escritos tuyos, ¿pero quieres saber en qué fuego? En el fuego de mi Amor, porque no hay página que no manifieste claramente de qué modo amo las almas, tanto si son cosas que se refieren a ti, como si se refieren al mundo; y mi Amor en estos escritos tuyos encuentra un desahogo a mis preocupados y amorosos lamentos.” (10.10.1900).
Pero mientras digo eso, Jesús bendito se ha movido en mi interior, me está regañando y quiere que desdiga lo que he dicho. Al venir, Jesús bendito ha respondido a mi pensamiento diciéndome: “Seguro que merecen ser quemados estos escritos tuyos, ¿pero quieres saber en qué fuego? En el fuego de mi Amor, porque no hay página que no manifieste claramente de qué modo amo las almas, tanto si son cosas que se refieren a ti, como si se refieren al mundo; y mi Amor en estos escritos tuyos encuentra un desahogo a mis preocupados y amorosos lamentos.” (10.10.1900).
5
– Los Escritos pueden tener errores de gramática, pero no contra la doctrina
cristiana. La prueba de que Luisa no es un iluso, sino que la obra es de Dios,
está precisamente en sus escritos:
“…Han venido dos sacerdotes y el Niño se
ha retirado en brazos de uno de ellos, diciéndome que yo hablara con el otro,
el cual quería saber de mis escritos y uno por uno los estaba revisando. Así
que yo, temiendo, le he dicho: «¡Quién sabe cuántos errores hay en
ellos!».
Y él, con una seriedad afable, ha dicho: «Qué, ¿errores contra la ley cristiana?» Y yo: «No, errores de gramática». Y él: «Eso no es nada».
Y yo, tomando confianza, he añadido: «Temo que todo sea una ilusión».
Y él, mirándome a la cara, ha repetido: «¿Crees tú que tengo necesidad de revisar tus escritos para saber si eres una ilusa o no? Yo, con dos preguntas que te hago, sé si el que obra en ti es Dios o el demonio. Primero, ¿crees tú que todas las gracias que Dios te ha concedido te las has merecido tú, o ha sido un don y una gracia de Dios?» Y yo: «Todo ha sido gracia de Dios».
«Segundo, ¿crees tú que en todas las gracias que el Señor te ha dado, tu buena voluntad ha prevenido la gracia, o la gracia te ha prevenido a ti?»
Y yo: «Sin duda, la gracia me ha prevenido siempre».
Y él: «Estas respuestas me hacen saber que tú no eres una ilusa».”(03.12. 1904).
Y él, con una seriedad afable, ha dicho: «Qué, ¿errores contra la ley cristiana?» Y yo: «No, errores de gramática». Y él: «Eso no es nada».
Y yo, tomando confianza, he añadido: «Temo que todo sea una ilusión».
Y él, mirándome a la cara, ha repetido: «¿Crees tú que tengo necesidad de revisar tus escritos para saber si eres una ilusa o no? Yo, con dos preguntas que te hago, sé si el que obra en ti es Dios o el demonio. Primero, ¿crees tú que todas las gracias que Dios te ha concedido te las has merecido tú, o ha sido un don y una gracia de Dios?» Y yo: «Todo ha sido gracia de Dios».
«Segundo, ¿crees tú que en todas las gracias que el Señor te ha dado, tu buena voluntad ha prevenido la gracia, o la gracia te ha prevenido a ti?»
Y yo: «Sin duda, la gracia me ha prevenido siempre».
Y él: «Estas respuestas me hacen saber que tú no eres una ilusa».”(03.12. 1904).
6
– Luisa ha tenido que escribir también sus dudas y sus penas. Jesús quiere que
cuando escribe sea más precisa y exacta y que diga todo, porque servirá a los
demás:
“Hija
mía, quiero que seas más precisa, más exacta, que manifiestes todo al escribir,
porque muchas cosas las saltas, si bien para ti las tomes sin escribir, pero
muchas cosas servirán a los demás”. Yo, al oír eso, me he sentido confusa,
porque verdaderamente lo hago, y es tan grande mi repugnancia de escribir, que
sólo los milagros que sabe hacer la obediencia podían vencerme, porque por mi
voluntad no sería capaz de escribir ni siquiera una coma.”(04.05.1906).
7
– ¿Qué cosa son estos Escritos, queridos por Jesús?
“Sumo
Bien mío, mi deseo es que no quisiera escribir más. ¡Cuánto me pesa! Si no
fuera por el temor de salirme de tu Querer y disgustarte, no lo haría”.
Y El, interrumpiéndome, ha añadido: “Tú no quieres y Yo sí quiero. Lo que te digo y que tú por obediencia escribes, por ahora te sirve de espejo a ti y a quienes te dirigen; llegará un tiempo en que servirá de espejo a los demás. De manera que lo que tú escribes, dicho por Mí, se puede llamar espejo divino; ¿y tú quisieras quitar este espejo divino a mis criaturas? Piénsalo seriamente, hija mía, y no quieras reducir todo este espejo de Gracia con no escribir.”(13.10.1906).
Y El, interrumpiéndome, ha añadido: “Tú no quieres y Yo sí quiero. Lo que te digo y que tú por obediencia escribes, por ahora te sirve de espejo a ti y a quienes te dirigen; llegará un tiempo en que servirá de espejo a los demás. De manera que lo que tú escribes, dicho por Mí, se puede llamar espejo divino; ¿y tú quisieras quitar este espejo divino a mis criaturas? Piénsalo seriamente, hija mía, y no quieras reducir todo este espejo de Gracia con no escribir.”(13.10.1906).
8
– El Señor se alegra mucho cada vez que Luisa escribe, porque su Amor se
desahoga; pero si ella no escribe todo, Jesús siente su amor traicionado:
“Hija
mía, cada vez que escribes mi Amor recibe un pequeño desahogo, un nuevo
contento, y me siento más inclinado a comunicarte mis gracias. Debes saber sin
embargo que cuando no escribes todo, o bien pasas por alto mis intimidades
contigo, el desahogo de mi Amor, Yo me siento como traicionado, porque con ese
desahogo de amor, con esas intimidades contigo Yo no sólo busco atraerte para
que me conozcas y me ames más, sino también a los que habrían leído mis
intimidades de amor, para recibir también de ellos un nuevo amor, y si tú no
escribes, no recibiré ese amor y Yo me quedaré dolorido y como traicionado”. (14.06.1918).
9
– La palabra de Jesús es un Sol y Luisa debe escribir para bien de todos:
“Hija
mía, ¿por qué no escribes? Mi palabra es luz y, como el sol resplandece en
todos los ojos, de forma que todos tienen luz suficiente para todas sus
necesidades, así cada palabra mía es más que un sol, que puede ser luz
suficiente para iluminar cualquier mente y calentar cada corazón. De modo que
cada palabra mía es un sol que sale de Mí, que por ahora te sirve a ti y que escribiéndola
servirá a otros, y tú, no escribiéndola, llegas a sofocar ese sol en Mí y a
impedir que mi Amor se desahogue y haga todo el bien que podría hacer un
sol”.
Y yo: “Ah, Jesús mío, ¿quién irá a calcular en el papel las palabras que Tú me dices?”
Y El: “Eso no te importa a ti, sino a Mí, y aunque no se calcularan, cosa que no será, los muchos soles de mis palabras surgirán majestuosos, sirviendo para el bien de todos. Por el contrario, no escribiendo, impedirías que el sol surja y harías tanto mal como alguien que pudiera impedir que el sol surgiera en el cielo azul; ¿cuántos males no haría a la tierra? El sol a la naturaleza y tú a las almas. Y, además, la gloria del sol es brillar majestuoso y tomar como en su mano la tierra y a todos, con su luz; el mal es para el que no lo aprovecha. Así será del sol de mis palabras: será gloria mía hacer que surjan tantos distintos soles, encantadores y bellos, cuantas son las palabras que digo; el mal será de quien no las aprovecha”. (27.12.1918).
Y yo: “Ah, Jesús mío, ¿quién irá a calcular en el papel las palabras que Tú me dices?”
Y El: “Eso no te importa a ti, sino a Mí, y aunque no se calcularan, cosa que no será, los muchos soles de mis palabras surgirán majestuosos, sirviendo para el bien de todos. Por el contrario, no escribiendo, impedirías que el sol surja y harías tanto mal como alguien que pudiera impedir que el sol surgiera en el cielo azul; ¿cuántos males no haría a la tierra? El sol a la naturaleza y tú a las almas. Y, además, la gloria del sol es brillar majestuoso y tomar como en su mano la tierra y a todos, con su luz; el mal es para el que no lo aprovecha. Así será del sol de mis palabras: será gloria mía hacer que surjan tantos distintos soles, encantadores y bellos, cuantas son las palabras que digo; el mal será de quien no las aprovecha”. (27.12.1918).
10
– En estos Escritos todo es doctrina de Jesús:
“De
ti no hay nada, sino que todo es doctrina mía. Tú no has sido más que una escribana,
y sólo porque te he escogido, ¿querrías sepultar mis enseñanzas y por
consiguiente también mi gloria?”. “…Si he escrito ha sido sólo por obediencia y
por temor de que Tú te disgustaras”.(02.06.1921).
11
– Quien lea estas verdades, si está mal dispuesto, no entenderá nada:
“Si
leen estas verdades y están indispuestos, no entenderán nada, quedarán
confundidos y deslumbrados por la luz de mis verdades; pero para los que están
dispuestos será luz que los iluminará y agua que les apagará la sed, y no querrán
separarse jamás de estos canales por el gran bien que sentirán y por la nueva
vida que correrá en ellos. Por eso, tú también deberías estar contenta de abrir
estos canales en favor de tus hermanos, no descuidando ninguna de mis verdades,
incluso la más pequeña, porque, por más pequeña que sea, puede servir a un
hermano tuyo para sacar agua. Por tanto, sé atenta para abrir estos canales y a
contentar a tu Jesús que tanto ha hecho por ti.” (23.10.1921).
12
– Alegría de Jesús cuando se escribe de Él. Luisa tiene que aparecer en estos
Escritos:
“Hija
mía, ¿sabes por qué estoy tan contento? Toda mi alegría y mi fiesta es cuando
veo que escribes. Veo narrar en las palabras escritas mi gloria, mi vida. El
conocimiento de Mí se multiplica cada vez más; la luz de la Divinidad, la
potencia de mi Voluntad, el desbordamiento de mi Amor, los veo escritos en el
papel, y Yo siento en cada palabra la fragancia de todos mis perfumes. Después
veo que esas palabras escritas corren, corren en medio de los pueblos, para
llevar mis conocimientos nuevos, mi amor desbordante, los secretos de mi
Querer… ¡Oh, ¡cómo me alegro, que no sé qué te haría cuando escribes! Y cuando
tú escribes cosas nuevas que a Mí se refieren, así voy Yo inventando nuevos
favores para recompensarte y me dispongo a decirte nuevas verdades, para concederte
nuevos favores. Yo siempre he amado más y he reservado gracias más grandes a
quienes han escrito de Mí, porque son la continuación de mi vida evangélica,
los portavoces de mi palabra, y lo que no dije en mi Evangelio me reservé
decirlo a quienes habrían escrito de Mí. Yo no terminé entonces de predicar, Yo
debo predicar siempre, mientras existan las generaciones”.
Y yo: “Amor mío, escribir las
verdades que Tú me dices es sacrificio, pero el sacrificio se siente más duro y
casi no siento la fuerza de hacerlo, cuando me obligan y me fuerzan a escribir
mis intimidades entre Tú y yo y lo que a mí se refiere, que no sé qué haría por
no poner nada por escrito”.
Y Jesús: “Tú quedas siempre al margen;
es de Mí que hablas siempre, lo que Yo te hago, cuánto te quiero y hasta dónde
llega mi amor a las criaturas. Esto moverá los demás a amarme, para que también
ellos puedan recibir el bien que te hago a ti. Y, además, este mezclarte a ti y
a Mí en lo que escribes también es necesario, de lo contrario se diría: ¿A quién
le ha dicho esto? ¿Con quién ha sido tan generoso en favorecerle? ¿Tal vez al
viento, al aire? ¿No se dice en mi Vida que Yo fui tan generoso con mi Madre?
¿Que hablé a los Apóstoles, a las gentes y que curé a un determinado enfermo?
Por lo tanto, todo es necesario, y ten por seguro que en lo que escribes,
siempre es a Mí a quien haces conocer más”.(14.02.1922).
13
– Nada se debe ocultar; también Luisa debe aparecer en los Escritos:
“La
santidad de las otras virtudes es suficientemente conocida en toda la Iglesia y
el que quiere puede copiarla; por eso no me he preocupado de multiplicar su
conocimiento. Pero la santidad del vivir en mi Querer, sus efectos, el valor
que tiene, la última pincelada que mi mano creadora dará a la criatura para
hacerla semejante a Mí, no se conoce todavía; por eso es toda mía premura de
que salga todo lo que te he dicho, y si tú no lo hicieras estarías como
impidiendo mi Querer, aprisionando las llamas que me devoran y haciendo que se
retrase la completa gloria que me debe la Creación. Sólo quiero que las cosas
salgan ordenadas, porque una palabra que falte, un nexo o una conjunción, una
frase interrumpida, en vez de dar luz me oscurecerán y en vez de hacer que me
den gloria y amor, las criaturas quedarán indiferentes. Por eso, sé atenta. Lo
que Yo he dicho, quiero que salga completo”.
Y yo: “Pero para poner toda la parte tuya entera, me veo obligada a poner parte de la mía”.
Y Jesús: “¿Y qué quieres decir con eso? Si el camino lo hemos recorrido juntos, ¿quieres que aparezca Yo sólo? Y luego, ¿a quién tengo que indicar y poner como ejemplo que imitar, si aquella a quien he enseñado y que tiene práctica del modo como se vive en mi Querer no quiere ser conocida? Hija mía, eso es absurdo”. (16.07.1922).
Y yo: “Pero para poner toda la parte tuya entera, me veo obligada a poner parte de la mía”.
Y Jesús: “¿Y qué quieres decir con eso? Si el camino lo hemos recorrido juntos, ¿quieres que aparezca Yo sólo? Y luego, ¿a quién tengo que indicar y poner como ejemplo que imitar, si aquella a quien he enseñado y que tiene práctica del modo como se vive en mi Querer no quiere ser conocida? Hija mía, eso es absurdo”. (16.07.1922).
14
– Es necesario decir que todas estas verdades han sido dichas por Nuestro
Señor, sin ocultarlo:
“Haciendo copiar de mis escritos,
conforme a la obediencia al Confesor, lo que Jesús me había dicho sobre las
virtudes, yo quería hacerlo copiar sin decir que me lo había dicho Jesús; y El,
al venir, quejándose me ha dicho:
“Hija mía, ¿por qué quieres ocultarme? ¿Es que soy Yo un deshonrado, que no quieres que se me nombre? Cuando se dice una cosa buena, algún dicho, una obra, una verdad de una persona deshonrada, no se quiere decir quien sea para no perder la estima, la gloria, el prestigio y el efecto que hay en ese bien, en ese dicho, etcétera, porque si se dice quién es no será apreciado y perderá todo su valor, sabiendo que la fuente de donde viene no merece ningún aprecio, mientras que si es una persona digna y honrada, antes se dice su nombre, para que resalte y se aprecie más lo que ha dicho o hecho, y luego se dice lo que ha hecho o dicho. ¿Así que Yo no merezco que mi nombre vaya por delante de lo que he dicho? ¡Ay, qué mal me tratas!” (30.07.1922).
“Hija mía, ¿por qué quieres ocultarme? ¿Es que soy Yo un deshonrado, que no quieres que se me nombre? Cuando se dice una cosa buena, algún dicho, una obra, una verdad de una persona deshonrada, no se quiere decir quien sea para no perder la estima, la gloria, el prestigio y el efecto que hay en ese bien, en ese dicho, etcétera, porque si se dice quién es no será apreciado y perderá todo su valor, sabiendo que la fuente de donde viene no merece ningún aprecio, mientras que si es una persona digna y honrada, antes se dice su nombre, para que resalte y se aprecie más lo que ha dicho o hecho, y luego se dice lo que ha hecho o dicho. ¿Así que Yo no merezco que mi nombre vaya por delante de lo que he dicho? ¡Ay, qué mal me tratas!” (30.07.1922).
15
– Jesús quiere absolutamente que su Voluntad sea conocida; no tolera el
silencio sobre ella:
“Hija
mía, ¿qué tienes? ¿Por qué te afliges tanto? Es mi gloria, mi honor el que lo
pide, y tú deberías estar contenta. ¿Crees que son las criaturas las que lo
quieren, las que hacen y te mandan? No, no, soy Yo, que derribo todo, que las
empujo, que las ilumino, y muchas veces no me escuchan, de lo contrario se
darían más premura y tendrían más interés, y Yo me veo obligado a empujarles
más fuerte, para hacer que se cumpla mi Querer. Tú quisieras esperar hasta
después de tu muerte, pero mi Querer no quiere esperar. Y, además, es verdad
que tú tienes la conexión, el injerto con mi Voluntad, pero aquí no se trata de
ti, sino de Mí; se trata de hacer que se conozcan los efectos, las cualidades,
el valor que tiene mi Querer operante en la criatura, cuando ésta vive en
él.
Y luego, si no quieres interesarte tú, que conoces cuánto me interesa y cómo anhelo ardientemente que se conozcan los efectos de mi Querer, del cual recibiré la gloria completa de la Creación y el cumplimiento de la misma Redención… –oh, cuántos efectos aún están suspendidos, tanto de la Creación como de la Redención, porque no se conoce mi Querer y no tiene su verdadero reino en la criatura y, al no reinar, la voluntad humana sigue siendo esclava de sí misma–, te crees tú que se interesarán los demás después de tu muerte? ¡Oh, cuántas cosas que he manifestado a las almas están sepultadas, por no haber quien se interese por mis obras! Pero si he tolerado otras, ésta de mi Voluntad no la tolero. Daré tanta gracia a quien se entregue a la obra, que no podrá resistir, pero la parte más importante y esencial la quiero de ti.”(15.09.1922).
Y luego, si no quieres interesarte tú, que conoces cuánto me interesa y cómo anhelo ardientemente que se conozcan los efectos de mi Querer, del cual recibiré la gloria completa de la Creación y el cumplimiento de la misma Redención… –oh, cuántos efectos aún están suspendidos, tanto de la Creación como de la Redención, porque no se conoce mi Querer y no tiene su verdadero reino en la criatura y, al no reinar, la voluntad humana sigue siendo esclava de sí misma–, te crees tú que se interesarán los demás después de tu muerte? ¡Oh, cuántas cosas que he manifestado a las almas están sepultadas, por no haber quien se interese por mis obras! Pero si he tolerado otras, ésta de mi Voluntad no la tolero. Daré tanta gracia a quien se entregue a la obra, que no podrá resistir, pero la parte más importante y esencial la quiero de ti.”(15.09.1922).
16
– Jesús quiere que Luisa escriba todo, porque servirá a los demás:
“En muchas cosas me faltan las palabras;
otras, siendo tantas, no sé decirlas por orden y me parece que las pongo
desordenadas por escrito, pero Jesús parece que lo tolera, basta que las
escriba, pero si no lo hago me regaña diciéndome: “Ten cuidado, que no
son cosas que han de servir sólo a ti, sino también han de servir a los demás”. (20.04.1923).
17
– Cuánto bien harán estos Escritos a la Iglesia:
“Hija mía, (…) en mi
omnividencia veo que estos escritos serán para mi Iglesia como un nuevo Sol que
surgirá en medio de ella, y los hombres, atraídos por su luz refulgente, se
aplicarán para convertirse en esa luz y ser espiritualizados y divinizados, por
lo cual, renovándose la Iglesia, transformarán la faz de la tierra.
La doctrina sobre mi Voluntad es la más pura, la más bella, no sujeta a sombra de materia o de interés, tanto de tipo sobrenatural como de tipo natural. Por eso será, a modo de sol, la más penetrante, la más fecunda y la más bienvenida y acogida, y siendo luz, por sí misma se hará comprender y se abrirá camino. No estará sujeta a dudas, a sospechas de error, y si alguna palabra no se entenderá será por su demasiada luz, que, eclipsando la inteligencia humana, no podrán comprender toda la plenitud de la verdad, pero no hallarán una palabra que no sea verdad; todo lo más, no podrán comprenderla del todo. Por eso, en vista del bien que veo, te exhorto a que no dejes de escribir nada. Una frase, un efecto, una semejanza sobre mi Voluntad puede ser como rocío benéfico sobre las almas, como es benéfico el rocío sobre las plantas después de un día de sol ardiente o como una lluvia abundante después de largos meses de sequía. Tú no puedes comprender todo el bien, la luz, la fuerza que hay, en una palabra, pero tu Jesús lo sabe y sabe a quién ha de servir y el bien que ha de hacer”.
Y mientras así decía, me hacía ver en medio de la Iglesia una mesa y todos los escritos sobre la Divina Voluntad colocados encima. Muchas personas con veneración rodeaban la mesa y salían transformadas en luz y divinizadas y, mientras caminaban, comunicaban esa luz a los que encontraban.
Y Jesús ha añadido: “Tu verás desde el Cielo el gran bien, cuando la Iglesia recibirá este alimento celestial, que, fortificándola, la hará resurgir en su triunfo pleno”. (10.02.1924)
La doctrina sobre mi Voluntad es la más pura, la más bella, no sujeta a sombra de materia o de interés, tanto de tipo sobrenatural como de tipo natural. Por eso será, a modo de sol, la más penetrante, la más fecunda y la más bienvenida y acogida, y siendo luz, por sí misma se hará comprender y se abrirá camino. No estará sujeta a dudas, a sospechas de error, y si alguna palabra no se entenderá será por su demasiada luz, que, eclipsando la inteligencia humana, no podrán comprender toda la plenitud de la verdad, pero no hallarán una palabra que no sea verdad; todo lo más, no podrán comprenderla del todo. Por eso, en vista del bien que veo, te exhorto a que no dejes de escribir nada. Una frase, un efecto, una semejanza sobre mi Voluntad puede ser como rocío benéfico sobre las almas, como es benéfico el rocío sobre las plantas después de un día de sol ardiente o como una lluvia abundante después de largos meses de sequía. Tú no puedes comprender todo el bien, la luz, la fuerza que hay, en una palabra, pero tu Jesús lo sabe y sabe a quién ha de servir y el bien que ha de hacer”.
Y mientras así decía, me hacía ver en medio de la Iglesia una mesa y todos los escritos sobre la Divina Voluntad colocados encima. Muchas personas con veneración rodeaban la mesa y salían transformadas en luz y divinizadas y, mientras caminaban, comunicaban esa luz a los que encontraban.
Y Jesús ha añadido: “Tu verás desde el Cielo el gran bien, cuando la Iglesia recibirá este alimento celestial, que, fortificándola, la hará resurgir en su triunfo pleno”. (10.02.1924)
18
– Es necesario que Luisa escriba todo, porque grande será el bien que harán
estos Escritos:
“Hija
mía, ánimo, no te abatas. Si no fuera necesario que tú escribieras, no te
habría obligado al sacrificio. Tú debes saber que cada efecto, cada bien, cada
valor que te hago conocer sobre mi Voluntad y lo que la criatura puede hacer
viviendo en Ella, son otros tantos cebos, gustos, atractivos, alimentos,
armonías, perfumes, luces; de modo que cada efecto que te digo tiene una
característica distinta. Por tanto, si no manifestaras todos los bienes que hay
en mi Querer y hasta dónde puede llegar el alma viviendo en El, harías faltar
un cebo para atraparlas o un gusto para seducirlas, o bien un atractivo para
atraerlas o un alimento para saciarlas, y así faltaría la perfecta armonía, el
placer de los perfumes, la luz para saber por dónde ir; y por eso, no hallando
todos los bienes posibles, es decir, no conociéndolos, no tendrían ese gran
deseo de elevarse sobre todas las demás cosas para vivir en mi Voluntad”. (22.03.1924).
19
– En estos Escritos, que son de Jesús, todo es claro y ordenado y nada se debe
cambiar:
“Esta mañana, mientras me encontraba en
mi estado habitual (no sé si era un sueño), veía a mi Confesor difunto, y me
parecía que cogía una cosa retorcida de dentro de mi mente, la arreglaba y la
desenredaba. Yo le he preguntado por qué hacía eso y él me ha dicho: “He
venido para decirte que estés atenta al orden, porque Dios es orden, y basta
que una frase, una palabra de lo que te dice el Señor, tú no la digas como es,
y ya no es conforme al orden y puede provocar dudas y dificultades en quien
pueda leer lo que escribes sobre su adorable Voluntad”.
Yo, al oír eso, he dicho: “¿Es
que sabe Usted si he escrito cosas desordenadas hasta ahora? “Y el Confesor: “No,
no, pero pon atención en lo sucesivo. Haz que las cosas que escribes sean
claras y sencillas como te las dice Jesús, sin omitir nada, porque basta una
pequeña frase, una palabra que falte, de lo que te dice Jesús, o que la
escribas de otra forma, para que falte el orden, porque hasta las mínimas
expresiones sirven para dar luz, para que se comprenda con mayor claridad el
sentido y para relacionar el orden de las verdades que el buen Jesús te
manifiesta. Tú dejas fácilmente muchas cosas pequeñas, mientras que las
pequeñas atan las grandes y las grandes las pequeñas. Por eso sé atenta en el
futuro, para que todo esté bien ordenado”.(14.06.1924).
20
– Jesús bendice y reúne estos Escritos, que son una parte de El mismo:
“…Mi dulce Jesús iba tomando todos los
libros escritos por mí, los reunía, se los estrechaba al corazón y
con una ternura indecible ha añadido: “Bendigo de corazón estos
escritos, bendigo cada palabra, bendigo los efectos y el valor que tienen.
Estos escritos son una parte de Mí mismo”.
Luego ha llamado a los ángeles, los
cuales se han postrado con el rostro en el suelo orando, y estando presentes
dos Padres que debían ver los escritos, Jesús ha dicho a los ángeles que les
tocaran la frente para imprimir en ellos el Espíritu Santo y así infundirles la
luz para hacerles comprender las verdades y el bien que hay en estos escritos.
Los ángeles así lo han hecho y Jesús, bendiciéndonos a todos, ha desaparecido.”
(17.09.1924).
21
– La potencia de la Divina Voluntad está en estos Escritos, que destruirán el
reino del pecado:
“Mientras escribía lo que he dicho
antes, veía a mi dulce Jesús que apoyaba la boca en la parte de mi corazón y me
daba las palabras que estaba escribiendo, y al mismo tiempo oía lejos un
horrible estruendo, que se peleaban y rugían con tanto estrépito que asustaba.
Y yo, dirigiéndome a mi Jesús, Le he dicho: “Jesús, Amor mío, ¿quién
está haciendo tanto ruido? Parecen demonios rabiosos. ¿Qué es lo que quieren,
que tanto se agitan?”
Y Jesús: “Hija mía, son ellos
precisamente. Quisieran que tú no escribieras sobre mi Voluntad, porque cuando
ven que escribes verdades más importantes sobre el vivir en mi Querer sufren
doble infierno y atormentan aún más a todos los condenados. Temen tanto
que puedan salir estos escritos sobre mi Voluntad, porque ven perdido
sobre la tierra el reino que adquirieron cuando el hombre, sustrayéndose a la
Voluntad Divina, dio paso libre a su voluntad humana. Ah, sí, fue
precisamente entonces cuando el enemigo adquirió su reino en la tierra, y si mi
Querer pudiera reinar en la tierra, el enemigo por sí solo se escondería en los
más oscuros abismos. Por eso se debaten con tanto furor. Sienten la
potencia de mi Voluntad en estos escritos y, con sólo dudar que
pudieran salir a la luz, se llenan de furor y tratan con todas sus fuerzas de
impedir semejante bien. Tú sin embargo no les hagas caso y de eso aprende a
apreciar mis enseñanzas”. (22.09.1924).
22
– Los Escritos no son de Luisa, sino de Jesús. ¿Cuánto bien harán cuando salgan
todos reunidos?
“No
son cosas tuyas, sino mías; es mi Voluntad que quiere formar su camino para
hacerse conocer. Y mi Voluntad es más que el sol, y esconder la luz del
sol es pretender demasiado y es del todo imposible; si la paran, por un lado,
supera el obstáculo que le ponen delante y, escapando por los otros lados,
majestuosamente recorre su camino, dejando confundido a quien quisiera
impedirle el paso, pues se la ve escapar por todas partes sin poder
sujetarla. Se puede esconder una lámpara, pero nunca el sol. Así es mi
Voluntad: es más que un sol, y quererla esconder tú te será imposible.
Por
eso calla, hija mía, y haz que el sol eterno de mi Voluntad siga su curso, ya
sea por medio de los escritos, de su publicación, de tus palabras y de tu
comportamiento. Haz que como luz escape y recorra todo el mundo. Yo lo
suspiro, lo quiero. Y, además, ¿qué gran cosa ha sido publicada de las verdades
de mi Voluntad? Se puede decir que apenas los átomos de su luz; y si bien
átomos, ¡si supieras el bien que hacen! ¿Qué será cuando, reunidas
todas juntas las verdades que te he dicho de mi Voluntad, la fecundidad de
su luz, los bienes que contiene, unido todo junto forme, no ya los átomos o el
sol que nace, sino su pleno mediodía? ¿Cuánto bien no producirá ese Sol eterno
en medio de las criaturas? Y tú y Yo seremos más felices, viendo mi Voluntad
conocida y amada…” (26.04.1925).
23
– Todo lo que Luisa escribe es lo que se desborda de su alma:
“Mi siempre amable Jesús se hacía ver en
el fondo de mi alma de pie, con una pluma de luz en la mano, en acto de
escribir sobre una luz intensa que parecía tela, pero era luz extendida en mi
alma, y Jesús escribía, escribía en el fondo de esa luz. ¡Qué hermoso era verlo
escribir con una maestría y una velocidad indescriptible! Y después de haber
escrito, como si abriera las puertas de mi interior, con la mano llamaba al
Confesor, diciéndole:
“Ven
a ver lo que Yo mismo escribo en el fondo de esta alma. Yo nunca escribo
en papel o en tela, porque está sujeto a perecer, sino que me complazco en
escribir en el fondo de la luz al que está reducida esta alma en virtud de
mi Voluntad. Mis letras de luz son imborrables y de valor infinito.
Así que, cuando he de manifestarle las verdades sobre mi Voluntad, antes hago
el trabajo de escribirlas en el fondo de ella y luego le hablo, haciéndole
referencia a lo que en ella he escrito. Por eso, cuando dice lo que Yo le he
dicho, lo dice con pocas palabras, mientras cuando escribe se extiende
abundantemente: es mi escrito que, desbordándose fuera de su alma, no hace una
pequeña referencia, sino mi verdad, amplia como Yo
mismo la he escrito en el íntimo de su interior”.
Me he quedado asombrada y con una
alegría indecible, viendo escribir a mi dulce Jesús dentro de mí, y tocaba con
la mano que, mientras al hablar poco sé decir de lo que Él me dice, es más, me parece
que sólo me ha dado el tema, luego, al escribir, será interés suyo ayudarme a
exponerlo como a Él le gusta. Y Jesús lleno de bondad me ha dicho:
“Hija
mía, cese ahora tu asombro, que mientras escribes sientes que brotan de ti,
como de una fuente, las verdades: es el trabajo de tu Jesús hecho en ti, que desbordándose
de todas partes de tu alma pone en el papel el orden y las verdades escritas en
ti y selladas con letras de luz. Cesen por tanto tus temores, no quieras
limitarte a la pequeña alusión de mis palabras, ni quieras resistirme cuando Yo
quiero prolongarme y hacerte que escribas lo que Yo con tanto amor he escrito
en tu alma. Cuántas veces me obligas a emplear la fuerza y a dominarte,
para que no pongas resistencia en escribir lo que quiero. Por eso déjame obrar;
tu Jesús cuidará de que en todo resplandezca la verdad”. (05.07.1926).
24
– La anunciada publicación de los escritos sobre la Divina Voluntad; el imprimatur del
Arzobispo:
“Has
de saber que para hacer que mi Suprema Voluntad sea conocida, he tenido que
preparar las cosas, disponer los medios, arrollar al Arzobispo con uno de esos
actos de absoluto dominio de mi Voluntad, a los que el hombre no me puede
resistir; he tenido que hacer uno de mis grandes prodigios. ¿Crees tú que
sea cosa fácil obtener la aprobación de un Obispo? ¡Qué difícil es, cuánto
cavilar, cuántas dificultades; y si aprueban ese con muchas restricciones, casi
quitando los matices más bellos, ¡los colores que más resaltan, a todo lo que
mi Bondad con tanto amor ha revelado! ¿Es que no ves tú en la aprobación
del arzobispo el triunfo de mi Voluntad? Y por tanto mi grande gloria y la gran
necesidad de que los conocimientos del Supremo Querer se conozcan, que como
rocío benéfico apaguen los ardores de las pasiones y como sol que
nace pongan en fuga las tinieblas de la voluntad humana y disipen la
somnolencia que casi todas las criaturas tienen incluso haciendo el bien,
porque falta la vida de mi Querer.
Mis
manifestaciones sobre él serán como bálsamo que sanará las llagas que ha
producido la humana voluntad. Quien tenga la suerte de conocerlas sentirá
correr en él una nueva vida de luz, de gracia, de fortaleza, para cumplir en
todo mi Voluntad. No sólo, sino que comprendiendo el gran mal del propio
querer, lo aborrecerán y se sacudirán el durísimo yugo de la voluntad humana,
para ponerse bajo el suave dominio de la Mía. Ah, tú no sabes ni ves lo que Yo
sé y veo; por eso déjame obrar y no te oprimas. Al contrario, habrías debido
dar prisa y empujar tú misma aquel que Yo con tanto amor he dispuesto que se
encargara, más aún, decirle que se apresure y que no se pierda tiempo.
Hija
mía, el Reino de mi Voluntad es indestructible y en estos conocimientos suyos
he puesto tanta luz, gracia y atractivo que lo he hecho victorioso, de tal modo
que, cuando se conozcan, harán dulce guerra a las voluntades humanas
y éstas serán vencidas. Estos conocimientos serán muro altísimo y
fuertísimo, más que en el Paraíso terrenal, que impedirán entrar al enemigo
infernal para molestar a los que, vencidos por ellas, pasen a vivir en el Reino
de mi Voluntad. Por eso no te turbes y déjame obrar, y Yo dispondré todo para
que el ‘Fiat’ Supremo sea conocido”. (14.08.1926)
25
– Jesús habla al Sacerdote que ha de publicar los Escritos:
“Mientras oraba me he encontrado fuera
de mí misma, y al mismo tiempo veía al Reverendo Padre que debe ocuparse de la
publicación de los escritos sobre la Santísima Voluntad de Dios, con Nuestro
Señor al lado, que tomaba todos los conocimientos, efectos y valor del Supremo
Querer que ha manifestado, y convertidos en hilos de luz los sellaba en su
inteligencia, formando como una corona de luz en torno a su cabeza. Y mientras
hacía eso le ha dicho:
“Hijo
mío, la tarea que te he dado es grande, y por eso es necesario que te dé mucha
luz para hacerte comprender con claridad lo que he revelado, porque en la
medida de la claridad con que se expongan, producirán sus efectos, aunque por
sí mismos sean clarísimos, porque lo que se refiere a mi Voluntad es luz que
desciende del Cielo, que no confunde ni deslumbra la vista de la inteligencia,
sino que tiene poder de reforzar e iluminar la mente humana para hacerse
comprender y amar, y colocar en el fondo del alma el principio de su
origen, el verdadero fin para el que fue creada, el orden entre el
Creador y la criatura; y todo lo que digo, las manifestaciones y
conocimientos sobre mi Supremo Querer son otras tantas pinceladas para
que el alma vuelva a la semejanza de su Creador. Todo lo que he dicho sobre mi Voluntad no es sino preparar el
camino, formar el ejército, reunir el pueblo elegido, preparar el palacio real,
tener listo el terreno en que ha de formarse el Reino de mi Voluntad, y regirlo
y dominarlo. Por eso la tarea que te encomiendo es grande. Yo te guiaré,
estaré a tu lado, para que todo se haga según mi Voluntad”.
Después lo ha bendecido, ha venido a mi
pequeña alma y ha continuado diciendo: “Hija mía, ¡cuánto me interesa
mi Voluntad! ¡Cuánto deseo y suspiro que sea conocida! Es tan grande mi
interés, que estoy dispuesto a dar cualquier gracia a quien quiera
ocuparse de darla a conocer. Oh, cómo quisiera que se hiciera pronto,
porque veo que todos mis derechos me serán restituidos. El orden entre Dios y
la criatura será restablecido; ya no daré a las generaciones humanas mis bienes
a medias, sino todos enteros, ni recibiré más de ellas cosas incompletas, sino
todas enteras” (18.08.1926).
26
– Jesús da el título al libro que se ha de publicar y lo explica:
“Estando en mi habitual estado, mi
siempre amable Jesús me hacía ver al Reverendo Padre que se ha de ocupar de la
publicación de los escritos sobre la Adorable Voluntad de Dios, y Jesús, poniéndose
a su lado, le decía:
“Hijo
mío, el título que darás al
libro que publicarás sobre mi Voluntad será
éste: «El Reino de mi Divina Voluntad en medio de las
criaturas. Libro de Cielo. La llamada a la criatura al orden, a
su puesto y a la finalidad para la que fue creada por Dios». Ves,
incluso el título quiero que corresponda a la gran obra de mi
Voluntad. Quiero que la criatura comprenda que su puesto, que Dios le ha
dado, es en mi Voluntad, y hasta que no entre en Ella estará fuera de su sitio,
sin orden, sin finalidad; será un intruso en la Creación, sin ningún derecho, y
por eso irá errando, sin paz, sin herencia, y Yo, sintiendo compasión de él, le
gritaré continuamente: «Ven a tu puesto, ponte en orden, ven a por tu herencia,
a vivir en tu casa. ¿Por qué quieres vivir en casa ajena? ¿Por qué quieres
ocupar un terreno que no es tuyo? Y al no ser tuyo eres infeliz y el siervo y
el hazmerreír de todas las cosas creadas. Todas las cosas que Yo he creado,
estando en su puesto, están en orden y en perfecta armonía, con toda la
plenitud de los bienes que Dios les ha dado. Sólo tú quieres ser un infeliz,
pero con infelicidad voluntaria. Por eso, ven a tu puesto, donde te llamo y te
espero». Por tanto, aquel o aquella que se dedique a dar a conocer mi Voluntad
será mi portavoz, y Yo le confiaré los secretos de su Reino”. (27.08.1926).
27
– Jesús bendice el título que El mismo ha dado:
“Y mientras así decía, (Jesús) cogía
este libro en sus manos y parecía leer lo que está escrito el 27 de agosto.
Mientras leía se quedaba ensimismado, como en profunda contemplación, y yo no
me atrevía a decirle nada; sólo sentía que el Corazón le palpitaba muy fuerte,
como si fuera a estallar; luego ha estrechado el libro a su pecho
diciendo: “Bendigo el título, lo bendigo de corazón, y bendigo todas
las palabras acerca de mi Voluntad”. Y alzando la derecha, con
majestad encantadora ha pronunciado las palabras de la bendición. A continuación,
ha desaparecido.” (29.08.1926).
(Puede seguir leyendo más en http://www.luisapiccarreta.org/es/biografia/)
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Oración
a la Santísima Trinidad para la glorificación de la Sierva de Dios Luisa
Piccarreta
Oh Augusta y Santísima Trinidad
Padre, Hijo y Espíritu santo.
Te Alabamos y te damos gracias
por el don de la santidad
de tu sierva fiel Luisa Piccarreta
¡Ella vivió! oh, ¡Padre!, en tu Divina
Voluntad
conformándose, bajo la acción de Espíritu Santo,
a tu Hijo obediente hasta la muerte de cruz,
víctima y hostia agradable a ti
cooperando con la obra de la redención del género humano
Sus virtudes de obediencia y humildad,
de sumo amor a Cristo y a la Iglesia,
nos inducen a pedirte el don de su
glorificación sobre la tierra,
para que resplandezca ante todos tu Gloria,
y tu Reino de verdad, de justicia y de amor
se difunda hasta los confines de la tierra
con el particular carisma del
Fiat Voluntas tua sicut in caelo et in terra
Recurrimos a sus méritos para obtener de
ti,
Santísima Trinidad, la gracia particular que te pedimos
(aquí se pide la gracia)
con la intención de cumplir tu Divina Voluntad.
Amén
Tres Gloria al Padre
Padre Nuestro
Reina de los santos, ruega por nosotros.