PARACLITO




El Espíritu Santo




Nadie puede decir: "¡Jesús es Señor!" sino por influjo del Espíritu Santo" (1 Co 12, 3). "Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!" (Ga 4, 6). Este conocimiento de fe no es posible sino en el Espíritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente haber sido atraído por el Espíritu Santo. Él es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia:

El Bautismo «nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Verbo, es decir al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Espíritu Santo» (San Ireneo de Lyon, Demonstratio praedicationis apostolicae, 7: SC 62 41-42).

El Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva que es: "que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo" (Jn 17, 3).
Creer en el Espíritu Santo es, por tanto, profesar que el Espíritu Santo es una de las personas de la Santísima Trinidad Santa, consubstancial al Padre y al Hijo, "que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150). Por eso se ha hablado del misterio divino del Espíritu Santo en la "teología trinitaria", en tanto que aquí no se tratará del Espíritu Santo sino en la "Economía" divina.

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Pero es en los "últimos tiempos", inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. Entonces, este designio divino, que se consuma en Cristo, "Primogénito" y Cabeza de la nueva creación, se realiza en la humanidad por el Espíritu que nos es dado: la Iglesia, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, la vida eterna.
(Fuente vatica.va)
En los últimos días de su vida terrena, Jesús prometió a sus discípulos el don del Espíritu Santo como su verdadera herencia, continuación de su misma presencia (cf. Jn 14, 16-17).
El Resucitado entra en el Cenáculo, saluda a los discípulos y, soplando sobre ellos, les dice:  "Recibid el Espíritu Santo" (Jn 20, 22). Pentecostés, descrito por los Hechos de los Apóstoles, es el acontecimiento que hace evidente y público, cincuenta días después, este don que Jesús hizo a los suyos la tarde misma del día de Pascua.
La Iglesia de Cristo está siempre, por decirlo así, en estado de Pentecostés. Siempre reunida en el Cenáculo para orar, está, al mismo tiempo, bajo el viento impetuoso del Espíritu, siempre en camino para anunciar. La Iglesia se mantiene perennemente joven y viva, una, santa, católica y apostólica, porque el Espíritu desciende continuamente sobre ella para recordarle todo lo que su Señor le dijo (cf. Jn 14, 25) y para guiarla a la verdad plena (cf Jn 16,13)

(Homilía de su Santidad Juan Pablo II.   Vatican.va)


Oración de Juan Pablo II al Espíritu Santo

Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido profundo del amor  y prepara nuestro espíritu para celebrarlo con la fe, en la esperanza que no defrauda, en la caridad que no espera recompensa.
Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y profecía de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús de Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo, la culminación de la Historia.
Ven, Espíritu de amor y de paz.
Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la fuerza de tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.
Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.
Ven, Espíritu de amor y de paz.
Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren juntos en la edificación del único Reino de Dios.
Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor.
Ven, Espíritu de amor y de paz.
Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón, orienta el camino de la ciencia y la técnica al servicio de la vida, de la justicia y de la paz. Haz fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones. y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.
Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la Virgen, mujer del silencio y de la escucha, haznos dóciles a las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos que Tú pones en el curso de la Historia.
Ven, Espíritu de amor y de paz.
A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos.
Amén.

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El espíritu santo de Dios es su poder, o fuerza, en acción (Miqueas 3:8; Lucas 1:35). Cuando Dios envía su espíritu, proyecta, o dirige, su energía hacia un lugar en concreto —sea donde sea— para que se cumpla su voluntad (Salmo 104:30; 139:7).

En la Biblia, la palabra “espíritu” corresponde a los términos rúaj (en hebreo) y pnéuma (en griego). En la mayoría de los casos, estos términos se refieren al poder de Dios en acción, es decir, a su espíritu santo (Génesis 1:2). Sin embargo, también se usan en los siguientes sentidos:

  • Aliento, o respiración (Habacuc 2:19; Revelación [Apocalipsis] 13:15).
  • Viento (Génesis 8:1; Juan 3:8).
  • La fuerza vital, o la energía, que mantiene con vida a seres humanos y animales (Job 34:14, 15).
  • La actitud, o la inclinación, de una persona (Números 14:24).
  • Los seres espirituales, como Dios y los ángeles (1 Reyes 22:21; Juan 4:24).
Todos estos significados tienen algo en común: se refieren a cosas que son invisibles a la vista humana pero que producen efectos visibles. El espíritu de Dios, “a semejanza del viento, es invisible, inmaterial y poderoso” 

MEDITACIÓN

El Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, es Dios. Verdadero Dios como lo son el Padre y el Hijo. Es el Amor del Padre y el Hijo.

Cristo prometió que este Espíritu de Verdad iba a venir y moraría dentro de nosotros. "Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes" (Jn 14, 16-17)

El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés y nunca se ausentará. Cincuenta días después de la Pascua, el Domingo de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos en valientes proclamadores de la fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por el mundo.

El Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia, comunidad de quienes creen en Cristo como el Señor. Ayuda a su iglesia a que continúe la obra de Cristo en el mundo. Su presencia da gracia a los fieles para unirse más a Dios y entre sí en amor sincero, cumpliendo sus deberes con Dios y los demás. La gracia y vida divina que prodiga hacen a la Iglesia ser mucho más grata a Dios; la hace crecer con el poder del Evangelio; la renueva con sus dones y la lleva a unión perfecta con Jesús.

El Espíritu Santo guía al Papa, a los obispos y a los presbíteros de la Iglesia en su tarea de enseñar la doctrina cristiana, dirigir almas y dar al pueblo la gracia de Dios por medio de los Sacramentos. Orienta toda la obra de Cristo en la Iglesia: solicitud por los enfermos, enseñar a los niños, preparación de la juventud, consolar a los afligidos, socorrer a los necesitados.
Es nuestro deber honrar al Espíritu Santo amándole por ser nuestro Dios y dejarnos dócilmente guiar por Él en nuestras vidas. San Pablo nos lo recuerda diciendo: "¿No saben ustedes que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?"(1 Cor 3, 16).

Conscientes de que el Espíritu Santo esta siempre con nosotros, mientras vivamos en estado de gracia santificante, debemos pedirle con frecuencia la luz y fortaleza necesarias para llevar una vida santa y salvar nuestra alma.




"En verdad te digo: El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu (Jn 3, 5-6).
"Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Jn 14, 25-26).
" Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa donde se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se postraron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse (Hech 2, 1-4).
" A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe, en el mismo Espíritu; a otros carismas de curaciones, en el unico Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía, a otro, discernimiento de espíritus; a otro diversidad de lenguas; a otro don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad" (1Cor 12, 7-11).


ORACIONES

Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, Espíritu de Verdad, amor y santidad, que procedes del Padre y del Hijo y en todo son iguales, te adoro y te amo con todo mi corazón.
Espíritu Santo muy querido, confiando en el hondo y personal amor que me tienes, hago esta novena para pedirte, si así es tu voluntad, me concedas esta gracia en particular (Mencione el favor que desea).

Enséñame, Espíritu Divino, a conocer y buscar mi último fin; dame Santo temor de Dios, verdadera contrición y paciencia. No me dejes caer en pecado. Aumenta mi fe, esperanza y caridad y has florecer en mi alma las virtudes propias de mi estado de vida.
Hazme fiel discípulo de Jesús y obediente hijo de la Iglesia.

Dame gracia eficaz con que pueda cumplir los Mandamientos y recibir dignamente los Sacramentos. Dame las cuatro virtudes cardinales, tus siete dones y los doce frutos. Llévame a perfección en el estado de vida al cual me has llamado y después de una muerte dichosa concédeme la vida eterna. Te lo pido por Cristo nuestro Señor. 
Amén.




CONSAGRACIÓN

Espíritu Santo, divino Espíritu de luz y amor, te consagro mi entendimiento, mi corazón, mi voluntad y todo mi ser, en el tiempo y en la eternidad.

Que mi entendimiento este siempre sumiso a tus divinas inspiraciones y enseñanzas de la doctrina de la Iglesia católica que tu guías infaliblemente.

Que mi corazón se inflame siempre en amor de Dios y del prójimo.

Que mi voluntad este siempre conforme a tu divina voluntad.

Que toda mi vida sea fiel imitación de la vida y virtudes de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El, contigo y el Padre sea dado todo honor y gloria por siempre.
Dios Espíritu Santo, infinito amor del Padre y del Hijo, por las manos purísimas de María, tu esposa inmaculada, me pongo hoy y todos los días de mi vida sobre tu altar escogido, el Sagrado Corazón de Jesús, como un sacrificio en tu honor, fuego consumidor, con firme resolución ahora más que nunca de oír tu voz y cumplir en todas las cosas tu santísima y adorable voluntad.




POR LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU SANTO

Bendito Espíritu de Sabiduría, ayúdame a buscar a Dios. Que sea el centro de mi vida, orientada hacia Él para que reine en mi alma el amor y armonía.
Bendito Espíritu de Entendimiento, ilumina mi mente, para que yo conozca y ame las verdades de fe y las haga verdadera vida de mi vida.
Bendito Espíritu de Consejo, ilumíname y guíame en todos mis caminos, para que yo pueda siempre conocer y hacer tu santa voluntad. Hazme prudente y audaz.
Bendito Espíritu de Fortaleza, vigoriza mi alma en tiempo de prueba y adversidad. Dame lealtad y confianza.
Bendito Espíritu de Ciencia, ayúdame a distinguir entre el bien y el mal. Enséñame a proceder con rectitud en la presencia de Dios. Dame clara visión y decisión firme.
Bendito Espíritu de Piedad, toma posesión de mi corazón; inclinalo a creer con sinceridad en Ti, a amarte santamente, Dios mio, para que con toda mi alma pueda yo buscarte a ti, que eres mi Padre, el mejor y más verdadero gozo.
Bendito Espíritu de Santo Temor, penetra lo mas intimo de mi corazón para que yo pueda siempre recordar tu presencia. Hazme huir del pecado y concédeme profundo respeto para con Dios y ante los demás, creados a imagen de Dios.


Oración.

Te pedimos, Dios todopoderoso, nos concedas agradar al Espíritu Santo con nuestras oraciones de tal modo que podamos con su gracia vernos libres de tentaciones y merezcamos obtener el perdón de los pecados. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen



Ven, Espíritu Santo

Oh, Espíritu Santo, ven,
Danos el ansiado bien
De Tu lumbre celestial;
Padre del pobre clemente,
De eternos dones la fuente,
Luz para todo mortal.

Supremo consolador,

Huésped del alma, dulzor,
Refrigerio en los rigores,
Dulce tregua en la fatiga,
Templanza que ardor mitiga,
Consuelo en nuestros dolores.

Luz sacrosanta del mundo,

Abraza lo mas profundo
Del corazón de tus fieles;
Sin tu bella claridad,
Sólo existiría maldad,
Y serían los hombres crueles.

Limpia toda sordidez,

Fructifica la aridez,
Sana lo que se halla herido,
Doblega la vanidad,
Enardece la frialdad,
Torna recto lo torcido.

Bríndales la concesión
De tu septiforme don
A la grey que en Ti confía,
Úngelos con la virtud,
Dales éxito y salud,
Y perdurable alegría.

Amén.  ¡Aleluya!


V. Envía tu Espíritu Santo creador.
R. Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos.  


¡Oh Dios! Tu has instruido los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo. Concédenos, por el mismo Espíritu, valorar rectamente las cosas y disfrutar siempre de su ayuda. Por Cristo Nuestro Señor. R. Amen.

Letanías al Espíritu Santo


 

Señor:  ​​​​​​​Ten piedad de nosotros.  Cristo: Ten piedad de nosotros. Señor: ​​​Ten piedad de nosotros.

Padre Todopoderoso,                                                   ​​​​​........ R. Ten piedad de nosotros.

Jesús, Hijo Eterno del Padre y Redentor del Mundo 
Espíritu del Padre y del Hijo, que fundes las dos vidas                     ​​​​​​........ R. Santifícanos.
Santísima Trinidad, único Dios                                                           ​​​​....... R. Escúchanos.
 
Espíritu Santo que procedes del Padre y del Hijo​...........R. ven a nuestros corazones.
Espíritu Divino que eres igual al Padre y al Hijo​
Promesa de Dios Padre,​​​​​
Rayo de luz celestial,
Autor de todo bien,
Manantial de agua viva,
Fuego abrasador...........................................................R. Ven a nuestras almas.
Unción espiritual  
Espíritu de amor y de verdad...................................  R. Desciende sobre nosotros.
Espíritu de sabiduría y de inteligencia,
Espíritu de consejo y de fortaleza,
Espíritu de entendimiento y de piedad,
Espíritu de temor de Dios,
Espíritu de gracia y de oración,
Espíritu de paz y de suavidad,
Espíritu de modestia y de inocencia,
Espíritu de consuelo,
Espíritu santificador,
Espíritu que gobiernas la Iglesia,
Don de Dios Altísimo,
Espíritu que llenas el Universo,
Espíritu de adoración de los hijos de Dios,
Espíritu Santo,​​​ ...................................R. inspíranos horror al pecado.
Espíritu Santo,​​​....................................R. ven a renovar la faz de la Tierra.
Espíritu Santo,​​​....................................R. irradia nuestras mentes con tu luz.
Espíritu Santo, ...................................​​​R. imprime tu ley en nuestros corazones.
Espíritu Santo,​​​....................................R. inflámanos con el fuego de tu amor.
Espíritu Santo,​​​.........................R. derrama sobre nosotros el tesoro de tus gracias.
Espíritu Santo,....................................​​​R. enséñanos a rezar bien.
Espíritu Santo,​​​....................................R. ilumínanos con tus inspiraciones divinas.
Espíritu Santo,​​​....................................R. condúcenos por el camino de la salvación.
Espíritu Santo,​​​....................................R. concédenos la única ciencia necesaria.
Espíritu Santo,​​​....................................R. inspíranos la práctica del bien.
Espíritu Santo,​​​....................................R. concédenos el mérito de todas las virtudes.
Espíritu Santo,​​​....................................R. haznos perseverantes en la justicia.
Espíritu Santo,​​​....................................R. sé nuestra perenne recompensa.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo..................R. mándanos tu Espíritu.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo..................R. llena nuestras almas con los     dones del Espíritu Santo.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo ​​.................R. dónanos el espíritu de sabiduría y de piedad.

Ven, Espíritu Santo, y llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.


Envía tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de la Tierra.


Oh Dios que en el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia en cada pueblo y nación, difunde los dones del Espíritu Santo hasta los confines de la Tierra y continúa hoy, en la comunidad de los creyentes, los prodigios que obraste al comienzo de la predicación del Evangelio. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén.
Oración al Espíritu Santo del cardenal Mercier
¡Oh Espíritu Santo, alma de mi alma, te adoro! Ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame. Dime qué debo hacer y ordéname. Te prometo someterme a todo lo que desees de mí y aceptar todo lo que permitas que me suceda; hazme conocer solamente tu voluntad
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