Todos los Santos
Franciscanos
Fiesta el 29 de Noviembre
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La Familia Franciscana
celebra la fiesta de todos los santos y santas franciscanos, en el
aniversario de la
aprobación de la Regla de los Hermanos Menores, por el papa Honorio III,
el 29 de noviembre de 1223. A lo largo de ocho siglos, el frondoso árbol
franciscano no ha dejado de dar frutos de santidad, y suman casi el medio
millar los santos y beatos de las Tres Órdenes, que han sido reconocidos
como tales por la Iglesia.
Santos y santas de todas
las épocas, de todas las capas sociales, de todas las culturas, que han
iluminado con luz propia el universo de la santidad de la Iglesia. ¿Quién puede
contar, además, esa muchedumbre de hermanos, hermanas y seglares sin
nombre y sin rostro que han vivido la santidad evangélica, que han hecho
del proyecto de Francisco la pasión de toda su vida? Es un inmenso capital
de santidad, de amor, de sacrificio, de entrega, que garantiza la lozanía
perenne de Francisco de Asís, y muestra la vitalidad y autenticidad evangélica
del mensaje franciscano.
Esta fiesta es un motivo de
gratitud a Dios y una llamada de atención para nosotros, pues nos exigen
actualizar hoy el mensaje evangélico de Francisco mediante la santidad de vida de
todos aquellos que lo tenemos por padre, inspirador, guía y ejemplo.
El 29 de noviembre de 1223, el papa Honorio III aprobó la Regla
definitiva de los Frailes Menores. Es conocida como Regla bulada, porque el
Papa la aprobó y confirmó con la bula “Solet annuere”. El pergamino original se
conserva en Asís, en la capilla de las reliquias de la Basílica de San
Francisco. Esta forma de vida según el santo Evangelio, aprobada por la
Iglesia, ha sido fuente de inspiración para una verdadera multitud de hombres y
mujeres, de toda clase y condición, que a lo largo de ocho siglos no han
buscado otra cosa que seguir, como Francisco, las huellas y el santo Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo en fraternidad. Es por esto que en este día, en el
que Francisco y sus hermanos recibieron la aprobación de la Regla, se celebra
la fiesta de todos los santos de la Orden. La Iglesia los reconoce como punto
de referencia, ánimo y consuelo para el camino de la santidad cristiana. Ellos
son quienes más luminosamente nos hablan de Dios. Te rogamos, Señor, por su
intercesión:
· San
Francisco de Asís, padre y hermano nuestro en los caminos del santo Evangelio y
en el seguimiento de la pobreza y la humildad del Hijo de Dios. Ayúdanos a amar
cada día más al Señor Jesús, verdadera y única riqueza por la que vale la pena
dejarlo todo.
![](https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/fotos/clara_de_asis.jpg)
Santa Clara de Asís: Sierva de Cristo y pequeña planta del
padre Francisco. Enséñanos a conocer el amor del Dios que pobre fue colocado en
un pesebre, pobre vivió en este mundo y desnudo murió en la cruz.
![](https://www.aciprensa.com/imagespp/AntonioDePadua_DominioPublico.jpg)
·
Santa Isabel de Hungría, que rechazaste las riquezas para abrazar la pobreza con Cristo pobre; mujer fuerte que te desviviste en el servicio a los más débiles e indefensos. Enséñanos a buscar los bienes que no pasan.
Santa Isabel de Hungría, que rechazaste las riquezas para abrazar la pobreza con Cristo pobre; mujer fuerte que te desviviste en el servicio a los más débiles e indefensos. Enséñanos a buscar los bienes que no pasan.
·
San Buenaventura, amigo íntimo de Dios que nos dejaste un camino seguro para llegar a la contemplación y comunión con Él; Doctor de la Iglesia por tu sabiduría y santidad de vida. Ayúdanos a reconocer las huellas de Dios en la obra de sus manos.
San Buenaventura, amigo íntimo de Dios que nos dejaste un camino seguro para llegar a la contemplación y comunión con Él; Doctor de la Iglesia por tu sabiduría y santidad de vida. Ayúdanos a reconocer las huellas de Dios en la obra de sus manos.
· San Luis de Tolosa, que renunciaste a la corona real para abrazar la vida de los Hermanos Menores; joven obispo que rehusaste habitar en palacios para rodearte de pobres y mendigos. Enséñanos a amar a la Iglesia y a sus ministros con fidelidad.
·
San Bernardino de Siena, apasionado predicador del Nombre de Jesús, el único que puede salvar. Ayúdanos a anunciar con valentía a Jesucristo, Hijo amado de Dios y Salvador nuestro.
San Bernardino de Siena, apasionado predicador del Nombre de Jesús, el único que puede salvar. Ayúdanos a anunciar con valentía a Jesucristo, Hijo amado de Dios y Salvador nuestro.
San José de Copertino, atravesado por un profundo amor a Cristo presente en el Misterio eucarístico; humilde y paciente en la incomprensión y en la adversidad. Enséñanos a poner toda nuestra confianza en el Señor.
·
San Pedro de Alcántara, de oración continua y de vida pobre y penitente. Ayúdanos a renovarnos constantemente en el espíritu del Evangelio, nuestra vida y regla.
San Pedro de Alcántara, de oración continua y de vida pobre y penitente. Ayúdanos a renovarnos constantemente en el espíritu del Evangelio, nuestra vida y regla.
· San Maximiliano Kolbe, enamorado de la Inmaculada Madre de Dios; mártir de la caridad en el infierno de Auschwitz. Enséñanos a amar a la Virgen María y a acercarnos siempre confiados a su corazón de Madre, para aprender de ella el camino de la entrega y del servicio humilde a los hermanos.
· San Pío de Pietrelcina, llamado a colaborar de modo peculiar con Cristo pobre y crucificado en la obra de la redención. Acrecienta en nosotros un amor cada vez mayor a Cristo, Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y a la solidaridad concreta con el prójimo.
![](https://www.padrepiosanto.info/bend1.jpg)
· Beatos Alfonso y compañeros mártires, testigos de la locura de la cruz en nuestros días. Rogad por nosotros, para que el testimonio elocuente de amor a Jesucristo que sellasteis con vuestra propia sangre en la restauración de la Provincia de España, sea semilla de nuevas vocaciones consagradas.
Todos los muchos santos y santas de la Orden franciscana, rogad por nosotros ante el Padre de las misericordias para que, encendidos y purificados por el fuego del Espíritu Santo, podamos seguir las huellas de su amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, todos los días de nuestra vida