Santa Francisca de Roma
Mística.
Protectora
de los Pobres
Soportó muchas pruebas como la muerte de sus hijos, quedar viuda y ver sus tierras confiscadas. En medio del sufrimiento tuvo la gracia de poder ver a su ángel de la guarda que velaba por ella todo el tiempo y la guiaba.
Soportó muchas pruebas como la muerte de sus hijos, quedar viuda y ver sus tierras confiscadas. En medio del sufrimiento tuvo la gracia de poder ver a su ángel de la guarda que velaba por ella todo el tiempo y la guiaba.
Una de las más grandes místicas del Siglo XV; nació en Roma de una noble
familia, en 1384; murió allí el 9 de marzo de 1440. Su deseo desde la juventud
fue entrar a participar en la religión, pero cumpliendo el deseo de su padre,
se casó a la edad de doce años con Lorenzo de Ponziani. Entre sus descendientes
sabemos de Battista, quien llevó el nombre de la familia, Evangelista, un niño
de notables dotes (murió en 1411) y Ages (murió en 1413).
Frances fue muy reconocida por su caridad para con los pobres, y su
cuidado de almas. Ella hizo que muchas damas romanas abandonaran su vida de
frivolidad, e hizo que se reunieran a una asociación adscrita al monasterio
benedictino de Santa María Nuova. Más tarde se transformó en la Congregación
Benedictina de Tor Di Specchi (25 de marzo de 1433), la que tuvo la aprobación
de Eugenio IV (4 de julio de 1433).
Sus integrantes siguieron una vida religiosa, pero sin llegar a tomar los
votos estrictos de clausura, y fueron muy activos en las oraciones y trabajos.
Con el consentimiento de su esposo, Fraces practicó la continencia y avanzó en
la vida contemplativa. Sus visiones generalmente tomaron la forma de dramas en
los que participaban personajes celestiales. Tenía el don de milagros y de
éxtasis, además de la visión de su ángel guardián. Tuvo revelaciones respecto
al purgatorio y el infierno; llegó a predecir el cisma de la condición
occidental.
Ella podía leer los secretos de las consciencias y detectar intrigas de
origen diabólico. Fue muy notable por su humildad y desapego, su obediencia y
paciencia, ejemplificadas con ocasión del destierro de su esposo, el cautiverio
de Battista, la muerte de su hijo, y la pérdida de todas sus propiedades.
A la muerte de su esposo (1436) se retiró con sus compañeras de Tor de
Specchi, buscando admisión por caridad, y se hizo superiora. Con ocasión de una
visita de su hijo, cayó enferma y murió el día que había predicho. Su
canonización fue establecida en tres procesos (1440, 1443, y 1451) y Paulo V la
declaró santa, el 9 de mayo de 1608, asignando el día 9 de marzo como el
correspondiente a su festividad. Mucho antes de eso, no obstante, los fieles
fueron a venerar su cuerpo a la iglesia de Santa María Nuova en el Foro Romano,
ahora conocida como la iglesia de Santa Francesca Romana.
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Ella describió así a su ángel de la guarda: "era de una belleza
increíble, con un cutis más blanco que la nieve y un rubor que superaba el
arrebol de las rosas. Sus ojos, siempre abiertos tornados hacia el cielo, el
largo cabello ensortijado tenía el color del oro bruñido”.
“Su túnica llegaba al suelo y era de un blanco algo azulado y, otras
veces, con destellos rojizos. Era tal la irradiación luminosa que emanaba de su
rostro, que podía leer maitines en plena medianoche".
Cierto día el escéptico papá de Francisca le pidió el honor de que le presente
a la criatura que él consideraba imaginaria. Ella tomó la mano del ángel, la
juntó con la de su padre y los presentó. El hombre pudo ver a al ser celestial
y no dudó nunca más.
Santa Francisca instituyó la Congregación de Oblatas de María (Oblatas de
Tor de`Specci), bajo la regla de San Benito. Partió a la Casa del Padre en 1440
y su confesor, el P. John Matteotti, escribió su biografía. Fue canonizada en
1608.